Partida Rol por web

Daniel se tumbó en el suelo y sacó una brujula diminuta que guardaba en el pliegue de los calcetines, también sacó un mapa del bolsillo de la pechera de su uniforme y se pusó a examinar el mapa con las coordenadas indicadas.

Si no me equivoco... las coordenadas corresponden a Isigny-sur-Mer. Anna ¿Sabe usted algo acerca de esa población?

Eso está más o menos a unos diez kilómetros al este, siguiendo por la Route Nationale, responde Anna. A pie son unas tres horas, pero yo no iría por la Nacional, habrá patrullas y puestos de control. Señala en el mapa:

Tiene más sentido dirigirnos al sureste por el Chemin des Marais, que pasa al sur de Saint Pellerin y evita las zonas pobladas. Cuando el Chemin des Marais tuerce al sur seguimos hacia el este hasta el sur de Isigny. Allí hay varias aldeas donde podemos camuflarnos, y la Resistencia nos puede ayudar a llegar al punto de recogida.

Albert miró a Anna con cara de extrañado, esa mujer sabía muchas cosas, y gracias a ella podíamos salir de allí lo antes posible .- bien compañeros, creo que lo que dice la señorita Anna es una verdad como un templo, así que mejor sigamos la ruta propuesta por ella .- Albert empezó a recoger todo el material radiofónico y lo preparó todo para colgarselo a la espalda junto a su arma. Estaba listo para partir.

Jim se encogió de hombros ante la propuesta y miró a su superior.

—Os sigo, intentaré cubriros mirando a todos los ladospara que no nos descubran —comentó el tirador con una sonrisa—.

¿Conoce la zona, ha estado antes? Le preguntó a Anna. Al contrario que a sus subordinados a Daniel no le había extrañado tanto el conocimiento de aquella mujer, al fin y al cabo era una espia y debía conocer infinidad de cosas, entre ellas, el terreno.

Anna sonríe con lo que podría ser cariño, y palmea suavemente el hombro del teniente a quien le dice: no quiera saberlo, teniente, no quiera saberlo.

Luego recoge el MPI de uno de los guardias y todos los cargadores y, mapa en mano, indica: vamos, es por allí.

James frunce el ceño y luego arquea una ceja mirando a Anna. Le sigue con la mirada y aprovecha -cuando está de espaldas- a desviar ligeramente los ojos a un sitio inferior de su cuerpo. Después caminó cambiando las vistas a las de su alrededor, no era plan de que aquella chica se diera cuenta. Llevaba el rifle apoyado en el hombro.

Daniel torció el gesto y luego sonrió con la respuesta de Anna. Aquella mujer tenía recursos para todo.

Vamos chicos, la señorita será nuestra guía. Dijo animando a sus compañeros. Ya era hora de salir de aquel lugar. Por cierto Anna, ¿cuanto cree que tardaremos en llegar por esos caminos?

Albert iba cerrando la marcha con su arma en las manos, se preocuparia de que nada ni nadie les atacara por la retaguardia, aunque aun les quedaba aun un duro camino de tres o cuatro horas hasta su destino, Álbert no sabía por que pero tenía la impresión de que iba a ser muy complicado llegar a su destino.

El camino era largo y aburrido, y nadie hacía nada por llenarlo un poco de conversación. ¿Qué pasa es que la gente no estaba contenta de nuestro éxito? Recuperamos armas, contactamos con los aliados y todavía seguimos vivos. Si es que somos unas máquinas...

—Hey, Anna —dijo finalmente—. ¿Cuál es tu historia? —inquirió más por escuchar una voz por el camino que por curiosidad—. Quiero decir... cómo te metiste en todo ésto, qué te hizo darte la vuelta y pegarles bofetones a los nazis... —concluyo con una sonrisa encogiéndose de hombros—.

Verás, James, todo es tan sencillo como que soy judía. Mi familia ya no existe, todos acabaron en Dachau, en Büchenwald o en Auschwitz, respondió Anna en un tono que helaba la sangre.

Muchos judíos se dejaron matar sin protestar, como corderos en el matadero. Pero en mi caso, antes de entonar la Shema*, me pienso llevar por delante tantos hijos de puta nazis como pueda.

Caminaron durante unos minutos siguendo el curso que Anna había propuesto. La mujer se desenvolvía con agilidad por aquellos terrenos y no parecía necesitar su ayuda a la hora de saltar arbustos u otro tipo de impedimentos. Era una dama muy singular.

Todavía escuchaban el ruido de los antiareros y los aviones que pasaban sobre sus cabezas. La guerra había comenzado.

Una explosión se escuchó a cierta distancia, luego comenzaron a oirse disparos aislados y de pronto una rafaga. Era un sonido inconfundible, una MG-45.

Daniel mandó a todo el grupo que se agacharan haciendo gestos.

Es una MG. Dijo cuando reconoció el sonido. No parece estar lejos. Miró hacía Anna. ¿Crees que se podría rodear? Esto lo preguntaba para tener una cierta idea de que opciones tomar, evidentemente no dejaría que un grupo aliado se encontrara en problemas y no ayudarles, pero debía contemplar todas las opciones.

Reynolds, preparese. Dijo después. Irá a echar un vistazo.

Hay que buscar un lugar elevado para ver dónde está, y si se puede rodear, respondió la agente del OSS.

Albert quedó medio agazapado, nunca se sabía si una bala podía andar perdida por el aire, miró al sargento esperando recibir alguna orden, pero esta vez era el turno de su compañero .- nosotros te cubrimos Jimmy.-

James, tras agacharse, se rascó la barbilla cuya perilla estaba empezando a salir con puntitos negros. Después sonrió y echó mano de su rifle con mira.

—Veré que puedo hacer —murmuró con fingido desdén y caminó junto a ellos—.

Tenga cuidado hijo. No se arriesgue y busque un lugar elevado como dice Ana.