Partida Rol por web

No, no te voy a abandonar, soy tu compañero y soy el encargado de protegerte, debes dejarnos a nosotros estos, somos vuestros protectores, ¿recuerdas?

Nunca podría perdonarme con lo que te he esperado que te pasara algo, deberíamos volver con los demás, allí entre todos no vais a correr peligro.

Larvimon se dio cuenta de la piedra.

Eso no le hará nada, debes confiar en mí - dice bajando del hombre y comenzando a saltar hacia donde se encontraba el resto.

Tras empezar a hablar con Treeckymon, Miguel se encontraba cada vez más estupefacto, ese era un mundo que no conocía y aquellos seres eran magníficos, nunca había visto nada parecido y menos aún que pudieran hablar. Estaba decidido a estudiarlos, era la oportunidad que le había estado esperando siempre, por fin podía comunicarse con una planta.

¿Es una planta?

Miguel comienza a escuchar de nuevo el sonido del zumbido de aquella abeja gigante.

Oh no, parece que aquí vuelve. Estad atentos no sabemos por donde va a aparecer.

De forma intuitiva, sobre todo por el tamaño, tomó entre sus manos a Treeckymon intentando protegerlo.

Estas criaturas son magníficas, no puedo permitir que les pase nada.

La hoja de Treeckymon aparta suavemente la mano de Miguel, no quería hacerle daño solo indicarle que no se debía tocar ademas de que no era necesario que le defendiera. Estaba allí para lo contrario de hecho. -Mas tarde tendremos todo el tiempo para hablar. Ahora debo cuidar de ti. Agarra el dispositivo, no se muy bien para que sirve, pero es para ti.

No estaba en su mejor momento para combatir, ni tampoco tenia todas las fuerzas. Pero eran muchos y había encontrado a su persona elegida, no iba a amedrentarse por que un beedrill se acercara a atacarles. Era el momento de preparar las hojas para el combate. -Quedate detrás de mi, vale? Ahora me toca a mi protegerte a ti, no te preocupes, el tamaño no lo es todo.

Viendo como el “pokemon” se movía inquieto, no quería molestarle de mas y lo dejo en el suelo cogiendo el dispositivo que le daba. Le dio un par de vueltas en la palma de la mano pero no vio nada mas que una especie de maquina que no entendía para nada. Eso si, brillaba. -Lo siento, no sabia que me estabas esperando. Si lo hubiera sabido no se si habría venido antes, tampoco tengo muy claro donde estamos. Pero el ruido de la abeja no tardo en poner en guardia a Saya, cogiendo nuevamente su cuchillo y colocandolo en la mano derecha, su mano diestra.

-Vale pequeñín, ahora ponte a mi lado que nos viene algo gordo. Guardando su dispositivo en el bolsillo del pantalón fue indicando a la criatura que se protegiera. -No se muy bien como hacerlo, empezamos a correr de nuevo? Si seguimos asi nos va a acabar atrapando y nosotros cansados. A alguien se le ocurre preparar alguna trampa? No era su estilo, pero tampoco era su elemento de combate, si fuera en el agua aun sabría moverse, pero por tierra sus ideas eran mas bien escasas.

A pesar de que era de los que más rápido avanzaba del grupo gracias a mis pequeñas alas, Fletchmon estaba demasiado preocupado por lo que les podía pasar en el bosque y perdió de vista a sus compañeros, tardó un rato en encontrar por si mismo la salida del bosque guiándose únicamente por el brillo del dispositivo que llevaba agarrado con el pico; todo sería más fácil si tuviera unas grandes alas para sobrevolar el bosque sobre las copas de los árboles.

