- Pavetta llega a las Cocinas y ve a su cuñada Niziya y a Gretta muy atareadas con las ollas, ocasionalmente ayudadas por nerviosos lacayos y mozas.
// Entra en escena: Pavetta. - Procede de: Salón Principal. - Pasando por: Patio.
UNA HORA PARA LA MEDIANOCHE DEL CUATRO AL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
Intenté centrarme en las labores del castillo y dejar mi mente en blanco. Era la única vía de escape al terrible sufrimiento de aquel aciago día. Tan sólo la entrada de Pavetta me sacó de mi enmismamiento.
-Pavetta, échanos una mano, por favor. Tenemos mucho trabajo aquí.
MEDIANOCHE DEL CUATRO AL CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- Lindor y Dagu llegan a las cocinas procedentes del Salón Principal.
- Dagu se tiende en su jergón y casi inmediatamente pierde el conocimiento por el dolor de su mano destrozada.
// Entran en escena: Dagu, Lindor. - Proceden de: Salón Principal. - Pasando por: Patio del Castillo.
UNA HORA DESPUES DE MEDIANOCHE, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
DOS HORAS DESPUES DE LA MEDIANOCHE, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
Reaccioné la voz de mi cuñada ayudándo en la cocina con todas las ollas y calderos pero mi mente estaba muy lejos. Habíamos encontrado por fin al pequeño Dagu pero no sabía nada de Innya ¿acaso ya no estaba con nosotros? ¿Acaso aquellos murmullos significaban que...? En varias ocasiones mis ojos se llenaron de lágrimas pero la entrada de mi hijo y mi sobrino me ayudaron a sobreponerme un poco, no podía derrumbarme debía seguir siendo un ejemplo de entereza para mi niño a pesar de que ahora parecía más hijo de Durius que mío propio. Acudí a atender un poco a Dagu, había que estar pendiente de su mano y de que no le subiera mucho la fiebre, algunos paños húmedos en su frente ayudarían... sí sin duda había mucho trabajo y ninguna mente estaba del todo centrada.
- Visany llega a las Cocinas, se le ve visiblemente cansado.
// Entra en escena: Visany. - Procede de: Barracones. - Pasando por: Patio del Castillo.
- Necesitamos que todas las sábanas, vendas, trapos y similares sean llevados a los barracones. - digo. Aseguraos también de que haya agua limpia en todo momento en cuanto llegue el primer herido.
Luego me hacerco a mi hermano y a Lindor.
- ¿Como estás? - pregunto a Lindor tras lo cual me giro hacia mi hermano y apoyo ambas manos sobre sus hombros.
- Hermano, me alegro de verte con vida.
Sin poder articular palabra, me acerqué a mi hijo Dagu para abrazarle, con lágrimas en los ojos. Tras un rato, que a mí me pareció apenas un segundo, pero que debió durar casi un minuto, tomé delicadamente su mano herida. Sonreí entonces. Mi pequeño estaba con vida.
Asentí las palabras de Visany y me alegré de tener a mis dos hijos allí conmigo. Quizá sería nuestro fin, pero al menos estaría junto a lo que más adoro en este mundo. Tras un cariñoso beso en la frente de Dagu, me incorporé de nuevo al trabajo, secando mis lágrimas con el dorso de la mano y esbozando una sonrisa. La inminente muerte y destrucción que sin duda se avecinaban ya no me preocupaba.
- Los criados están nerviosos, pero a la vez cansados. Hay un límite a la capacidad del ser humano para estar plenamente activo y en máxima alerta.
- Las ollas están en los fuegos, repletas de aceite o agua. Están calientes, pero si son trasladadas a la muralla en medio de la fría noche seguramente se acabarán enfriando...
Llego con mi primo a las cocinas, donde veo que están calentando el aceite. Dagu está apenas en pie, pues ha sufrido uno de los peores daños posibles, pero aún así ha aguantado, como un miembro de nuestra resistente familia. Visany llega, cansado, detrás de nosotros y nos pregunta si es que estamos bien, a lo que contesto con un signo de asentimiento positivo.
Miro a todos ahí y están agotados, la espera ha sido larga y las actividades no cesan mientras aún está amenaza del ataque inminente. Aún así no es mucho lo que podemos hacer.
Observo el aceite hirviendo y me pierdo en mis pensamientos de como eso debe acabar con un hombre que intente escalar las murallas o atravesar las puertas. Miro el aceite y pienso en el frío que hay fuera.
"Se enfriarán si se les lleva y se aguarda a que llegue el ataque. Si en caso contrario, se espera a que llegue el ataque para sacarlas, podemos demorarnos más y ser inefectivas o causar algún accidente en el trayecto presuroso. No, lo que hay que hacer es lo que me decía el Maestro que se hacía en los castillos asediados."
Miro a mi madre y mi tía antes de hablar:
- "No servirá de nada dejar el aceite acá hasta que llegue la batalla. Un par de nosotros debe ir a la parte superior de la muralla y prender una fogata para mantener la temperatura del aceite allá arriba. Una fogata sobre el portón y otras sobre los muros. Situaremos parrillas en esas posiciones, llevaremos las ollas con aceite mientras otros prenden el fuego. Las ollas deben salir del fuego de las cocinas para llegar a un fuego prendido sobre los muros."
Soy paje de esta corte, no puedo mantenerme callado y tranquilo mientras puedo asegurar que todos sobrevivamos a este difícil momento en el que nuestra existencia corre peligro por culpa de los nobles y sus idioteces.
- Bien pensado Lindor. - le digo. Iré a comunicarle la idea al Chambelán Otto y al Capitán Ferenk.
Dicho esto salgo de la cocina en busca de ambos interlocutores.
A buscar al Capitán y al Chambelán.
- Visany sale de las Cocinas.
// Sale de escena: Visany. - Sigue en: Patio del Castillo.
TERCERA HORA DE LA MADRUGADA, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
CUARTA HORA DE LA MADRUGADA, CINCO DE MAYO DEL AÑO DE NUESTRO SEÑOR DE NOVECIENTOS CINCUENTA Y OCHO.
- Visany llega a las cocinas.
// Entra en escena: Visany. - Procede de: Salón Principal. - Pasando por: Patio del Castillo.
Al entrar en la Zona de Servicio observo quienes están dentro.
- Vosotros. - digo señalando a varios miembros del Servicio. Ayudad al Guardia Istvan a preparar las Fogatas donde os digan. - añado. Y llevaros unas parrillas para ponerlas sobre las fogatas.
Luego miro a mi hermano y mi primo.
- Descansad ahora. - les digo. Alguien tendrá que estar descansado para cuando llegue el alba.
Dicho esto salgo al Patio para supervisar el trabajo del Servicio.
Al Patio