Partida Rol por web

La noche del cuatro de julio en Inglaterra prometía tranquila, los soldados y todo el grueso del ejercito conocía los planes que se iban a llevar a cabo para invadir Francia, todos sabían que tenían que hacer. Pero no sabían cuando.

Se hablaba del 5 de junio como el día D para invadir las playas de Normandia y lanzar a los paracaidistas detrás de las lineas enemigas. Pero los informes metereológicos preveían una posible niebla en la zona que retrasaría posiblemente la partida.

Dos viejos amigos descansaban sentados en el suelo, cerca de la base de Upottery, donde se habían instalado los soldados estadounidenses antes del ataque. El sol cubría el cielo de colores anaranjados y despedía aquel día como si la guerra no fuera con él, ajeno a toda aquella matanza que se estaba librando en el mundo.

Los dos amigos contemplaban la escena, dejandose llevar por ese aislamiento de la realidad. Sabían que el desembarco no sería fácil y que tal vez murieran en él. Pero no pudieron dejar de disfrutar de ese pequeño instante de paz.

Todo el mundo estaba nervioso, se hablaba de una invasión a gran escala en la Francia ocupada por los alemanes y eso preocupaba a Daniel.  Ya había combatido en las playas contra los alemanes y no había sido una grata experiencia y esta prometía ser peor. Mientras seguía pensando en lo que les esperaba preguntó ha su amigo que estaba junto a el: ¿Crees que la invasión tendrá éxito?

Ante la pregunta del alferez y amigo Daniel, echo su cuerpo hacia atrás hasta acabar tumbado con las palmas abiertas de la mano debajo de la cabeza y con los pies estirados. El no habría echo eso en presencia de cualquier otro superior suyo, aun así era por el que sentía más respeto.

Después de una contemplación detenida al cielo y de un suspiró, el sargento mayor David contestó.- No sé, espero que sí, aunque es muy difícil saberlo. Creo que todo dependerá del desembarco según el número de bajas que sufra nuestro ejército, y de lo rápido que avencen nuestros batallones los primeros días.-

Tumbado, hacía tiempo que Daniel no se encontraba tan tranquilo, ni siquiera en su estancia en el hospital  ya que en este siguió viendo las consecuencias más físicas de la guerra. Pero sabía que este estado no sería ni mucho menos duradero,  pues  para él bien era conocido el dicho "es la calma que precede a la tempestad", ya lo había vivido muchas veces antes de cada operación importante.

- ¿Qué estará haciendo ahora la gente en Barleyville?- preguntó con nostalgia mientras contemplaba la bella estampa de la puesta de Sol.

Daniel siguió sentado. Observaba el ajetreo de la base mientras pensaba en su pueblo natal.  Supongo que todo seguirá igual. La guerra allí serán noticias nada más. Aunque contribuyan algunos en las fábricas de armas lo importante en casa siempre han sido los campos. Además se acerca el periodo de cosecha así que estarán más pendientes de eso que de cualquier otra cosa. El teniente suspiró recordando su pueblo. Añoraba la paz y la tranquilidad que la guerra le había arrebatado estos años.

Durante unos minutos el silencio se formo entre los dos compañeros, en ese tiempo David siguió pensando en su hogar. Es por eso que preguntó.- Daniel, ¿echas de menos tu anterior trabajo(como mecánico)?

-La verdad es que si. Echo de menos la tranquilidad de estar en el taller trabajando tranquilamente, escuchando la radio mientras reparabamos los camiones y los coches y de vez alguno de los tractores de las granjas. Pero por otro lado al alistarme he conocido sitios que nunca habría visto de normal. Lo malo es que estaban destruidos por la guerra. suspiro de nuevo y se tumbó en la hierba. ¿Que echas tu de menos del pueblo?,David

- Antes de partir de nuestro hogar nunca creí que diría esto, pero lo que echo de menos es su monótona y tranquila vida, observar  a lo largo del tiempo como el cultivo crece, ... y poder estar tirado en el campo sin tener que estar alerta en cada momento para que un nazi no me asesine.- acabo de hablar mientras de forma refleja se tocaba, sobre su uniforme, una de las últimas heridas en el pecho que le habían llevado recientemente al hospital.

Un sargento del mismo rango que David se acercó a los dos amigos en aquel instante interrumpiendo su charla. Saludó energicamente a Daniel y se disculpó por la intromisión. Luego espero a que el alferez le diera permiso para hablar. Cuando este lo hizo se dirigió a ambos.

El Capitán Lewis quiere verles, señor. En ese momento también miró a David y le saludo con un movimiento de cabeza.

Daniel se incorporó y cuando se levantó respondió al soldado. -Gracias sargento. Ahora iremos a ver al capitán. Puede retirarse.

