Partida Rol por web

Tras oír las palabras de Kesastraza, hice un llamamiento a los Tvus.

Los frutos de Arkamath son sagrados y están prohibidos a todo mortal, he aquí los dragones que han venido a recogerlos, protectores del Árbol de la Vida...

Los Tvus depositaron frente a ellos los frutos, uno por uno, sin oponerse, pues sabían que el respeto era una virtud de la que disponían... Después de tan largo viaje, su visión estaba nublada como para diferenciarlos, estaban débiles, cansados y hambrientos, y no querían contrariar a tan magníficas criaturas...

Tras una pequeña reverencia, en señal de aceptación de los deseos de Kesastraza, unos fueron en busca de otros alimentos, mientras que alguno anotaba lo recién acontecido... Futuros visitantes sabrían que aquel lugar es sagrado, y como tal lo respetarían...

Podréis satisfacer vuestro apetito con otros alimentos, descansar, e incluso explorar lo que os rodea, solo Arkamath está vedado...

Pedí disculpas a Kesastraza, y mientras los hijos de Knhoss seguían reponiéndose, le dije:

Solo viajamos para aprender, aunque sin dudar nos ofreceremos para preservar tan hermoso y único lugar...
Si lo permites, comunicaremos al mundo entero la existencia de estos parajes, para que todas las razas lo conozcan y sepan de su importancia.

Todo sucedía a más de 300 metros de profundidad, Yyam, el guerrero escualo observaba al Orkan desde un montón de peñascos, tras él, otros sirenos esperaban su acción, el enorme guerrero había quedado momentos antes en evidencia, cuando una de estos enormes monstruos casi le devora, y Wmbl'P, una sirena, le había salvado la vida ordenando al Orkhan que se fuera a cazar a otra parte.

Ahora Yyam quería demostrarse a sí mismo que los sirenos no necesitaban el poder de sus bellas mujeres para ser autosuficientes.

El sentimiento de debilidad, el saber que realmente no era así, le hizo chasquear los dientes con una fuerza que podría haber partido una piedra de haberla tenido. Y con un movimiento de su cola se lanzó a un veloz ataque golpeando a la enorme bestia que apenas sintió dolor por el tremendo puñetazo.

El Orkhan se revolvió rápido, agitando las aguas y lanzando una dentellada que apresó de lleno a Yyam, con medio cuerpo casi devorado, Yyam, lanzó un salvaje y brutal mordisco a las blancas encías del orkhan, y pronto vió a MnpL'Tk, un sirénido-torpedo nadar todo lo rápido que podía hasta engancharse a la cabeza del monstruo y burbujear en ese extraño idioma que saliera de las fauces lo antes posible.

El orkhan se revolvía, y la sangre se diluía haciendo que pequeñas partículas rojas flotaran alrededor, como una lluvia de ceniza, el guerrero escualo golpeó una vez tras otra la dentadura del monstruo mientras apretaba sus dientes, el orkhan hacía lo mismo, y la fuerza de Yyam no pudo compararse a la del enorme monstruo que agitando la cabeza una vez más, partió al guerrero escualo en dos.

MnpL'Tk, vió la mitad del cuerpo de su compañero alejarse flotando y agarrándose fuerte con las uñas, agradeció la oportunidad que le había dado, más de 1500 voltios recorrieron al orkhan ininterrumpidamente, una vez tras otra, mientras se encabritaba bajo el agua intentando deshacerse del tozudo cazador que descargaba toda su energía en él, hasta que finalmente ambos quedaron inertes.

El resto de los compañeros se acercaron, notando aún el chispar de la energía eléctrica en el agua, recogiendo al sireno-raya casi inconsciente, y colocándose bajo el orkhan muerto, para llevarlo de vuelta a la ciudad. Aún eran salvajes, y primitivos, pero con la comida de hoy, dejarían claro que ellos también se harían valer en las profundidades de Albur

El libro del Vagabundo

En aquellos tiempos Ghiskhaft dirigió una gran migración de los Tvus desde los picos del comienzo hacia el gran árbol de Senkhis. Atraido por este movimiento Jeldhor acompaño a los Tvus como una pequeña golondrina, alejado de ellos no fue percibido y les siguió sin interferir.

