Al ver al nuevo personaje por instinto me escondí detrás de Adam y no dije nada, solo le apreté con las manos la cintura
Al ver que se ocultaba, relajé mis facciones. Ella no era culpable de que yo estuviera de mal humor.
-Por favor, responda, señorita. -insistí con amabilidad. Miré al chico tras el que se escondía.- ¿Tú la conocías también?
Doy un par de pasos hacia atrás con disimulo, intentando no hacerme notar mucho, por ahora. Fijo mi atención en la anciana que también se ha acercado al grupo. Silenciosamente, y mientras el inspector y esa pareja continúan la conversación, me tomo unos segundos para susurrar un "Hola..." y hacer un pequeño gesto con la mano a aquella anciana, sonriendo ligeramente, aunque aún prestando atención a la conversación.
Al notar movimiento, desvié la mirada hacia atrás, viendo una cara conocida. Conocida, pero no en el buen sentido. Había visto a aquel periodista husmeando por otras escenas.
-Disculpe, pero no puede estar aquí. ¿Quién le ha dejado pasar? -el novato que estuviera de turno iba a saber lo que era fregar las letrinas hasta que se le quedasen las manos rojas.
Giro la cabeza hacia la señorita rubia.
-Por cierto, necesito su colaboración, o tendré que llevármela a comisaría.
Madam Luvie contestó al gesto del hombre, aparentemente llamado Arthur, con una mirada de indiferencia y apretando los labios. Así, decidió ignorar cualquier cosa que dijera él o cualquier otro que no fuera la chica.
Se acercó un poco más a la chica y le preguntó:
- ¿Eras amiga de esa pobre chica? Yo puedo ayudarte, niña...- la volvió a mirar de manera extraña.- En más de un sentido, estoy segura...
-Adam...
Me situé tras el mientras le apretaba la espalda mas fuerte instintivamente. Me estaban acorralando entre todos y no paraban de bombardearme a preguntas...
Se había formado una gran pelota alrededor de Emily y ésta cada vez estaba más estresada. Adam avanzó con decisión y puso el brazo por delante para abrir paso.
- ¿No ven lo que están haciendo? ¡Encima que muere una amiga, la acosan de mala manera. Dejadla en paz. Respondera cuando esté preparada! - Con la otra mano coge la mano de Emily y avanza para apartarse de la escena y de los otros tres unos metros tras lo cual se voltea para abrazar a Emily mientras vigila que no vengan nuevamente a acosarlas todos. - Ya está cariño, no te preocupes todo se solucionará. - La aprieta contra su pecho mientras acaricia su espalda.
-Entiendo que quiera protegerla, pero desgraciadamente, tengo que hacer mi trabajo.
Entonces, estaba en lo cierto. Esa chica era amiga de la víctima.
-Por favor, necesito que me acompañen a comisaria. No es para acusarles de nada. Sólo necesitamos más información de la víctima.
La presencia del periodista me estaba empezando a molestar más de lo acostumbrado.
Madam Luvie dio un paso atrás al darse cuenta de que efectivamente estaba presionando demasiado a la chica, que parecía demasiado asustada y confundida como para contestar a nada. Sin embargo, desde la lejanía, continuó mirándola y observando sus movimientos.
Adam se encogió de hombros por un instante. Sabía que tenía que obedecer a la policia.
- Si así la dejan tranquila los acompañaremos a la comisaria. - Por un instante miró a la vieja, dijo que podía ayudar y seguía mirando en esta dirección. - ¿Qué hay de esa señora? Dijo que nos podía ayudar, ¿sabe algo del asesino? - Le pregunta a William mientras espera que los guie.
-Adam, cielo, a comisaría otra vez no... no me gusta ese lugar, además, no se ha identificado, puede que sea el asesino, o puede que sea el otro -señalo a Arthur-.
Todo esto lo dije en voz baja como si nadie mas pudiese escucharme.
-Genial... Ahora tengo cara de asesino.. -con un gruñido saco mi placa de policía. Tras comprobar que la habían visto todos, la volví a guardar.- El otro no es un asesino... Es sólo un periodista de un periódico amarillista al que le encanta cebarse con las desgracias ajenas.
Inhalé y exhalé aire con lentitud.
-Por favor, suban al furgón. ¿Tienen hambre o sed? Tenemos algo de café en la comisaría.
-Oiga, hay que ganarse la vida - Le contesté con cierto resentimiento - Yo no provoco las desgracias ajenas, solo escribo sobre ellas. ¡No me alegra en absoluto que un loco asesino ande suelto matando chiquillas!
Me lo quedo mirando algo confuso, ya que no recordaba haberme presentado. - Perdone, ¿como es que me conoce usted? Inspector... - hago una pausa, esperando oír su nombre como respuesta.
Tiro inteligencia+audiovisual o algo asi? xD
-Le conozco por sus artículos, señor White. Desgraciadamente, también forma parte de mi trabajo.
Ignoré su intento de que le dijese mi nombre. No quería seguirle el juego.
Me quedo mirando el número de placa y lo intento memorizar por si hubiese problemas.
Lo repito varias veces en voz inaudible moviendo los labios.
-¿Pero esta vez no estoy detenida, no?
Subí al furgón y estiré del brazo de Adam para que subiese conmigo.
- Usted conoce mi nombre, inspector, pero yo sigo sin saber el suyo. No tiene nada que ocultar, ¿cierto? - digo, observando al inspector.
-No estoy de humor, señor White. Una chica acaba de fallecer. Un poco de respeto.
Ayudé al chico a subir con ella.
-Si quiere información, espere a las ruedas de prensa oficiales, como todo el mundo.
Mientras observaba la escena, Madam Luvie estuvo pensando. Pensando qué hacer y cómo proseguir. De repente caminó con cierta prisa hacia el policía que parecía tener la voz cantante en el caso, y le dio una palmada suave pero impaciente en la espalda para llamar su atención.
- Joven, necesito decirle algo importante. Espero que me escuche... no como todos los demás.- dijo apresuradamente.
Me giré algo molesto para encontrarme a la señora, que apenas había hablado. Tenía una pinta estrafalaria, pero tenía una voz agradable. Eso me calmó un poco.
-¿Qué quiere decirme, señora?
- Puedo...- se detuvo para articular sus palabras con la mayor claridad posible.- He notado algo... algo malvado. Cada vez que muere una chica...- miró hacia donde estaba Emily y bajó un poco la voz.- ... noto un gran vacío y a la vez algo... demoníaco aumentando... creciendo. ¿Entiende? Esto no es obra de un mero asesino en serie... Esto es obra del Diablo mismo, o de uno de sus perturbados sicarios.- miró al policía a los ojos, como deseando que se la tomara en serio para variar.