Partida Rol por web

Días extraños

Crisis de fe

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21/11/2009, 01:03
Elías

Elías negó con la cabeza, decepcionado.

- Si quieres que te lo explique, tendrás que relajarte. Hablaremos con tranquilidad. Entiendo que estés perdido. Todos lo estuvimos.

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21/11/2009, 01:05
Jacobo

Jacobo exhaló una bocanada de aire y se recostó en la silla, incómodo. No clavaba sus ojos en Elías, sino que su mirada vagabundeaba por la estancia, intranquilo.

-Si te digo la verdad, no sé muy bien qué me ha hecho venir hasta aquí. He sentido algo que me llamaba. He visto... señales. No lo sé. No soy como esta gente, no soy un mendigo. Eso lo tengo claro. Pero desde hace un par de semanas no parezco existir para nadie. ¡Nadie! Mi novia no me coge el teléfono, mis padres pasan de mí. Mi apartamento fue alquilado de un día para otro y el casero amenaza con llamar a la policía cada vez que me acerco. Me estoy volviendo loco...

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21/11/2009, 01:10
Elías

Elías le puso la mano en el brazo y apretó, para reconfortarlo.

- Tranquilo... Verás, hay una explicación a todo esto, pero... Será mejor que te lleve a un lugar donde te lo explicarán mejor. ¿Vienes conmigo?

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21/11/2009, 01:15
Jacobo

-No sé si puedo confiar en ti. Pero... bueno, ¿acaso tengo otra opción? Eres el único con el que puedo contar ahora mismo. Y ni siquiera sé tu nombre. Qué triste.

Jacobo suspiró, abatido, y chascó la lengua.

-Mi padre tenía razón. Debí dejar de hacer tonterías cuando tuve oportunidad. Ahora todo el mundo se ha vuelto contra mí.

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21/11/2009, 17:02
Elías

Elías se levantó y apoyó su mano en el hombro de Jacobo.

- Te lo dije antes, me llamo Elías... Pero no te preocupes. Acompáñame. Vamos a coger el metro.

En cuanto el muchacho se hubo levantado, se despidió de lejos de sus compañeros y caminó hacia la salida. Ahora, a ver a Verónica.

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21/11/2009, 17:09
Director

La Capilla del Coro Celestial madrileño se encontraba en la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis, en la calle Tetuán. En metro, a unos quince minutos y unas cuantas paradas, insuficiente para explicarle a Jacobo una mínima fracción de todo lo que había. Ni siquiera Elías entendía demasiado bien los entresijos de la magia, pero podría intentar hacerle comprender lo que acababa de ocurrirle.

Jacobo miró nervioso en todas direcciones mientras descendían por las escaleras mecánicas hasta el andén. Elías aprovechó, una vez allí, para explicarle lo que sabía.

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21/11/2009, 17:20
Elías

Elías respiró hondo y comenzó.

- Verás... Emh... Hay veces que la gente ve sólo lo que quiere ver. Esa gente suele ser la normal, la que camina por esta estación sin preocuparse por nada. Pero nosotros somos diferentes. Nos hemos quitado la venda de los ojos y podemos ver más allá. Hemos Despertado. Ahora, Jacobo, tu existencia ha trascendido. Tenemos... Tenemos la capacidad de alterar la realidad, y nuestro entendimiento se ha expandido. Yo, y ahora tú, puedo... Emh... Hacer magia. Magos, nos llamamos entre nosotros.

Sabía que no lo estaba haciendo bien, y que iba a confundirse, pero no sabía cómo explicárselo mejor.

- Mira... La gente no repara en tí porque... Bueno, porque tienes muy desarrollado algo llamado Arcano, lo cual es altamente beneficioso para tí. Un Arcano grande te permite pasar desapercibido, y por ende, poder realizar magia de manera velada, sin que los ojos de los Durmientes estén siempre encima de tí.

Perfecto, Elías. Ahora sí que no entendería nada.

