Partida Rol por web

Cuando Bronco se descubrió desde la sombra de la puerta y se acercó junto a Paul y Roldare, el cazador se alarmo y se aferró con fuerza a su ballesta ligera, aunque sin alzarla. Roldare conocía al semiorco y sabía que, como los demás aldeanos, no era de temer. Pero su carácter taciturno y algo huraño despertaba algún que otro recelo entre los que nunca habían intercambiado una palabra con él, al fin y al cabo aunque hay algunos semiorcos viviendo en Kassen estos siempre han tenido que ganarse la confianza a pulso, ya que toda Nirmathas tiene un ojo puesto sobre las fronteras con Belkzen y las belicosas tribus orcas que allí habitan.

Las duras palabras de Bronco, aunque honestas,  dejaron desencajado al pobre Roldare - ¿Mu...muertos? - preguntó con temor, como si fuera a provocar algún enfado en el chamán. A juzgar por el rostro del cazador,pareciera como si este fuera a explotar en cualquier momento. Alguna especie de demencia parecía dominar su ser, pero consiguió dominar su miedo ciertamente intimidado por la crudeza del semiorco. - Tra...traté de luchar Bronco... dejame recordar...- se llevó las manos al rostro, como si el recuerdo le resultase hiriente - la voz siniestra entró en mi cabeza... y...¡¡¡OHH!! - exclamó con un grito apagado, como si acabara de recordar algo súbitamente - ¡¡¡Dimira!!! mi hermana... era una de las integrantes de la expedición... durante el combate la voz siniestra y un grupo de esqueletos se la llevaron... - dijo aún más horrorizado, como si cada recuerdo ahondara más en el terror y el pánico que experimentaba. De pronto, el cazador se abalanzó hacia Paul que aún se encontraba frente a él y agarro las ropas de su cuello - Tenéis que salvarla.... si aún esta viva.... mi pobre hermana... - suplicó Roldare.

Boris contemplaba al enloquecido hombre. Sin duda había sufrido mucho.

- Mira, por los muertos ya no podemos hacer nada. Pero nosotros aún estamos vivos y debemos mantenernos a salvo. Además, si dices que no sabes dónde está tu hermana, debemos ponernos en marcha sin dilación.

El muchacho volvió la cabeza hacia la puerta: no tenían tiempo para charlas. Ese sitio no le gustaba un pelo y estaba deseando salir de allí cuanto antes.

Volvió a dirigirse a Roldare: - ¿Te ves con fuerzas para continuar? Nos vendría bien tu ballesta.

Aunque la calmada intervención de Paul y la cruda vuelta a la realidad de Bronco habían ayudado a devolver la razón a Roldare, sus rostro se desencajó por completo tras haber recordado la desaparición de Dimira. - ¿Co...continuar? - preguntó temeroso el ahora demente cazador - No..no sé si soy capaz de enfrentarme de nuevo a esos horrores y apenas co..consigo recordar todo lo ocurrido en la cripta desde que lle..llegamos... - dijo con voz temblorosa. - La voz siniestra ha do..dominado mi mente una vez... podría hacerlo una segunda y poneros en pe...peligro... no... me averguenza decirlo... pero no me veo con fuerzas... y aguardaré vuestro regreso con Dimira. - anunció el perturbado Roldare, cuyo cuerpo había empezado a temblar ante la posibilidad de enfrentarse de nuevo a los no-muertos que se habían apoderado de la cripta.

Tras sus palabras, se cubrió el rostro con las manos - Oh... mi pobre hermana... debéis salvarla por mi... la voz siniestra se la llevó.... la voz siniestra se la llevó... la voz siniestra se la llevó... - repitió varias veces, evidentemente conmocionado por los sucesos.

- Si os puede ayudar, to...tomad mi ballesta... es muy precisa y de buena manufactura, ha es..estado en mi família durante generaciones... - dijo Roldare extendiendo con ambas manos su ballesta de madera de roble. - Si lo ne...necesitáis, también hay algunos suministros en este almacén. Lo utilizamos cada año de campamento mientras preparamos los juegos y trampas...- añadió. En el almacén observáis varias cajas de madera y varios sacos de dormir desplegados junto a linternas y paquetes de comida variada, además de algún que otro frasco y, como no, botellas del mismo aguardiente que Boris tomó la noche que atacaron los lobos.

