Partida Rol por web

-¡Asesino! ¡Escoria! ¡No puedes continuar con vida! ¡No mereces una muerte limpia! ¡Asesino!- el joven Tvu, lloraba mientras profería sus gritos. El sirénido ante él había matado al Fenix, esa noble criatura que tan sólo intentaba ayudar a su pueblo.

Si hubiera podido, habría acabado con el atacante el mismo. Si hubiera contado con apenas unos minutos desde el descubrimiento. Pero junto a él, en las cavernas se encontraba el líder de la orden y, sensatamente, ordenó que aprisionaran al sirénido y lo prepararan para llevarlo ante el Concilio. Esta situación era una provocación demasiado grave como para dejarla pasar.

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El Concilio se reunió a pleno. Las fuerzas del orden habían interrogado durante horas al sirénido, pero lo único que repetía era su nombre. El pueblo pedía justicia por el asesinato de su protector, pero los gobernantes no podían acceder a ello.

-Aquí hay algo más- expresó Nyrithia, una doctvu de mediana edad - es un sirénido ordinario, no destaca en nada... ¿cómo es posible que pudiera acabar con un ser como el Fenix casi sin esfuerzo? Algo no está bien.

-Tienes razón Nyrith- el viejo Huwton habló con un gran esfuerzo de su parte. El último tiempo había envejecido aceleradamente, fruto de las preocupaciones. -Un simple mortal no podría haberlo hecho. Las estrellas me lo han revelado... el espíritu del maligno que habita en las profundidades, aquel que nos odia sin razón ha estado aquí, esta noche, en la cueva del ave de fuego.- El anciano inspiró con dificultad. Su última hora estaba próxima y él lo sabía.

-Este crimen merece un castigo. Sin embargo, la mano que empuñaba el arma no era dueña de su voluntad. Debemos consultar con los Har-Ail. Ellos son los únicos que podrán orientarnos en la manera de impartir justicia... aunque, con un dios de por medio... no creo que la solución agrade a nadie. ¡Que parta ya mismo un embajador hacia Ovidia! Cuanto antes acabemos con esto, mejor-

El Concilio aceptó las palabras del sabio y se disolvió en silencio, dejando en el aire sentimientos de dolor y pesar muy grandes. Al día siguiente honrarían las cenizas de la hermosa criatura.

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La mañana se presentó fría  y soleada. La ciudad al completo se había reunido frente al palacio principal, una hermosa construcción de roca que albergaba la biblioteca más nutrida de toda Enth’ ale.

Allí, sobre las escalinatas de ingreso se había montado un pequeño altar. Las cenizas del ave fantástica reposaban en él.

Con mucho trabajo y haciendo un esfuerzo soberano, Huwton se ubicó detrás del altar. La noche anterior había tenido muy poco reposo. Las cavilaciones acerca de tan horrible acontecimiento no habían dejado al anciano descansar como era debido. A ello podía sumarle que la noche anterior, sus predicciones astrológicas eran oscuras y veladas, como si un poder superior estuviera ocultando el camino que marcaban las estrellas.

El anciano apartó de sí las preocupaciones. Estaban allí para rendir culto y llorar a un ser muy querido por todos. Nada, salvo el dolor, tenía lugar en ese momento.

Con tristeza y aflicción en la voz, comenzó su oratoria.

-Queridos ciudadanos, hoy nos reúne aquí una ocasión muy triste- algunos llantos podían oírse entre la multitud. –Como es de público conocimiento, nuestro protector, el Fénix , ha muerto.- Junto con los llantos ahora también se oían murmullos de rabia y desaprobación. –Una nueva era ha comenzado. Una era triste. Pero no debemos dejar que la maldad que reina en Albur nos toque- su voz, cargada de emoción, dudó unos segundos. Al parecer, estaba conteniendo las lágrimas.

El discurso continuó unos minutos más. Las palabras del sabio, tristes pero esperanzadoras parecieron contentar a la multitud. Agotado, Huwton se retiró a un lado. Ahora era el turno de que el pueblo se despidiera, ante de llevar, nuevamente las cenizas a la cueva donde descansarían por siempre.

La gente, de una en una, comenzó a desfilar frente al altar. Algunos traían flores, otros obsequios, muchos, tan solo lágrimas. La imagen era muy conmovedora.

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-Mirad, ¡allí!- una sombra cruzó el cielo. Luego otra, y otra.

