Partida Rol por web

Ok... Parece que debemos matar alemanes. Haré el esfuerzo! Vamos linda, quiero ver como ardes... Archie parecía hablarle a su Browning mientras desplegaba el bípode y se acomodaba para disparar. Atrevesemos corazones!

Bien asi que estan ahí, se van a enterar esos hijos de puta come salchichas de lo que vale un americano. Dice Richard a la par que dispara su arma.

La situación era peliaguda. Con sus disparos, tanto el sargento como Avner y Robert habían conseguído acertar en sus objetivos y los habían dejado malheridos, pero al disparar todos se habían expuesto demasiado a los disparos alemanes durante el fuego cruzado.

Las balas silbaban de un lado a otro y los disparos resonaban con fuerza y sin tregua. Una bala pasó cerca del sargento y otra se clavó en un arbusto cerca de la cabeza de Robert. Ambos fueron afortunados. Pero Archie que cargaba con la pesada Browning y tuvo que exponerse más a los disparos fue muy malherido por las balas alemanas y se derrumbó de espaldas, perdiendo el control de sus piernas y su arma se le escapó de las manos, dando unos pasos hacía atrás se desplomó en el barrizal. Miró angustiado a su estomago y vió que de él manaba sangre sin parar.

Tampoco Wayne tuvo nada de suerte, una bala le acertó en el cuello y le atravesó la garganta. Su instinto fue soltar el arma y llevarse las manos a la herida, notaba que no podía respirar y se sentía angustiado.

Ted, el joven traductor también fue alcanzado, por otra bala cuando se asomaba a disparar por segunda vez. Él fue herido en el hombro y lanzó un alarido de dolor.

El sargento se cubrió, a la vez que los alemanes, en su árbol y cuando miró hacia el lateral descubrió que tres de los hombres a su cargo estaban heridos, dos de ellos posiblemente de gravedad. Para sí mismo maldijo de mil y una maneras posibles la situación y a los enemigos.

Robert se ocultó por completo de la vista de los alemanes y giró su cabeza hacia los gritos de había escuchado. Lo que vió le dejó muy preocupado. Casi arrastrándose bajo el fuego enemigo se dirigió hacia el hombre herido en el cuello y comenzó a atender la herida que parecía más urgente. Las demás tendrían que esperar, al menos un minuto o dos...

No fue un grito, fue más bien un rugido lo que salió de la garganta de Archie, mientras caía al piso. Solo sentía que sus piernas no respondian y rebotaba contra el suelo, pero no sabía que había pasado. Al menos hasta que un segundo después su estómado comenzó a arder, y sus manos estaban tintas de rojo oscuro. Parecía que la diosa Fortuna lo había perdonado demasiadas veces. Sabía que debía presionar la herida, pero cuánto ardía...

Gruño, fuertemente, con aspereza en su garganta mientras intentaba presionar con la mano izquierda. Tal vez aquello era el fin. Tal vez no volvería a ver alemanes ni camaradas, ni puros. Pero si era asi no se iría tan mansamente. Su mano derecha quitó el seguro de una granada, y la arrojó lo mejor que pudo, un tanto al azar, un tanto siguiendo su instinto. Tal vez hasta se podría llegar a cargarse al cabrón que lo había herido... o matado???

Con la poca fuerza que le quedaba Archi lanzó la granada y está rebotó en uno de los árboles que les cubrían y se fue hacía la izquierda, teniendo suerte de no caer sobre sus compañeros, cosa que de haber salido rebotada en el sentido contrario hubiera ocurrido, poniendo sus vidas en peligro y seguramente matandoles.

Además la granada no fue lanzada con mucha fuerza, y desde el suelo, por lo que Archie tan solo se desquitó de no haberlo intentado.

Wayne vió una imagen borrosa que se acercaba a él y notó unas manos que apartaban la suya y comenzaban a atenderle. Se sintió gratificado al saber que era Robert, aunque apenas lo veía y no escuchaba nada de lo que le decía.

El disparo del sargento hizó blanco y del otro lado se escuchó un alarido de dolor y una maldición en alemán. Y en seguida se escucharon más disparos de vuelta.

Una de las balas de los alemanes pasó rozando al sargento, tan cerca que la pudo oir y le zumbó en el oido como si le hubiera dado en el casco y hubiera hecho resonar su cabeza.

- Esa ha estado cerca...no puedo dejar que me alcancen o sino estaremos en serios problemas.- Pensó, mientras aun le pitaban los oídos de lo cerca que le había pasado la última bala y  a la vez parecía como si dentro de su cabeza estuvieran siendo aporreados un millar de bombos a la vez.