Por unos momentos el druida pensó en cogerle la ballesta al cazador, pero luego reflexionó sobre las repercusiones de su acto. - Si te cogemos la ballesta... ¡¿Cómo te defenderás si vienen más no-muertos?!- preguntó de forma poco halagüeña Bronco. - ¡¿No has pensado que tal vez la necesites para defenderte?!... - El chamán decidió no perder más tiempo con aquel hombre quebrado como una rama seca. El semiorco era incapaz de comprender cómo un hombre era incapaz de pelear por su propia sangre. Mucho se hablaba de los orcos de Belkzen, pero a pesar del violento y despiadado carácter de sus parientes, bien era conocido que los orcos luchaban por su clan hasta el final, y una criatura débil como Roldare no tenía cabida entre sus congéneres. Era carne para los perros...

Sin decir nada, se acercó hasta el improvisado campamento y comenzó a rebuscar entre las cosa de los malogrados. Quizás hubiera algo de utilidad. Iba a ser necesario, visto lo visto. Por el momento, la única ayuda que habían recibido, era el virotazo de un loco cobarde.

- ¡¡Estúpido!!- Pensó el druida 

Paul miró de soslayo al brusco Bronco. Aunque no le podía negar su posición, estaban en un sitio y situación que requería de más iniciativa y menos lamentos, no podía estar de acuerdo con las formas en la que estaba tratando al pobre Rodare.

- Disculpa a Bronco. Tenemos que ser fuertes en esta peligrosa situación, si queremos tener una oportunidad de combatir con el mal que se ha adueñado de este, para nosotros, sagrado lugar. - Volvió a retomar Paul la conversación pausada y tranquila - Agradecemos tu gesto de querer entregarnos tu ballesta, y comprendemos tu miedo, pero si te vas a quedar atrincherado aquí, Bronco tiene razón, ..., no te puedes quedar indefenso, ..., y si quieres entregarnos tu ballesta, sería mejor que te marchases de la cripta, para estar seguro, ..., tú decides.

Paul le dejó las dos opciones, aunque prefería la segunda, no por la ballesta ofrecida, sino por la propia seguridad del atormentado hombre, ..., cuanto más lejos estuviese de aquel maldito complejo, mejor, ..., no querría estar preocupado por tener atrincherado a un habitante de Kassen en un lugar en el que podría morir, ..., ya bastante preocupación tendría el grupo por salir vivo de aquel lugar maldito. Paul esperó la decisión de Rodare, ..., bastante atormentado estaba como para obligarlo a hacer algo que podría poner en peligro, no sólo a él, sino también al resto del grupo. Igualmente, para que se quedase más tranquilo, añadió:

- Te prometo que haremos todo lo posible para encontrar a tu desaparecida hermana.

Boris ya estaba alargando la mano para tomar la ballesta, cuando Bronco habló y después Paul.
Rápido cual centella volvió a su posición con gesto de fastidio. Sin embargo, tenían razón: no podían abandonarlo estando desarmado, sería como enviarlo a su muerte.

Con disimulo, y sintiéndose un poco ridículo, se dedicó a estudiar la estancia con la vista. Tal vez encontrase algunas flechas.

Sus ojos repararon en un estante con varias botellas de licor como la que él llevaba en su petate. Estuvo tentado de coger un par, pero lo pensó mejor y deshechó la idea.

Roldare negó varias veces con la cabeza al tiempo que señalaba uno de los sacos de dormir en cuyo lateral yacía una hacha de una mano. - Soy un... cobarde por no ir con vo..vosotros a rescatar a mi hermana... cuanto menos que of...receros el arma de mi família para que la rescatéis. Si los esqueletos invaden este lugar nuevamente moriré luchando con mi hacha... como buen nir...nirmathiano. - concluyó el perturbado y tembloroso cazador manteniendo el ofrecimiento de la ballesta de su família.

- Gr..gracias... Paul...tienes un noble corazón, ahora entiendo porque el padre Prasst te acogió como aprendiz. Pero... no pienso huir de esta cripta sin mi hermana... os esperaré aquí mientras me re..recupero de mis heridas. - dijo asintiendo con determinación el cazador, a quien todos habiáis visto alguna vez por el pueblo como un alegre y honesto miembro de la comunidad de Kassen, siempre dispuesto a colaborar en cualquier empresa organizada. Si algo estaba claro es que la experiencia en la cripta le había cambiado y el terror vivido durante los días que llevara allí, perturbado mentalmente.

