Partida Rol por web

Dark Heresy 2Ed.: Negocios Oscuros.

El Refugio de las Tres Estacas.

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19/03/2015, 13:20
Inquisición.

COLMENA DESOLEUM: ZONA MEDIA-BAJA: DESCANSO DE LAS TRES ESTACAS:

El Descanso de las Tres Estacas es el nombre extraoficial que recibe un área mal delimitada de habitáculos en decadencia, cámaras olvidadas y carreteras y pasadizos estructuralmente inseguros, todo conectado por medio de montacargas a punto de colapsarse, escotillas presurizadas y túneles de metal corroído.

Aunque está muchos niveles por encima del límite generalmente aceptada, el Descanso de las Tres Estacas es en muchos aspectos una extensión de la colmena baja. Los Sancionarios no patrullan por aquí, y los ciudadanos temerosos de la ley no tienen motivos para visitar el barrio. Los kilómetros de túneles decrépitos son el hogar de mendigos enloquecidos, forajidos, y nidos de alimañas peligrosas.

Muchas bandas usan esta área como terreno neutral para hacer negocios, aunque de vez en cuando una u otra banda intenta reclamarlo como parte de su territorio, lo que termina provocando viciosas luchas.

Zax Holthane se ha establecido aquí mientras lleva a cabo negocios en la Colmena Desoleum. Ha seleccionado para ello un área que consiste en varias cámaras y dormitorios habitáculo para que funcionen como alojamiento para él y sus hombres. Parte de este territorio es un antiguo manutactorum en ruinas, que Holthane usa como almacén para los varios bienes ilícitos con los que trafica.

El Manufactorum abandonado parece a punto de colapsarse en cualquier momento. No hay luces que funcionen en su interior. La diversa maquinaria oxidada y equipamiento en todas las formas y tamaños forma una suerte de laberinto. Cajas, baúles y taquillas de varios bienes están almacenadas aquí. Los bienes más valiosos e ilegales se a esconden dentro de contenedores de hierro bajo el suelo o dentro de la maquinaria deteriorada.

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19/03/2015, 21:13
Colmena Desoleum.

EL DESCANSO DE LAS TRES ESTACAS:

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20/03/2015, 21:58
Desoleum: Mercenarios.

- "¡Alto el fuego, alto el fuego! ¡Ya no se escuchan disparos! ¡El enemigo ha huido!" -

Ocho tipos delante del refugio de Zax Holthane, traficante del Gremio Sable, otean el entorno, sin ver a los Acólitos escondidos: Caradoc, Dakka, y Lazarus; que han dejado de disparar al agotar la munición de las autopistolas de los pandilleros Caritas de Bebé.

- "¿Debemos perseguir?" -

Cuatro de ellos parecen simple escoria de la Colmena Baja, van armados con pistolas láser y espadas herrumbrosas.

Los otros cuatro, que mantienen mejor la calma y la compostura, llevan rifles láser y parecen mercenarios, probablemente antiguos soldados de la Fuerza de Defensa Planetaria.

Seeker by Nemanja-S

- "Me ha parecido escuchar una explosión dentro... ¡El señor Holthane está en peligro!" - Dice uno, nervioso.

Uno de ellos, que parece estar al mando, da una orden:

- "Vosotros cinco, corred dentro y acabar con cualquier intruso que encontréis. Vosotros dos, conmigo y a cubierto. El enemigo no debe de andar muy lejos, seguro que andan al acecho en estos momentos." -

En esos momentos llegan desde el Norte el Inquisidor Eisengaard, la Acólita Ferris, el Aspirante Marius y un servidor de combate equipado con dos sierras radiales cibernéticas en lugar de manos.

Notas de juego

// Estaban ya en escena: Arbitrador Enoch, Táctico Noctine, Tecnosacerdote Cantus. - En el exterior, detrás escondidos de cobertura de ruinas (no estaban disparando realmente, sólo haciendo ruido con autopistolas).

// Estaba ya en escena: Acólito Flair. - Está en el interior del Refugio de Holthane, huyendo de un servidor de combate Mechanicus.

// Entran en escena: Inquisidor Eisengaard, Psíquica Imperial Ferris, Iniciado Marius, un servidor de combate doble-sierra.

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09/04/2015, 09:16
Inquisidor Haldane Eisengaard.

El Inquisidor del Ordo Malleus se bajó del vehículo y encaminó sus pasos a las coordenadas que le indicaban la última posición del Tecnosacerdote Cantus. Junto a él la desapercibida Psíquica Ferris hizo lo propio y se situó a la siniestra del Inquisidor.

Divisó a lo lejos las figuras de varios mercenarios y lo que podían considerarse los restos dispersos de su equipo principal de investigación. Bajo el casco Eisengaard frunció el ceño. Agarró el mando de control del Servidor de Combate y ordenó al ser que avanzara hacia el núcleo de los herejes.

