Partida Rol por web

La ciudad de Askam.

El tiempo pasó y los Tvus fueron madurando, junto a Ghiskhaft que los guiaba permanentemente. Así, poco a poco su capacidad de comunicación se fue ampliando.

Knhoss los contempló con amor. Ya estaban listos para el siguiente paso. 

La Diosa se apareció en los Picos, majestuosa y radiante, y encontró a su hijo enseñándole a los suyos.

-Ghiskhaft es hora de que aprendan algo más. Los Tvus están preparados para contener las palabras, su razón ya les permite capturar sus pensamientos y plasmarlos. Démoles la herramienta que necesitan para ello. La escritura.

Ghiskhaft reunió a los más sabios entre su raza. Knhoss, entre ellos, comenzó a trazar signos en las paredes de las cavernas. Signos tejidos con poder, que se plasmaban en la roca como si fuesen grabados a fuego, rojos, brillantes, fuertes. Poco a poco, fue enseñando al pueblo de su hijo a escribir. Al principio sobre la roca. Luego, sobre hojas de los árboles que poblaban el lugar. Ya llegaría el tiempo de refinar los materiales, pero por ahora eso bastaba.

Cuando los primeros estuvieron capacitados, Knhoss vio que era el momento de mostrarles el mundo.

-Pequeño, deberás armar un grupo de viajeros. Ellos serán los primeros en su raza en visitar Albur y comenzarán a recoger conocimiento. Ya pueden plasmar lo que aprendan en su camino; estos escritos servirán para luego nutrir al resto de las razas. Llévalos y que conozcan la obra de nuestro padre.

Cuando el Menor partió, la Diosa continuó un tiempo más entre los suyos, transmitiéndoles el nuevo conocimiento.

Aildor se encontraba sobrevolando los cielos, compartiendo sin saberlo el sueño de su padre. Porque Albur no podría depender completamente de su padre y él para ser justo. Porque hacía falta alguien que velara por la justicia y el equilibrio en Albur. Y él sabía muy bien cómo hacerlo. Entonces, fruto del divino lazo que los unía, Aildor descendió de los cielos en su invariable forma, presentándose ante su padre y maestro.

- Ailnor, señor del castigo divino, portador de la llama de la justicia. – dijo solemnemente a modo de saludo. Su padre le había llamado para encargarle una misión, una misión que en conciencia ya habían compartido. Porque, a fin de cuentas, Aildor no era más que una parte de Ailnor. Las llamas de su interior crepitaron con fuerza, cada vez más emocionadas.

Una raza justa sobre Albur. Una raza que conozca los lados opuestos de la balanza, y se encuentre en el centro de ella. Una raza apropiada para los designios de los dioses de la justicia. Y así tomó Aildor el poder de su padre, encerrándolo en el interior de su armadura para usarlo en el lugar apropiado. El poderoso fuego de su maestro le dio un gran poder, un poder que debía usar en su nombre.

Y así extendió sus alas, y sobrevoló los cielos de Albur, para que sus hijos nacieran en un lugar apropiado. En una tierra prometida.

Llegó a la Balanza, y descendió hasta el valle interior que había entre la cordillera. Los grifos, sus hijos, sintieron su llegada, y todos se arremolinaron a su alrededor, y se postraron majestuosamente mostrando sus respetos.

- Saludos, hijos míos. Ha pasado mucho tiempo. – dijo mientras caminaba lentamente por el valle, acompañado de todos los grifos de la cordillera. – He venido aquí para encomendaros una última misión. Como os dije, teníais que proteger La Balanza de los seres injustos, debíais esperar a los elegidos. Mi nuevo encargo para vosotros es que cuidéis ahora de los hijos de Ailnor. Los hijos que concebiré ante  vuestra presencia, para que los veáis nacer, y os convirtáis en sus guardianes.

Aildor se detuvo en la parte más interior del verde valle, junto al gran lago que dotaba de vida el lugar. Y vio allí a unas extrañas criaturas, que bebían del lago. ¿Qué hacían esas criaturas ahí? Pero no tardó en comprenderlo, porque sus hijos también los miraban con respeto. Son justos. Se dijo a sí mismo Aildor. Y entonces, como regalo para sus hijos, tomó la forma de las nobles criaturas como referencia, porque a sus hijos les gustaban.

Sólo necesito extender los brazos, y abrir las palmas de las manos. Y del interior de su armadura surgió el fuego divino de Ailnor. Todos los grifos se postraron ante la gran llama. Incluso Aildor se inclinó ante el poder de su padre.