Cuando llegó todos sus compañeros ya estaban con sus elegidos, buscó con la mirada a su compañero y cuando le vio le dio un vuelco el corazón, saltó hacia él cayendo sobre su pecho para que le cogiera. - Hodlw, zoy Flezcgmon.- se dio cuenta de lo tonto que sonaba y le tendió el dispositivo para tener la boca libre. - Hola, soy Fletchmon, tu compañero y este es tu dispositivo, guárdalo y no lo su...- Un sonido intrigante le paró y miró hacia todos lados hasta que se escuchó un claro zumbido. Saltó de los brazos de Alex y se concentró, al poco tiempo apareció un Beedril. - No puedo permitir que le pase nada, no ahora que le he encontrado-. Saltó con todas mis fuerzas dispuesto a enseñarle que no había hecho bien al meterse con ellos

Estaba hablando con aquella bolita azul llamada Sphemon cuando un zumbido comenzó a resonar por toda la zona, antes de que Bran pudiera siquiera decir palabra varias de las pequeñas criaturas que decían ser sus compañeros "pokémon" se lanzaron dispuestos a alejar el peligro; realmente parecían tener aprecio por unas personas a las que acababan de conocer pero Bran dudó si los pequeños pokémon podrían derrotar a aquella enorme avispa.

Sin saber que hacer Bran se acercó a su ordenador para intentar conectarse a internet y enviar algún mensaje, no sabía ni qué ni a quién, pero si eso seguía así algo malo acabaría pasando. La posibilidad de encontrar internet en ese lugar era prácticamente nula pero tenía que intentar encontrar algo que les ayudara.

Una vez en el suelo, Totomon dio un par de saltos y hasta frotó su mejilla contra la pierna de Nagisa. Estaba muy feliz por su aparición, tenía que cuidarla y protegerla. ¡Llevaba tanto tiempo esperando eso!

Pero el peligro se acercaba, y Totomon podía sentirlo, como todos los demás. Giró su cuerpo y miró hacia el lugar de donde venía el zumbido. Dio unos saltitos para colocarse junto a sus compañeros, los que más adelantados estaban. Y se enfadó, porque otro pokémon quería quitarle su momento con Nagisa.

¡Somos nosotros los que tenemos que protegeros! gritó, acompañando las palabras de los otros. ¡Es nuestro turno, ataquemos todos a la vez y le haremos dar la vuelta!

Elhena notó el zumbido y miró a todos lados, con bastante miedo.

Ese bicho ha vuelto, nos está persiguiendo dijo en voz alta, aunque su intención era pensarlo nada más. Notó una leve caricia en la mejilla cuando Trapmon saltó de su hombro y se colocó delante de ella, para hacer frente a la amenaza.

¿Pero qué haces? ¡Esa cosa es tan grande que te puede comer! gritó, y se acercó hasta su "bolita" para cogerla y protegerla en sus brazos. Pero la detuvo la decisión con la que Trapmon se estaba preparando, moviendo de forma muy graciosa su pelo y preparando su mirada para el insecto gigante que se aproximaba.

¡No lo hagas! ¡Hay que esconderse! ¡Vuelve conmigo! gritó, desesperada, sabiendo que el bicho no tardaría nada en presentarse.

El pequeño Flabmon fue el primero en prepararse para proteger a su protegida, Elen Jhonson, el Beedrill se acercaba y a pesar de que le superaba en numerosos cuerpos, la pequeña bolita con forma de planta decidió que había llegado el momendo de defenderles.

Fennekmon también estaba emocionado porque Fénix estuviera allí, y se colocó junto a Flabmon para protegerles.

Mientras tanto, Iván seguía escondido entre los arbustos y al escuchar al Beedrill llegar, tomó una piedra del suelo para lanzársela. Estaba tratando de preparar algún tipo de ataque para ayudar a sus compañeros a huir, aunque eso supusiese ponerse él mismo en peligro. Pero Larvimon se negó a hacerlo, estaba allí para protegerlo, y se puso a su lado por si en algún momento necesitase su ayuda. ¡Era su compañero y estaba dispuesto a hacer lo que fuera por ayudarle!

Magnemon fue el primero en lanzarse contra la avispa, su cuerpo metalizado brilló por unos instantes y golpeó en un aguijón del digimon avispa. La criatura no se esperaba el golpe, por lo que se desvió ligeramente de su trayectoria para hacer una pequeña vuelta en el aire y arremeter de nuevo contra los pequeños digimons, la diferencia es que ahora ya estaban todos preparados.