Mientras el Inquisidor y el Servidor avanzaban, un servocráneo giraba en silencio dando pequeñas rotaciones cerca de la cabeza del Inquisidor. Un rápido vistazo le bastó para comprobar que había miembros de su equipo que precisaban atención médica. Y no divisaba por ninguna parte al Acólito Jaq ni a la Acólita Fatal.

Comenzaron los disparos y en la refriega Eisengaard pudo ver al Arbitrador Enoch cuerpo a tierra intentando cubrirse. Ocho años al servicio de la Inquisición para acabar así. Iba a tener que replantearse la dirección del equipo principal cuando regresaran a la base.

Devolvió su concentración al meollo del combate y lanzó el Servidor de Combate contra uno de los mercenarios, contemplando con satisfacción cómo el Servidor respondía perfectamente a sus órdenes destrozando al hereje con sendos y poderosos golpes de ambas sierras.

En seguida se dio cuenta de que aquellos Servidores no eran tan útiles en combate cuando tenía que estar pendiente de controlarlos y que no se alejaran demasiado del alcance del control remoto, pero al menos éste había servido de apoyo al equipo. Echó a andar en dirección al callejón por donde habían avanzado sus acólitos y comenzó a encontrarse con cadáveres enemigos. Un buen trabajo admitió para sí. Ruidoso pero un buen trabajo.

El táctico Noctine se le acercó corriendo solicitando instrucciones y Eisengaard le ordenó que atrapara al único enemigo huido. No podían ni debían quedar testigos. Aun no tenían un equipo de limpieza que se encargara de tales menesteres.

Finalmente dobló la esquina con elegancia y contempló el cuerpo destrozado del Acólito Flair en el suelo. La psíquica Ferris hacía lo posible por mantenerle con vida. Aquello no le gustó ni un pelo al Inquisidor. Seguía sin ver a la Acólita Fatal por ninguna parte pero ya preguntaría al resto de los acólitos cuando acabaran la misión. Ahora parecía que se apresuraban para alcanzar al mercenario huido.

La figura embutida en la servoarmadura detuvo sus pasos y recuperó el control del Servidor de Combate para acercarlo hasta la posición de Flair y Ferris. Lo usaría para protegerles en lo que el equipo volvía a reunirse.

- Manténgalo con vida si es posible. – Ordenó a la Psíquica. Aunque no hacía falta. Estaba haciendo bien su trabajo. Traerla sin duda había sido una excelente elección.

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09/04/2015, 14:17
Jaq Flair.

Jaq se dejó caer tras un montón de basura que se acumulaba en un portal oscuro, situado en el sucio callejón tras la guarida de Zax Holthane. Allí estaría seguro, cubierto por las sombras, al abrigo de cualquier mirada casual. Mantenía la pistola en alto con pulso titubeante, apuntando hacia la puerta trasera del vetusto edificio que servía de base al traficante del Gremio Sable. Sentado con la espalda apoyada contra la mugrosa pared, el acólito dejó un instante su espada sierra en el suelo y se palpó suavemente el costado: su chaleco aún despedía volutas de humo en el punto donde le había impactado una descarga láser.

El plan no había salido bien... ¡No había salido ni remotamente bien!

El plan había salido jodidamente mal...

Mientras el resto del equipo distraían al grueso de los hombres de Holthane en la parte delantera, Jaq y Tanda habían conseguido introducirse en el edificio por la parte de atrás. En el interior solo aguardaban cuatro esbirros del traficante, más pendientes de lo que sucedía en el exterior que de cuidar de sus propias espaldas. En un sorpresivo y audaz ataque, el antiguo miembro de los Pieles Muertas había logrado destripar a dos de ellos, mientras la acólita Tanda Trix Fatal despachaba a los otros dos. Jaq quedó sorprendido de la eficacia de su nueva compañera; muchos de sus viejos colegas de los Pieles no le aguantarían ni diez segundos. A pesar de haber acabado con dos de los cuatro individuos, el pandillero había terminado con una fea herida en el costado, mientras que la cazarrecompensas no había recibido ni un rasguño. Daba gusto trabajar con profesionales. Pero el exceso de confianza es enemigo de la prudencia... y la pareja de acólitos no tardaron en comprobarlo.

