Partida Rol por web

De capa y espada.

19 de Febrero. 20:34

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26/03/2010, 15:44
Director

Con todo, nadie dijo que en esta vida escasearan injusticias y miserias.

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26/03/2010, 15:59
Director

 

Inés se encontró con varios soldados de camino a su casa que ya le fueron adelantando la situación. El tercio había sido atacado y diezmado, su Maestre de Campo había muerto y el Sargento Mayor había decidido replegarse hacia la ciudad, las tropas habían empezado a venir hace una hora y controlaban la ciudad excepto una zona donde  habían encontrado resistencia de los traidores. Esperaban órdenes para terminar con ella.

 

La casa estaba llena de soldados y en su puerta esperando estaba Elvira Prados, un mar de lágrimas que se arrojó a los pies de Inés nada más verla.

 

Mientras, Marcos se dirigió hacia el médico sin mediar palabra siquiera con Inés, solo avanzó a duras penas guiado por los criados. Es posible que no sobreviviera.

 

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26/03/2010, 16:48
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

La Dama arrodillose junto con su dueña para consolarla, animándola como podía asegurándole que todo iría bien. Que Inés había estado con buena escolta y gracias a ello estaba viva. Observó como su soldado caminaba a duras penas con el orgullo por delante acompañado de su médico, y juróse Inés que ese hombre recibiría buena recompensa si lo sacaba de tales males, que más le valía pues lo contrario sería nefasto.

- Calmaros ya, mi buena Elvira, que todo saldrá bien. Buscad a mi padre que urgente le necesito, y después andad a ver cómo va de Tolosa ¿queréis?

Le cogió del brazo para ayudarla a levantarse a la pobre mujer y tras verla marchar volviose hacia el Inquisidor que a la perra llevaba engrillada. Suspiró un tanto agobiada por la situación y trató de ser amable con él.

- Mil gracias os debo por ayudarme con esta empresa. Llevárosla y transmitidle mi más sincera gratitud a la Excelentísima Madre Carmen. – le dirigió una desdeñosa mirada a Rebeca. - Mas quizás sería conveniente que vuesamerced volviera más tarde por aquí tal cual se ven las cosas.

Tras despedirse del buen hombre, muy diestro en el arte de la toledana, miró con cierta arrogancia al francés pensando qué hacer con el susodicho. Se acercó finalmente a un guardia para que les acompañara.

- El señor de Fournier está bajo mi protección, más si hacer cualquier cosa sospechosa libre derecho tenéis de trincarle con la espada. – se giró hacia Marcos, que qué poca gracia le hacía que se llamara como su galán, y le hizo una seña para que la siguiera.

Que ni tiempo tenía la Grande de cambiarse para recibir en mejor estado a su padre y hermano, tan solo descubriose la cara con la herida ya a medio sanar cruzándole la mejilla para que la reconocieran en su propio hogar.

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27/03/2010, 00:06
Elvira Prados.

Elvira se secó las lagrimas mientras miraba con aprensión a su ama pero decidida a no seguir derramando llanto alguno, pues el dolor era para Inés, no para ella, y su trabajo era precisamente el de asistir y apoyar.

 

La dejó hacer hasta el último instante, donde ya no pudo demorar más la noticia.

 

-Vuesa excelencia grande España…. Tengo nuevas que le llenarán de preocupación y por ello a mi me han llegando de pesar.- Elvira sostuvo el aliento durante un instante.- Han secuestrado a vuestro ilustre padre y a vuestro hermano. El judío Pedro Robledo acudió esta tarde acusándose de haber orquestado la trama contra su persona. Ambos quedaron en una famosa plaza para solucionarlo como hombres de honor pero ese cerdo les ha traicionado y ahora están recluidos en la zona de la ciudad que ha estallado en rebelión.

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27/03/2010, 00:57
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés no estaba preparada para aquello, ni posiblemente nunca lo hubiera estado. Sintió las piernas flaquear, como el aliento le faltaba a cada instante, y tendió la mano hacia Elvira buscando algún tipo de apoyo.

- Pero… Padre… - tartamudeó llevándose una mano temblorosa a los ojos para retener el llanto.