- El fuego es muchas veces sinónimo de destrucción, y daño. De violencia desmedida, y gran emoción. Pero yo conozco al fuego en todas sus facetas, porque mi ser es en parte formado del fuego de Ailnor. Y así como el fuego trae muerte, también trae vida. El fuego da calor, la fuente de la vida de todas las cosas. La cálida sensación de vivir. Y así, yo uso el fuego equilibrando la balanza. Porque los hijos de Ailnor serán fieros guerreros, pero amarán la calidez de la vida por encima de todas las cosas.

Y así lo deseó Aildor. Los hijos de su padre tomaron forma. Eran altos, robustos, fuertes. Rápidos y letales. Pero, ante todo, conocían las leyes del mundo, y era su deber respetarlas y aplicarlas. Porque ellos eran los elegidos de la justicia, los Har-Ail.

Los recién nacidos hijos de la Justicia se alzaron, con curiosidad. Y reconocieron a su padre, Aildor, ante el que se inclinaron. Aildor se deleitó observando el resultado de su obra. Unos eran más fuertes, otros más bellos, tenían pelajes de distintos colores y motivos.

- No os inclinéis, hijos de Ailnor. Porque no es vuestro deber servirnos con adoración. Vuestro deber es la justicia, y la aplicaréis allá donde vayáis, respetando el equilibrio de todas las cosas. – los Har-Ail se levantaron, aún algo indecisos. – Mirad a vuestro alrededor, Har- Ail. Esta es vuestra tierra, la tierra que Ailnor os ha concedido para que prosperéis, porque sois sus hijos y ante todas las cosas os ama. Construid aquí vuestro hogar, donde La Balanza os ampara.

Los grifos se acercaron, curiosos, escrutando con su verdadera visión el corazón de los hijos de Ailnor. Y se dejaron acariciar con confianza, porque habían visto en el interior de esa raza algo que no habían visto en ninguna otra. El fuego de la justicia.

- Los grifos, mis hijos, serán vuestros guardianes. Tratadlos con respeto, y ellos cuidarán de vosotros.

Todos los Har-Ail se unieron en un grito de alegría. Porque acababan de nacer, y habían sido elegidos por los mismísimos dioses. Y con la ayuda de los grifos construyeron su hogar, bajo la atenta y paternal mirada de Aildor.

Así construyeron Ovidia, ciudad de justos. El hogar de los elegidos de Ailnor.

Cuando los Tvus supieron que viajarían en busca de conocimiento, miraron
en diferentes direcciones, desde la cumbre mas alta de los Picos, cada
uno oteando el horizonte a su manera, salvo uno, el único que miraba al
oeste...

Allí está... Arkamath... Pensé... No será tarea fácil...

Recordaba haber visto un gran dragón color esmeralda surcar el cielo en
aquella dirección... Volaba con la elegancia y la fuerza de un dios,
protegiendo aquel árbol, nodo de los bosques de Albur.

Muchos Tvus miraron en la misma dirección, tenían ganas de partir,
querían aprender sobre el mundo...
Cerca, una cordillera volcánica, calentaba el aire circundante, lo que me
llevó a pensar en darles la primera gota de conocimiento...

Me volví la oscuridad de la noche, mientras, los Tvus en el interior
volaban hacia nuestro destino, el Árbol de la Vida...

Al llegar a la zona volcánica, las corrientes de aire nos elevaron, ahora
podríamos alcanzar lugares lejanos, aunque no sería facil...

El fragmento de noche se acercaba a Arkamath, y Kesastraza vigilaba
nuestro avance, sin temor alguno, pues sabía que no era el mal quien les
haría una visita...

Los miembros mas débiles no consiguieron llegar, cayendo en el océano
cuando se agotaban sus fuerzas...

Solo aquellos cuya mente era clara y su cuerpo fuerte alcanzaron a ver el
majestuoso árbol, cuya figura tapaba el sol cada día, haciendo su
frondosidad el paso imposible a sus rayos...

Los hijos de Knhoss llegaron a la isla donde residía el árbol, y mientras
unos buscaron frutos, otros anotaron lo acontecido, mientras unos
descansaron, otros no volverían a despertar...

Pronto debían subir, a conocer los misterios que entre las ramas de Arkamath se
ocultan...

Ya casi habéis llegado, vais por buen camino...