En su afán por encontrar y neutralizar a su objetivo, se metieron en lo que parecía un despacho, posiblemente el despacho de Zax Holthane. El huidizo traficante no estaba ahí, pero había dejado un presente para sus inesperados visitantes. Antes de que se dieran cuenta, un enorme servidor de combate se lanzó sobre ellos entre los agudos chirridos de sus sierras circulares y el impactante sonido metálico de sus botas sobre el suelo de aluminio. Todo sucedió en apenas dos latidos: el fulgor rojo de los ojos del servidor de combate acercándose; el vertiginoso brazo mecánico bajando en un arco de muerte y acero serrado; la sangre caliente de Tanda salpicando toda la cara de Jaq. El acólito trastabilló de espaldas hasta salir de la estancia y chocar contra el muro del pasillo. La puerta entreabierta enmarcaba un abismo de negrura del que emanaban húmedos chasquidos de metal machacando hueso. El antiguo Pieles Muertas no era un cobarde, pero tampoco era un estúpido. Antes de que esa máquina brutal buscara a otro objetivo para sus sangrientas atenciones, Jaq ya había recorrido el camino de vuelta hasta la puerta trasera del edificio y había salido al callejón para ocultarse de su implacable perseguidor.

Jaq se reincorporó lentamente, sin apartar la mirada ni la bocacha de su pistola láser de la entornada puerta que tenía enfrente. Si ese engendro mecánico asomaba la jodida cabeza, se la convertiría en una masa de metal chamuscado. El acólito respiraba con dificultad, jadeando por la reciente carrera y por el dolor en sus costillas. Pero nadie se presentó por esa salida. Jaq bajó su arma apenas un centímetro, dubitativo; quizás la rutina de servicio de ese autómata solo cubriera la protección de esa sala, sin programación que le permitiera perseguir a los intrusos fuera de ella... Cuando ya casi había conseguido recuperar el aliento, el siseo de los láseres escupiendo ráfagas de energía volvió a estallar al otro lado del edificio.

Una oleada de nerviosismo hizo retemblar al antiguo pandillero. Estaba solo. Acostumbrado desde niño a las masivas y asfixiantes aglomeraciones de la Subcolmena, la falta de presencia humana a su alrededor inquietaba al acólito. Esa desagradable sensación, sumada a la reciente muerte de su compañera y a la fea quemadura que decoraba sus costillas, hacían que el acólito empezara a sentir un amago de ansiedad. Dejando la espada sierra sobre el motón de escombros, Jaq rebuscó entre sus ropas hasta encontrar el cordel que sujetaba el casquillo que le colgaba del pecho. Ese casquillo había contenido en su momento una bala que a punto estuvo de segar la vida del niño que un día fuera. Lo apretó con fuerza, sintiendo su cálido y reconfortante contacto contra la palma de la mano. A duras penas empezaba a sosegarse, cuando llegó hasta él el sonido de unos pasos apresurados. Alguien se acercaba a la boca del callejón.

Tras empuñar de nuevo su espada, Jaq se pegó a la esquina del zaguán, asomando prudentemente la cabeza para ver quién aparecía. Al cabo de escasos segundos, dos tipos entraron al oscuro callejón. Ambos empuñaban pistolas alzadas al frente, mientras balanceaban herrumbrosas espadas en su mano zurda. El acólito aguantó la respiración, apuntando cuidadosamente al primero de los recién llegados. Esperó pacientemente a que los dos se adentraran por el estrecho corredor, para tenerlos más cerca y evitar que tuvieran donde esconderse. Con un suspiro quedo, dejó escapar el aire contenido y apretó el gatillo. El primer disparo impactó contra el pecho de uno de los objetivos, pero rebotó parcialmente en su destrozado flak y se perdió sin más consecuencias. Jaq continuó lanzando andanada tras andanada de furiosa energía sobre los sorprendidos enemigos, pero cuando apretó intensamente el gatillo para sobrecargar su siguiente disparo, el arma dejó de funcionar con un sonoro bufido. Volutas de aceitoso humo negro empezaron a enroscarse por el brazo del antiguo Pieles Muertas, manando de la inutilizada pistola. Aprovechando el respiro, sus oponentes descargaron una lluvia de haces láser sobre la posición de Jaq, arrancando pedazos de ladrillo fundido a escasos centímetros de su cuerpo. El acolito se pegó al muro todo lo que pudo, enfundando su averiada pistola y pasando la espada sierra a la mano derecha. Más voces y más pasos. Los dos mastuerzos acababan de recibir refuerzos.

Una voz autoritaria empezó a ladrar órdenes y Jaq pudo observar cómo sus dos oponentes se convertían en cinco. Estaba acorralado en un callejón sin salida, acosado por cuatro carniceros comandados por un tipo malcarado que portaba un rifle láser. Los hombres de Zax Holthane castigaron sin compasión la posición del acólito, que amagaba el cuerpo lo mejor que podía en tan angosto espacio. Las cosas no marchaban bien... Y quedarse ahí parado solo le serviría para convertirse un montón de carne carbonizada. La intensa desesperación prendió los instintos más primigenios del pandillero, que como si de una alimaña acorralada se tratara, se lanzó de cabeza entre sus cinco acosadores blandiendo la espada sierra como un poseso. La inesperada acción de su víctima tomó por sorpresa a los atacantes. Jaq se abrió paso a empujones entre la escoria hasta llegar al líder del grupo, al que logró desequilibrar con un tajo de su espada. El mercenario del Gremio Sable intentó torpemente volver a ganar espacio para disparar con su rifle, pero cada paso que daba era seguido de cerca por el vociferante acólito, que lanzaba mandoble tras mandoble con los ojos inyectados en sangre. Un último tajo descendente, abrió la caja torácica del mercenario desde el esternón hasta la ingle.

