Partida Rol por web

Habían pasado el letal pasillo de las espadas, ..., su tiempo les había costado para salir indemnes de aquella complicada situación. El pasillo desembocaba en una sala de dos niveles, con una nueva efigie a su héroe local y palabras que invocaban el sentido de la comunidad a la que formaban parte. Al lado de esta una puerta con un extraño pergamino en ella:

 - ¿Puedes inspeccionar la sala Boris?, ...., y, ..., ¿hay alguna forma en la que te podamos ayudar?

Al fin salieron de aquel infierno de metal y accedieron a otra estancia que parecía construida a dos niveles.
Paul se dirigió entonces a Boris y éste se apresuró a responder: - Sí, en seguida.
El joven intentaba aparentar normalidad, pero lo cierto era que se sentía realmente mal por lo sucedido minutos antes. Debería haber estado más atento.
Gracias a Paul, no había que lamentar víctimas; jamás se hubiese perdonado ser la causa de la muerte de uno de sus amigos.
No podía permitirse otro error igual.

- Mirad bien el suelo y las paredes. Las trampas se diseñan e instalan con el fin de que sean indetectables. No obstante, la mayoría de las veces se pueden descubrir a simple vista.
Prestad atención a la mampostería, buscad algún relieve sospechoso.

Boris, ayudado por Paul y Jalles, empezaron a examinar la estancia con actitud desconfiada, no fuese que aquella sala escondiera alguna nueva trampa que dejará en otra situación delicada al grupo. Mientras tanto Bronco y su fiel compañero Haggar permanecieron haciendo guardia.

Cuando Boris se acercó hasta la enorme estatua de madera tras bajar las escaleras la observó detenidamente con cierto respeto. Aquellos escudos paveses de metal que portaba en cada una de sus extremidades superiores con las palabras Hogar y Família, inscritas una en cada uno de los escudos, debían tener algún significado importante. Boris siguió examinando con cierta distancia la elaborada estatua esculpida en madera cuando observó que en su espalda esta tenía una ranura donde podría insertarse una llave. ¿Con qué finalidad? se preguntó el pícaro, quien tras dar un paso hacía atrás para volver a observar el frontal de la estatua observó con rostro alarmado como sus ojos tallados del mismo empezaban a pestañear, e instantes después, la estatua empezó a hacer movimientos de desperezase, como si acabara de despertar de un sueño profundo.

Aquel gigantesco golem de madera era, posiblemente, el encuentro más peligroso al que habían hecho frente hasta ahora... ¿Sobrevivirian a él?

-¡¡CUIDADOOOOOOOOOO!!- Bramó el druida cuando la estatua comenzó a moverse. Bronco no daba crédito de lo que sus ojos veían. Una criatura de madera había sido recompensada con vida... Durante unos segundos, el chamán del oso quedó paralizado sin saber muy bien si atacar o respetar aquella forma natural de vida, pero en cuanto vio que su intención era machacar a Boris, no dudó en aferrar su hacha y abalanzarse sobre aquel trozo de madera animado.

- Quizás Erastil te haya bendecido con su toque, pero no temo a ningún árbol por grande que sea...- se envalentonaba Bronco mientras con paso decidido se acercaba hasta el enemigo que casi lo duplicaba en un cuerpo. - ¡¡te talaré como a un trozo de madera más!!- sentenció el druida mientras silbaba a su compañero oso para que no perdiera tiempo ni se dejara amilanar. Aunque Haggar, no acababa de tener muy claro si lanzarse con sus zarpas sobre aquel titán de madera.

Tras pasar por el pasillo de las espadas cruzadas llegaron a una amplia sala donde una gran estatua de madera presidía la estancia. Con suma cautela fueron inspeccionando cualquier elemento para evitar sufrir daño por culpa de otro ingenio mecánica. A la vanguardia iba Boris, ya que era el más avezado en aquellos menesteres, y cuando se aproximó para investigar la estatua, esta cobró vida y se abalanzó sobre él. Tendrían que actuar rápidamente.

Jalles salió disparado como una flecha para enfrentarse al nuevo peligro y con un giro de su cadena trató de trabar las extremidades inferiores de aquel ser. Si lo derribaban sería más fácil vencerle....

Jalles fue el primero en actuar en la lid, abalanzandose sobre el enorme golem de madera y haciendo chasquear su cadena de metal con letales movimientos. El guerrero instruido en las artes marciales de Xian agitó la cadena hacía una de las piernas del golem de forma que la larga arma de metal quedó enrollada y sujeta a la madera.

Jalles hizo fuerza hacía atrás con la cadena desde una posición donde podría aprovechar que fuese la misma fuerza de impulso del golem la que le provocara el derribo, de forma similar a como se haría caer un tronco para que las hachas de los leñadores lo convirtieran en leños.

De repente, la estatua comenzó a moverse. Tal fue el susto que Boris se llevó que a punto estuvo de caérsele el arco de las manos.
Jalles apareció como una exhalación y derribó a la criatura en un abrir y cerrar de ojos.

El joven se apartó un poco hacia atrás y extrajo una flecha de su aljaba. Parecía que el corazón se le iba a salir por la boca; de no ser por la cadena salvadora de su compañero, la monstruosidad se hubiese abalanzado sobre el indefenso arquero.
Intentó calmarse y regular un poco su respiración y tensó el arco. Al soltar, la saeta voló con una trayectoria despiadada.

