Partida Rol por web

Roderigo baja detrás de Kalev, en la pequeña placita cerca de la taberna donde antes encontrásteis a Álvaro, está ahora llena de gente.

Cuentas doce campesinos armados con aperos de labranza, Álvaro empuña una espada usando su brazo izquierdo y los cuatro hombres de la Señora hablan con los campesinos cuando llegas.

Ves como todos saludan a kalev y le hacen gestos para que se acerque, entonces se dan cuenta de que Roderigo viene detrás y le hacen también gestos a él.

Roderigo se sorprende de que se acuerden de el, al fin y al cabo, al lado de los nobles a los que estaba sirviendo era un don nadie. Con una extraña sensación que hace tiempo no sentía, se va acercando al grupo. Haciéndole un gesto a Kalev para que le acompañase, se acercó al grupo. - Buenas tardes a todos.

El resto del grupo baja por la pendiente del castillo al pueblo en la pequeña placita cerca de la taberna donde antes encontrásteis a Álvaro, está ahora llena de gente.

Doce campesinos armados con aperos de labranza, Álvaro empuña una espada usando su brazo izquierdo y los cuatro hombres de la Señora , Roderigo y Kalev están con ellos.

Los campesinos y los soldados, lanzan vítores a los Señores cuando les ven aparcer, a juzgar por la expresión de Kalev no está tan ilusionado.

Después de haber lanzado vítores un poco borracho y mientras sostiene una espada con su brazo bueno- Saludos , Roderigo, Señores... lucharemos a vuestras órdenes, me dice Gorka que necesitáis de mi consejo para la defensa. Será un honor...

Antón se sorprendió lo rapido que se había reunido la gente en la plaza. 

-Gracias a ti Don Álvaro, pues tu experiencia nos será de gran ayuda en esta contienda- le dijo sincero antes de girarse y dirigirse a los hombres del pueblo- Gente de Ibarrela, he oído que sois acosados por un grupo de bandidos. Viles alimañas que se aprovechan de que vuestro señor no está pero, no temáis, pues vuestras tierras son vuestras y de nadie mas y el señor es quien os las ha otorgado. No temáis puesto que mis manos y las de mis buenos compañeros están a vuestro servicio ahora. Esta noche no seréis vosotros los que estaréis asustados sino ellos, esos hijos de malamadre saldrán huyendo y se lo pensarán dos veces antes de intentar algo contra las buenas gentes de este valle-exclamó con un tono ascendente que trataba de enardecer los corazones de quienes lo escuchaban- Vuestra Señora me ha prestado a sus valientes guardias para ayudarnos en aquesta tarea pero deberéis ser vosotros quienes defendáis vuestras tierras, y si bien es una escaramuza peligrosa no tendréis miedo pues el bien esta de vuestra parte y dios os protegerá, así como mi espada y la de quienes me acompañan. Esta noche gentes de Ibarrela, no será una noche de miedo, no... ¡será una noche de coraje y valentía en la cual esas alimañas sabrán que Ibarrela es vuestra! 

- ¡ Los masacraremos por Ibarrela!

-¡ Por Ibarrela!

- Contad con nosotros cuatro, ¡ por Ibarrela !

Don Antón soltó una arenga de esas que hacen que se te encoja el corazón, así que me dejé llevar por el fervor del momento.

- ¡A por ellos! - grité mientras levantaba el puño

Casi se le olvidaba a uno que la muerte le acechaba aquella noche... casi.

El efecto sobre los hombres ha sido positivo, pese a contar a priori con las de perder, todos se muestran animados y sonrientes: Con mucha confianza en la victoria final, pero más aún en el Vizconde y sus hombres.

Álvaro acalla los vítores y corrillos para intervenir.

Levantando el brazo bueno - Señor Vizconde, Don Carlos, me ha dicho Gorka que os preocupa la defensa- mira al interpelado - y no es para menos, pues como todos sabemos - alza la voz- del terreno depende la victoria o la derrota en este caso. Las posibilidades pueden ser múltiples, dependiendo de la dirección en la que ataquen. Pero una cosa os digo, si atacan por el Este tendrían que cruzar el pequeño arroyo y ahí podríamos emboscarles. Si por el contrario atacan por el Oeste, podríamos defendernos y fortificarnos aquí mismo, pero si vienen por el Sur, el mejor lugar sería el Castillo y la pendiente que asciende al mismo, aunque eso significaría dejar el pueblo a su merced. Pues no encontramos arcos por ninguna parte. - Comenta esto último con deje de preocupación.

