Partida Rol por web

Luego de horas, minutos, años, siglos (no había forma de saberlo) de nada, Frank volvió a despertar. Su cabeza se partía de dolor y una sensación nauseabunda la produjo arcadas. Estaba acostado, pero al tratar de incorporarse no pudo, había algo sobre él. Aún no entendía nada, solo había oscuridad, y una importante falta de oxigeno.

Tan pronto como tomó conciencia, llevó sus manos a la cabeza intentando aliviar ese dolor, pero fue en vano. Notaba sus pulmones vacíos, así que probó a dar una fuerte bocanada de aire: tan sólo consiguió sentir una horrible jaqueca y falta de oxígeno.

Tardó al menos un minuto en darse cuenta de que ya había abierto los ojos, lo que sucedía es que se encontraba en un lugar completamente oscuro.

Al tratar de moverse un poco notó que estaba acostado, y encerrado en algún tipo de cajón. ¿Un ataud tal vez?

Lo primero que se le vino a la cabeza fue pensar que estaba en una habitación oscura: en algún lugar de ella estaría el interruptor de luz.

Así pues, al intentar levantarse recibió un fuerte golpe en la frente con un material macizo, probablemente madera.

— ¿Qué está pasando? —murmuró hacia sus adentros un tanto asustado.

Alzó sus brazos y con la palma de las manos volvió a sentir que había algo sobre él que, aunque hacía fuerza impulsandolo hacia arriba, no cedía. Finalmente llegó a la conclusión de que estaba encerrado en una gran caja o, más probablemente, en un ataúd.

Agobiado, empezó a dar patadas y puñetazos.

Luego de unas cuantas patadas Frank se quedó sin fuerzas. La tapa de donde fuera que estuviera no cedía. Los minutos pasaron y Frank creyó oir fuertes ruidos. ¿Truenos? Al poco rato sintió sus ropas mojadas. Parecía que por algún lado estaba entrando agua, y comenzaba a inundarse su "cajón". Entre la desesperación Frank creyó oir voces desde fuera.

La huellas entraban al Viejo Cementerio de San Miguel. Un cementerio colonial, que había sido creado casi antes que la ciudad misma. Ahora se encontraba a sus afueras. El estado general del lugar no era el mejor. Mantenerlo era caro, y sólo había dos empleados para todo el lugar. Una garita a los lejos era la recidencia de estos dos ciudadores.

Las huellas lo llevaron hasta una tumba sin nombre. Parecía recientemente excavada. Las lluvia volvió a desatarse y el barro abundaba. Entre los truenos les pareció oir un grito. Difícil descrifrar de donde venía. Pero... ¿podría ser de esa misma tumba?

Nada mas ver hasta donde nos condujeron las pisadas me pare a la entrada para santiguarme.Un lugar sagrado aunque pareciera abandonado era un lugar de Dios. Entre en él terminando de recorrer las huellas y observando el lugar, colonial, imponente pero decadente y mal cuidado, sentia pena por las imagenes de angeles que estaban tan devastadas.

Desande las huellas hasta una tumba, que estaba excavada reciente y justo cuando empezo a volver a llover igual de virulentamente.Mis ropas se mojaron y mi pelo también .No habia nombre pero entre la tormenta oi un grito.Fruci el ceño y me volvi para mirar a mis acompañantes con el agua resbalando por mi cara y mis zapatillas hundiendose en el barro

-Tenemos que salir de aquí!-

Grite para que se me oyera por encima de la fuerte lluvia cayendo.

Resultaba frustrante no poder saber lo que estaba pasando ahí fuera. Todos los golpes que había dado hasta ahora no le sirvieron absolutamente para nada, así que ahora empezaba a agobiarse.

Fue entonces cuando sintió la humedad en su cuerpo, en una pequeña cantidad que parecía ir a más.

— ¡Maldita sea! —gritó en vano.

Extraño lugar al que nos llevan estas pisadas, o mejor dicho, irónico - pensó Miguel. Que más adecuado que para unos muertos recientes, aún le dolía y le costaba pensar en ello, que ir a un cementerio.

Para colmo, la inclemencia del tiempo no hacía más que aumentar su malestar, empapando sus ropas y dejándolo con una sensación extraña. Un sudor frío recorrrió su espalda al oir lo que parecía un grito perdido entre el ruido de los truenos. Su compañera debió oirlo también, pero lo que le propuso no le parecía correcto:

Vete si quieres, pero yo voy a buscar al que está gritando. No puedo abandonar a nadie que lo necesite.