Un frenesí incontrolable se apoderó del cuerpo del acólito, que dio media vuelta para enfrentarse al resto de sus oponentes. Miradas de duda y miedo asomaban en los rostros de los cuatro esbirros, que contemplaron sin poder reaccionar cómo Jaq destripaba a uno de ellos con un terrible y eficaz mandoble. Una luz de locura y esperanza iluminaba los ojos del pandillero, que alcanzaba a saborear la posibilidad de salvar el pellejo. Los cuatro combatientes se enfrascaron en una macabra danza de acero, bailando entre los deshechos entre gemidos y jadeos. La Subcolmena no suele dar a luz a genios aritméticos, pero hasta el más abyecto de sus mendigos sabe que tres espadas hieren más que una...

Un primer sablazo abrió su chaleco y su carne, dejando un surco sangriento tras el que podían distinguirse tres costillas. Un segundo mandoble arrancó parte de la piel de su brazo y lanzó al acólito al suelo, entre gritos de dolor. Aunque logró incorporarse, la pérdida de sangre y el dolor hacían que sus movimientos fueran más lentos e inseguros a cada segundo que pasaba. El cruel acero de sus enemigos seguía mordiendo su piel: otra cuchillada en el inerte brazo; un corte profundo cerca de su clavícula... Con la visión nublada y a punto de desfallecer, el antiguo Pieles Muertas se abalanzó en un último y torpe ataque sobre uno de sus asesinos, pero el golpe falló por mucho. La respuesta a tan temerario arranque llegó rápida e implacable. Un tremendo tajo atravesó la tela de su pantalón y cercenó piel, carne y hueso, amputándole la pierna por encima de la rodilla. El suelo pareció ascender furioso para colisionar con su rostro. Las sucias botas que podía ver frente a su cara se fueron oscureciendo hasta fundirse en un mundo de negrura y olvido...  

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12/04/2015, 14:49
Arbitrador Lazarus Enoch.

El arbitrador Enoch sin balas en sus armas y su escaso conocimiento de su uso y la mala disposición en la que le cogen los mercenarios y escorias que protegían al objetivo dejan pocas opciones de actuación.
Enoch intento en todo momento ponerse a cubierto y tratar de avanzar de cobertura en cobertura, sin embargo la poca puntería inicial de sus compañeros y el hecho de ser uno de los mas cercanos a los enemigos le sitúa como objetivo inicial de la mayoría de disparos destruyendo su cobertura y haciéndole plantearse la táctica de avanzar hasta el cuerpo a cuerpo contra ellos hasta que no tenga mas apoyos pues seria un blanco fácil y a bocajarro. Mientras espera la ayuda de sus compañeros que poco a poco se acercan recibe una gran cantidad de disparos, uno de ellos le deja bastante chamuscado el brazo derecho que le queda inutilizado temporalmente.

Cuando recupera el uso del brazo y ya tiene mas amigos cerca que hacen que los enemigos tengan que plantearse repartir los disparos comienza a salir tras ellos con el mazo de choque en su mano izquierda. Es en momentos como este que agradece ser ambidiestro. Los compañeros van logrando impactos y van haciendo retroceder al enemigo. Se oyen disparos por la zona en que se encontraban Jaq y la mercenaria. Enoch trata de buscar un acceso en el edificio para llegar antes a ayudar a sus compañeros, pero no haya ninguno, de modo que vuelve a correr tras los enemigos para llegar ante sus compañeros antes de que sea tarde.

Consigue por fin trabarse en combate con uno de los enemigos y con un porrazo le deja inconsciente, lo cual le alegra para poder interrogar a alguien que ha ido contra la ley, de esa manera podrá vengarse de lo que han sufrido en el interrogatorio. Sin embargo su alegría es temporal pues ve como cae por el ataque de un compañero. El ultimo de ellos sale corriendo, a Jacq le trata rápidamente Liri y Enoch no recuerda un medico cerca. Así pues, cuando ve a Noctine salir tras el mercenario que huye, se une a su carrera para tratar de apoyarle en la caza.

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12/04/2015, 16:10
Tecnosacerdote Dakka Cantus.