Robert ayudó a Wayne a tumbarse en el suelo, dejó el botiquín junto a él y se puso a cuatro patas. Rápidamente extrajo un frasco de suero y lavó la herida con abundante líquido para ver cuál era el daño producido. Apenas tuvo un par de segundos para examinar la zona, pues un chorro de sangre roja surgía a borbotones presumiblemente de la arteria carótida. Había faltado muy poco para que la bala se llevara por medio la tráquea y la segunda vértebra cervical del soldado, pero aún así la situación era comprometida. Cogiendo unas gasas limpias las colocó sobre la parte de la carótida que presumiblemente se había visto rasgada y comenzó a comprimir con fuerza. Entonces Habló al soldado intentando imprimir confianza a sus palabras. Respira, venga, respira, despacio y profundo, respira. No tienes el cuello roto ni la garganta tampoco, pero el golpe de la bala ha podido inflamar algo la zona así que puede que te cueste un poco, pero sólo es eso. Después de unos segundos de apretar con las dos manos sobre la zona,mantuvo la presión sobre la herida con una mano mientras con la otra buscaba la mano de Wayne, la llevaba hasta el cuello y le señalaba cómo debía presionar. Aprieta aquí con todas tus fuerzas mientras te preparo un vendaje. mientras buscaba vendas largas en el botiquín Robert buscó en su memoria la manera de hacer un vendaje en el cuello sin impedir la respiración del paciente, sacó los adhesivos, y fue colocando paso a paso el vendaje que cruzaba el pecho del herido hasta el lado opuesto del cuello, donde se sujetaba con adhesivo. bien, ya casi está. Vas a estar unos días con problemas para mover el cuello, pero eso se arreglará Le dijo al herido intentando animarlo. Ya sólo falta ponerte un par de inyecciones y verás cómo estás más cómodo. quitándose la sangre de las manos con el resto de suero que quedaba en el bote, Robert volvió a mirar en el maletín y rápidamente preparó dos inyecciones, una de antiinflamatorios para evitar que la hinchazón del cuello ahogara a Wayne, y otra de calmantes. Finalmente indicó a Wayne que se tendiera de costado para que pudiera respirar mejor y se preparó mentalmente para lo que le esperaba a continuación.

Cuando Robert terminó de atender a Wayne este trató de decir algunas palabras como buenamente pudo.

Doc... no tenemos... unos.... días (Tos seca)

Solo soy.... una puta carga...... dejadme aqui.... y unas granadas..... cuando vengan los nazis..... habran fuegos.... artificiales.... Os daré un... poco de... tiempo.

Diselo... al... sargento.

Trato de decir Richard dandose cuenta que en un ambiente de hospital le costaria recuperarse pero que una batalla no lo haría jamas, por que no podia correr, ni siquiera podia respirar como una persona normal

Robert acercó la cara al oído de Wayne y prácticamente gritó bajo el ruido de las balas -Sácate eso de la cabeza de una vez por siempre. Tienes que aguantar. Vas a aguantar, por tí y por todos los demás que estamos aquí. Venga, que algunos están peor y no se quejan tanto. - Acabando con brusquedad comenzó a alejarse en dirección a Archie, arrastrándose con codos y rodillas mientras empujaba como podía el botiquín. Cuando llegó hasta él, apartó un momento las manos del soldado de encima de su herida para hacer una evaluación rápida de la situación, que no parecía nada buena.

Robert procedió a evaluar a Archie. Estaba muy mal, casí había perdido el conocimiento, se le veía debil. La bala le había atravesado el estomago y sangraba como si tuviera un grifo allí. Robert descubrió que su herida era peor que la de Wayne y que requeriría mucho tiempo curarle. Si todo salía bien y no había dificultades podría tardar un cuarto de hora en curarle, pero en las circunstancias en las que se encontraban no estaba seguro de poder hacerlo todo bien a la primera.

La bala había entrado pero Robert no estaba seguro de que hubiera salido, tal vez siguiera alojada en el cuerpo de Archie, que por culpa del esfuerzo que había realizado al tirar la granada, había aumentando sus posibilidades de morir aquel día.

Archie tirado en el barro recibía por fin los cuidados del doctor. Aunque él apenas se enteraba de nada de lo que ocurría allí. Por alguna extraña razón no podía dejar de mirar al cielo, veía las copas de los árboles y eran verdes y frondosas. El cielo estaba despejado y se veía muy azul.

Todos los sonidos los escuchaba muy amortiguados y no podía escuchar distinguirlos. Notaba como el sueño le vencía y ya no le importaba estar tirado en el frío y humedo barro. Comenzaba a relajarse.    

El sargento continuaba enfrentandose él solo a los alemanes, mientras Ted se revolvía en el suelo del dolor y Archie era atendido por Robert. Wayne que ya había sido curado, comenzaba a notar los efectos del calmante y sentía que ya no le dolía nada, ni notaba ninguna parte de su cuerpo. Se sentía más liviano e incluso feliz. Aún le costaba respirar, y no podía hacer nada por salvar la situación, pero la droga producía un efecto sedante en él y todo comenzaba a darle igual.

Los alemanes se habían percatado de que el sargento era él único que disparaba asíque comenzaron a centrar su fuego conte él.

Todo ocurrió muy rápido. El sargento Singht se asomó para disparar por el extremo del árbol contrario a su anterior disparo. Su tiro fue certero y acertó en un soldado alemán que iba a dispararle, no pudo asegurar si lo había herido mortalmente o si lo había herido superficialmente, pero sabía que le había dado y tarde o temprano lo comprobaría. Al menos eso pensaba.

Para su desgracia, otro alemán le estaba esperando, y disparó contra él. Ya sabía por donde iba a salir y aunque su movimiento fue rápido y David lo había visto y iba a realizar un segundo disparo contra él, el alemán disparó antes y todo se volvió negro de pronto para el sargento. La oscuridad lo envolvió en su negro manto.

Aquel disparo tuvo algo especial que hizo que resonara por encima de todos los demás. Todos salvo Archie, que estaba en estado de semicosciencia, se giraron para ver como el sargento Singht caía de espaldas a peso muerto sobre la hierba.

Con pavor, miedo, y tremendamente asustados, observaron impotentes como aquel hombre que pretendía librarlos él solo de los nazis que les estaban diezmando caía como habían caido Wayne y Archie.

Vieron su casco salir despedido de su cabeza, y ir rodando por el suelo hasta quedar tendido en el barro, igual de quieto que su dueño.

No sabían si había muerto, pero a todos se les pasó esa idea por la cabeza.