Partida Rol por web

Al llegar a aquel bosque inmenso, Elhena empezó a sentirse débil. La ventisca que había parecía drenar sus energías, y no conseguía entender muy bien por qué. Es cierto que nunca había estado en un paraje helado como aquél, pero eso no parecía motivo de sentirse así.

Pero no tardó en descubrir que Flygon estaba en estado similar a ella, y cuando vio a sus dos nuevos enemigos, lo comprendió. Son fuertes dijo, sintiendo cómo su energía mermaba lentamente, como si se fuera con la de Flygon

¿Qué le podría decir a su compañero? ¿Que luchara con todas sus fuerzas? ¿Que dejara que los otros dos pokémon se encargaran de esa situación? Sabía que no aceptaría nada que no fuera una lucha hasta acabar con sus energías, aún así...

No pudo evitar quedarse mirando a su compañero, esperando que tomara una decisión.

Fennekin estaba tan cómoda en los brazos de Fénix. Eso de no tener que caminar la hacía sentirse como una reina, y más después de la victoria anterior. Iba moviendo la cabeza al ritmo de los andares de su humana, feliz de estar con ella.

Al entrar en aquel bosque tan extraño, las orejas del pokemon zorro se movieron, como si estuviera captando algún sonido. La ventisca no la afectaba, de hecho Fénix podía sentir como si fuera una pequeña estufa. Miró a todos lados hasta que encontró a los dos nuevos pokemon rivales.

No te preocupes dijo, dando un salto para caer en el suelo, preparada para el combate. El frío no me hace daño dijo, mostrando los dientes. Tomó aire, y una poderosa llamarada salió de su boca, directa al pokemon blanco.

Decidida asintió con las demás y así seguir adelante.

La marcha hacia la siguiente sala resultó ser un incordio helado, ahora se encontraban en un bosque nevado en medio del complejo industrial. Miró a su compañera con curiosidad, no sabia si seguía en el mundo digital o había entrado a Narnia por medio de una puerta perdida por ahí. Su compañera seguía ahí así como el zorro místico y la libélula-dragón, lo cual fue un alivio, no quería ver a un león parlante que le predicará las buenas nuevas del señor.

En medio de sus delirios absurdos nuevamente fueron emboscados por mas de esos digimon parecidos a zorros, solo había una cosa que hacer:

—Vamos Floette.—dijo a su compañera quien estaba cobijada bajo sus brazos.

Una vez avanzaron un poco por fin habían llegado a la siguiente estancia. Lo cual para el Soberano del desierto fue una horrenda pesadilla: el lugar era un bosque nevado y demasiado frío, el viento que soplaba ya solo le hacia temblar hasta los huesos no se diga tener sus patas pisando la nueve helada. Así se encontró en un lugar donde no podía volar o siquiera estar parado sin ser víctima del frío entorno. Con las alas recogidas, los brazos pegados al cuerpo y tiritando por el frío Flygon mascuyo:

—Maldicion, vámonos de aquí.—dijo para seguidamente estornudar con fuerza —Maldito frío.

Más no pudo seguir protestando, dos Eon's se habían presentado y se lanzaron encima de ellos.

—Miserables.—maldijo—HYPERRAYO

Antes de que los dos digimons que tenían enfrente pudieran reaccionar, Fennekin lanzó una poderosa llamarada hacia el blanco. El fuego derritió el cuerpo de hielo causándole un grave dolor. Fennekin no había necesitado subir de nivel, ni tampoc digievolucionar para acabar con aquel rival. El golpe había sido eficaz y certero, y con la potencia suficiente como para eliminarlo. ¿Eso significaba que los digimons cada vez se hacían más fuertes? ¿O que sus rivales eran cada vez más débiles?

Fuese como fuese, Flygon y Floette unieron ahora sus fuerzas. El dragón pudo sentir como el viento feérico que lanzaba su compañera le recorría todo su cuerpo en forma de escalofrío, pero aún así, fue capaz de soportarlo y un potente impacto seguido del viento feérico, impactaron en Leafeon que lo dejaron terriblemente herido.

