Partida Rol por web

Reynolds comenzó a caminar pero entonces escuchó una voz en la lejania. No entendió que dijo y tampoco pudo reconocer timbre alguno, pero supo que aquel no era un ruido cualquiera, era una voz.

El corazón me dio un vuelco y me giré tras escuchar una voz con fusil en mano apuntando de forma intuitiva a donde quisiera procediera la voz. Si no hablaba inglés o francés, el dedo se me escaparía justo en el gatillo.

Como Albert ya habría captado la atención de Anna con su llamada, Daniel sólo se preocupo por llegar a su posición cuanto antes pero de forma sigilosas y permaneciendo alerta para en el caso de que el alemán que rondaba por allí diera con Anna o Albert o con su propia posición acabar con él o por lo menos poder avisarles.

No veían por ningún lado a Reynolds, y aquello cada vez le preocupaba más, pero antes de seguir en su búsqueda debían de reunirse con Anna y saber que había hecho que aun no se hubiera adelantado como había dicho hace unos minutos.

-Anna, ten cuidado creemos que puede haber un soldado alemán por aquí cerca.- Hablo en tono bajo cuando se encontraba a escasos metros de ella.

Anna asiente, saca la automática del bolsillo, la amartilla y mete la mano en el bolsillo empuñándola.

Con la otra mano señala hacia atrás y niega, para indicar que Reynolds no estaba por allí.

Reynolds notaba con su corazón golpeaba fuertemente contra el pecho, se colocó con el rifle apuntando a la arboleda y aguardó.

Una gota de sudor se deslizaba por su frente mientras miraba con angustia a un lado y a otro.

Nuevamente escuchó la voz, provenía del lugar donde anteriormente había caido la granada, y le pareció entender algunas palabras en inglés. No obstante no pudo asegurarlo ya que se encontraba bastante lejos.

Cuando estuvo al lado de Anna, junto al soldado Bennett, le susurró.- ¿Qué te ha retenido aquí?- En realidad no había pasado mucho tiempo desde que se habían despedido, Anna quería adelantarse por su cuenta y ya habían acordado donde volver a encontrarse, pero tampoco era habitual que tomará esa ruta para alejarse del lugar.

No me apetecía ir sola, y por otra parte he oido tiros y he pensado que les vendrían bien un par de manos extra, responde la mujer.

Albert miró a Ana y sonrió .- mejor será que sigamos todos juntos, ahora vamos a por Reynolds, estoy empezando a preocuparme por él, la granada que solté... .-

La respuesta de Anna le pareció la obvia, quizás como él, al poco de separarse, se dio cuenta que su plan para encontrarse tenía muchas posibilidades de salir mal. Aunque algo en sus palabras le sonó extraño.- Por otra parte he oído tiros... Acaso cuando habían decidido separarse no sabía ya que iban a ayudar a unos aliados que estaban siendo superados por soldados alemanes.- Por ahora se guardo su pensamiento para él, y le correspondió a la respuesta únicamente asintiendo con la cabeza.

- No te preocupes Albert, entre todos lo encontraremos.- Siguió manteniendo el tono bajo de voz. Luego, guiando al grupo y con Albert cerrando la fila, ya que era el que mejor sentidos poseía, y por lo tanto sería más difícil que el supuesto alemán que rondaba por la zona los cogiera por sorpresa por la retaguardia, continúo  de forma sigilosa y alerta hacía la posición, que había deducido por los disparos, donde se debía de encontrar Reynolds.

Fruncí el ceño y desandé el camino apuntando con el fusil manteniendo la calma. Si alguien había allí hablando inglés, no podría ser malo del todo...

El teniente vio una sombra andando entre la maleza, con un fúsil apuntando hacía delante y dirigiendose hacía el mismo punto al que iban ellos. Reconoció la figura de Reynolds casi al instante. Y se confirmó cuando al cruzar por unas ramas que tenían menos frondosidad vió el rostro del américano brevemente.

Sin parar, aunque aminorando la marcha, Daniel se giro hacia atrás levemente mientras les señalaba en dirección diagonal hacia delante.- Es Reynolds. Vamos- Continuo el camino que habrían seguido antes del avistamiento, pues James se dirigía hacia el mismo punto, por lo que interceptarlo estaba seguro, aunque hubiera que aumentar algo su paso.

Reynolds se percató de unas figuras entre la maleza que se dirigian desde otra dirección al mismo punto al que él iba.

Albert mejoró su optimismo al escuchar las palabras del teniente, era Reynolds, al fin, ya habían perdido demasiado tiempo allí, tenían que llegar al punto de encuentro lo antes posible. El canadiense siguió con pasos apresurados detrás de sus compañeros.

Mantuve el ceño fruncido en gesto de desconfianza y me intenté acercar por la espalda para asegurarme quienes eran aquellas figuras con cuidado de no pisar ninguna hoja seca que crujiera con mis pasos...

El teniente no quitaba el ojo de encima a Reynolds. En un momento determinado Reynolds miró hacía ellos pero no debió reconocerles, entonces se quedó quieto durante unos segundos y empezó a dar la vuelta, seguramente buscando la manera de sorprenderles por la retaguardia creyendolos enemigos.