Partida Rol por web

Te deseo mucha suerte. Ahora debo volver a mi puesto. Espero verte luego..

Por supuesto, guapetón, responde Anna.

Al día siguiente, tras otra noche de penuria y soledad, Anna se presentó allí puntual, tenía que dar buena imagen para preservar su tapadera. El sargento Klink la esperaba ya dentro.

Tras saludarla le dió las indicaciones de lo que debía hacer durante esa mañana. Redactar alguna carta en nombre del capitán a la familia de algún soldado, redactar informes sobre méritos de soldados destacados, etc. Nada importante ni nada que destacase demasiado, los méritos de los que se hablaban en las cartas ni si quiera eran importantes ni tenían que ver con la guerra, el pueblo parecía tranquilo y eso era rutina y politiqueo más que méritos reales.

De todos modos aún no había llegado a sus manos nada importante para su misión real, aunque Anna estaba convencida de que estaba en el mejor lugar para obtener información de primera mano.

Tampoco había conocido al Capitán en persona, ya que esa mañana no había aparecido todavía por la oficina.

Anna se esmeró por utilizar su mejor redacción en las cartas, y en mecanogriafar sin errores y con los márgenes correctos, en el más puro estilo de eficiencia germánica.

Aprovechó los momentos ociosos para, sin parecerlo, escuchar todo lo que se decía, desde los comentarios sobre el racionamiento de las otras oficinistas, hasta los chistes verdes de los soldados a los que les había tocado en suerte un destino tan apetecible como un puesto de mando, lejos de las balas y del enemigo.

Cuando se dirigían a ella, afectaba una cierta timidez, de la que se disculpaba (tímidamente) haciendo alusión a lo mal que lo había pasado recientemente.

El sargento llegó a la oficina y le entregó un folio a Anna. Antes de que pudiera leerla le advirtió de su contenido.

Son ordenes para diferentes compañias que están en puntos cercanos, necesito que reproduzcas la carta para todas, son diez en total. Cuándo tengas las copias dejalas en mi despacho, yo estaré fuera, las recogeré a la noche.

Después se interesó por ella.

¿Qué tal el primer día?. Sonrió discretamente. ¿Duro?

Cita:

Muy bien, respondió Anna, utilizaré papel carbón para asegurarme de que quedan idénticas.

Cita:

En absoluto, trabajar en mi ambiente me devuelve sensaciones que tenía olvidadas. Sensaciones agradables, acaba con una sonrisa.

Muy bien, me alegro por ello.

El sargento abandonó la sala y poco después Anna pudo escuchar como salía también de la casa.

En la carta que le habían dado a Anna para que copiara varias veces se especificaba una serie de ordenes que incluían el movimiento de las tropas de Carentan y los diferentes puntos cercanos hacía el Este, al paso de Calais. Donde se esperaba el ataque inminente del enemigo. También ordenaban que una mínima guarnición se quedará en sus puestos para vigilar y controlar los distintos pueblos, ya que, según se advertía, los rebeldes eran peligrosos.

Tal y como le habían enseñado en el OSS, Anna no apuntó los datos de distribución de las tropas alemanas en ningún papel que pudieran intervenirle en un registro, sino que utilizó la memoria para retener lo más importante: Nombres de unidades, situación aproximada, y cualquier cosa destacable que pudiera resultar de utilidad.

Anna no olvidaba su misión y de entre todas las cartas y movimientos de tropas destacó uno. Los hombres que se quedaban en Carentan lo harían bajo las ordenes del capitán Strags. Lo cual indicaba que él no iría a la batalla y se quedaría allí, eso era importante para la misión de Anna.

Pocos instantes después un hombre alto, rubio, con los ojos verdes hizo su aparición, era el tipo más ario que Anna había visto entre los soldados alemanes. Era el prototipo de ario.

 Al ver entrar al oficial, Anna se levantó de un salto, lanzando la mano derecha al aire:

¡Heil Hitler!, aulló sin pensárselo dos veces. 

Tal exaltación patriotica levantó la curiosidad en el capitán Strags que miró de hito en hito a la jovén hasta que reaccionó con una sonrisa. No esperaba tal recibimiento y menos de una secretaria.

Heil. Respondió con tranquilidad acercandose a ella. Descanse. Dijo como si bromeara. Asíque usted es la nueva secretaria... ¿cómo se llama?

Su voz era firme aunque hablara con tranquilidad, Anna supusó que cuando se enfadara su voz debía ser terrible, alzandose sobre las demás en la batalla. Como debía ser en un capitán. Llevaba el traje negro impoluto y le quedaba perfectamente, como un guante. Parecía un tipo aconstumbrado a hacer ejercicio, estricto y puntual. Frente a Anna se encontraba rigido como una tabla pese a ser él el superior. Y sin embargo en sus ojos se notaba cierto aire de grandeza y superioridad pese a su amabilidad.

 Anna leyó correctamente las insignias del recién llegado, y le saludó: Hauptsturmführer*, soy Anna Kratz y efectivamente soy la nueva secretaria. Encantada de conocerle.

Strags asintió con la cabeza y mantuvo la sonrisa, aunque desechó la idea de acercarse a al joven para saludarla o darle la bienvenida. Me alegro de conocerla, el sargento Klink me ha hablado muy bien de usted.

 Quiero agradecerles a todos Ustedes la oportunidad que me han dado de volver a trabajar para nuestro país. Como le habrán dicho, estoy pasando tiempos un tanto duros.

La guerra es dura. Respondió el capitán. Sacrificarse por el país al que uno pertenece a veces hace que sea más llevadera.

Bueno, señorita Haider, es un placer conocerla, voy a continuar trabajando.