El escenario pronto cambió. La ventisca se desvaneció al momento y el bosque, antes nevado y blanquecino, ahora parecía un conjunto primaveral, si no fuera porque sus hojas lucían de un color rojizo en lugar del típico verde de la tierra. Con el viento despejado, al fondo podían ver el siguiente paso. No debía quedar mucho para llegar al final...

Aquello era una verdadera batalla, y Floette lo sentía como tal. Se encontraba cansada de los otros combates anteriores, y quería echarse un sueñecito, y poder comer hasta reventar, pero se dijo que eso no sería posible hasta acabar con aquellos malvados digimons.

Miró a Elen, y se dijo que debía de luchar por ella, que debía de darlo todo por ella, para que saliera indemne de aquel lugar, y pudiera volver a su mundo. Y, si había suerte, ella también podría ir con la humana, y le enseñaría todo lo relacionado con su mundo. Sería un gran final. Estaría muy contenta.

Pero los finales hay que ganárselos, y Floette debía lucha por él.

-Elen tú ten cuidado- le dijo con una voz aguda, advirtiéndola de que tuviera mil ojos-. No te acerques demasiado.

Cuando la niebla cesó, y pudieran ver el escenario, todo había cambiado. Floette pestañeó varias veces, y se preguntó si habría acabado todo, pero no esperó a que nadie se lo dijera.

-Vámonos de aquí- dijo, y tomó la mano de Elen con su pequeña manita-. Sigamos hacia delante.

Con los puños cerrados, y los dientes apretados, Fénix miraba a Fennekin y a los demás digimons preocupada. Esperaba que todo terminara bien, y que los ataques fueran lo suficientemente fuertes como para tumbar a aquellos enemigos. 

Cerró los ojos en cuanto el ataque de Floette se esparció, y, como le costaba un poco respirar, se tapó la cara con las manos. Después, pestañeó un poco, y vio que todo había cambiado.

En un principio pensó que habían sido movidas de lugar, pero después se fijó en que todo estaba como antes. Simplemente que el otoño había llegado.

-Oh- se limitó a decir Fénix, mirando a su alrededor.

Al segundo siguiente es cuando se dio cuenta de que aquellos digimons malvados habían sido derrotados.

-¡Yujuuu!- gritó con alegría, y abrazó de nuevo a Fennekin, feliz-. ¡Muy bien!

Bailó, saltando, dando vueltas sobre sí misma, contenta, y se dijo que ya estaba todo, que lo habían conseguido.

-Sois los mejores- dijo, orgullosa-. Muy bien hecho.

Sin más preámbulos, compartió una mirada cómplice con Elen y Elhena, y asintió, como si no hiciera falta hacer la pregunta. Era necesario continuar.

-Vale, vamos- se dijo a sí misma, y comenzó a caminar, pensando qué se encontrarían en un momento u otro.

Siguiendo a Fénix, el resto de las chicas y sus digimons avanzaron por el único lugar posible. Y entonces, se encontraron con él. 

Él había sido el traidor, el que les había hecho pensar que era su amigo y que a la menor oportunidad los había traicionado y había logrado que se separasen.

Él había sido el digimon maligno que había organizado todo aquel plan y cuyo objetivo había sido el de controlar el mundo digital.

Agh! Dijo molesto. Me habéis encontrado. Agh! 

Qué desgraciada soy. Si habéis llegado hasta aquí es porque mis hermanos no han sido capaces de derrotaros. Dijo preocupado. En fin. Y entonces los apéndices de sus orejas se movieron para provocar una especie de viento que movió varias puertas de la sala en la que se encontraron. Supongo que os sonarán vuestros amigos.

En ese instante, cinco digimons salieron de una especie de jaula, sus ojos lucían rojos brillantes. Era como si algo les estuviera controlando. Muy probablemente esas horribles ruedas negras que aún no tenían muy claro de dónde habían salido.