El Tecnosacerdote Dakka Cantus, después de generar una distracción con sus compañero esperando que el resultado fuese la captura de el líder de los mercenarios, acabo en medio de un tiroteo real. Consiguiendo esconderse, disparo con su privilegiada posición, aunque tuvo que dejar caer al suelo su auto-pistola y desenfundar rápidamente su Rifle automático, para cubrir a sus compañeros y eliminar a la escoria hereje que tenía ante sus ojos.

Jaq se enfrente a la escoria hereje, como mejor sabía, dándole la ventaja a sus compañeros para disparar a la demás escoria y mercenarios. Aunque Dakka pudo herir uno y matar a otro, pudo observar que Jaq se encontraba demasiado enfrascado en un combate con pocas posibilidades para salir ileso. Así que dejando su posición, avanzo con los demás buscando poder realizar un tiro limpio o al menos estar lo suficientemente cerca para intentar derribar a uno de sus atacantes.

Finalmente unos golpes certeros, de la escoria de los bajo-colmena, consiguieron derribar a Jaq. Gracias sin embargo a su brutal perdida de sangre, varios de ellos cayeron al suelo. Sus compañeros fueron mas rápidos en llegar y cuando finalmente Dakka llegó, toda la escoria había sido eliminada. Uno de los mercenarios había huido y el líder había conseguido escapar, al menos de momento. Finalmente, al no poder seguir al mercenario, ni ayudar a Jaq, ya que no tenía los conocimientos de tratar la débil carne, se acerco a recoger las armas y comenzar la limpieza que nuestro inquisidor había ordenado, acumulando los cuerpos y eliminando las pruebas de su presencia.

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13/04/2015, 12:54
Caradoc Noctine, de la Casa Castess.

Era una fuerza superior, y en una zona que conocían bien. Sin embargo los artefactos alienígenas ya habían emponzoñado a buena parte de la sociedad de aquel planeta y las consecuencias de dejar que todo el material que tenían alrededor terminara en malas manos era, sencillamente, inadmisible. La única parte buena de todo esto era que un combate en esta zona pasaría desapercibido como una parte más de la guerra de bandas que golpeaba una y otra vez zonas como esta.

En todo caso... 

Todo había empezado mal. Sencillamente, eran demasiados. Quizás si hubieran tenido un poco de suerte. Pero no había sido así. Nada más ver como los mercenarios salían con los escorias, Caradoc supo que su plan no había logrado que el intermediario quedara desprotegido. Eso significaba que probablemente Jaq y Tanda estuvieran muertos. Aun así, no era momento de lamentaciones. Al ver como los enemigos se acercaban a su posición empezó a disparar, pero la fortuna no logró sonreírle y muchos de sus tiros fallaron. La frustración empezaba a llenar el pecho del táctico, y esa frustración sólo empeoró cuando, a lo lejos, escuchaba gritos que debían ser de su compañero Jaq. Quizás Jaq fuera un mero ex pandillero, pero tenía la confianza de su señor, y además, había cumplido las órdenes.

Que el inquisidor hubiera regresado, al parecer trayendo a una nueva compañera para la célula, quizás la psíquica que iba a recoger, no disminuyó la ansiedad de Caradoc.

Dejarlo abandonado era un desperdicio. Lentamente fue avanzando, a pesar de sus múltiples heridas y que, cualquier golpe, le ocasionaría con casi total seguridad daños severos. El Emperador lo protegió, a pesar de sus muchos fallos. Y consiguió acertar con un tiro en la cabeza a uno de los mercenarios que, sin embargo, no cayó y empezó a retroceder por uno de los pasillos. No era momento de perseguirle. Jaq podía estar aun con vida, y quedaban cuatro enemigos. 

Llegó al cuerpo a cuerpo justo para ver como Jaq recibía nuevas y terribles heridas. No pudo evitar pensar que, probablemente, habían llegado tarde. Sin embargo la visión de su compañero moribundo le dio fuerzas, y apoyado por la psíquica, de la que aun no sabía el nombre, se puso en pie tras resbalar en la sangre de su compañero. Sacando fuerzas de flaqueza, logró adelantarse a los que habían eliminado a su compañero, y su espada atravesó a uno de ellos, segando su vida. Volvió a gritar a los enemigos que se rindieran, sin éxito. Eliminó a otro que intentaba huir.  

Enoch, Cantus- al ver caer a los dos últimos escorias, Caradoc actúa rápida y tácticamente, como consecuencia de su pasado militar y su ascendencia noble. No ve al último mercenario, al que llegó a acertar con un disparo, y eso significa que ha tenido que irse por el lado contrario en el que están- Avanzad en dirección contraria a donde ha caído Jaq. Queda uno. 

Antes de terminar las palabras ya ha echado a correr por el corredor por el que viene el inquisidor.

Mi señor- dice sin pararse- Están atendiendo a Jaq. Uno de los mercenarios ha huido, intento rodearlo. 