Si ella no guardaba la compostura y se mantenía fuerte ante semejante desgracia no solo sería tristeza para ella, sino que la rebelión que se estaba produciendo triunfaría por su incapacidad de tomar las riendas en semejante situación. Pero, ¿quién no lloraría? Que más que lo intentaba menos aire encontraba a su alredor, y más pesado se le hacía todo. Debía hablar con alguien de la milicia, pero el Maestre de Campo había caído y ella no entendía de guerra, y suficiente había tenido aquella tarde. Y para más inrri ya no estaba allí Marcos, que si bien del tema no tenía mucho que aportar, su presencia le inspiraba una seguridad que por sí sola carecía.

Tras una breve llantina Inés trató de recuperar la compostura limpiándose las lágrimas de las mejillas y respirando regularmente. Que el tiempo era oro entonces, y las malas noticias las cargaba el Diablo todas juntas. La guerra en camino, la rebelión ya en casa, el galán muriéndose, la familia secuestrada, y daba gracias de no tener madre pues seguro que la desgracia la hubiera alcanzado a ella también. Era hora de hacer ver la entereza propia Española que tanto orgullo causaba a la patria amada.

- Está bien… - murmuró. – Que no está todo perdido aun… pero que Dios nos asista en esta empresa. – alzó la cabeza sin mirar a nadie en concreto. - ¿Quién…? ¿Quién es el alto cargo del ejército ahora? Necesito que me …

No supo cómo terminar la frase de los nervios.

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27/03/2010, 01:10
Elvira Prados.

-El siguiente en rango es un ayudante de campo llamado Felipe, espera audiencia con vuestra presencia. Pero antes hay una reunión para vos.- Elvira ya hacía honor a su rango y a lo que se esperaba de ella, alentando a Inés con palabras seguras y concisas. Como si se estuviera hablando de la agenda social del día a día.- Ha llegado un gentilhombre llamado Eduardo, secretario y al parecer representante de nuestro rey, diciendo que ha de hablar con vos sobre la situación en la mayor brevedad. Está en vuestro despacho esperándoos en la compañía de su maternidad Carmen, que ha manifestado su apoyo incondicional hacia vuestra persona.

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27/03/2010, 01:24
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

 

Inés, con la mano temblando y los nervios a flor de piel, asintió sin nada que añadir, que toda ayuda era poca y bien recibida entonces. Ignoró a la bastarda y al francés, y se encaminó hacia adentro seguida de Elvira con paso apresurado.

- Traedme algo para templar el ánimo y buscad a alguien responsable que se quede con María. Y si no lo sabe, ¡por el amor de Dios!, que no se entere. Vos venid enseguida a donde me encuentre, que os necesito a mi lado.

La Grande se despojó de varios mantos con los que iba cubierta y de incógnito para quedar algo más presentable ante sus visitas. Sin perder tiempo y en silencio recorrió los pasillos de la casa, tenuemente iluminados, hasta llegar a su despacho donde entró sin llamar y pidiendo disculpas a los presentes.

- Mis disculpas por la tardanza – dijo atropellándose con las palabras y acercándose a sus visitas para ofrecerles asiento. – Ojalá me hubieran alertado antes… Sed bienvenidos, Don Eduardo, Excelentísima MadreCarmen. Me alegro de volver a veros tan pronto, mas no de las circunstancias.

Una vez tomó la Dama asiento pasó su mirada examinando al llegado con interés.

 

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31/03/2010, 03:24
Eduardo, Secretario del Rey.

Eduardo sonrió cínicamente, como mascando algo amargo.

 

-No sabéis lo harto en desagrado que me siento por no haber llegado antes de que la guerra, su grandeza Inés. Ahora todos debemos adaptarnos a la situación con el naipe torcido. Sin más ejemplo que debería ser su padre el que respondiera del gobierno y de su linaje. – El siervo del rey era ducho en el manejo de las emociones, pero Inés, que por cierto ya se estaba acostumbrando a desconfiar de viento y tierra, noto un cierto sentimiento de pesadumbre y de desconfianza ante el inesperado cambio.- Pero tras las lamentaciones nuestras mercedes han actuar por designio y deseo del rey, en su nombre y para su gloria.

 

Eduardo era avezado político, con buena planta tanto en aspecto y voz. Pero, y ante Inés al menos, Eduardo despedía cierta indiferencia que irritaba, como si solo hiciera el trabajo mandado y los avatares de la zona no causaran más preocupación que la mano sostenida en cualquier taberna del juego.

 

Además, Carmen estaba tensa y el odio de su mirada hacia su persona era imposible de ignorar. En definitiva, que vive Dios que el sujeto no se prestaba a dar confianza.