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21/11/2009, 17:29
Jacobo

Desde luego, Jacobo se perdió nada más empezar. El metro llegó y entraron. A las once y media de la mañana no había demasiada gente, así que podían hablar sin problemas.

-Espera, ¿me estás diciendo que soy un mago? Pero bueno, ¿estás pirado o qué? ¿Y qué es eso de la Realidad y toda esa mierda?

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21/11/2009, 17:37
Elías

Elías movió la cabeza, para aclararse las ideas.

- Verás, voy a demostrártelo.

Cerró los ojos y se llevó la mano izquierda a la garganta. Luego tocó la frente de Jacobo con los dedos índice y corazón de su mano derecha. Canalizó la Quintaesencia a su alrededor y entonces, habló.

- Fíjate en mis labios. No los estoy moviendo, y sin embargo me estás escuchando. Eso es porque estoy proyectando mi voz directamente a tu mente. Telepatía, sí.

Cortó la comunicación y volvió a abrir los ojos.

- Tú también puedes hacer cosas como esa. Y puedo demostrártelo.

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21/11/2009, 17:50
Jacobo

Jacobo se puso tenso cuando Elías le tocó la cabeza y, al escuchar su voz, se apartó de él bruscamente.

-¿Qué demonios... es eso? -pero en sus ojos no sólo había sorpresa, sino también cierta comprensión.

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21/11/2009, 18:46
Elías

Elías sonrió.

- Magia. Y tú también tienes. Cierra los ojos, abre la palma de la mano, y siente todo el poder que emana de tu interior. El poder para cambiar las cosas y para modificar la realidad. Concéntrate en eso.

Esperaba que, de alguna forma, encontrara su Quintaesencia.

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21/11/2009, 19:57
Director

Jacobo frunció el ceño y, escéptico, abrió la mano y esperó.

Elías recordó su propio despertar.

El poblado llevaba días esperando las vacunas contra la cólera, pero Elías sabía que no llegarían. El sol caía a plomo sobre los niños de barriga hinchada por el hambre, los ancianos enfermos y las mujeres sedientas. Nadie traería las vacunas, porque los mercenarios las habían robado y pedían un rescate por ellas que era tres veces su valor. ¡Cólera! Una enfermedad erradicada en España. Elías había visto a niños pequeños morir sin remisión por la fiebre. No había derecho.

Notaba el dolor de todos en sí mismo. Sentía su sed, su hambre, su impotencia. La sentía y cada vez más. Una mujer le pidió agua. Elías supo que la mujer estaba triste, desolada. Su hijo había muerto y su marido estaba enfermo. Sabía que estaba decepcionada porque Dios no les daba la mano que necesitaban. Pudo leer sus pensamientos con sólo mirar a sus ojos oscuros y sin brillo.

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22/11/2009, 15:59
Elías

Sentía el corazón y el alma partida en dos por la inmundicia. Cogió una taza de metal y le dio agua a la pobre mujer, y la abrazó para reconfortarla. No quería ni imaginarse el dolor que albergaba todo su ser. ¿Y Dios dónde estaba en ese momento? ¿Cómo se puede convencer a una pobre mujer de que todo esto es la voluntad del Padre? ¿Cómo se puede tener fe ciega frente a eso?

Elías sintió rabia. Rabia y pena, todo de una vez. Rabia por la situación de desolación de esa pobre criatura, y pena porque en su interior los pilares de su fe se tambaleaban.

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22/11/2009, 16:11
Director

Poco después un niño paseó a su lado, arrastrando sus miembros uno después del otro. Elías sintió su inmenso cansancio. Su inmensa hambre. ¿Qué podía hacer por él?

Y después otro, un hombre que no tenía esperanzas de vivir en dos meses.

Y otro más. Y otro. Y otro.

Pronto fueron decenas. Cientos. Todos, mostrando su aflicción. Y la aflicción de todos dentro de Elías. Era cais insoportable. Elías iba a volverse loco.