La figura delimitada por la servoarmadura se detuvo en su caminar por el callejón para escuchar las palabras de Noctine.

Atrapadlo vivo si podéis. - Ordenó. Sus palabras sonaban distorsionadas por el casco de la servoarmadura. - Pase lo que pase, que no escape. Tenemos que darnos prisa. - Lo meditó un instante pero finalmente añadió algo más: - Hay que limpiar toda huella de nuestro paso por aquí. -

Hizo un ademán con la mano para indicar al táctico que podía partir a cumplir sus órdenes. El Inquisidor abandonó la atención que tenía sobre el control remoto del Servidor de Combate por un instante y echó a andar en dirección al resto de sus Acólitos. Debía averiguar si Jaq tenía posibilidad de salvación y si habían averiguado algo más. Quizá alguno de los muertos tuviera alguna pista, aunque fueran escoria.

Caradoc sigue por tanto la persecución, acompañado por Lazarus. Lo único positivo era que el mercenario había sido herido en la cabeza. Aunque la herida fuera mínima, probablemente sangrara.

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14/04/2015, 00:25
Liri Nerva Ferris.

Cuando llegamos la situación es dramática. No hace falta que el Inquisidor dé órdenes explícitas: instintivamente sabemos que hay que sacar de aquí a nuestros compañeros y borrar todo rastro de nuestra presencia aquí. Lo primero de todo es librarnos de la maldita escoria que nos entorpece y mancilla con su sola existencia la luz imperial. Saco mi arma y apunto, pero pierdo el objetivo por fijarme en cómo el Inquisidor se queda quieto manejando el siervo mecánico. Reacciono prontamente y vuelvo a apuntar y disparar. Bien, hago sangrar a nuestros enemigos. Sin embargo, algo me impele a avanzar. Me falta gente en el grupo descrito por mi superior.

Llego hasta la posición de uno de mis compañeros, enfundado en brillante armadura, ya no tan brillante. Se le ve fatigado y herido pero sigue combatiendo, lo que me lleva a pensar que... dentro puede haber alguien más de nuestra célula. Viendo que mi puntería fuera de los entrenamientos no es tan buena como debiera, avanzo esquivando algún que otro ataque. Mas nuestro enemigo huye... No, me digo a mí misma. No pueden salir de aquí impunemente. Voy tras él, pero el suelo es traicionero y avanzo con toda la rapidez que dicta la prudencia: un tobillo dislocado no es un aliciente para el combate ni ayuda a mis compañeros. El soldado viene en mi pos, dándonos mutua cobertura. Agradezco en silencio su apoyo, reconociendo su presencia con un simple gesto militar. 

Entonces... debo elegir. Veo como mi compañero ha caído y está rodeado de enemigos que tratan de llegar hasta mí. Pero el Emperador nos protege, y usando como vehículo de su voluntad la sangre derramada en su nombre, se entorpece el avance de mis enemigos. Estos, en su loca furia por alcanzarme, resbalan y caen a mis pies... También mi compañero. Rauda descargo un potente disparo a bocajarro que deja débil a uno de ellos que es rematado por él. Dibujo con los labios un simple: Gratitud. 

Ahora veo a mi compañero. Caído. Destrozado. Pero vivo. No dudo. No puedo permitírmelo. Me postro de rodillas junto a él e invoco la voluntad de mi señor. Noto como a mi alrededor fluye la energía. La amaso, la moldeo, la someto a mi voluntad... y la insuflo en el cuerpo sanguinolento. 

Vivirá, señor. Pero no puedo contener por mucho más su hálito vital. Precisa atención-susurro absolutamente concentrada. No existe para mí nada más que un objetivo: mi compañero tiene que sobrevivir. 

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14/04/2015, 08:11
Inquisidor Haldane Eisengaard.

La figura de Eisengaard observó a través del casco el cuerpo destrozado del pandillero y a la psíquica postrada junto a él. Dirigió su mirada luego al resto de acólitos que se alejaban tratando de alcanzar al mercenario huido. Difícil decisión.

- ¿Y la Acólita Fatal? – Preguntó el Inquisidor en voz alta. No contaba con que Jaq pudiera decir gran cosa, pero Eisengaard observó los alrededores tratando de averiguar qué había sucedido. Aquello era un caos. El equipo de investigación estaba desperdigado y los que no estaban impedidos como Jaq estaban heridos.

Desde luego parecía que nada había ido bien.

- Iniciado Marius, ayude al Tecnosacerdote Cantus con las labores de limpieza. En cuanto acaben sitúense junto a la psíquica Ferris y protéjanla.  – Ordenó Eisengaard. – Tecnosacerdote Cantus, explíqueme qué ha ocurrido aquí. Ya tendrán tiempo luego de darme sus informes de misión. – A pesar de que la servoarmadura camuflaba el tono de voz, era fácil distinguir que el Inquisidor no estaba contento.