De pronto, el cielo se volvió negro, casi como si hubiera anochecido de golpe. -¡No otra vez! ¡No puede volver a ocurrir!

A pesar de los siglos, la historia de la toma de Thervoru era conocida por todos y cada uno de los Tvus y ver el cielo nuevamente oscuro, otra vez sin sol, trajo el peor de los presentimientos para ellos. Nuevamente, alguien quería exterminarlos.

Pronto, una bola de fuego surcó el espacio impactando sobre una casa ubicada en la ladera de Skaag. Luego otra… y otra…

Los tvus comenzaron a correr desesperados, buscando refugio. Pero esta vez, el Concilio no sería tomado por sorpresa. Después de la primera y única batalla que habían sufrido, los gobernantes habían ideado un nuevo plan, para prestarse ayuda entre las ciudades de ser necesario.

El viejo doctvu lanzó la señal de auxilio. Una única bengala blanca, color de la ciudad donde se encontraba. A la misma vez, pudo divisar otras dos, azul y celeste, agua y aire. El ataque era mucho peor de lo que había imaginado.

Sin dudarlo, organizó a la guardia para que evacuara a todo el mundo hacia las ciudades no atacadas. Allí ya no había nada que hacer. El ejército que poseía la ciudad plantaría cara, pero lo importante, era salvar lo que se pudiera, y el viejo Tvu comprendía que una de las ciudades debía sacrificarse en pos de las demás.

Estaba afligido, mientras los guardias, en orden, cumplían con lo pedido y mientras el asedio continuaba. Las lágrimas comenzaron a surgir de su rostro. Lágrimas que alcanzaron las cenizas.

Como activadas por un hechizo, esas cenizas se convirtieron en ascuas y las ascuas en llamas.

En pocos minutos, el Fenix estaba nuevamente allí, frente a Huwton.

-¡¡Poderosa ave! ¡¡Vives!!-

-Sí anciano, pero por poco tiempo. Siempre seré el protector de tu pueblo. La magia que me envió al otro lado es muy poderosa, por eso puedo permanecer junto a vosotros un corto tiempo. Mientras me necesitéis estaré aquí.

-Entonces ve a defender la ciudad del aire- el espíritu práctico del viejo tomo lugar dejando a un lado el asombro.- Allí te necesitan más que aquí. Ayúdalos a no ser derrotados, ayúdalos a vivir… y cuando ellos estén a salvo, infúndeles valor para recuperar lo que les pertenece, antes de que debas marcharte otra vez.

-Así se hará viejo amigo. ¿Vendrás conmigo?

-Mi hora está cerca. Si aún puedo hacer algo, es en este lugar. Alguien debe animar a los que quedarán defendiendo lo indefendible. ¡Vete ya!

Desde el cielo estrellado Aildor vio como los ejércitos de Yoonel atacaban Ovidia, la ciudad de los Har-Ail. Decidido a proteger a los hijos de su padre, Aildor gritó con fuerza.

La voz de su divina llama resonó por el espacio, y las estrellas respondieron con su intenso brillo, le brindaron su luz.

Entonces el dios descendió de los cielos, como una estrella que caía, y caía… Todas las nubes se arremolinaron a su alrededor, dejando paso al colérico hijo de Ailnor. Su luz iluminó el cielo, y bañó a Ovidia con su blanco resplandor.

Unas runas se grabaron entonces en el aire, brillantes. Rodearon la ciudad como las alas de una madre grifo que protege a su cría. Amparados por la luz de estrella, los Har-Ail lucharían con valentía por su tierra.

- ¡Hijos de Ailnor! ¡Luchad por vuestra tierra! ¡Luchad por vuestra vida! ¡Luchad por la justicia! – el grito de guerra envolvió toda la ciudad.

Los Har-Ail se prepararon entonces para su lucha. La Orden del Grifo comenzó a movilizarse, preparando al ejército para la defensa de la ciudad. El enemigo podría superarles en número, pero ellos sabían que luchaban por una causa justa. Y por eso vencerían.

Aildor se posó entonces en lo más alto del templo de la justicia de la ciudad, desde donde velaría por los hijos de su padre. 

Nyrith llego a Queth, Ciudad Oscura, como una exhalacion...
Pronto ofrendarian las cenizas de Fenix al volcan que lo dio a luz...