Mas cuando vio caer al mar a algunos, agotados por el largo viaje para el que no estaban preparados, descendió y rescato a los que pudo.

-¿porque nos rescatas? hemos fallado en nuestro viaje, ya nunca llegaremos al destino que nos esperaba ni reuniremos el conocimiento que ansiamos- le dijeron los desolados Tvus

-habéis fallado en vuestro viaje porque no habéis conseguido vuestro objetivo, si el viaje fuera vuestro objetivo ya lo habríais logrado y viviríais una vida de plenitud. Podríais emprender cien viajes y todos serian exitosos-

Los Tvus intrigados escucharon al errante y este les hablo durante largo tiempo explicándoles la filosofía del camino.

Cuando los Tvus se recuperaron pidieron a Jeldhor acompañarle en sus viajes y durante un tiempo el errante viajo con ellos como uno mas, y les enseño las rutas de migración de las aves y los diversos lugares de Albur.

Cuando por fin llego el momento de separar sus caminos su lider le hablo -mucho hemos aprendido de ti, ahora nosotros vivimos el Camino y no podemos volver a las enseñanzas de Knhoss, seremos conocidos como los Vurmak-

Karak observó largo tiempo a los humanos, recordando quien era él mismo, quien había sido, el Dios de la Belleza, y vió su obra hasta el momento, vió a los Orkhan, vió a los Protectores de las Aguas y a los Rex, y vió monstruos, observando las palmas de sus manos se echó a temblar, ¿De donde había salido aquello?

Karak descendió al mundo y sujetando a una bella humana, se la llevó corriendo, se la llevó a los bosques templados que hacía más de 4000 años creó Pyaray, y allí se sentó junto a ella, le contó quien era él, le explicó lo que había hecho, y le habló del terrible Pyaray, le enseñó los bosques y llanuras, el lago de estrellas y el lejano volcán Kraag, todo aquello era bello, le enseñó que debía preservar la belleza de las cosas, que debía cuidarla, y transmitir estos pensamientos a todas las razas de Albur, pues intuía, que el fin de todo podía llegar en cualquier momento

Pyaray~ ¿Qué haces ahí escondido Karak?

El dios de las profundidades no estaba allí, no lo necesitaba, pero su voz retumbaba en su cabeza como si le estuviera hablando subido a su espalda

Así que urdiendo a escondidas, confraternizando con la belleza, ¿Verdad?

Los ojos de Karak se pusieron en un verde apagado, de nuevo cegado por la corrupción y la maldad con la que Pyaray le envenenaba, Karak sujetó entonces a la mujer del cuello, y presa de un egoísmo y desesperación extremos, trató de calmar la maldad que ahora circulaba en su cuerpo a través de ella.

Lavó su cerebro de humana, y impuso ideas totalmente opuestas, salvajismo, destrucción, invasión, supremacía, soberbia, ira, odio, animosidad, terror, imágenes de los mares que jamás debía pisar. La maldad transformó a la humana, física y psicológicamente, una nueva raza había nacido, una raza creada a partir del mal filtrado, una maldad que sería muy dificil de lavar, una maldad innata que muy pocos sujetos en su futura raza, serían capaces de superar.
 

Egwene, la Madre

Entonces Egwene caminó por

el bosque, tropezando, aturdida por el poder de los Dioses que la habían convertido en algo nuevo, en algo distinto. Caminó y caminó, hasta que cayó rendida al pie de un árbol. Y en ese árbol, soñó con muerte, destrucción y fuego; soñó con la verde fronda y la verde profundidad de los mares de Pyaray. Soñó en la belleza corrompida por Karak, en los monstruos y como esa belleza era corrompida en algo grotesco. Soñó con ella misma.