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22/11/2009, 16:16
Elías

Se echó las manos a la cabeza y cerró los ojos con fuerza. Era mucho dolor, no lo soportaría. Las lágrimas pugnaban por abrirse paso entre sus ojos. La desesperación, la desilusión y la descreencia hizo mella en su corazón. No sabía, no se sentía valiente para poder soportar todo eso.

Los pensamientos, el dolor, se arremolinaba en su mente, clavándose como agujas en cada rincón de su cerebro.

Tenía que parar... Parar...

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22/11/2009, 18:03
Director

Elías se retiró y se tumbó a descargar. Lejos de la gente se sentía mejor, pero aún sentía el eco de su sufrimiento en la base del cráneo. Y el suyo propio.

No supo cómo logró quedarse dormido. Tal vez ni siquiera fuese así. Pero tuvo un sueño.

Se le apareció Metatron, el Arcángel que hablaba con la voz de Dios. Era hermoso, con los cabellos rubios arremolinándose al viento en lindas caracolas, los ojos verdes destelleantes de poder. Sus manos delicadas tenían en la mano una lira y la tañía delicadamente, y sus alas de plumas blancas y únicas se hallaban recogidas a su espalda.

Y miró a Elías y le dijo:

-Qué alegría que al fin hayas Despertado. Qué alegría. Aunque para ti no te traiga más que amargura, tienes un don. Que soy yo. Me has despertado y ahora puedo verte cara a cara. ¿Sabes lo que soy? Soy tu Avatar. Lo que te permitirá doblegar la Realidad a tu voluntad.

El arcángel ladeó la cabeza.

-¿Recuerdas el mito de la caverna de Platón? ¿El de los hombres que sólo veían sombras y que, al salir afuera, quedaban deslumbrados? Ese es tu dolor, Elías. Por eso te sientes dolorido e impotente. Pero yo te ayudaré a ver mejor. Sanaré tus ojos y te permitiré observar la Verdad tal y como es. Aunque no puedo hacerlo si tú no colaboras.

Su Avatar dejó la lira a un lado y caminó hacia él, imponente. Le tendió la mano.

-¿Vienes?

Y Elías se la dio, y Metatron extendió las alas y voló por la inmensidad del cielo.

Después Elías despertó y se encontró en el camastro, sudoroso y agotado. Pero su intuición le dijo que era verdad. Había Despertado.

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22/11/2009, 18:10
Jacobo

En el mundo real, Jacobo no conseguía hacer aparecer nada en la palma de la mano. Quizás no lo intentaba verdaderamente. Chascó la lengua y miró a Elías entre molesto y confuso.

-Esto no funciona, Elías. Estás chalado. Creo que es mejor que nos separemos...

El altavoz del metro dijo:

-Próxima parada: Gran Vía.

Y el teléfono móvil de Elías empezó a sonar... con una música que él no había elegido.

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22/11/2009, 18:29
Elías

Elías enarcó una ceja, y cogió el móvil en la mano, para responder. Pero antes, habló a Jacobo.

- No, espera. Confía en mí. Hay una explicación para lo que te ocurre.

Y entonces descolgó.

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22/11/2009, 18:32
Trece

En la pantalla del móvil sólo aparecía una interrogación y la imagen de un hombre trajeado cuya cabeza era invisible. Cuando descolgó, Elías escuchó una voz masculina desconocida, pero alterada:

-Oye, colega, estás en problemas. ¡Los gafas de espejo van para allá y te van a crujir como no te muevas!

El tren comenzó a detenerse. Ya se veían las luces de la estación.

-¡Muévete, coño!

En la estación había dos hombres de traje, entre los veinte y los treinta. Normales y corrientes, fácilmente olvidables... pero Elías sabía de quiénes se trataba.

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22/11/2009, 18:39
Elías

Elías torció el gesto, guardó el móvil en el bolsillo y se giró a Jacobo.

- Tenemos problemas. Sígueme, y no hagas preguntas. Sólo pido que confíes un poco más en mí. Ahora no es momento de explicaciones.

Bajó del vagón y se perdió entre la gente, con la esperanza de que los agentes tecnócratas no los encontraran.