Partida Rol por web

Continué comiendo lo que buenamente nos habían ofrecido aquellos frailes, después de todo tampoco estaba tan mal, por lo menos no había bichos en la comida... Sin embargo, había otros además de los nuestros que pensaban que aquello era una ofensa. Posé mi vista discretamente sobre aquellos hombres mutilados.

" Malditos perros - pensé- a las mazmorras deberíais volver"

Recuerdas que el castigo por ser un bandido es la pérdida de una mano, mientras que el contrabando se castiga con la pérdida de una oreja. Los tipos que se hacen pasar por peregrinos no son más que unos delincuentes de la peor calaña.

 Antón se reclinó junto a sus compañeros de viaje y susurrando con cuidado les transmitió sus pensamientos.

-Mi buen Don Carlos, según tengo entendido la perdida de una mano o una oreja se deben al bandidaje y al contrabando. No me fio de estos viajeros, que por sus palabras mal finjen ser lo que no son. Samuel, Ernesto lo mejor será que hagais turnos de vigilancia para asi evitar perder el dinero y nuestra vida. Tambien quiero que uno de vosotros vigile que no nos roben el carruaje, llevo todas las pertenencias alli y perderlo no sería de buen gusto-dijo con algo de autoridad, aunque hablaba como si se lo dijese a sus compañeros e iguales en lugar de a sus subordinados-Don Carlos, usted decide si quiere tomar medidas de algun tipo o no, pero pienso que estar alerta no nos hará ningun daño...

- Como veáis joven, si cambiáis de idea, estaré por aquí, presto a ayudaros.

Tras esto, Roderigo, no queriendo levantar sospechas, no preguntó mas cosas, y se fue por donde vino. Ya había descubierto suficiente, y era un hombre cauto como para dejarse coger por la tontería de preguntar por el susodicho ejército..., así que volvió con sus compañeros.

 Tras un pequeño paseo por el monasterio, Roderigo volvió junto a sus compañeros, sentándose cerca de ellos, y reclamando la atención del hidalgo en un susurro que no fuesen capaces de escuchar los ajenos a su grupo.

-Disculpe señor Carlos, tengo algo que comentarle...

 No me suena de nada ninguna mazmorra, probablemente fueran bandidos sin ninguna importancia, ex-convictos...

Tras escuchar las palabras de Antón mira de reojo al grupito de vascos y chasquea la lengua mientras comenta .- Ilustrísima, a mí más que a nadie molesta la presencia de gentes de tamaña calaña, pero quizás esta sea una batalla que no nos corresponde. Estamos en un monasterio, y si bien no se nos está tratando como merecemos, seguramente debido a la situación de penurias que viven estas gentes pues ya se sabe que cuanto más rico es un señor más pobres son sus súbitos, no es de nuestra incumbencia la presencia de estas gentes, si el Abad los tolera. - Añade recordando algo - Además no haríamos otra cosa que crearnos más problemas y retrasaríamos nuestra marcha. - Al recordar su lugar - Aunque por supuesto, vos decidís señor.

Asentí ante la petición de Don Antón de mantener los ojos bien abiertos. En realidad no había dejado de hacerlo pues algunos de nuestros acompañantes parecían de dudosa reputación, aunque comparados con aquellos dos no eran más que cachorritos. Seguí comiendo mientras el tal Roderigo hacía acto de presencia con, al parecer, una reveladora noticia. Sin embargo, no bajé la guardia y posé una de mis manos en mi arma por si la cosa se alborotaba.

 Por supuesto, no pretendo castigar mas a estos hombres, pero quiero mantener un ojo en nuestras posesiones y en nuestro cuello, para no tener que lamentar en la otra vida lo incauto que fui en esta. Asi que si a vos os place, Ernesto y Samuel haran guardias y protegeran el carruaje, para evitarnos cualquier daño-se detuvo un segundo y miro a Roderigo-Habla, Roderigo. Que has descubierto.

- En efecto, mi señor. Es lo más prudente.

- Pues en ese caso yo dormiré esta noche en mi carro. Aunque no sea lugar apropiado para alguien de mi ralea, estimo demasiado las pertenencias que allí guardo... siendo estas irrecuperables y no por el valor pecuniario de las mismas. Entiéndaseme bien. - añadió Kalev con suficiencia.

Aquella situación le parecía altamente desagradable. Sabía de buena tinta que, por desgracia, no sería aquel el mayor inconveniente que hallarían en el camino y, sin embargo le molestaba tener que tomarse tamaña molestia para proteger lo que, legítimamente era suyo. Bastantes ojos ya no tengo para tantas manos... - pensó.

Roderigo se acerca a sus compañeros y les hace una seña para que se acerquen, lo que va decir sólo pueden oirlo ellos, por si las moscas.

-Puede que no sea nada importante, pero paseando por el monasterio, he visto a unos mozos trabajando a destajo cargando mulas con víveres. Parece ser que el Abad ha levantado un ejército, las viandas son para aprovisionarlos. Nunca he oido de un abad con ejército.

 ¿Un abad con un ejercito? Eso no tiene sentido,  ¿para que querría un abad un ejercito? Ademas para eso ya esta el Rey-dijo Antón algo preocupado por ello- Esta comarca no es un sitio peligroso aun, entiendo que la guerra esté cerca, pero si hay un ejercito debería estar defendiendo el sur y no aquí tan al norte...

Antón sabía algo sobre las guerras, más sobre como defender un condado aunque en el tiempo que llevaba viviendo Dios no había querido que Muel fuera atacado ni por enfermedad ni por el hombre.

- Mi señor - dije en voz baja para mantener la conversación dentro del grupo- puede que no sea mala idea que nos marchemos del monasterio si no quereis veros envuelto en lo que quiera que esté ocurriendo aquí... podemos pasar la noche al raso, me encargaré de encontrar un buen lugar si así lo deseais.

No podía comprender el alcance de lo que sucedía pero, como la mayoría de los campesinos, lo desconocido me provocaba cierto miedo.

 -No pasa nada Samuel-respondió tranquilizador-es verdad que la situación no es la mas propicia, pero si el Abad tiene un grupo tan grande para defender este feudo, seguramente estemos aqui mas seguros que en cualquier otro sitio. Sin embargo, sigo opinando que sería menester tener a nuestros compañeros de cuarto vigilados...

De repente una idea cruzó mi mente, mis ojos se abrieron súbitamente sin que pudiese evitarlo.

- ¿No habeis pensado que si está reuniendo un ejército es porque a lo mejor alguien quiere atacar el monasterio?- la preocupación se plasmó en mis palabras- sería bueno conocer los planes del Abad, mi señor, al menos un servidor estaría mucho más tranquilo.

- Escuchad, no tiene sentido que os alarméis, el Abadusará su ejército para controlar a la turba, como hace cualquier señor. Ya habéis visto lo bien que trabajan por aquí los campesinos, sin un ejército eso no sería así. - Hace una pausa para continuar diciendo - Deberíamos dormir aquí, pues ahora irnos sería un feo para el abad. Aunque por supuesto con cuidado y haciendo guardias, Kalev, no veo necesario que durmáis en el carro. Aunque vos decidís.- Señala al grupo de vascos- Igual podríamos hablar con ellos, quizás sepan algo del lugar . Los vascos siguen a lo suyo, quejarse y miraros con curiosidad mientras terminan de comer.

La respuesta de Don Carlos me sorprendió, quería que hablasemos con aquellos criminales, pero ¿por que?

- Con todos mis respetos - respondí con cautela- ¿por que razón querríamos preguntarles nada a esos criminales? lo único que conseguiremos es llamar su atención y tener que recurrir a las armas...