Por fin alguien hablaba ya de tácticas y emboscadas!! aunque suponía un problema importante para la planificación que hubiera tantas entradas distintas. Sólo veía una solución al problema:

- Tenemos que saber por donde vienen esos bribones - dije con tono audaz- habrá que enviar a un explorador para... errr -tragué saliva y comencé a sudar- bueno, para... ummm... para saberlo y... errr... trazar un plan.

" Mierda -pensé-"

-Oh, no -Pensé-. La idea de Samuel es buena, pero... ¿y si me mandan a mí?

Comencé a pensar en algo que pudiese excluirnos a mi compañero y a mi, o al menos protegernos un poco.

-Creo que mi compañero Samuel tiene razón -Expreso con voz alta y clara-, pero opino que el explorador no debería ir solo, que debería haber varios, para que pueden defenderse en caso de ser vistos ya sabéis...

-Mierda -Pienso-, espero no haber infundido temor a las gentes con eso de que puedan ser atacados.

-Em... no es que crea que lo vayan a ser ni nada, es sólo que puede pasar, creo que me entendéis... -Digo tartamudeando y con inseguridad.

-¿Qué haces Ernesto? Cada vez lo empeoras más -Me digo a mi mismo mirando preocupado a las gentes.

En ese momento, me atemorizo ante la idea de ser atacado y veo un resquicio de salida.

-Opino que los exploradores deben ser gente que conozca la zona, supongo que sabrán escondites en los caminos y atajos para volver más rápido al pueblo... -Digo manteniendo el tono lo mas firme que puedo, pero sin poder ocultar un ligero temblor.

Pensativo - Exploradores... humm.... tiene sentido pero aún es pronto para enviar exploradores, seguramente no encuentren nada. Si vienen de donde creemos no habrán salido aún. O puede que estén escondidos o que tengan un campamento. No deberíamos descartar nada Vizconde.

- Pero entonces... ¿que debemos hacer, Don Carlos? - pregunté un poco angustiado- ¿esperarles aquí? en tal caso no tendremos tiempo de organizar la emboscada.

- No no, sólo digo que los exploradores no salgan aún. Excepto que el Vizconde diga lo contrario o se quiera buscar su campamento claro.

Creo que enviar exploradores no servirá de mucho, pero aun así lo que proponeis es buena idea-respondió el vizconde tras escuchar a sus compañeros-. Quiero a dos personas en cada punto que ha mencionado Álvaro con una tea de fuego, en cuanto vean a los bandidos darán una señal y el resto iremos a su posición. En cualquier caso, creo que vendrán hasta el pueblo, o como mínimo a los campos y no será difícil atraerlos hasta el lugar donde les venceremos-dijo con convicción-. 

Roderigo, callado y pensativo hasta entonces, decidió atreverse a hablar.

-Señor Antón, lo de la tea y el aviso de la localización ha sido lo mas sensato que he oído hasta ahora. No obstante quizá deberíamos dejar que los bandidos se internasen un poco en el pueblo, que luego los arqueros nos avisasen con las flechas, y que acudiéramos al punto divididos en dos grupos, liderados por gentes del lugar, que conozcan las calles, para hacer un movimiento envolvente. Si el enemigo tiene dos frentes a los que atender, serán menos efectivos, y nosotros sacaremos ventaja. Y que los hombres mejor armados y mas imponentes vayan en primera fila...así daremos la impresión de ser muchos y bien armados... si os placer...calro está.

En realidad toda esa verborrea era una mera excusa para ponerse en última fila y librarse de hacer guardia, pero al ponerse a hablar, Roderigo se dio cuenta de que hasta había sonado convincente y devoto por la causa, y no la excusa de un cobarde.

Vaya-dijo riendo el vizconde- parece que tenemos todo un estratega entre nosotros. Tranquilo mi buen Roderigo, no te tomo el pelo pues en verdad has dicho con claridad lo mismo que yo pensaba... y no lo hubiera podido decir mejor. Quiero que en cada uno de esos grupos este uno de los guardias del castillo. Se van a enterar esos truhanes-dijo con una sonrrisa mientras miraba a sus compañeros. Desde luego hasta el que menos parecía implicado ponía de su parte, aquello no podría salir mal de ninguna de las maneras.