Klaus en lugar de dar salir huyendo, decidió tan solo dar unos pasos hacia atrás y mirar de nuevo su ordenador portatil. Esperaba encontrar algo de información en él que les sirviera de ayuda, pero esta vez no parecía que fuera a tener mucha suerte.

El resto no fue capaz de huir, simplemente se quedaron observando a sus compañeros digimons. Querían ver si lograrían vencer a esa avispa gigante, o si al menos la harían huir.

Antes de darse cuenta una esfera con alas y pico se chocó contra él mientras aquel insecto gigante se acercaba amenazante. Él estaba en tensión y el bicho no ayudaba demasiado, le tendió un dispositivo y lo cogió como los demás, lo apretó con más fuerza de la que le hubiese gustado, ya que se quedaron algunas marcas en su mano.

En algún momento aquellas pequeñas bolas pretendían luchar contra un insecto gigante, lo cual a todas luces era algo sin ningún tipo de sentido en cuanto a la potencia de fuego y las proporciones, sin embargo, había que reconocer que no era el primer desafío imposible para Álex, un desafío cargado de novatos. Y al menos la cantidad estaba de su lado.

Puede que todo aquello fuese un sueño, pero todo era tan irrealista que decidió participar de ello del mejor modo que sabía, al estilo yankie: enfrentándose a las cosas.

¡Envolvedlo y atacar por los flancos a las alas!

Ordenó, no sabía bien si funcionaría o no, pero su experiencia decía que todo lo que volaba era una gran ventaja, así que lo primero era hacer que dejase de volar, no disponía de muchas herramientas y sobretodo, de muy poco conocimiento sobre todo esto. Si salía de allí, se juró a sí mismo que abriría una de aquellas dos viejas botellas que acumulaban polvo para celebrarlo...

A pesar de la situación tan tensa que estaban viviendo, Klaus decidió abrir su ordenador para ver si podía obtener algo de información adicional. Pero no hubo suerte, en la pantalla no hacía más que aparecer los datos sobre Beedrill. No había más información, ni tampoco forma alguna de borrar aquella ventana emergente, ni tampoco de minimizarla.
 

—¡No!— exclamó Flabmon, mirando a Elen—. Estoy aquí para protegerte— dijo, casi en una súplica—. Nosotros nos encargaremos. Os defenderemos.

Miró a su diosa con sus ojos dorados, y, tal era su convicción que estaba totalmente seguro de que podía hacer cualquier cosa por Elen. Cualquiera.

—No te preocupes— dijo Flabmon, totalmente decidido—. Estás segura. Estás conmigo. No te voy a abandonar— sonrió, y le brillaron sus ojitos ámbar—. No hagas nada. Yo me encargo, Elen.

Estaba decidido. Se plantó ante su protegida, y miró al bicho haciéndose cada vez más grande a medida que se aproximaba. Sentía miedo, claro que sí, pero no iba a ceder. Nunca. Ni en esa vida, ni en la siguiente.

Contempló a su compañero digimon lanzarse contra el Beedrill, y Flabmon fue después, con los ojos cerrados, preparado para el golpe que iba a recibir en su cuerpo pequeño contra el del Beedrill. 

-Oye, ni que fuera a quedarme atras-gritó al ver a sus compañeros saltar. Pero entonces oyó a Elhena hablar. Se giró, y la miró con ojos alegres y confiados. Sin mediar mas palabra saltó hacia el enemigo, esta vez con mirada agresiva.

Aunque por dentro estaba temblando, eso no es lo que dejaría ver por fuera. Saltó sobre el bicho. Si le preguntaran por que, simplemente diría que es lo que tenía que hacer. Así de simple.