Seis digimons aparecieron delante de ellos, y Sylveon, apartado de la lucha les gritó una orden muy clara. ¡Acabad con ellos!

Y así, Totodile, Trecko, Swinub, Fletchlng, Magnemite y Larvitar se prepararon para luchar contra los que hacía un tiempo habían sido sus compañeros.

Luego de derrotar a aquellos digimon el paisaje cambio para revelar un páramo otoñal bajo techo. Elen por un instante fue a la hojas danzantes y dio un par de giros mientras daba unas risotadas de dicha por estar en un sitio tan idílico.

—Mira Floete, esto es tan hermoso. Es casi como si esto fuera Narnia.

Fue con su compañera y tomándola entre sus manos dio varias vueltas en aquel escenario, aquel escenario lo ameritaba.

Después de hacer ese acto por fin recuperó la compostura y dijo a los demás:

—Perdonen eso. Bueno ya sigamos.—dijo de forma apresurada con tal de pasar rápido del tema.

Pronto en su avance llegaron ante la mente maestra de todo el complot, el que fingiera ser un guía, un protector, un amigo, Sylveon.

—TU. ¿DONDE ESTA EL ORDENADOR QUE ROBASTE? —Grito Elen, casi perdiendo los estribos.

No hubo respuesta pues se vieron asediados por los compañeros digimon de los compañeros que habían dejado atrás.

—Maldición ¿Hasta a ellos también? No tienes perdón.

Miró a su compañera y le dijo:

—Vamos a hacerlo, tenemos que liberarlos.

La victoria fue aplastante, los enemigos fueron barridos con gran facilidad gracias a un esfuerzo conjunto entre todos.

—Eso les enseñará a conquistar al digi-mundo EON'S.

Esa sensación de victoria era embriagadora, el Soberano podía sentir como todos con cada pelea se volvían mas y más fuertes, quizás pronto ni el mundo los podría detener.

Tocaba seguir y ahí en el fondo de todo estaba Sylveon, el causante de todo.

—Dime Eón ¿Que vas a hacer? Tus hermanos cayeron contra nosotros y el poder de los vínculos con los humanos. Ya no te queda nadie, estas solo, así que rindete.

Flygon dijo esto muy confiado, si bien eran fuertes ahora no tendrían esa fuerza de no ser por que creían en los seres humanos y sus vínculos con ellos. Gracias a su querida Elhen y las demás humanas ahora es que podría estar ahí en la cúspide del todo.

Parecía que no iba a rendir por la buena, usando sus tácticas tramposas ahora usaban a sus compañeros de combate. El Soberano entrecerro los ojos molesto, no quería ir contra sus antiguos compañeros pero:

—Si para vencerte tengo que vencerlos a ellos, QUE ASÍ SEA. HYPERRAYO.

Le gistó mucho bailar con Elen. Así consiguió olvidar todo lo que había pasado en los últimos días. Estar con ella le hacía feliz, y sólo le bastaba un gesto de Elen para ser feliz.

-Yupiii- dijo Floette, girando con Elen.

Sin embargo, todo paró, y tuvieron que seguir hacia delante. Floette habría preferido quedarse allí, bailando y volviendo a ser feliz, pero debían encargarse de continuar.

Todo pensamiento feliz que había tenido se esfumó en seguida cuando vio a Sylveon. 

-Tú, malvado- dijo Floette. 

No podía creerse que todavía estuviera pululando por allí.

-Te vas a enterar- amenazó Floette-. ¡Viento feérico!

Estaba muy cansada, pero también muy orgullosa de Fennekin. Habían derrotado a las malvadas criaturas, y seguían el camino hacia delante, sin descanso. 

Pero fue la figura de Sylveon la que le hizo abrir mucho los ojos, y clavarse las uñas en las palmas de las manos. No podía dar crédito a lo que sus ojos veían. 

