Partida Rol por web

El grupo comenzó a caminar entre los pasillos de la Cripta. El suelo estaba cubierto de polvo y algunos cascotes de piedra del techo y la pared, aunque el lugar seguía siendo liso y fácilmente transitable.

Mientras Boris abría la marcha, buscando trampas, el druida lo seguía a una distancia lo suficientemente corta como para darse cuenta de cualquier cosa que el pícaro observara. Además, el semiorco poseía la capacidad de ver en la oscuridad, y aquellos pasillos poseían zonas con una iluminación demasiado tenue, con lo que sin duda, los ojos de Bronco serían de utilidad en aquel lugar.

Al poco rato hallaron un par de puertas. Al parecer, los gemidos procedían de la más meridional, y a escasos metros de la puerta, yacían los restos de esqueletos desmembrados. Quizás muertos vivientes.

- ¡¡Deberíamos abrir esa puerta!!- exclamó el chamán señalando con su gordo dedo la puerta más al sur. - Los gemidos vienen de ahí.- argumentó su decisión. Dicho esto, se detuvo unos segundos para examinar el suelo en busca de pisadas. Tal vez hubiera alguien vivo allí. Tal vez se encontrara confinado y sin la posibilidad de salir a causa de los no muertos...

Al parecer lo que no era más que un rito iniciático para los jóvenes de Kassen se estaba complicando por momentos. Descubrieron que varios habitantes de su pueblo les habían preparado un escenario simulado para que creyesen que la misión era peligrosa. Ahora sus cuerpos descansaban inertes ante ellos víctimas de la no-muerte que se había adueñado de aquel sacro lugar. No era momento de lamentarse, se habían escuchado lamentos pidiendo ayuda, no había tiempo que perder...

Te seguimos Bronco, alguien está en peligro...

Paul iluminó con su arco la puerta elegida. Si había alguien que necesitase de su ayuda, habría que darse prisa. Pero tampoco había que olvidar que era una prueba, y por tanto podría ser una trampa. Boris se desplazó para examinar la puerta y poder entrar dentro...

Cuando Boris se acercó a examinar la puerta, el lamento dejo de oirse y el pasillo de sumió en completo silencio.

Boris habló a sus compañeros: - Pues no, parece que no hay nada peligroso. El joven aguzó el oído y añadió: - ¿Os habéis fijado? Ya no se oyen sollozos. Empujó con el hombro la puerta, pero apenas se movió. - O mucho me equivoco, o está atrancada desde dentro. Habrá que tirar de músculo. Sin duda, todo aquello era de lo más extraño y aterrador. Estaba deseando salir de allí, pero antes debían dar término a su empresa.

20 el osito

Bronco, Jalles y Haggar se colocaron frente a la puerta de madera y empujaron con la intención de tirarla abajo dado que como había advertido el pícaro arquero, esta estaba bloqueada desde el otro lado. Cuando el trío empezó a hacer fuerza rápidamente adivinaron que alguien había colocado algún tipo de objetos o mobiliario pesado al otro lado, a modo de barricada, y solo haciendo la máxima fuerza posible conseguirian hacer que los contrapesos de la puerta cedieran.

Por desgracia, el primer intento no fue fructífero aunque al principio la puerta pareció ceder bastante. Justo en ese instante un sonido vibrante del interior precedió a un virote que agujereó la madera del a puerta, haciendo volar astillas alrededor, e impactó directamente sobre el hombro de Bronco.

La puerta estaba a punto de ceder cuando algo cimbreó a escasos metros del trío. Un virote con mala baba, se hincó en el hombro del semiorco. Bronco ni tan siquiera se inmutó, aunque ese proyectil, podría haber matado a un ternero. El druida, se llevó la mano al hombro y sin mostrar mueca de dolor se arrancó la flecha tirándola al suelo. Parecía más bien, una mula azuzándose las moscas con su cola. Acto seguido miró a Boris con rostro serio, buscando respuestas en el chaval. Sin embargo sabía que su faena de buscar trampas, además de ser difícil, era peligroso.