El silencio que reinaba en los Tuneles de Nian-Tagdar era excesivo
hasta para aquellos caminos subterraneos...

Lo que no supo en el viaje, es que no estaba sola...
Tras de si, una presencia pesada se hacia notar, y, cual fue
su sorpresa, cuando vio unas extrañas criaturas, formadas
por la propia montaña, que aguardaban en el umbral de la ciudad...

Nos atacan desde los tuneles!!

Comenzo a gritar mientras corria al palacio del consejo en la ciudad. Rapidamente, el caos se apodero de las calles, pero aquellos seres no salian a la luz, permanecian en la boca del tunel, aguardando...

Despues de ver que sus intenciones no parecian hostiles, Nyrith se acerco
a ellos... Y uno, el mas grande de todos, dio un paso al frente, dubitativo ante esos seres oscuros y alados que corrian y gritaban sin parar... Parecia incluso asustado...

Quienes sois?? Que haceis aqui?? Le dijo Nyrith pausadamente...

El Sekaar, con unos aspavientos muy inspiradores, llego a pronunciar
algunas palabras en Panominem, por suerte Nyrith lo conocia a la
perfeccion...

El Suelo... Tiembla... Grandes Alados... No pisan Albur...

Casi al unisono, el cielo rugio con mil voces, poderosas, agiles, potentes...

Aquel ser se pronuncio de nuevo:

Sekaar proteger Skraag!!!

Mientras golpeaban su pecho, tronando entre los edificios de los Tvus, el suelo se abrio, y criaturas nacidas de la montaña llenaron las ciudades...
Como tambores de guerra, marcaban el paso a un nuevo conflicto...

El Concilio escucho la llamada, y rapidamente cayeron al lugar de la...
"Conversacion"

Que esta sucediendo?? Que es ese ruido ensordecedor???
Como si tuvieran pensado que decir, no fue sino tras pronunciar aquello cuando se percataron de la presencia de nuevos visitantes en la ciudad...

Nyrith dijo que estaban alli para defender Skraag, pues habian sentido el
movimiento de hordas en la tierra de la que estan hechos...

El Concilio no tardo en reaccionar... Encargo a la joven Venatvu la
organizacion de una defensa para proteger Naghaurn...

Los ejercitos de dragones estaban ya casi sobre la ciudad, y Nyrith se dispuso a organizar la defensa...

Salvo en Enth-ale, Ciudad de Luz, donde se estaria llevando a cabo la ceremonia en honor a Fenix, que estaba casi vacia...

Nyrith hablo con Sekaar Magto, dirigiendo por los tuneles a el y sus
ejercitos a defender las ciudades...

El propio Magto, con 2 de sus ejercitos Sekaar y con los Barlog de Fuego, llegarian a Verraye, Ciudad del Viento, Thorek, con otros 2 ejercitos Sekaar y los Trolls de agua, a Arangdar, Ciudad del Agua, les dijo que aguardaran alli, pronto llegarian mas de los nuestros en su ayuda...

En cada ciudad, dio la voz de alarma, y rapidamente, todo ejercito de
Naghaurn estuvo listo para la batalla...

Viajando por los tuneles, se distribuyeron los ejercitos, domadores de
magma, orfebres, y alquimistas, se prepararon para combatir a los
Dragones, junto a los Sekaar, para defender el hogar que compartian...

En Arangdar, Ciudad del Agua, se reunio el Consejo, junto al ejercito alquimista de los Tvus, con Thorek y los Trolls...

Sekaar Magto y los Balrog, aguardaron a la llegada de Nyrith con el ejercito domador de magma de los Tvus...

Mas aun asi, la luz que brotaba del suelo escupio Dragones de Luz, antagonistas de los dragones de oscuras intenciones que se aproximaban...
De los restos de roca que salieron, Hipogrifos brillantes y duros, moldeados en metal, se lanzaron a los aires...

Gaia tendio su mano en ayuda de Skraag...

Dirigieronse, estos seres alados, junto al resto de ejercitos de los Tvus, a Enth-ale, Ciudad de Luz

Dragones, Hipogrifos, y Venatvus, batian sus alas a la espera de batirse en duelo... Desde el suelo, Sekaar Magto y el Concilio, Thorek y Nyrith, Doctvus y los ejercitos Sekaar aguardaban impacientes...