-Deberías de haberte ido muy lejos- murmuró Fénix.

Pegó un grito ahogado cuando vio a los digimons conocidos delante de ella, y chasqueó la lengua, enfadada.

- A por ellos, Fennekin- dijo ellla-. Envíalos al agujero del que han salido. 

El combate había sido tremendamente rápido. No sabía si sus compañeros eran ya más fuertes, si la conexión que tenían había crecido o qué había pasado, pero lo importante es que el blanco y el verde habían caído. Al pasar por su lado, sintió pena, pero intentó apartar esos sentimientos. Tenía que concentrarse en el final, no en el camino recorrido.

Agradeció con una sonrisa a Flygon su ataque, así como a los otros dos digimon. Avanzó en silencio junto a Elen y Fénix, intentando averiguar qué les saldría ahora al paso.

Pero tuvo la respuesta antes de poder sopesar otras hipótesis. Allí estaba Sylveon, en su versión más oscura, con ese aura que conseguía que a Elhena se le olvidara todo salvo el asco que le tenía a ese digimon.

¡Al fin te encontramos! ¡Hiciste muy mal en no acabar con nosotros al principio! Eres como los malos de película, ¡ahora somos más poderosos y te derrotaremos! gritó, alzando el puño con gesto amenazador y una mueca parecida a una sonrisa.

Pero como todo buen malo, un as bajo la manga. Y allí estaban los compañeros que habían ido desapareciendo poco a poco. Los seis restantes estaban allí, con sus ojos rojos.

Oh, no...

Esos dos digimon no habrían sido un problema para Fennekin. Se sentía más poderosa frente a ellos, como si viese su punto débil. De hecho, se veía capaz de acabar con los dos ella sola sin llegar a evolucionar. Y su primer ataque contra el digimon blanco lo mostró. El hielo se derritió con su lanzallamas. ¡Y es que había sido tan sencillo! Y, aunque al otro no tuvo oportunidad, la combinación de Floette y Flygon acabaron con el enemigo restante.

Orgullosa, alzó el rabo y continuó hacia delante. Su cuerpo ardiente le pedía más batalla, más enemigos contra los que medirse. El fuego de la batalla la hacía sentir poderosa, y quería conocer sus propios límites

Así, llegaron a un nuevo lugar donde estaba Sylveon. Bufó sin darse cuenta y su lomo se erizó, llevando sus orejas hacia atrás y mostrando sus dientes de manera instintiva.

Te vamos a dar caza dijo entre gruñidos. Se preparó para saltar sobre él cuando descubrió su plan. Sus compañeros estaban allí. Sus ojos se abrieron como platos, hasta que se dio cuenta que estaban siendo controlados.

Recordad que para quitarles el control tenemos que hacerles daño, ¡es la única manera! les dijo a Floette y a Flygon, pero también se lo recordaba a ella misma. Era un mal necesario.

Antes de poder dar órdenes, sus compañeros ya estaban lanzando sus ataques. Hizo rechinar sus dientes. Sin ataques combinados, estaban perdidos. Algunos de sus compañeros podían hacerles daño

¡Flygon, dirige tu ataque hacia Totodile! gritó, antes de que su boca se llenara de fuego y escupiera su poder sobre Swinub

Nuevamente estaban en una batalla campal, lo único distinto era que sus enemigos eran sus propios amigos. El soberano había ido sobre sus enemigos con un potente ataque pero para variar Fennekin iba de mariscal de todos ellos. Entrecerrando los ojos molesto Flygon redirigió su ataque a Totodile.

Solo quería recibir órdenes de su querida Elhen pero como el Zorro había mostrado ser un estratega efectivo por ahora le haría caso.

Sylveon sonrió al escuchar la pregunta del ordenador, pero no contestó ni dijo nada. Pero antes de que pudieran hacer nada ninguno de los digimons que antes habían sido sus compañeros, Flygon lanzó un poderoso hiperrayo golpeando a un par de ellos y dejándolos gravemente heridos.