Los Sekaar se asentaron en su capital, Tagrat, lo que les permitió pasar de ser errantes a empezar a formar grupos organizados con los que trabajar en los intereses conjuntos de la raza.

El mayor interes era aprender a forjar mejores cuerpos que los que ahora llevaban y ahi precisamente fue donde se obtuvo el primer logro.

Una forma más optima de trabajar los minerales les permitió dotar de una mayor dureza a sus cuerpos.

 La edad del mundo había terminado, en silencio, o con truenos?? Este tiempo era el tiempo de los mortales, muchas mentes se alzarían y pensarían por si mismas...

Korag permaneció en la primera ciudad de los Sekaar, al pie da la montaña que los había engendrado a los dos...

Libro de los Artesanos.

Este es el libro de los artesanos, todos aquellos seres dispuestos a erosionarse, oxidarse y derretirse en la forja y la herrería, no serán jamas artesanos, armeros ni herreros de calidad, ni dignos de forjar ningún arma, corona o cuerpo, si no han leído y conocido las palabras dictadas por el dios Korag, el artesanos de los dioses. Por que este libro de metal y roca, revela los obscuros y arcanos secretos que guardan los hijos de las montañas. Y como aprovechar los materiales y sus propiedades para acercarnos a los dioses con nuestras creaciones...

I: El Mundo.

Y durante la edad primigenia, el mundo fue creado por los dioses. Que usaron su poder para abrir y cerrar los violentos mares, crear las plantas y las flores, y a cada ser que camina por este suelo. Y el gran dios Kraag, poderoso entre los poderosos, nacido de la Gran Montaña, domino por siempre las rocas y las cordilleras. Y fue su hijo, nacido en las profundidades, Korag el artesano, quien domino y dominara por la eternidad el arte y la magia que estas rocas guardan, en sus silenciosas y ciegas profundidades.

Solo un gran hecho debemos guardar de esa era:

I:I: Las 9 coronas.

En su sabiduría, y siendo conocedor de sus dotes, el Dios Korag creo en la primera era las 9 coronas, que regaló a todos los dioses, como signo de paz, y signo de los reinos que dominaban. Se dice que las coronas eran de una belleza tal, que hasta el más fuerte de los dioses, prometió a Korag con sinceridad devolverle el favor. Y es así como el dios menor posee la estima de los dioses y cuando lo desee, les pedirá que le devuelvan el favor...*

Y es así compañeros artesanos, como deben ser las obras de un artesano. De las mas pura belleza, para que todos los que la miren, se maravillen y devuelvan el favor.*

II: El gremio de los artesanos

Poco después de que la primera ciudad haya sido creada. Korag en persona descendió de los cielos, para enseñar a un grupo selecto, los secretos de su arte...

Fin del Turno 8

El tiempo se detuvo, pues la mano de Á osciló en el espacio sin poder asir los hilos del destino...

Turno 9

Kesastraza observó como los Tvus llegaban, sus heridas no tardarían en ser sanadas y su aliento recobrado si descansaban a los pies de Arkamath, observo como el dios menor los había conducido hacia el gran arbol, y pese a que las visitas no eran bien recibidas en el gran árbol, hizo una excepción, los Tvus habían recorrido un largo camino y perdido a muchos de los suyos en el viaje... no seria cortes ni cordial con los dioses, el no dejarles descansar.

Pero había algo que no le gustaba... se acerco con cuidado a Ghiskhaft - los frutos de Arkamath están prohibidos a las razas mortales que habitan el mundo, solo con el permiso de el gran Á y de la diosa Shenkis pueden ser cogidos los frutos, dejare que vuestro pueblo reponga sus fuerzas, se alimente de cualquier otro fruto que no sea el gran árbol e incluso investiguen la zona, pero los frutos quedan requisados... espero que lo entiendas - cuando termino de hablar, los dragones descendieron lentamente entre los Tvus, una visión sobrecogedora para cualquier mortal, pero no mostraron el mas mínimo ápice de violencia contra ellos, simplemente, esperaron a que los frutos fueran depositados frente ellos para llevárselos.

que asco de poder! tantas cosas en mente y tan poco potencial :P

4+2 (extras)+4 (reserva) =10p

Antes de volverme loco y despilfarrar poder, esperare por si Jeldhor quiere hacer algo y necesita del poder xD.

Tengo +2 por quedar con menos de 5 el turno anterior.

Total acumulado en este turno: 12 

Turno anterior: 1

Total: 13

Yupiii, por fin una tirada como la gente :)