El sargento volvió a saludar energicamente a modo de despedida y dio media vuelta en su sitio para después alejarse por donde había venido.

David le devolvió el saludo asintiendo con la cabeza, después de volver a la posición de sentado.

Y cuando hubo acabado de hablar el alferez, se incorporo, y espero a que este se pusiera en marcha para seguirle hasta la posición del Capitán Lewis en la base.

Vayamos a ver que quiere el capitán. dijo Daniel mientras se ponían en marcha hacia el campamento

- Deacuerdo alferez Daniel.- dijo serio pues intuía para que podía ser su audiencia con el capitán.

Llegaron al barracón de los oficiales, allí había una pequeña caseta que habían acondicionado para despacho del capitán Lewis. Llamaron a la puerta y al entrar allí lo vieron, sentado en su mesa rellenando algunos papeles.

Frank Lewis era uno de los capitanes destinados en Upottery para combatir en el desembarco. Según las instrucciones que les habían dado, además se trataría de su capitán, ya que estaban bajo su mando directo e irían a Normandia con él. Según lo estipulado.

El capitán Lewis era además uno de los oficiales más queridos por los soldados. Se había ganado sus galones a pulso en la batalla y había ido ascendiendo desde sargento hasta su rango actual. Además era un hombre simpático y generoso con los hombres, aunque tambián severo y disciplinado cuando debía serlo. El hecho de que hubiera ido ascendiendo por meritos propios le hacía ser más respetado por los hombres.

Era un hombre alto y delgado, de pelo cobrizo y ojos verdes. Su cara era alargada y su boca pequeña. Dejó la pluma sobre la mesa en cuanto entraron y les invitó a tomar asiento con la mano.

Buenas noches, señores. Sargento Singht. Alferez Parks.

Daniel entró en el despacho del capitán junto con David. Cuando llegó a la mesa se cuadró y saludó formalmente al capitán. Le tenía mucho respeto al igual que toda la tropa. Después aceptó su ofrecimiento y se sentó. ¿Quería vernos, capitán?

Nada más entrar David se puso firme con los brazos en la espalda, en una postura que cualquier instructor de cualquier academia hubiera pensado que se habían inspirado en él para realizar la teoría de esta, para el sargento era su particular forma de mostrar el más que respeto merecido  hacia el Capitán Lewis y el honor de encontrarse con él en la misma sala.

Estuvo en esa posición hasta que el capitán le dijo que ya podía tomar una postura más distendida, momento que uso para saludarle.- Buenastardes, capitán Lewis.- Después se sentó en una silla, esperando con atención lo que les iba a contar aquel buen oficial y mejor persona, según lo que había escuchado en la base.

Tengo varias cosas que contaros... El capitán comenzó a buscar en los cajones de la mesa hasta que encontró algo y se puso en pie. Lo primero es lo primero. se acercó al Alferez Parks y le tendió la mano. Enhorabuena Teniente. Dijo mientras le mostraba en la otra mano la insignia de teniente. El alto mando ha considerado que su rango actual no corresponde con su valía.

Parks se levantó de su sitio y se puso firme delante del capitán. Estrechó la mano de su superior y cogió la insignia de su nuevo rango. Gracias, señor. Seguiré demostrando esa valía.

No lo dudo. Dijo el capitán con una sonrisa de orgullo. Le alegraba que uno de sus hombres ascendiera por meritos propios, ya que no le gustaban demasiado esos tenientes chupa tintas de la academia de oficiales que no tenían ninguna experiencia de combate. No quería verselas en Normandia con uno así al lado, aunque ese no sería el caso de Parks y lo recordó en ese instante.

Bueno, sigamos. La otra noticia es que usted no ira a las playas, teniente Parks. Hay otros planes para usted.

-Saltara en paracaidas cerca de Carentan para cumpliar una misión secreta. Ira junto a dos soldados experimentados en combate, el soldado de primera Reynolds, un excelente francotirador según tengo oido, y el soldado de primera Bennett, experto en transmisiones. La misión consiste en eliminar a un capitán nazi que reside allí. La ciudad es importante para nosotros y será uno de los objetivos a tomar tras las playas. Pero inteligencia dice que con ese capitán al mando... se nos puede poner dificil la cosa. Es muy bueno resistiendo asedios.

Una vez hayan cumplido su misión se uniran a la 101 división aerotransportada que saltará después que ustedes y ayudaran en lo que puedan hasta que las playas sean tomadas y puedan volver a su unidad.

Por lo que a los demás respecta esta misión no existe. Miró a Singht. Usted no ha oido nada, sargento.

Él se encargara de sus chicos, teniente. Irá conmigo al mando de su sección. Miró al sargento con sus penetrantes ojos verdes. Confió en que estará a la altura Sargento Singht.