Y al despertar, los hongos a su alrededor la habían cubierto, por arriba y por abajo, una blanda cama y una cómoda manta. Sobre aquellos lugares donde se habían posado, sus esporas habían alimentado los sueños convirtiendo sus manos en fuertes garras, sus dientes en fuertes caninos, su piel en una dura y curtida coraza. Sus ojos vieron el verde del mundo, y sonrieron... había mucho para matar. Mucho para destruir.

Prosiguió su camino y al caer la noche, un espíritu del bosque se le presentó, un reflejo bestial. Yació con ella, y al día siguiente parió dos hijos: una niña, y un niño. La niña era grácil, rápida con el cuchillo y con la mente. El niño era gigante, fuerte, resistente, puro músculo y solo superado en maldad por su hermana

Así nacieron Yoghart, el Primer Orco, y Elliart, la Primera Orca.

Yoghart, el Primer Orco

Elliart, la Primer Orca

Llamaron a Egwene la Madre, y se alimentaron de su cuerpo, su sangre y su mente. Y en el lugar comenzaron a expandirse, a tener más y más hijos, y a referirse al lugar como Ewhart, el Hogar de la Madre.
 

En cual de todos? por que tienes para elegir xD

Karak, si usas el firefox, instalate el Lazarus. Desde que lo tengo, mi vida es otra! XD

El Gran Á sobrevoló raudo Albur. Las montañas se inclinaron a su paso, los árboles se encogieron, las aguas se convirtieron en vapor.

El Gran Á estaba molesto.

A veces le sucedía, claro. A veces, incluso el Dios Creador podía ver el mundo como algo inútil, algo sin sentido. Incluso él que conocía su futuro podía sentirse frustrado por la inutilidad de las razas, la mesquindad incluso entre sus propios Hijos, parte de él.

Y es que justamente esa rabia era él. Tenía dentro la pasión de Shenkis, la objetividad de Knhoss y la furia de Pyaray. El deseo de terminarlo todo de Yradarkos.

Miró un lugar con fijeza, enfurecido. Sus palabras fueron las primeras alzadas en violencia, violencia divina fuera de toda justicia. Y en sus palabras ardió el Mundo perforando las rocas y el agua y las gemas.

Sus golpes de furia conviertieron todo en polvo, que brillaba en el aura del Gran Dios. Cada mota, bañada en el poder de la más grande divinidad, inmediatamente intentaba tomar una forma distinta, por la parte de Á que era Arezos: arañas, moscas, roca nuevamente, un cojín rojo. Una brizna de hierba.

De nada servía, sin embargo. Inmediatamente volvían a ser destruidas por el fuego divino de sus gritos, por el temblor de su presencia, por el poder de Ailnor que él había dado por vivo ensu pecho.

El grito final resonó como una madre pariendo, como un padre muriendo, como un muerto que finalmente acepta su destino y puede ver una máscara de hueso al final del túnel.

Y cuando todo terminó, la tierra aún temblando, solo quedó la Grieta. Y en el fondo, los restos de la Furia de Á.

La dragona observo como los Tvus intentaban vanamente reunir la información que pudieran sobre el árbol - leer la madre naturaleza no es facil para un mortal...- dijo la dragona, descendiendo cerca de ellos- aquí poco podréis hacer, pero buscad a los Silvhos en el bosque primaveral, ellos podrán enseñaros todo lo que necesitéis, aqui en Arkamath solo pueden aprender los grandes maestros de la naturaleza- la dragona camino entre los Tvus, observándolos con curiosidad, eran una raza extraña, pero irradiaba la suficiente confianza como para saber que no pretendían nada malo

La dragona observo como los Tvus intentaban vanamente reunir la información que pudieran sobre el árbol - leer la madre naturaleza no es facil para un mortal...- dijo la dragona, descendiendo cerca de ellos- aquí poco podréis hacer, pero buscad a los Silvhos en el bosque primaveral, ellos podrán enseñaros todo lo que necesitéis, aqui en Arkamath solo pueden aprender los grandes maestros de la naturaleza- la dragona camino entre los Tvus, observándolos con curiosidad, eran una raza extraña, pero irradiaba la suficiente confianza como para saber que no pretendían nada malo.