- ¡¡Continuemos!!- exclamó el semiorco impasible. Y nuevamente volvió a tensar su poderosa musculatura. Aquella puerta tenía que ceder en cualquier momento.

El proyectil penetró en la carne de Bronco con un sonido aterrador. Sin embargo, el grandullón ni se inmutó.
Arrancó el virote de su hombro y se dispuso a continuar empujando la puerta, no sin antes dirigir una inquisitiva mirada a Boris.

El joven, con el rostro lívido, se apresuró a decir: - Te aseguro que en la puerta no he encontrado nada. El disparo debe proceder del interior.

Aunque eso era extraño, pues indicaba la posibilidad de que el flechazo lo hubiese efectuado alguien. Posiblemente se tratase del mismo que momentos antes había estado sollozando.

¡Eh, el de dentro! No dispares más, hemos venido a ayudar.
Era una idea que se le cruzó por la mente, y habló sin reflexionar siquiera. Pero era del todo factible que hubiese algún superviviente. Al fin y al cabo, los no-muertos no hubiesen levantado una barricada.

El fuerte semiorco insistió una vez más presionando junto a Jalles y Haggar la puerta e ignorando por completo las heridas que le había producido el disparo procedente del interior. Tras escasos momentos la puerta cedió y se abrió de par en par desplazando la improvisada barricada que parecía hacer de contrapeso en la puerta y dando lugar a una pequeña estancia parecida a un almacén.

Fue entonces cuando descubrieron quién era el que había disparado a través de la puerta y el origen de los lamentos que oyeron cuando entraron en la cripta.. A escasos metros de la puerta un humano de mediana estatura y rostro desencajado empuñaba una ballesta ligera apuntando directamente al grupo. En cuanto le vieron, todos pudieron reconocerle como Roldare, un honrado cazador de Kassen. Sin embargo, su aspecto distaba mucho de la normalidad ya que un estado de locura y miedo parecía haberse apoderado del cazador y sus ropas estaban rasgadas y con algunas manchas de sangre.

El cazador apuntó a los peregrinos de la llama eterna con una mirada de horror entremezclada con furia.

- ¡At..atrás criaturas ímpias... no permitiré que absorváis mi al..alma¡ Pha..Pharasma me proteje...- exclamó tartamudeando Roldare mientras apuntaba a uno y otro con su ballesta. Era evidente que el cazador de Kassen parecía no ser consciente de la naturaleza del grupo, dominado por el miedo y el terror.

Paul comprendió todo cuando el grupo entró en la habitación. El cazador, de nombre Roldare, era el que había disparado a través de la puerta, y no era el mecanismo de una trampa como inicialmente habían pensado, y por ende y a su pesar, desconfiado del bueno de Boris. Pero no era momento de pensar en eso, había que dejar las disculpas para el futuro. Un pobre hombre, desencajado por el miedo, representaba un peligro en este instante.

- Tranquilícese señor. - Comenzó su presentación apartando el luminoso arco a modo de acto conciliador - Soy Paul Smallholder, discípulo de Erastil y del padre Rantal Prasst de Kassen. - Paul quería presentarse con datos que le fuesen familiares al personaje para intentar dominar su estado de miedo y locura, a partes iguales, al estar ante personas de la misma comunidad - Sin duda lo conocerá, ya que si no me mienten los ojos usted es Roldare, un honrado cazador de Kassen. - Paul siguió con el mismo tono amigable para tratar de que Roldare se calmara - Y siendo también de la comunidad de Kassen, también conocerá el peregrinaje en busca de la Llama Eterna de este lugar, ¿es así? - Paul mostró con la mano libre el candil, que esperaba fehacientemente que lo reconociese, para reforzar sus palabras - Nosotros somos los elegidos para llevar de nuevo a Kassen la Llama Eterna. Pero al entrar en este lugar sagrado para nosotros, nos han asaltado varios esqueletos no muertos que hemos podido vencer. Esto no es normal, ni tan sólo una especie de prueba que debería de ser para nosotros. Necesitamos saber qué ha pasado en este lugar sagrado para nuestra comunidad. Necesitamos su ayuda.