Anirha  observo la gran marabunta estremeciendose cada poro de su piel al ver la horda que se acercaba arrasando a su paso cada resquicio de vida, mientras sus voces ahogaban la paz del lugar.

observó como a lo lejos las ciudades se preparaban para su defensa, los soldados cogían sus armas y armaduras y corrían a sus puestos de vigilancia preparándose para el ataque .

A lo lejos se acercaban los dragones sobrevolando las ciudades clamando con sus rugidos haciendo temblar el suelo y avisando de su presencia ante los demás pero Anirha pronto se dio cuenta que en  askam las defensas no estarían listas a tiempo ya que los ejercitos estaban ya muy proximos a esta, sobrevolo los ejercitos enemigos sin ser vista concentrándose en los grandes alrededores del bosque medio arrasado , de este comenzaron a salir bestias de todo tipo, desde la rata mas pequeña hasta el oso mas feroz, las bestias chocaron contra el ejercito desde distintos flancos , parecía imposible imaginar, que estos bosques albergaran tal cantidad de animales, imbuidos en un frenessi y su choque no se podía comparar a cualquier otro choque con otro ejercito, tres cuartas partes de los esqueletos que atacaban askam fueron pulverizados, machacados y destrozados por la estampida, realmente la diosa solo había tenido que multiplicar por diez las bestias del bosque momentaneamente, hecho esto se dio por satisfecha, un solo ejercito no podría dañar askam, hecho esto tomo la forma de un gran lobo y apareció delante de la ciudad de taramath para encabezar los ejercitos de la defensa

Desde la escarpada superficie de la cordillera donde los grifos vivían se escuchaban los graznidos de angustia de los Caballeros del Aire. Su desarrollada vista les mostró el avance de los ejércitos enemigos.

Y se vieron horrorizados, porque así como los otros seres vivos tenían un corazón, los esqueletos no lo tenían. Los veían escalar la piedra, en dirección a la ciudad de sus protegidos.

Extendieron sus alas, majestuosos, y se lanzaron en picado hacia Ovidia. En lo más alto de la ciudad vieron a su padre, velando por ellos, y eso les dio esperanza. Sobrevolaron la ciudad, decididos a protegerla hasta la muerte.

 - ¡Hijos míos! – gritó Aildor desde lo alto del templo -. ¡Vuestra sangre teñirá el cielo este día! ¡No permitáis que sea derramada en vano! ¡Proteged la ciudad de la horda invasora! ¡Tiñamos el cielo de luz y justicia!

Los Esqueletos se dirigían a Ovidia por las escarpadas montañas que rodeaban la ciudad, por lo que Ailnor se dirigió a Mirlat en vida, no lo había hecho antes, pero ahora deberían darse prisa si querían poder defenderse del ataque de Yoonel sobre la ciudad, por lo que mando ordenar las defensas a Ovidia, mientras la Orden del Grifo se preparaba para la defensa fuera de la ciudad, los Har-Ail dentro de la ciudad comenzaron a prepararse para defender la ciudad si estos se acercaban a la ciudad peligrosamente, no sin antes mandar un mensaje con el eco de las montañas y la voz del dios de la justicia

– Esqueletos, si pasáis estas montañas y osáis atacar la ciudad de la justicia, la ira del dios de la justicia caerá sobre vosotros y sobre todos los que han ordenado este ataque... -

Las huestes draconianas emprenden el vuelo...

La misma Muerte cabalga a lomos de un Esquelo Dragón, el acero de aquellos que vuelven tras la tumba está ansioso de probar sangre...

Las nubes se cernieron sobre las tierras de los Nayas. Hordas de esqueletos andantes se abalanzaban ante sus poca eficaces murallas. La muerte llego de manos de Yoonel y sus huestes no dejaron titere con cabeza.
La mayoria perecio en el intento de escapar o en la lucha por defender su hogar. Pero ni reyes, ni ejercitos, eran capaces de mostrarse capaces de frenar siquiera la horda de destruccion que les llego tan repentinamente como un tormenta de lluvia en una tarde de verano.
Las ciudades quedaron ocupadas por sus nuevos habitantes, los esqueletos venidos desde otro mundo.

Aun asi, algunos lograron escapar de la carniceria, muchos estaban lejos, de viaje, explorando lugares desconocidos y esos sobrevivieron. La unica esperanza del pueblo Naya, al menos del pueblo civilizado, la estirpe de Elm.