- ahora, terminad de reponer fuerzas y volar hacia el bosque primaveral, allí entregad esta escama verde- dijo la dragona, postrando delante de ellos una gran escama que se había desprendido de ella tiempo atrás- sera la señal de la diosa para los Silvhos, de que tienen que recibiros en condiciones- dicho esto, la dragona se elevo en el aire, para ir a su nido, desde donde podría vigilar casi todo el árbol con un solo movimiento de cabeza.

La Gran Grieta en el mundo, esa cicatriz negra y obscura fascinó a Korag desde el mismo instante en el que nació. Y es que no le molestaba la furia de su dios, pues a golpes de martillo de forja el metal. 

 Viendo como el Gran A había construido El abismo mas insondable y paradójicamente, con las joyas mas valiosas. Korag decidió que su creciente raza no debía quedarse sin disfrutar de sus tesoros, ademas, eran las únicos calificados para aprovecharlos realmente.

Y en su libro se escribió. 

Libro de los artesanos:

La gran grieta es hija de la furia de los dioses, pero guarda nuestros más valiosos tesoros. Los demás dioses sienten miedo, pero nuestro dios es sabio, y sabe que las cosas nacen de la destrucción. Por lo que descendió de los cielos, y miró a la grieta como se miran las rocas en bruto. Donde se veía tierra quemada y sufrimiento, el veía las gemas más poderosas del mundo, las mas valiosas, las más bellas.

Y pegó una fuerte palmada en cada costado de la grieta, y la tierra se emblandeció, se volvió tierna y fértil. Y dijo: Si las plantas y los animales desean vivir arriba de la grieta, no es mi dominio, pero nadie excavará, ni robará las gemas que por derecho pertenecen a los dos dioses de la montaña, y a mi, el dios de los artesanos que las forjarán. Ellas son poderosas, y solo nosotros tenemos el poder de aprovecharlas.

Y así nuestro dios nos dejó un lugar, donde fundar nuestra segunda ciudad, la ciudad de los artesanos, la gemas y los metales...

En la Llanura de las almas, Yoonel reposaba mientras tramaba su venganza contra Jeldhor, aun furioso con su osadía. Pero a pesar de todos sus esfuerzos no se le ocurría nada que pudiera hacer. ¿Como podía herir a Jeldhor, si a pesar su inmenso poder sobre los muertos, indisputable por nadie excepto el propio Á, no conocía como crear a la mas simple criatura? 
 
Entretanto, el Gran Dragón vigilaba a las almas procedentes de todo Albur mientras se dirigían al Templo, en busca del descanso eterno que allí les esperaba.  
 
Un día, una sorpresa llamo la atención del Dios, y este se acerco al lugar en el que había sentido algo inusual. Volando, se dirigió al borde de las Llanuras, donde un alma peculiar se encontraba atravesando el desierto como tantas otras almas. Pero donde las demás almas se dirigían directamente al Templo guiados por su luz, esta parecía estar moviéndose sin destino claro, no sabiendo a donde ir ni de donde venia. 
 
Intrigado por esto, Yoonel descendío a donde se encontraba tal alma para averiguar mas sobre este extraño acontecimiento. 
 
-¿Quien eres tu que entras en mi desierto sin poder ver la luz del Templo, y sin nada para guiarte hasta aquí? 
 
El alma, temerosa de un ser de tal poder intento humillarse ante Yoonel, pues esperaba que si el Dios fuera misericordioso tal vez acabara con su interminable tormento. 
 
-No te puedo dar mi nombre, Gran Dragón, por que ni yo lo recuerdo. El tiempo se lo ha llevado, junto con muchos otros recuerdos, durante mi vagar durante los siglos. Te lo suplico, liberame de mi castigo y dejame ser libre de este sufrimiento. 
 
Al oír estas palabras, Yoonel observo con detenimiento el alma ante el. Como todas las otras almas a su alrrededor, esta tenia una forma indefinible para aquellos que podían verla, indiferente de a que raza perteneciera antes de su muerte. Pero al contrario que otras, en su interior se encontraba una oscuridad mas oscura que el mas profundo de los abismos. Y al verlo, al Gran Dragón se le ocurrió algo. 
 