El druida hizo acopio de todo lo útil hallado en las mochilas de la compañía de Roldare. Entre las raciones y odres de aceite, el semiorco encontró un par de frascos con la palabra curación. Quizás fueran pócimas curativas como las que solía elaborar la buena de Olmira. 

Sin perder mucho más tiempo se concentró y un  tono azulado envolvió las pupilas de sus ojos. Entre los poderes que la naturaleza le había entregado al joven Bronco, la capacidad de desentrañar las energías mágicas de los objetos era una de ellas.

Jalles permaneció en silencio y sin moverse durante todo el tiempo que duró la conversación con Roldare. Por más que lo intentaron no consiguieron convencer al aterrado cazador que saliera de aquella sala que se había convertido en su zona de confort. Cualquier presión podría conseguir que la histeria aflorase...

Vámonos de aquí, ya hemos perdido demasiado tiempo....

Si Roldare se sentía a resguardo encerrado allí no se lo iba a reprochar, después del horror vivido aún parecía demasiado entero....

Vuelve a trancar la puerta cuando salgamos, pasaremos a buscarte cuando emprendamos el camino de salida....

Bronco se alzó tras escudriñar en las dos pociones. Ahora sabía que eran remedios mágicos y que serían de utilidad más adelante.

- Son mágicas.- Dijo mostrándolas al grupo. - Nos ayudarán a sanar nuestras heridas. He visto varias de éstas, pues Olmira suele elaborarlas frecuentemente. - Añadió el semiorco. Luego cargó los pertrechos en su enorme petate y prosiguió en busca del nuevo camino a seguir. Mientras se dirigía al pasillo otra vez, silbó para que Haggar fuera a su lado. El oso pasó un buen rato husmeando entre las cosas que había desperdigadas en el improvisado campamento, intentando reconocer el aroma de algo jugoso para comer, pero no halló nada de eso.

- ¡¡Vamos bola de pelo!!- exclamó el druida mientras ya se perdía en el pasillo por el que habían venido.

Al parecer, Bronco había encontrado un par de frascos de brebaje curativo. Boris supuso que sería algo parecido a su botella de licor, pero sin efectos secundarios.

Todos se prepararon para marchar. El joven se cruzó la flamante ballesta a la espalda con una sonrisa dibujada en los labios. Le había gustado la herramienta en cuanto posó su ojo en ella y ahora era suya: todo marchaba a pedir de boca.
Cuando volviese al pueblo, practicaría con ella y aprendería a usarla con tino.

- Vale, muchachos. Dejadme ir delante por si acaso. - Miró atrás un instante y añadió: - Intenta mantenerte vivo, Roldare. Volveremos a por ti.

Se sorprendió a sí mismo al oír sus propias palabras. ¿Era posible que la ilusión que le produjo su nuevo juguete atenuase el miedo que sentía?
En cualquier caso, se encaminó de nuevo hacia el pasillo.

Roldare se despidió con su ya habitual terror en la mirada del grupo y en cuanto salieron del almacén pudieron oir el movimiento rápido de cajas arrastrandose por el suelo golpeando la puerta. El perturbado Roldare, tal vez el único superviviente de la comitiva del alcalde, había sobrevivido pero a un alto precio para su salud mental.

El grupo se aproximó a la puerta que dejaron en la bifurcación más cercana, y Haggar olisqueó el aire percibiendo algo en su interior y gruñó preparandose para lo que pudiera venir. El pícaro Boris inspeccionó la puerta y cuando estuvo seguro de que esta no estaba acompañada de peligros, la abrieron y observaron su interior.

La estancia de piedra era similar al resto de la cripta, en este caso estaba completamente vacía y parecía más un cruce de pasillos con una puerta al sur y una escalera ascendente al oeste que no una estancia con un uso propio en sí. En el centro, un cuerpo humano semidevorado aún aferrado a una espada yacía en el suelo, sin duda otro de los integrantes de la expedición. Cuando el arco de luz de Paul comenzó a iluminar la estancia esta parecía vacía a excepción del cuerpo, pero en cuanto iluminaron una de las paredes, pudieron observar horrorizados como una especie de escarabajo gigantesco trepaba rápidamente por ella hasta tocar suelo, cuando la criatura se percató de la presencia del grupo, chasqueó rápidamente las enormes pinzas que le servían de mandibula, sin duda con una actitud poco amigable....