Después fue Floette la que actuó y lanzó un viento feérico que impactó a todos sus antiguos amigos. Les hizo bastante daño a todos, pero no fue capaz de debilitar a ninguno de ellos. Y entonces, Fennekin actuó. Se cargó de energía y lanzó un fuerte chorro de fuego sobre Treecko que lo debitó como Flygon había hecho con el resto. 

Las ruedas negras que llevaban en el interior de su ser salieron expulsadas indicando que no les habían traicionado, si no que era Sylveon el que los tenía controlados.

Justo después Fennekin empezó a brillar con intensidad, digievolucionando y adquiriendo el mismo nivel que Floette. Ahora se había convertido en Braixen, así que si antes era poderoso, ahora lo era muchísimo más. 

Aún quedaban en pie Swinub, Magnemite y Larvitar, que poseían un cuerpo más duro y habían resistido mucho mejor los ataques. Los tres aprovecharon para combinar sus ataques y golpear con todas sus fuerzas a Flygon. Le lanzaron rayos, piedras y cantos de hielo que le golpearon tan fuerte que lo dejaron muy cansado y sin apenas fuerzas para seguir luchando.*

Así es, ahora se enfrentaban a sus antiguos camaradas. Esto hacia que Elen se mordiera el labio de la ansiedad ya que no quería herir a los digimon de sus camaradas. Verlos así era doloroso, con los ojos rojos y completamente retorcidos por la maldad, haciendolos dolorosos de ver.

Por suerte Floette y los demás fueron sobre ellos y con movimientos potentes derrotaron a varios.

—Eso es Floette, así se hace.

Pero aún quedaban Digimon en pie y estos siguieron dando guerra, a lo cual Elen apretó los puños de la frustración. Impotente de poder hacer algo, ya fuera en la lucha o solo con obtener respuestas Elen sentía que en esos momentos no podía ayudar a su compañera.

Ese golpe fue soberbio, varios ex-aliados fueron barridos por su gran fuerza. Flygon río con orgullo, antes su fuerza era promedio y no destacaba de entre todos los digimon pero ahora barría con ellos como si fueran nada. Claro era consciente de que su fuerza era en parte prestada pero también sentía que gran parte de era de su parte, ese deseo de lucha y esa voluntad de proteger a su querida Elhen era lo que lo llevaron a la cima del poder.

Claro no iba ser el fin, aún quedaban vasallos y estos se fueron sobre el con un ataque combinado. Con el cuerpo rígido y tieso el Soberano del desierto quedó limitado por ese potente combo.

—Maldicion, ¿acaso no pueden pelear solos cobardes?.

Sintió nueva energía en su interior, sintió a Fénix apoyándola. Fennekin empezó a brillar, y su cuerpo se transformó en Braixen. La pequeña zorro había evolucionado, y ahora se sentía más fuerte y más rápida, con mucha más capacidad para vencer a sus antiguos compañeros.

Miró a sus compañeros, sopesó cuál era el rival que más peligro tenía para ellos. Ninguno de los tres parecía suponer nada contra ella o Floette, pero sí para Flygon. El pokemon de fuego decidió concentrar sus ataques en Swinub.

Es hora de acabar con esto, ¡atacad con todas vuestras fuerzas! gritó Braixen, antes de lanzar su poderoso lanzallamas contra el pokemon cerdo

Elhena vio, horrorizada, como las ruedas negras salían del interior de sus antiguos compañeros. ¿Y los humanos que les acompañaban? Se preguntó mientras miraba a todos lados, como si fueran a aparecer de un momento para otro, para atacarles y apresarles.

Pero no era el momento de paranoias. Flygon estaba sufriendo, y sentía que era por su culpa. Se llevó las manos a la boca, para tapar su expresión horrorizada.

¡Flygon, aguanta, tú puedes! ¡Terminaremos con ellos!