Sólo por si acaso no apartó la mano del control remoto del Servidor de Combate, que permanecía inmóvil junto al cuerpo de Jaq y la figura agachada de Ferris.

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14/04/2015, 21:10
Arbitrador Lazarus Enoch.

El arbitrador antes de salir con Noctine en busca del fugado superviviente indica al resto del grupo la direccion en la que a unas tres manzanas sabe que hay un lugar donde tal vez puedan atender al malherido Jacq. Esperando que puedan en las cercanias averiguar algo, sale corriendo pues no quiere que le pase lo mismo a Noctine.

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14/04/2015, 22:18
Inquisición.

ENOCH, NOCTINE:

- Tratáis de dar alcance al último mercenario, que está menos herido y fatigado que vosotros y os lleva una considerable ventaja.

- Tiradas Ocultas de: Atletismo, Perspicacia, Sigilo.

Notas de juego

// Salen de los Destinatarios: Arbitrador Enoch, Táctico Noctine. - El resto deben de quitarlos de los Destinatarios hasta nuevo aviso y ellos dos sólo deben ponerse a los dos como Destinatarios.

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14/04/2015, 23:16
Caradoc Noctine, de la Casa Castess.
- Tiradas (3)

Tirada oculta

Motivo: Atletismo

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 47 (Fracaso)

Tirada oculta

Motivo: Perspicacia

Tirada: 1d100

Dificultad: 5-

Resultado: 60 (Fracaso)

Tirada oculta

Motivo: Sigilo

Tirada: 1d100

Dificultad: 10-

Resultado: 17 (Fracaso)

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15/04/2015, 00:04
Arbitrador Lazarus Enoch.
- Tiradas (3)

Tirada oculta

Motivo: Atletismo

Tirada: 1d100

Dificultad: 20-

Resultado: 82 (Fracaso)

Tirada oculta

Motivo: Per no entrenada

Tirada: 1d100

Resultado: 42

Tirada oculta

Motivo: Sigilo

Tirada: 1d100

Dificultad: 10-

Resultado: 20 (Fracaso)

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15/04/2015, 10:55
Tecnosacerdote Dakka Cantus.

Iba a empezar mis labores de limpieza, recuperando todas las armas, registrando los cuerpos y amontonandolos para ser quemados, cuando el Inquisidor Haldane Eisengaard me pidió una explicación.

Dejándo un momento las labores de limpieza, me acerque para dar un resumen rápido y poder seguir lo antes posible con mi trabajo. Con la frente impregnada de sudor y percibiendo el tono enfadado con el que él me hablaba, intenté hablar rápido y claro, evitando así hacerle perder tiempo, no queriendo ser yo, el objetivo de su furia.

-Según nuestra información, estos herejes eran los que distribuían la droga. Provocamos una distracción, mientras Jaq y la acólita Fatal entraban por detrás para capturar al líder. Vimos a Jaq rodeado de enemigos, pero de Fatal no sabemos nada, al final nos vimos obligados a proceder con la destrucción total de los enemigos, el jefe consiguió escapar.

Hablé con el tono neutro que era habitual.

Cuando mis compañeros capturen al mercenario que ha huido y registramos su base de operaciones, tendremos la información que necesitamos para perseguir al cabecilla y capturarlo, es posible que dentro sepamos que paso con el otro miembro de nuestro equipo.

Esperé pacientemente por si habían preguntas o el Inquisidor necesitaba algo más. Nunca había llegado a comprender del todo la ira, solo sabía que cuando un superior ponía esa voz, lo mejor era ser lo más rápido y complaciente posible. Si debías dar una mala información, debías añadir un par de engranajes de propia cosecha, para que la maquinaria siguiera funcionando y no optarán por desconectarte para siempre.

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15/04/2015, 12:59
Inquisidor Haldane Eisengaard.

El Inquisidor escuchó atentamente la explicación sin mover ni un milímetro de su servoarmadura. En cuanto Cantus terminó se hizo un silencio que duró tan solo un par de segundos.

- Prosiga con las labores de limpieza. – Ordenó al Tecnosacerdote para acto seguido encararse con el Iniciado Marius y la Psíquica Ferris. – Lleven a Jaq a la consulta clandestina mencionada por el Arbitrador Enoch. Nosotros iremos en cuanto podamos. Encárguense de que salven su vida. Llévense el vehículo en el que llegamos. – Era más práctico que subieran a Jaq al Cargo-08 y lo bajaran en la consulta directamente, en lugar de tener que arrastrarlo dos o tres manzanas.