La muchacha de cobrizos cabellos corria cubriendose su cabeza con una improvisada capucha de su abrigo. Los relámpagos iluminaban el cielo con sus centelladas.
De pronto, un trueno resuena en la lontananza y Noelia emite un grito desgarrador. Sus lágrimas se mezclaban con la lluvia copiosa y parecía más asustada que lo normal.

Otro grito resuena por aquella dirección. Rápido vayamos a ver quien es!!! dice casi gritando, apoyando al muchacho

Los gritos se perdían entre los truenos, pero luego de unos momentos, ya no dudaban que venían de la tumba que estaba enfrente de ellos. La tierra estaba removida recientemente. Podrían buscar algo para cabar o usar sus propias manos...

Definitamente había movimiento sobre Frank. Con mucho esfuerzo pudo sentir pasos cuando los relampagos se callaban. La pegunta ahora era ¿Lo buscaban a él? Y en consecuencia ¿Quería Frank ser encontrado? El debate era quedarse allí, o ser sacado por quien, o por lo que sea que había sobre él.

Miguel saltó como enloquecido al darse cuenta que el grito provenía de la tumba:

Maldita sea, aquí hay alguien - gritó, mientras se lanzaba a quitar la tierra que cubría la sepultura con las manos desnudas - buscad algo con lo que cavar, tenemos que sacarlo antes de que se afixie.

Mire a mis dos acompañantes negando con la cabeza mientras el agua resbalaba ya casi como una cascada por mi pelo y ropa.

-No creo que sea nada bueno de rescatar...-

Pero vi comò miguel se lanzaba a desenterrar con sus propias manos el grito de la tumba que teniamos en frente, y sinceramente, si era el propietario de las huellas que habia dejado antes en el convento teniamos muchas posibilidades de que no fuera nada bueno para nosotros.

Aun así mire alrededor y a falta de nada mas me agache junto a él y comence a cavar.

Fue entonces cuando decidió detenerse, quedar allí quieto mientras cada vez se sentía más preso del agua que inundaba su espacio. Prefirió meditar sobre lo que estaba sucediendo: si supuestamente ya estaba muerto, ¿por qué debía de preocuparse?

— ¿Por qué no ayudas a un pobre muerto a salir de su tumba? —dijo en voz alta con la esperanza de que alguien estuviese ahí fuera.

El agua también empapaba a Noelia. Su abultado cabello cobrizo se pegaba en su hermoso rostro y la ropa se adheria sugestiva a sus curvas pronunciadas. Pero nada de ello importaba...

Había alguien allí, seguramente alguien como ellos. Y sin pensarlo dos veces comienza a cavar con sus nuevos compañeros...

Frank, lograba escuchar cada vez mejor lo que pasaba afuera. Hasta finalmente pudo oir unos pasos sobre él. En un impulso de adrenalina logró arrancar la tapa de una fuerte patada (tal vez extrañamente fuerte para una persona encerrada, sin muchas posibilidades de moverse). Si bien el cielo de la tarde se encontraba nublado, los rayos de los relámpagos, hicieron que le dolieran los ojos unos segundos, hasta que fue recuperando la visión. Un hombre había caído a su lado. Arriba, parecía haber dos personas mas. ¿Quienes era aquellas pesonas? ¿Era aquella otra jugarreta?

Luego de cavar desaforamente durante largos minutos, las manos comenzaron a lastimarse. Entre la tierra había muchas piedras y algunas raíces que dificultaban la labor, pero gracias al agua era un poco mas fácil. Paraban algunos segundos, pero seguían trabajando tratando de no dejar que sus heridas le impidieran hacerlo. Finalmente dieron con el cajón. Rachel y Noelia subieron, mientras Miguel estaba parado sobre él, cuando, de repente, casi sincronizado con un trueno, la tapa del cajón voló partida a la mitad. Miguel cayó dentro del cajón. Había allí un hombre...

Tal vez fuera impresión de Rachel, pero Miguel parecía tener muchísima velocidad y fuerza para sacar tierra. Si no hubiera sido por él, probablemente hubieran estado horas...

Con el pelo choreando las ropas sucias de barro ya arrofdillados, tratabamos de sacar aquello que hubiera enterrado alli. Un instante antes de que nada apareciera pare como por un resorte a mirar a miguel...si yo cavaba rapido el lo hacia como si fuera una maquina..era sobrenatural, y solo me hizo tener mas certeza aun de que no ibamos por buen camino.

Finalmente dimos con un cajon y tras un trueno la tapa de este volo por los aires

-Ahhhh-

Di un grito mientras miguel caia dentro

-¿Estas bien? ¿Estas bien?-

Me asome a preguntar agachada pero él ya no estaba solo.