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31/03/2010, 03:38
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Si ya la muchacha no tenía buena noche, con aquel sujeto que tantos aires se daba  presente, mucho menos. Que a su excelencia poco le gustaba tratar con gente del gobierno, menester de su buen padre que ella iba a heredar, más poca mano firme había recogido de la siembra de Don Juan Francisco, y de no ser por la presencia de la madre Carmen poco bien iba a terminar aquello.

- Lamento intensamente que tanto le desagrade a vuesamerced la ausencia de Don Juan Francisco. Males mayores irreparables en el acto. – contestó con amargura y el mentón alto tomando asiento. – Mas de buen grado le atenderé, en nombre y para la gloria de nuestro amado rey. ¿A que debo su inesperada y apresurada visita, Don Eduardo?

Inés le dirigió fugaz mirada a la excelentísima Madre antes de volverse a su invitado, compartiendo sin velos de por medio ni reproches el desagrado que mostraba él ante su presencia. Que donde las dan las toman, por muy enviado del rey que fuera, y que allí ahora mandaba ella.

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31/03/2010, 03:57
Eduardo, Secretario del Rey.

Eduardo vuelve a sonreír, indulgente, apreciando el coraje de Inés. Al parecer algo se le había pegado de los hombres de su familia, bien para por y para ellos.

 

-Hay nuevas que lo cambian todo en holanda. Hace unas semanas el rey de Francia y nuestro amado Rey, cabeza de todas las Españas, se enemistaron directamente en una cuestión de Honor. El rey francés se jactó de que jamás se podría tomar Flandes con sus ejércitos apoyando a los holandeses  y retó a su grandeza Felipe IV a conseguirlo. Por supuesto, su excelencia cogió el guante y ahora todo se dirime en esa ciudad…. El rey ordena que el tercio de Bruja parta sin demora.

 

Y ahí que volvió a sonreír con una suficiencia que llegaba a exasperar. Que parecía que decía algo como “bien, ahora desahógate niña, pues la decisión se presta inamovible”.

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31/03/2010, 04:26
Santa Inquisidora Madre Carmen.

Carmen estalló, fulminando con la mirada al burócrata y escupiendo odio frío y fanático por su boca. Inés nunca la vería gritar de aquella manera nunca más, de hecho, a la inquisidora no se la recordaba por sus gritos, poco frecuentes en ella.

 

- ¡Pues maldita la demencia que a asaltado a nuestro rey y malditos sean los enemigos de Dios que lo aconsejan! ¡Tanto para nada! ¡Dios no verá con ojos piadosos a quien descuide su magna obra y tener por seguro que los hacedores de tan magno error les espera sin remisión un asiento en el mismísimo pandemónium de los infiernos! ¡Que me niego a aceptar que todo lo conseguido sea pasto del fuego hereje!

 

Y en verdad era que abandonar la ciudad era un gran error estratégico, pues aunque sin fama ni gloria, era la única que en el proyecto cristiano e integrador era viable. Pero además se debía recordar la cuestión de las gentes españolas. Con una guerra por el territorio y la flota de la zona destruida escapar de la ciudad se presentaba complicado y extremadamente caro. Hasta el punto de que solo las gentes importantes se lo podrían permitir (y quizás ni eso en algunos casos) dejando al pueblo a la merced de un nuevo gobierno que no sería clemente con ellos.

 

Carmen respiraba con dificultad, que se juraría que estaba a punto de intentar sacarle los ojos a mal llamado gentilhombre que tenía delante. Todo lo conseguido, con el padre y el hermano de Inés incluidos, se pretendían inmolar por una cuestión de honor.

 

Pero así eran los tiempos que corrían donde las damas debían crecer rápido y elegir sabiendo siempre que cualquier decisión es una perdida, pues ese fue el signo del español y de la España de aquella época. Que solo se pudo cambiar cuando ya era tarde para que importara, e incluso, ni en ese momento se hizo.  

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31/03/2010, 05:04
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

 

Inés maldijo internamente a los hombres y su maldito orgullo. Que si ellas pecaban de cotillas, ellos de poca sesera cuando se hablaba de “no poder hacer tal”. ¿A qué demonios mandaba el rey todas las tropas a la cuna de la ratería holandesa? Ni los italianos con su maña podrían, pues aquel era juego de meditar y mover lentamente las piezas. Y que el suicidio era pecado capital, muy mal visto por los ojos de Dios, y por ello prefería la Dama mil veces hombre de cabeza que con demasiada valía. Y había de admitir que de eso faltaba mucho Marcos.