Impartidas sus órdenes el Inquisidor dudó un instante. No era su labor pero la urgencia del momento impelía que echara una mano por el mejor devenir de los acontecimientos, así que se movió para ayudar al Tecnosacerdote y acabar antes con las labores de limpieza. Después de todo él mismo había pertenecido a un equipo de limpieza antes de ser Interrogador, y mucho antes de ser Inquisidor. Sabía cómo hacer ese trabajo a la perfección.

Además, aun quedaba uno de sus agentes en el interior del edificio. Herida o muy posiblemente muerta. Debía averiguar lo sucedido con la Acolita Fatal. No podía irse sin más.

Notas de juego

//En cuanto acabemos con la limpieza avisa, según lo que tardemos iremos a la consulta o registraremos el edificio primero.

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15/04/2015, 21:29
Desoleum: Horologio.

003.755M41

20:23

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15/04/2015, 22:47
Colmena Desoleum.

TRANSCURRE UNA HORA:

- Se forman tres grupos separados, cada uno ocupado de una tarea.

1) El Arbitrador Enoch y el Táctico Noctine persiguen al mercenario láser que fue el último en huir, intentando darle caza en un desconocido entramado laberíntico de corredores y oscuros callejones.

2) El Iniciado Marius y Liri Nerva Ferris se llevan al malherido Jaq Flair hacia el Norte en el Cargo-8 del Inquisidor, en busca de un supuesto Medicae clandestino que opera en la zona.

3) El Inquisidor y el Tecnosacerdote se quedan en el Descanso de las Tres Estacas, reuniendo los cadáveres y sus pertenencias, y limpiando manchas de sangre, y recogiendo casquillos de bala.

Notas de juego

// Salen de escena: Iniciado Marius, Jaq Flair, Liri Nerva Ferris. - Siguen en: Consulta Clandestina del Sastre.

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15/04/2015, 22:55
Inquisición.

ARBITRADOR ENOCH, TACTICO NOCTINE:

- Rastreáis durante una hora al último mercenario láser hacia el Oeste, por donde se fue.

- El lugar es una amalgama laberíntica de corredores y callejuelas oscuras, con pasos elevados, puentes, escalas metálicas, pozos descendentes y viejos elevadores.

- Aunque buscáis en todos los lugares que os parecen lógicos, vuestro oponente os lleva clara ventaja y conoce el terreno. Además, vosotros dos estáis más heridos y cansados que él. No encontráis ninguna pista ni rastro de sangre o pisadas.

- Finalmente, suponéis que os debe de haber dado esquinazo, alejándose más allá de lo que probablemente podáis alcanzar, y más sin saber dónde pueda estar y con tantos potenciales escondrijos.

- Además, en vuestra búsqueda atraéis la atención no deseada de un tropel de mendigos con mal aspecto. No son exactamente bandidos ni ladrones, sino más bien carroñeros, de los que pueden atacar a presas fáciles (y heridas) si muestran cualquier signo de debilidad.

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15/04/2015, 23:00
Inquisición.

INQUISIDOR EISENGAARD, TECNOSACERDOTE CANTUS:

- Reunís con esfuerzo los cadáveres de tres mercenarios-láser y de cuatro escorias de colmena.

- El Tecnosacerdote evalúa su armamento. Los escorias llevan unas espadas herrumbrosas de pésima calidad que apenas merece la pena siquiera recoger. También llevan unas destrozadas armaduras Flak que casi no valen ni su peso en chatarra. De esos cuatro quizás lo único aprovechable son cuatro pistolas láser y otras tantas baterías.

Los tres mercenarios muertos tienen armaduras Flak de mercenario, son de una calidad pasable, aunque han recibido mucho uso. También tienen viejos rifles láser de la Guardia Imperial. Están desgastados, pero en buen uso, se fabricaron en las manufactorias de Desoleum para durar muchos años y soportar condiciones de campo de batalla. Hay unas seis baterías extra. Los mercenarios portan además cuchillos de combate, que no son precisamente un arma demasiado temible.

- Dakka Cantus encuentra bidones con productos químicos, cree que es posible echar los cuerpos en cubas y mezclar productos para convertirlos en un ácido que disuelva los cuerpos (y sus pertenencias descartadas).

- El Inquisidor limpia con esmero las manchas de sangre y entrañas, usando viejos trapos y productos disolventes que le facilita Dakka Cantus.

- El Tecnosacerdote recoge además los casquillos de bala, aunque disimular las quemaduras de láser de disparos fallidos en las paredes va a ser más complicado.

- Hacéis todo esto en una hora, y apenas os da tiempo a registrar ni observar nada más.

- No habéis encontrado a Lara Trix Fatal, pero sí una puerta entornada en el corredor donde encontrasteis a Jaq que os da a ambos una tremenda mala espina. Diríais que conduce a un despacho y del interior llega olor a entrañas, a tripas abiertas y desparramadas. De dentro no llega el menor sonido, tan sólo un silencio sepulcran que no augura nada bueno.