Miró al pequeño saltar directo a por aquel insecto, mientras otros hacían lo mismo. No podía entenderlo. En su interior quería protegerlo, salvarlo de aquel monstruo ella misma. No en todas las historias la mujer era la debil. Una mujer podía pelear. Ella podía pelear. Maldita sea, eso son historias. Baja de las nubes. ¿Que puedes hacer tu? El miedo la consumía por dentro, sin permitirla ni hablar ni moverse. Solo podía ver lo que pasaba, sin hacer nada mas.

El chico rubio estuvo mirando la pantalla de su ordenador, observando detenidamente lo que tenía adelante. Quizás buscando algo. Al poco levantó la vista, señal de que había regresado a la realidad, obviamente no la suya, si no en la que actualmente se encontraba, atrapado con casi total seguridad.

Se percató de que el hombre del sombrero vaquero dio una especie de orden, se tomó tiempo en reaccionar sin saber muy bien que decir o hacer. Finalmente optó por intervenir, tal vez escuetamente, pero era mejor que estar

Cuidado.- Gritó hacia aquellos pequeños seres que luchaban con valentía contra un enemigo más grande.- Evitar los aguijones, son venenosos. Los tres. - Volvió a gritar para hacerse oír dando a entender que aquel dato podría ser vital.

Después se quedó atento a aquella extraña pelea sin apenas pestañear, que parecía sacada de un videojuego, o alguna serie de televisión, sin embargo, la estaba viendo en primera persona. Difícil de creer. Permaneció en silencio, consumido por la incertidumbre del resultado e aquella trifulca.

La pequeña masa gelatinosa que se presentó como Sphemon se lanzó sin titubear contra la avispa gigante. Carecía de pico, alas, incluso de manos, pero no de valor. Y sumando al esfuerzo de sus compañeros estaba seguro de que ganaría, no podía permitirse otro resultado. Tenía a alguien a quien quería proteger a toda costa.

No voy a dejar que le hagas daño. - Su pequeña voz se hizo notar mientras cogió impulso como pudo para levantar su cuerpo y chocar contra el “Beedrill”. 

Quizás no fuese efectivo, a pesar de haber puesto todo su empeño, pero con desviar la atención, le bastó. Quizás fuese pequeño, pero eso no implicaba que no pudiese luchar.

Totomon estaba totalmente decidido. ¡No tocaría a Nagisa, no la haría daño! Enfadándose muchísimo, más de lo que había estado nunca, miró detenidamente a su rival. Quería esperar a que se acercara un poco más, intentar descubrir algún punto débil y atacar allí para que se fuera... Pero no lo pudo evitar. En cuanto vio al primero de sus compañeros dar un salto, hizo lo mismo.

¡Aaaaaaaaah! gritó, como si ese berrido le fuera a dar fuerzas en el ataque. Pero sólo podía pensar en una persona: Nagisa.

No... susurró Elhena al ver cómo Trapmon no la hacía caso y se dirigía a enfrentarse a la avispa gigante. Sus ojos se llenaron de lágrimas, y se llevó la mano a la boca, que estaba temblando. Se le va a comer, se le va a comer... no podía dejar de repetir esas palabras en su mente. No, no podía permitirlo. Tenía que hacer algo, pero qué...

¡NO OS QUEDÉIS AHÍ QUIETOS, QUE LOS VA A MATAR! gritó a los humanos que había allí. ¿Qué más da que pensaran que estuviera loca? No sería ella la que se reprocharía toda la vida que había muerto una criatura peluda por no hacer nada.

Como una histérica, envuelta en un mar de lágrimas, se puso a buscar un palo o una piedra. ¡Algo tenía que hacer!
 

Suelta ya eso - dijo volviendo a ver a Iván con la piedra.

Y viendo a sus compañeros a lo lejos, sabía que él no se iba a quedar atrás, tenía que demostrar cual era el orgullo de los digimons, así que se preparo para el ataque. Sabía que seguramente atacara al grupo numeroso, así que no se esperaría que lo atacaran por detrás. Así que salto hasta donde se encontraba el Beedril y atacó con su cabeza puesta en una única cosa, protegería hasta el final a Iván.