Mas el auge de sus pensamientos llegole acompañado de los gritos de su buena amiga que la hicieron aferrarse con fuerza al asiento por el sobresalto. Que el homicidio también estaba muy mal visto, y más a altos cargos. Aunque ella no hubiera salido en defensa del mensajero si se hubiera dado el caso, que tela sabía el infeliz. Mucha labia, mucha labia, pero seguro que mujer que le soportara tampoco tenía si no era una pobre desgraciada azuzada por su padre al matrimonio aventajado. Mal fario les había caído a las mujeres.

- ¡Madre Carmen! ¡Por Dios Santo, comportaos! – ordenó Inés a su querida amiga. Que había formas y formas de expresarse. – Por favor os ruego guardad la compostura o abandonad la estancia de inmediato, excelentísima Madre. Que sabéis de mi respeto hacia vuesamerced, mas no hay cabida a tal comportamiento aquí, por mucho que os aflijan sus palabras.

La Grande de España trató de pensar con claridad, sopesando la orden del rey y las posibles reprimendas de su desobediencia. Abandonar Bruja era abandonar Holanda, por mucho que al tarado del rey le apeteciera invadir Flandes. Que si su padre no había podido con todo lo que había, ahora con ayuda francesa de por medio, como no les acudiera el milagro de Dios no caería tal breva para los Españoles. E Inés lo tenía claro.

- Que vuesamerced me disculpe, Don Eduardo, pero no alcanzo a comprender semejante medida por parte de nuestro ilustre rey. Si el ejército abandona ahora su posición, aunque la toma de Flandes fuera exitosa, Bruja y el resto de territorios contingentes estarían perdidos, y por consecuente Flandes en un futuro bien próximo. – entrelazó sus manos sobre la mesa mirando fijamente al hombre, que buena se le venía encima después de lo que iba a decir. – Los refranes ya lo dicen; todo le llega al que sabe esperar, y la conquista ha de meditarse mucho. Holanda cuenta ahora con el beneplácito de los franceses, y si no le basta a vuesamerced también se sospecha que de ayuda Inglesa. Nuestro amado rey ha sido conducido inequívocamente a una decisión nefasta por sus consejeros que le costará no solo las dos mil vidas del tercio, sino todas las gentes que aquí residen. – Inés produjo un sonido de desagrado y paseó su mirada entre los dos sentados frente a ella. - Escúcheme, Don Eduardo: tenemos la rebelión metida dentro de la muralla y la guerra llamando a las puertas. El ejército no se moverá de aquí por mucho que os pese hasta que esté controlado, a no ser que su voluntad sea  condenarnos a todos (y que Dios nos asista en ese caso). Después el tercio podrá partir si se le sigue requiriendo en línea de batalla, mas no ipso facto. Como ha dicho nuestra Santa Inquisidora, mas decorosamente: Las llaves de Bruja no pienso entregar a herejes, y menos en bandeja de plata.

 

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01/04/2010, 15:05
Santa Inquisidora Madre Carmen.

Carmen dirigió una mirada digna e indiferente hacia Inés, posterior a una que solo se podría decir de puro asco hacia Eduardo, y como su tono había sido correcto y era verdad que no era momento para los exabruptos, se levantó con mucha nobleza y abandono la sala.

 

Y a saber que haría la Iglesia al respecto.

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18/04/2010, 01:43
Eduardo, Secretario del Rey.

El gentilhombre Eduardo se entretuvo
cambiando uno de sus anillos de uno de sus dedos a otro, como
medidante. Sus palabras posteriores sonanron irritadas e impacientes.

El gentilhombre Eduardo se entretuvo cambiando uno de sus anillos de uno de sus dedos a otro, como medidante. Sus palabras posteriores sonanron irritadas e impacientes.

 

-Señorita Inés, no se si vuesa merced es consciente de la situación en la que se encuentra, ni porque obstenta palabra ante un emisario del rey, pero se lo dejare claro, me da un ardid la opinión de una mujer y para su desgracia eso engloba la suya, por muy hija de ilustre hombre sea. El rey le ha pedido y lo que es del rey ha de volver al rey.-El secretario se encojió un poco de hombros.- La situación actual ya no apremia, otras plazas se han presentado más necesarias.

 

Si en su mente batallaban la preocupación y la alerta por el abandono de la Iglesia, por seguro que no lo mostraba.