-No te puedo conceder el descanso, pues el paso al templo esta prohibido a aquellos como tu, y aunque consiguieras llegar a el no podrías entrar. Pero te puedo dar otra cosa. 
 
Después de decir esto Yoonel agarro el alma y salio volando hacia las tierras en las que vivían lo Kohiri. Allí, cogió los restos de los animales muertos que se encontraban cercanos y con ellos empezó a crear un nuevo cuerpo sobre el alma. 
 
Cuando acabo, en el lugar donde se encontraba antes el alma había una criatura monstruosa, del tamaño de un humano pero con grandes garras en lugar de manos, orejas largas y puntiagudas, colmillos que sobresalían entre sus labios y unas alas membranosas a su espalda. 
 
-Este es tu nuevo cuerpo, pero también tu última oportunidad, pues si este cuerpo es destruido, tu alma lo es con el. 
 
Con estas palabras el Gran Dragón alzo el vuelo en dirección al Templo, dejando solo a su creación.

Segunda Edad. Año 100 desde el cambio de ciclo.

El pueblo de los Nayas, aun era joven y les quedaba mucho por aprender. Aun eran muy rusticos para sus labores, apenas habian empezado a fortalecerse en campamentos y ver nacer las primeras tribus. Pocos dominaban el lenguaje y la palabra escrita era poco mas que cuatro dibujos que representaban los grandes acontecimientos, dioses, ciclos y grandes bestias.

Estaban aprendiendo la caza y la pesca y poco a poco el pueblo evolucionaba, pero por otro lado la voluntad de Él obraba en ellos de una manera muy lenta y muy sutil.

Fue en el año 112 d.c. cuando uno de los Nayas, soño con la posibilidad de que lloviera y ese dia, el agua que cayo de los cielos, cubrio toda la tierra. Ninguno de entre todo el pueblo, penso en que ese suceso estuviera relacionado con algun secreto oculto. Pero ese joven, sintio el cambio, el deseo de volver a hacerlo y volvio a intentarlo. Volvio a pensar con tanta intensidad con la lluvia, que soño con ella. Entonces al despertas, aguardo todo el dia esperando la caida del agua, que no llego hasta la media tarde y su regocijo fue tanto que mientras todos se ocultaban el saltaba cantando y danzando de alegria.

Desde ese momento, sabia que de alguna manera podia controlar el agua, solo necesitaba soñar con ello. Cuando le apetecia se forzaba a soñar con ello, a veces lo lograba y otras no.

El tiempo fue pasando y el joven crecio y maduro, aunque su empeño en dominar el agua no perdio fuerza. Cuando no tenia tareas pendientes se dedicaba a vagar por los rios, las costas, los pozos, incluso un simple charco le valia para tratar de lograr un efecto.

Pero siempre le surgia la misma duda, sabia que el agua caia del cielo, pero que podia hacer una vez en la tierra ¿ser devuelta al cielo? la costa, tambien tenia sus misterios, trataba de controlar las olas que llegaban y rompian contra las rocas, pero era luchar contra el poder de un Dios y no era aspiraba a ser tan grande.

Entonces llego el dia. Estaba sentado en una roca observando un pequeño charco que con la calor se secaba con rapidez. Entonces penso - podria hacerte salir - y el agua broto. Sorprendido se quedo quieto, incapaz de moverse hasta que la tierra volvio a absorber el agua. Entonces repitio  - Escupela - y la tierra devolvio el agua que habia tomado.

Desde ese momento penso, que tal vez no solo estaba el don de hacer llover... busco un arbol y le ordeno - dame fruta - y el arbol se agito y de sus ramas crecieron manzanas, tantas manzanas que curvaron el arbol.

Tomo una y le dio un bocado, estaba buena, jugosa... Asi comenzo a buscar mas cosas con las que praticar. Paso un pajaro y a su orden el ave se poso en su hombro. Las plantas se abrian para abrirle un camino cuando el lo pedia. Los animales cazaban para el, si esa era su peticion. Las aguas llovian si el lo exigia, el viento soplaba a una palabra suya. El fuego se extinguia con solo susurrarselo...