La mayoria eran miembros del extinto ejercito de los Verdugos, que intruidos por el Oscuro aprendieron a dejar señales invisibles, salvo para los que sabian donde ver y se buscaron y fueron encontrandose poco a poco. En meses se formanor pequeñas colonias que imitadoras de los Kohiri. De vez en cuando alguna partida de guerra se acercaban a vigilar las ciudades aun tomadas por los esqueletos y volvian a huir.

El tiempo continuo su curso y cada vez eran mas los Nayas que se encontraban.

Un dia, una colonia que viajaba en busca de un nuevo asentamiento, se encontro con uno de los suyos. Estaba solo, vivia en una cabaña, habia labrado un pequeño huerto y se abastecia de los frutos de un bosque cercano y de la caza que este le proporcionaba. No muy lejos de su hogar fluia un manantial del que refrescarse.
El grupo de mando se acerco y le invito a unirse a su marcha, entonces reconocieron la tunica de los viejos Verdugos y temieron por su salud mental.
El hombre se nego a partir, pero su psique estaba ilesa. Hablaron durante un largo rato y les sorprendio su inteligencia, su capacidad para responder, sus amplios conocimientos e insistieron que los acompañaran. Pero una vez mas se nego.
Finalmente el grupo se marcho, pero le obsequiaron con algunas prendas de lana para el invierno y algunas armas en buen estado, para su defensa y la buena practica de la caza. El Naya, les ofrecio volver a su casa siempre que lo desearan, pero no podrian permanecer en ella durante mucho tiempo y asi tomaron la palabra.

Los meses siguieron pasaron y las noticias vuelan como el viento, pronto otras colonias supieron de la existencia de ese ser y fueron a visitarlo. Con el tiempo se dieron cuenta que vestia las ropas de los Verdugos, ahora teñidas de grises y pardos para camuflarse en sus salidas de caza.

Una noche acompañado de unos pocos mas, hablando de la historia de todo Albur, uno de los visitantes le pregunto curioso sobre sus conocimientos, de como los habia obtenido, si en el pasado habia sido alguien de posicion, alguien importante entre ellos. El sonrio y nego con la cabeza - solo la sombra de un verdugo que supo ver la luz en los ojos de una pequeña fuente de luz - y no le sonsacaron mas.
Al dia siguiente el grupo partio, pero aquel Naya que le habia preguntado eso, cada vez que daba nuevas a otro grupo viajero le decia que visitaran al Sacerdote Muerte Gris, pues el era capaz de advertir los peligros y la gente le escucho y pronto las visitas fueron mas frecuentes y ya no solo le hacian compañia, ahora tambien le pedian consejo y el lo daba con gusto.

Mi avatar permanece en x:24 y:27

A pesar del poco tiempo para contrarrestar el ataque, la megápolis, había sido diseñada desde sus cimientos para ser defendida. La guerra contra los sirénidos había dejado una gran enseñanza a los Tvus, que continuaron siendo un ueblo pacífico pero ya no confiado ni inocente. Los grandes túneles, producto de la más refinada ingeniería Tvu y el súbito apoyo de las  fuerzas de Gaia, fueron la salvación de las tres ciudades sitiadas.

La batalla fue cruenta, pero pocas las pérdidas. Aunque el viejo sabio Tvu había decidido sacrificar Enth’ale en beneficio de conservar las otras dos, la ciudad que más sufrió los embates del ejército dragón fue Verraye. Muchas vidas se perdieron allí, tanto de los locales como de sus aliados… pero el enemigo también pagó cara su osadía. Los dragones fueron derrotados y la próxima vez que desearan conquistar la megápolis y sus tesoros, se lo pensarían dos veces.

Una vez la batalla hubo concluido, el Concilio, inmediatamente comenzó a reorganizar las cosas. Agradecieron profundamente la ayuda de Gaia y juraron lealtad a su pueblo. Ya eran hermanos de batalla.

Luego vino la reconstrucción. Poco a poco, fueron quitándose los escombros y volviendo todo a su sitio. Mientras, el Concilio se reunió a pleno con el Fenix, antes de que éste tuviera que abandonarlos.

El Fenix profetizó que a partir de ese momento, los tiempos que se avecinaban serían convulsos, pero que siempre que su pueblo lo necesitara, reuniría la fuerza suficiente para volver y prestarle apoyo. Además, elogió el valor de un grupo de ciudadanos, no enrolados en la milicia, que pelearon hombro con hombro con los Venatvu y los Sekaar para defender la ciudad del viento. Una nueva legión se componía. Los guerreros del Fenix.

