- Visany se dirige a la zona del servicio.
// Sale de escena: Visany. - Sigue en: Zona del Servicio. - Pasa por : Patio del Castillo.
TERCERA HORA DE LA MADRUGADA, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- El guardia ducal Hakir entre en los bien conocidos barracones de la guardia ducal. La mitad del espacio ha sido habilitado ahora como enfermería, y hay unos cuantos sirvientes todavía en la zona, ultimando los preparativos.
// Entra en escena: Hakir. - Procede de: Patio del Castillo.
DECIMA CAMPANADA.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
Al entrar en los barracones, Hakir se acomodó en cualquier rincón para descansar un poco. Se liberó del peso de la armadura, lo suficiente como para que no le destrozara la espalda durante el sueño.
No le costó demasiado, Hakir se quedó dormido en poco menos de un minuto.
MEDIODIA.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- Hakir dormía profundamente. Ni siquiera las idas y venidas de criados y de otros guardias eran molestia suficiente como para despertarle.
LA UNA DE LA TARDE.
CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
Un lacayo entra en los barracones.
- "Señores, el señor Schaar Dvy les convoca a todos de inmediato en el Patio del Castillo..." -
// Entra en escena: Lacayo feudal. - Procede de: Patio del Castillo.
- Hakir salió al Patio y de allí al exterior del Castillo, a las Calles de la Ciudad.
// Sale de escena: Hakir. - Sigue en: Calles de la Ciudad. - Pasando por: Patio del Castillo.
- Mikail y Vasilov ayudan a Hakir a llegar a su camastro. Ven que en otros camastros reposan unos diez guardias ducales, sumidos al parecer en sueños llenos de pesadillas.
// Entran en escena: Hakir, Mikail, Vasilov. - Proceden de: Mazmorras. - Pasando por: Patio.
Me siento en mi propio camastro y el dolor profundiza, aunque el consuelo de estar en lo más próximo que he estado en mucho tiempo de algo parecido a un hogar hace que este sea un poco más dulce de lo que lo era en la cochambrosa celda.
Aún me apoyo en la lanza, para no cargar todo mi peso en la cadera.
Miro a los lacayos que me han traído hasta aquí.
- Gracias. - Les digo en un ronquido. - Sé que no me habríais ayudado de no ser por haber recibido la orden, sólo pensad que yo tampoco os habría mostrado el extremo de mi lanza de no haberme sido ordenado de tal modo. - Me vi en la necesidad personal de decir aquello, pues el rencor que ambos hombres me profesan es evidente y bastantes problemas habían causado ya los rencores internos.
Me encojo de hombros ante las palabras de Hakir.
- Nosotros también cumpliamos órdenes y os dio igual. - comento.
Le dejo sentado en su camastro.
- Ahora descansa. - le digo. Lo necesitas.
Dicho esto salgo de los barracones.
A las Mazmorras pasando por el Patio.
No iba a gastar saliva con Hakir. Sus medias disculpas no le servían de nada pues de encontrarse en una situación similar volvería a hacer lo mismo, su diminuto cerebro no daba para más. Vasilov dijo todo lo que había que decir y ambos lacayos abandonaron los barracones de nuevo con la intención de acudir a las mazmorras. ¿Cuándo podrían reposar de nuevo en sus estancias?
A las Mazmorras pasando por el Patio.
- Los dos Lacayos de Durius regresan rápidamente a las Mazmorras, con su Amo.
// Salen de escena: Mikail, Vasilov. - Siguen en: Mazmorras. - Pasando por: Patio del Castillo.
- Pasa media hora de la medianoche cuando Itsvan arriba a las mazmorras. Ve enseguida a Hakir en su jergón y a otros diez guardias acostados en sus camastros, la mayoría temblando presas de ataques de nervios.
// Entra en escena: Itsvan. - Procede de: Patio del Castillo.
Itsvan se preguntó cómo podría infundir valor a esos guardias rotos. ¿Qué podría hacerles reaccionar? ¿El sentido de la lealtad y el honor? ¿Riquezas? ¿El olor de la victoria? Vio a Hakir en su camastro, recuperándose de sus heridas. Lo siento, compañero, pero tendrás que aguantar que interrumpa tu descanso..
—¡Guardias, compañeros! —gritó para atraer la atención de los demás guardias— El Ducado os necesita. Recordad quiénes sois: ¡Guardias ducales! Ved a Hakir. Juntos nos hemos enfrentado, codo con codo, a los Caballeros Basarab, al espectro del Koldun, al noble Schaar Dvy en su rebelión. Los dos hemos luchado junto al Capitán Ferenk y junto al señor Durius. Hakir ha recibido algunas heridas pero se ha ganado el respeto de nuestro señor Durius de Slobozia y será recompensado.
Esperó unos segundos para que los guardias se fijaran en Hakir.
—También yo os necesito. Hakir os necesita, él ya no debe luchar más hoy, pero le conocéis y sabéis que se levantará si hace falta. —Itsvan dudaba de poder infundirles valor, pero no debía mostrar su duda. Continuó.— El enemigo ha sido derrotado, sus artimañas han fracasado. Pero aunque ya solo le espera la muerte patalea y rabia cual sabandija, para llevarse la satisfacción de causar una última herida antes de morir. Aún debemos aguantar algo más, y defender el Ducado, y el Castillo y las personas que están en él. ¡Vamos, coged vuestras armas y seguidme al patio!
Esperó a ver la reacción de los hombres.
Al entrar Istvan, me erguí sobre el jergón y agarré instintivamente la lanza, que reposaba a mi lado. El dolor de las heridas me recordaron que debía tomarme las cosas con calma, pero pude sentarme, en una posición más digna que la de estar postrado. Asentí a mi compañero de desventuras.
- ¡Guardias! ¿Permitiremos que la sabandija que nos ha causado tanto dolor escape? ¿Nos quedaremos como asustadas plañideras encerrados mientras logra huir, para que pueda volver otro día, con fuerzas renovadas, a causarnos nuevamente este dolor? - Negué con la cabeza y me puse en pié, apoyado en la lanza, como si de un bastón se tratase. Agarré el escudo con la otra mano. - Yo no. Por poco que pueda hacer, haré más que quedarme echado en la cama. - Y con paso renqueante me dirigí a las puertas de salida de los barracones, guiñándole un ojo a Itsvan, con camaradería.
Los otros diez guardias magyares se levantan de sus lechos y se ponen sus armaduras y recogen sus armas.
—¡Vamos, compañeros!—dijo satisfecho al ver que la reacción de los guardias fue positiva. Espero que aguantéis...
Mientras iban saliendo se acercó a Hakir.
—Protege los barracones—le «ordenó», guiñándole un ojo.
Itsvan fue el último en salir, tras los guardias.
Al Patio.