Y este talento se lo enseño a otros y otros a unos terceros y pronto un grupo de personas sabian como manipular las cosas, naciendo la orden de la octava orden, un numero por cada uno de los elementos que podian alterar. Agua, Aire, Fuego, Tierra, Fauna, Flora, Cuerpo y Consciencia.

Y esta Orden dio enseñanzas y su pueblo crecio aprendiendo de ellos y asi se dividio el pueblo, creando los cultos, grupos de personas que practicaban unicamente una parte de ese don para segun sus intereses y asi nacio la nueva jerarquia de los Nayan.

Pero llego el dia en que la magia sacudio el mundo gobernado por los Nayan. Fue con la llegada de Aramar y Eshilta. Una pareja unida que perdio a su hijo de manos de una espantosa criatura que se alimentaba de sangre. Aramar, deseó tener la fuerza de ese ser para defenderse. La criatura habia escapado y el se habia jurado darle caza como venganza. Eshilta, perdio la cordura tras ver como su hijo era devorado cruelmente y deseó no perder a su hijo. Él, salió tras el para castigarlo, como buen cazador que era, no le resulto dificil perseguir a un joven vampiro.

Ella se quedo llorando su perdida y se le nublo el juico y tratando de curarle las heridas devolvió a la vida a un cuerpo sin alma. Un ser vacío, una criatura que por locura ataco a la que había sido su madre.

Aramar, encontro a la critura y se enfrascaron en combate. A pesar de la experiencia en combate del hombre, la bestia era mas fuerte, mas veloz, mas cruel.. entonces él concentro su mente y se ordeno ser mas rapido, poseer mas fuerza, ser mas despiadado y así poder vencer a la criatura. Y ese poder le fue dado.

Madre e hijo continuaban la lucha, reinaba la locura, ya no eran dos personas, ahora eran dos fuerzas luchando por sobrevivir. Finalmente el ser vació fue vencido. Ella cayó exhausta y mal herida. La sangre habia teñido el suelo. Ella trato de curarse, pero las heridas causadas por su hijo no se curaban. Comenzaron a flaquearse sus fuerzas. Hizo un ultimo esfuerzo y forzando hasta el limite deseó no morir.

Cuando el vampiro fue abatido, el hombre volvió para encontrarse con su mujer. Entonces vió el espectaculo. La escena de la lucha entre madre e hijo y no comprendio nada. La mujer se levanto, pero ahora no tenia color, era palida y fria, y todo cuanto veía alrededor le era gris y difuso. Él se estremecio al verla. Ella huyo de la bestia que se acercaba y ambos huyeron para no volver a verse jamas.

Entonces Él desde lo alto de los cielos, contemplo con desagrado al escena, pero no podía culparles, no podía castigarles por su descuido y los dejo vagar a su antojo y no comprendío la importancía de aquel acto.

Los Sekaar seguían avanzando sus tecnicas de forja con las enseñanzas de Korag, haciendose cada vez cuerpos más y más resistentes.

Mientras sus hijos se mantenían ocupados, Kraag salió de los tuneles para observar los avances que sus hermanos habían hecho en la superficie. Le agradó ver el bonito dibujo que formaba Albur.

Mientras sobrevolaba la creación, un imponente ser pasó por debajo de él. Lo reconoció como uno de los últimos hijos de Á, aquellos llamados Dragones.

Kraag bajó hasta la altura a la que volaba el dragón y mantuvo una escueta conversación con él, ninguno de los dos era demasiado hablador pero el dios de la roca notó una conexión más allá de las palabras.

Habla con tus hermanos y diles que Kraag os pide que protejais el reino bajo la tierra. Compartireis el hogar con los Sekaar si es vuestro deseo, pero no dejeis que los intrusos estorben en su trabajo ni arriesguen la seguridad de las criaturas del subsuelo.

Fue así como los dragones se convirtieron en los guardianes del subsuelo.