Partida Rol por web

Albert vió salir de la maleza a un hombre armado con un fúsil, pero no era su compañero Reynolds, era un nazi que apuntaba hacía ellos.

Se había ocultado en la maleza y al verlos salir de su escondite salió a por ellos.

Albert se había confiado demasiado, esta en serio peligro y poco podía hacer si quería salvar el pellejo, sin dudar saltó hacía detras de los sacos protectores del nido de metralleta gritando .- Reynolds!!!!

De entre la maleza salió un hombre armado con un fúsil y apuntando hacía ellos, era un soldado alemán que se había ocultado ahí, en el bosque. Albert lo vió y dió un grito nombrando de nuevo a Reynolds y tirandose a los sacos de protección que había junto a la MG al tiempo que el nazi apretaba el gatillo de su fúsil.

Pero la Gracia Divina, la suerte o sabe Dios qué... se alió con ellos en ese mismo instante y el arma del nazi se encasquillo.

-¡Damn!- Gritó el alemán que supo en ese mismo instante que estaba condenado a muerte.

Aquel soldado le cogió por sorpresa, el teniente pensaba que tanto él como Albert iban a morir cuando por pura suerte el arma del alemán se encasquilló. Sin esperar, y desechando sus instintos primarios, manteniendo la mente fría para no convertirse en un mero asesino, Daniel le grito al soldado alemán- ¡¡Werfen Sie die Waffe... Zum Boden!!- Mientras, y sólo por precaución, apuntó su subfusil contra él y cambió la cadencia de su arma a la vez que se acercaba unos metros repitiendo las mismas palabras.- ¡¡Werfen Sie die Waffe... Zum Boden!!-

El alemán miró al teniente con los ojos abiertos como platos por la estupefacción, no sabía muy bien que hacer. Parecía confundido. Intentó desesperadamente desencasquillar el arma sin conseguirlo y entonces una bala le atravesó el cuello y sus rodillas se flexionaron hasta chocar contra el suelo. Su cara ya no reflejaba ninguna emoción y después de un segundo en que mantuvo el equilibrio de rodillas se fue de bruces contra el suelo, sin vida.

La bala había sido disparada desde el lado de los franceses, cuando miraron hacía ellos, uno recogía su rifle y les hacía señas para que se agacharan o se pusieran a cubierto.

El teniente miró a los alrededores antes de seguir las advertencias del soldado francés, las cuales tuvo que seguir al final pues no vio nada extraño, o por lo menos no se percato de ello. Así que buscando la máxima cobertura posible para resistir un ataque alemán, David entró en las trincheras de los nazis eliminados.

Pasaron unos segundos tras ponerse a cubierto cuando una voz les advirtió de que se acercaba.

Soy amigo, no disparen. Dijo en inglés pero con un fuerte acento francés.

Entonces vieron aparecer a un hombre joven, de unos veintipocos años, con ropas marrones pero rudimentarias, distando mucho de ser un uniforme oficial como el que ellos llevaban, pero siendo lo mejor que podían hacer con lo poco que tenían.

El francés entró en la trinchera junto al teniente y a Albert, descubrieron que era el mismo que les había hecho las señas anteriormente.

Me llamo Remi Moreau, somos de la resistencia francesa. Gracias por salvarnos el culo amigos americanos. Dijo con fuerte acento francés. Y de nada por salvaroslo a vosotros, supongo que estamos en paz. Dijo refiriendose al incidente de hacía unos segundos.

Hemos visto que dos alemanes se han metido hacía esa zona del bosque, donde el otro alemán ha aparecido. Queda uno. Por eso es mejor estar a cubierto.

.- Gracias a vosotros también... .- el hecho de haber matado al alemán hacía que Albert tuviera confiara con el joven, aunque en una guerra y dentro de las trincheras no era muy astuto fiarse de todos .- aunque unos segundos antes hubiera estado mejor .- Albert sonrió liberando la tensión que había sufrido hacía tan solo unos segundos.

Tras un largo rato en el que se sucedieron disparos y más disparos y alguna que otra explosión la paz regresó al lugar, y el silencio se apoderó de todo. Anna esperó un poco por si era una tregua momentanea. Pero parecía ser definitiva.

Con todo el sigilo posible, Anna se acerca desde un lado hacia el lugar donde se oyeron los disparos.

James reprimió la arcada hinchando las mejillas pero el sabor de la bilis al tragar no era muy agradable que digamos e hizo una mueca. Tampoco había mucho que echar, llevaba sin comer desde que llegaron al pueblo y ya habían pasado unas cuantas horas. Se frotó las sienes con la única mano disponible para despejarse un poco las ideas y para ver si se podía ubicar un poco... (Fracaso) Se sentía muy perdido y volvió a alzar la pistola (Fracaso), ¿qué habrá pasado con los nazis? ¿Dónde estará el resto de la gente? Ni siquiera parecía escuchar ruidos de metralla por ahí...

- Teniente Daniel T. Parks.- Antes de tender la mano mientras se presentaba dudo por unos momentos si nombrar su rango, aunque su uniforme lo delataba, no había nada que esconder, y menos a un aliado.

Sobre la noticia sobre los alemanes que rondaban por ahí.- Siento discrepar...- Pensó que quizás el francés no conocía esta palabra en su idioma, por lo que la cambió por una forma menos académica.- ... no estar de acuerdo contigo. Tendremos problemas si nos quedamos aquí mientras el alemán pueda irse a avisar de nuestra presencia, eso si no lo está haciendo ya- Disminuyó el ritmo al hablar, sin llegar a exageraciones, para que al francés le diera tiempo a entender todo lo que iba diciendo.

Mientras esperaba algún disparo suelto que indicará, que por suerte para ellos, el soldado alemán no se había ido aun, el teniente estaba intranquilo porque Reynolds aun no había aparecido ante la llamada de Albert. Si tardaba algo más habría que ir pensando en ir a buscarlo.

El mareo fue poco a poco remitiendo. Aún así se sentía desorientado y mareado todavia. La explosión le había pillado muy cerca y tenía suerte de seguir con vida. Se apoyó en un árbol para tratar de orientarse. Estaba en el bosque, a su derecha debían estar la MG y los alemanes disparando a los aliados franceses de la resistencia. Pero no escuchó ningún disparo. Todo estaba en silencio.

El sureño echó un ojo a todos los lados, nada de nada. Igual la granada había acabado con ellos. Pero, ¿qué había pasado con los de la MG? Todo parecía estar en un incómodo silencio... Frunció el ceño mosqueado por la situación e intentó afinar el oído, algo raro pasaba... Otra granada no, por favor... pensó James cansado de moverse de un lado para otro...

Reynolds no escuchaba nada, ni disparos, ni más granadas cayendole cerca, ni gritos, nada. Parecía que la guerra hubiera acabado y le hubiera dejado alli plantado.