Paul no fue menos, y un miedo indescriptible se apoderó de él. Jamás había visto semejante ente de madera ... vivo. Estaba escorado en un lateral, aparentemente fuera de peligro, pero el miedo dificultó sus movimientos y reaccionó muy tarde. Gracias a sus compañeros, más habituados a situaciones diversas, reaccionaron rápido y Jalles trabó las piernas del colosal engendro de madera y lo precipitó al suelo. Justo después vino Boris acribillando al ser en el suelo, y se adivinaba a Bronco y Haggar que en breve saltarían a por él.

Paul reunió el valor que pudo, y con manos temblorosas extrajo una flecha de su aljaba para encajarla en su luminoso arco. Intentó serenarse, pero su corazón latía a un ritmo inusual. Efectuó el disparo, pero sus nervios le jugaron una mala pasada soltando la cuerda excesivamente deprisa y haciendo que el proyectil se desviase y chocase contra la pared de forma inofensiva.

Con el terrible ente de madera tumbado en el suelo, Haggar bajó la escalera hasta situarse justo al lado de Jalles. Durante unos segundos dudó ante la posibilidad de lanzar una dentellada. El osezno estaba acostumbrado a hincar sus colmillos en animales e insectos, pero aquello era diferente...

- ¡¡HAGGAR!! ¡¡MUERDEEEEE!!- La voz de Bronco se alzó por encima del ruido del hasta ahora poco productivo combate. Entonces fue cuando el cachorro garra de runas decidió lanzar su mordisco. Sin oposición, el animal cerró sus poderosas mandíbulas en un costado de aquel gigante y tiró hacia atrás arrancando corteza y astillas.  

Las hostilidades se habían desencadenado y el semiorco se hallaba demasiado lejos del meollo. Cuando vio dudar a Haggar, el druida no tardó un segundo en alentar a su compañero a que mordiera a aquel titánico muñeco de madera. Aquel ser probaría la fiereza de su hacha, y para dar cuenta de ello, corrió por las escaleras apartando al pobre Paul que había marrado su ataque con arco...

Sinceramente, el chamán del oso intentaba hallar una respuesta a la torpeza del clérigo del Viejo Tirador, pero era incapaz de hallarla. Después de todo, el leñador no era una persona dada a muchas cábalas y paradigmas. Era humilde y tosco en su forma de responder a las situaciones de la vida, por eso lo llamaron Bronco.

El gigante de madera comenzó a incorporarse. La maniobra de Jalles había sido altamente efectiva y había permitido al grupo rodear al temible autómata. Haggar lanzó un nuevo mordisco, pero en esta ocasión, su ademán fue insuficiente para vencer la dureza del enemigo, consiguiendo únicamente arañar la superficie del peligroso enemigo.

La maniobra de derribo fue todo un éxito y el gran monstruo de madera yacía a sus pies tratando de volver a incorporarse. Mientras Boris y Paul lanzaron sus proyectiles, Bronco se unió a la refriega junto a su inseparable compañero Haggar. Estaban en una posición inmejorable para acosar al enemigo.

La estatua trató de ponerse en pie, lo que permitió a los compañeros golpearle con facilidad... La cadena voló de nuevo, y aquella vez no buscaba derribar si no dañar a la vetusta criatura.

Tras caer derribado por la impecable maniobra de Jalles con su cadena armada, el golem de madera fue asaltado por el grupo de peregrinos de Kassen quienes le atacaron como si no fuera a haber un mañana. La flecha de Boris fue certera, pero no logró dañar la dureza de la madera hacia la que disparaba. Paul trató de disparar también con su arco bendito con la luz divina de Erastil pero su flecha no llegó ni a impactar en el enemigo.

Por otra parte, Haggar asestó un poderoso mordisco en una de las piernas de madera del golem, pero que únicamente consiguió astillar la madera. Cuando el golem hizo ademán de levantarse tras el derribo, Haggar volvió a morderle de nuevo, inquieto por no poder abatirle como solía hacer con otros animales de la naturaleza con su fuerte mandibula. Bronco descargó su gran hacha de leñador sobre el Golem y cercenó una gran parte de la madera que formaba el abdomen del mismo. Jalles agitó su cadena en el aire con movimientos sinuosos que azotaron el cuerpo del golem cuando ya casi se había incorporado, logrando únicamente desgastar la madera.

El golem no parecía mostrar ningún tipo de reacción ni dolor a los ataques recibidos, carecía por completo de ningún sentimiento, era un ser totalmente carente de vida. Ya incorporado, el golem de madera trató de asestar con uno de los escudos de torre hacia el oso Haggar, que ya le había tratado de morder dos veces, pero falló.
 

Paul, recuperado del momento de miedo, y viendo que el golem de madera estaba rodeado de sus compañeros, se movió para tener una mejor visión y volvió a disparar. Pero en su intento de disparar no quiso dar a Bronco, con lo que se vió obligado a disparar alto, cosa que no estaba convencido de ser la mejor opción ...

La enorme figura volvió a ergirse sobre sus piernas y contraatacó al grupo. El objetivo de su ira fue el oso que le enseñaba los dientes. Por suerte falló, un topetazo con aquellos escudos podría ser muy dañino. Jalles volvió a acometer con la cadena buscando acabar cuanto antes con el enemigo, al parecer su arma no era muy efectiva contra aquella criatura pero no tenía otra opción. El hierro volvió a volar....

Boris vio cómo sus compañeros acometían a la extraña criatura. Aunque las astillas y demás fragmentos de madera saltaban del lignario cuerpo, éste no mostraba ningún signo de dolor.

El joven, sin cambiar su posición, procedió a repetir una vez más lo que mejor sabía hacer: liberó una saeta de la aljaba, y tensó el arco con todas sus fuerzas. El zumbido precedió al proyectil en su vuelo de muerte.