Después que el ave de fuego retornara a su descanso fuera de este mundo, el Concilio decidió que había que reforzar la seguridad. Creó un cuerpo más de soldados para defender Verraye y comenzó a diseñar un mecanismo de defensa nuevo para la megápolis. Si los tiempos eran propicios, el siguiente ejército invasor se encontraría con que, no sólo los caminos estarían confusos por los espejos de roca, si no, que una vez hallados, activarían una magia que llenara de niebla el lugar, dificultándoles aún más la llegada al corazón de Skraag.

Todo parecía volver a su cauce en la civilización Tvu, más lo que a simple vista parcerían aguas tranquilas, ocultaban serios conflictos en la profundidad, que la guerra sólo sirvió para acentuar.

Mientras el común del pueblo continuaba con las reparaciones, felices por haber dejado atrás la derrota de Thervoru y ver que no eran tan indefensos como parecían, un grupo radical, se sentía cada vez más desconforme.

-Hermanos, es hora de partir. Ya vemos que aquí, nuestras manos están atadas. El Concilio es demasiado prudente y nos vuelve víctima de los demás pueblos. Si tuviéramos a nuestro alcance todo el conocimiento, nadie podría derrotarnos y la faz de Albur nos temería. Pero aquí se prohíbe hablar o siquiera mencionar ciertos temas. Es hora de que vayamos por algo más. Es hora de comenzar nuestro legado.

Así, en mitad de la noche, un reducido número de Tvus, tantos doctvus como venatvus, partieron lejos de allí, en busca de todo aquello que pudiera ser aprendido.

Poco después del final de la batalla y su desastrosa derrota, Magnus se encontraba en una colina cerca de la Grieta descansando. Innumerables dragones habían muerto hoy, pero para el solo le importaba como había fallado a su dios, y como podía remediarlo. Tan sumergido se encontraba en sus pensamientos que no se dio cuenta de un pequeño grupo de figuras aladas volando rápida y silenciosamente en su dirección hasta que estuvieran sobre el, momento en el que se dedico a observarles tranquilamente aterrizar. Magnus no se preocupo, a pesar de que fueran mas que el ellos solo eran Tvus, y el un Avatar del propio Yoonel atareado con gobernar a una raza entera. Podría acabar con ellos en un momento si intentaran algo, pero de momento prefirió esperar.

En cuanto el pequeño grupo toco tierra, uno de ellos se acerco a Magnus hasta que este gruñera, momento en el que se paro y le hablo.

-Gran Avatar, venimos a pedir vuestra ayuda. Desde nuestra creación, los Tvus hemos buscado el conocimiento por todo el mundo intentando seguir las enseñanzas de nuestros dioses, pero muchos de nosotros nunca han entendido el verdadero significado de esta busqueda. Nuestros congeneres no comprenden que ningún conocimiento merece el olvido, y tachan de "malvado" o "peligroso" algunos artefactos y pergaminos muy valiosos. Querían destruirlos, pero gracias a vuestro ataque pudimos robarlos y traerlos aquí.-el Tvu se da la vuelta y gesticula a sus acompañantes, que traen un baúl de metal rodeado de cadenas.-nosotros no podemos guardarlos, pero tu, o gran Magnus, si que puedes.

Pensativo, Magnus mueve su cabeza para enfrentar el norte, donde su señor habita. Entonces se vuelve a hablar a los Tvus.

-¿Eso es todo? ¿Queréis que guarde esto? ¿Y como sabéis que no lo utilizare contra vuestra raza?

-La seguridad de este conocimiento vale mil veces mas que las vidas de los estúpidos que querían destruirlo-responde el Tvu con un inusitado fervor-Ademas, no solo queremos eso. Mis compañeros y yo hemos decidido no parar aquí, vamos a buscar por todo Albur mas conocimiento de este tipo y queremos que tu lo guardes y lo protejas. Si accedes no solo seras el guardián, también nuestro líder.

-¿Así que queréis viajar por el mundo eh?-Dijo Magnus mientras observaba a lo lejos Skraag, imaginando en su mente el portal que se encontraba en su interior. Sonriendo se volvió a mirar a los Tvus.- Casualmente yo podría ayudar con eso.