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18/04/2010, 01:58
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

La mirada iracunda de Inés se clavó fijamente en el caballero (si es que tal nombre merecera). Su mano se crispó entorno a la tela de su vestido, mas no dejó que las palabras de aquel hombre la hicieran sentir menos de lo que era.

- ¿Entonces a Santo de qué acude vuesamerced a hacernos perder el tiempo? – contestó serena la Grande, levantándose del asiento. – Como emisario del rey que no se presta a escuchar, puesto que para vos no tengo ni voto ni palabra a pesar de ser la quien está al mando en tan precaria situación, me veré obligada a acudir yo misma a exponerle la situación a mi buen rey. Que tenga una buena velada, Señor Eduardo.

Dicho esto, se encaminó a la puerta. Tenía asuntos más importantes que atender.

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18/04/2010, 18:28
Eduardo, Secretario del Rey.

Eduardo se quedo callado y tras meditar unos minutos salió de la puerta y de la casa de Doña Inés. Dispuesto a escribir las cartas oportunas y partir ese mismo día.

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18/04/2010, 18:52
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Una vez Eduardo hubo abandonado el lugar, Inés salió de la habitación para acudir a recibir al ayudante de campo, Felipe. Caminó de nuevo con paso apresurado por los pasillos, y no pudo evitar que Marcos acudiera a su mente fugazmente. La preocupación invadió su pecho, mas tenía un deber muy importante para con su pueblo como para anteponerlo a sus sentimientos. A demás, durante la operación poco podría hacer para aliviarle el sufrimiento.

Inés llegó a la escalinata que descendía hasta la entrada principal, donde el Tercio estaba reunido a la espera de órdenes. La muchacha, cansada y ojerosa, esperó a que un criado le trajera a Felipe para hablar con él en privado. O al menos no allí afuera.

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18/04/2010, 18:52
Felipe Ribera

Felipe era de cuna noble, de las tierras áridas de Castilla, pero ya había considerado un milagro servir de sargento mayor,pues su familia poseía por tierras una sucesión de eriales y su fuerza en la corte eran los méritos militares que ostentaba, muchas pero inútiles en una nación donde las gestas lejanas solo producen envidia y las cercanas odio. Aunque hay que decir que la misma idea se hacía aplicar con las tierras extranjeras, dando que algún que otro beneficio.

 

Y ahí estaba él nombrado por la desgracia Maestre de Campo, y vive Dios que intentaba ser digno del cargo, que sin merecérselo le había tocado regir. Vestía de cuero duro, áspero, marrón descolorido, y de combate. Todo su cuerpo se hallaba cubierto de polvo, a excepción de la cara, que había tenido la decencia de lavar antes de recibir una dama.

 

Felipe era un hombre agradable, seco y de gestos obedientes y practicos. Y ahí estaba para lo que Inés mandara.

 

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18/04/2010, 19:12
Doña Inés Mª de Osuna, Grande de España

Inés, agotada, hizo pasar al nuevo Maestre de Campo a una sala vacía que sus criados alumbraron pronto. De pie, con una mano puesta en el costado y la otra sobre la primera, la dama miró fijamente al varón que en nada se parecía al anterior que acababa de conocer. Este le agradaba infinitamente más, y por ello le trató con condescendencia y amabilidad a pesar de las circunstancias.

- En primer lugar, mis felicitaciones por su nuevo cargo, Felipe. A pesar de que las circunstancias no nos acompañen a ninguno de los dos. Confío en que lo desempeñe como es debido. – le dirigió una breve sonrisa. – Ahora, habladme con sinceridad, Señor de Ribera. ¿Qué posibilidades hay de que el ejército del nuestro amado rey tome Flandes y después pueda mantener el resto de sus tierras aquí, en este inhóspito lugar?

Su tono no fue duro, sino que sonaba más bien a desesperado.

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18/04/2010, 19:22
Felipe Ribera

-Solo provisional, mi señora, mi antiguo cargo me gustaba.- La sonrisa se le atragantó a Felipe a medio mostrar ante la pregunta de Inés, pues la cuestión que su excelencia formulaba en lo militar era como un trago de algo amargo.- Estáis de broma, espero. Tenemos más de una centena de holandeses en rebelión en la ciudad y una guerra en las afueras a la que se suma el enemigo ingles, presto siempre al pillaje y la barbarie; harto peligroso ello. ¿Acaso no mandaran tropas de Flandes en nuestro socorro?