Paul terminó casi implorando la petición, para hacer más verosimil la situación, y que el pobre hombre saliese de ese estado tan peligroso actualmente.

Cuando el clérigo de Erastil se adelantó entre sus compañeros para calmar al desafortunado cazador, este pasó a apuntarle directamente con la ballesta ligera. Paul habló de forma serena y con movimientos calmados mostrando una gran habilidad para la oratoria, hecho que ayudó a que Roldare pareciera recuperar cierta normalidad. Durante un instante, pareció que el cazador iba a disparar a bocajarro a Paul, pero finalmente bajó la ballesta aunque se mantuvo con actitud paranoica y miedosa.

- ¿So...sois los peregrinos? Sólo encontraréis muerte en este lugar.... la cripta ha sido profanada - dijo con el rostro desencajado mientras miraba de forma desconfiada las paredes del almacén. - La... la voz siniestra... nos vigila- añadió con un susurro, como si hubiera alguien cerca que pudiera escuchar y sin embargo, la estancia parecía totalmente vacía. - Vinimos... seis... a preparar vuestra llegada, como cada año... y nos dividimos... nos atacaron los esqueletos caminantes...yo me escondí aquí...-dijo, pareciendo recordar lo sucedido con bastante difcificultad y mucho esfuerzo - Gerol y Vark... creo que consiguieron escapar... ¿os los habéis encontrado? - inquirió el perturbado Roldare.

Cuando la puerta se abrió y descubrieron el origen de aquel virote que impactó en Bronco, vieron a un conciudadano de Kassen bastante afectado por lo sucedido en la cripta. Se confirmaron sus sospechas de que el peregrinaje consistía en un juego controlado de los mayores para simular un rito iniciático para los jóvenes del pueblo. Pero algo había salido mal. Muy mal.

Paul se adelantó con palabras suaves para intentar calmar a Roldare, por su parte Jalles permaneció en el sitio para evitar interferir en la labor que emprendía el servidor de Erastil. No quería parecer una amenaza para el pobre hombre, bastante perjudicado parecía....

Bronco se mantuvo en un segundo plano. Entendía que su corpulencia y su aspecto, no eran cualidades óptimas para calmar el desasosiego y temor que el tal Roldare manifestaba. Aun así, no dejó de tener presto el enorme hacha. La naturaleza era sabia. Él como druida, jamás mataría un animal si no fuera para evitar un mal mayor, pero a veces, los animales heridos o enfermos tenían que ser sacrificados y consagrados a la voluntad de Erastil... 

El semiorco miró a Roldere desde una sombra. Paul intentaba calmarlo con tono afable y dulce. Ojala lo consiguiera, pues no estaba dispuesto a recibir un nuevo virote de un loco sin remisión... Si había que sacrificarlo... ¡¡Lo sacrificaría!!

Esa era la ley de la naturaleza.

Tras las palabras de Paul, el cazador pareció recuperar algo de memoria. El encuentro con los no muertos lo había traumatizado. Paul continuaba escuchando con tranquilidad, mientras intentaba consolar el terrible miedo de Roldare a base de asentimientos de cabeza y ligeras palmaditas en el hombro, pero finalmente preguntó por sus compañeros y nadie parecía querer responder al desquiciado cazador.

- ¡¡Están muertos!!- espetó desde la sombra el leñador - Y si no te alzas de esa esquina... y peleas por tu vida junto a nosotros... ¡¡Pronto nosotros también lo estaremos!!... ¡¿Me entiendes?!- añadió con voz severa el chamán del oso. Aquel lugar estaba plagado de muerte en vida y seguramente profanado por alguna inmunda deidad, pero nuevamente Bronco optaba por la fortaleza -¡¡Debemos ser una camada fuerte!!... ¡¿Me entiendes?!- apelaba a símiles con la vida animal, buscando en el fondo del corazón de Roldare ese espíritu nirmanthio que los convertía en grandes luchadores.