Partida Rol por web

- Parece ser que hemos tenido todos la misma idea, lo que no sé es como podremos llegar allí arriba desde el exterior. ¿Se os ocurre alguna idea gentiles señores?.

Estaba claro que el ladronzuelo se sabía moverse por estas calles como nadie, según ha contabilizado más de seis hombres han ido en su busqueda y de momento, lo único que hemos averiguado es que es muy escurridizo.

Disculpen vuesas mecedes. ¿Han visto a un zagal entrar hace un par de segundos? ¿Por donde marchó?—preguntó Diego mirando en todas direciones

¿Y para que queremos subir? - le pregunté al hombre que me acababa de hablar mientras le echaba un ojo a sus ropas, a primera vista parecía proceder de una familia de dinero. Después volví a fijarme en el ladrón.

El muchacho no tiene alas, solo tenemos que observar, estar atentos a por donde baja y esperarlo en el suelo. Él vendrá a nosotros o lo atraparán los que entrarón en el mesón y que seguro están subiendo a los tejados en este momento.

Por cierto, me llamo Abid. Salam Aleikum.- les dije mientras les tendía la mano

Entró en el mesón a la par que un joven y un infiel, los cuales habían salido tras el ladronzuelo igual que él. Acostumbrando la vista al contraste con el exterior Bermudo entrecerró los ojos para observar todo mejor a su alrededor pero ni rastro del rapaz.

Se acercó a dos hombres que hablaban en el patio dispuesto a interrogarles pero el joven que había entrado cuando él se le adelantó con las preguntas, así que Bermudo esperó la contestación mientras no dejaba de mirar a su alrededor por si descubría por dónde podía andar aquel pillastre.

Se dirigía a mí un hombre, el cual no empezaba muy bien la conversación, ya que ponía entredicho lo que yo había sugerido.
- Me llamó Duran Gómez. Mirando con resentimiento las vestiduras de este nuevo "amigo", el cual aparentaba ser un siervo de alguien. - Siempre puede intentar saltar a otros edificios y con eso ya lo perderíamos de vista, confiemos en que los que suben por el otro lado (si usted tiene razón) consigan darle caza.

Entró despacio, indeciso y al ver a los hombres habló en mal castellano

- ¿Ladrón han visto? - e hizo un gesto como señalando más adelante, en un vano intento por hacerse entender.

Escruto un poco preocupado hacia donde han salido todos corriendo, y espero a ver si descubro algo:

-Espero que no le hagan ninguna salvajada al crio, eso es lo que nos diferencia a las personas de los animales. -respiro profundo, y comento al chico que hay a mi lado- No se si acercrme para ver que está pasando, tampoco soy muy amigo de las aglomeraciones, se ve que en ellas tienes mas posibilidades de que te roben... -comento con voz confidencial-

Ahmed, como si de vista de águila tuviese en los sus ojos, vio cómo el ladronzuelo subía aun tejado en la posada vecina, el Doña Teresa, que estaba inmediatamente al lado del Dos puertas. Subiose al tejado, miró a un lado y a otro (como buscando el siguiente sitio por donde escabullirse a esa altura) y en uno de los instantes miró hacia abajo, con cara de preocupacion, ¿le seguiría alguien?

Yurem también lo ve, pues contempla dónde está mirando Ahmed y se da cuenta.

Los dos hombres, muy sorprendidos al ver que tres tipos se les acercaban (y que portaban armas), tragaron saliva, se giraron hacia atrás mirando para arriba (escaleras arriba al piso superior) y señalaron con el dedo. Y no dijeron más.

Éstos señalaron a las escaleras que teníais al lado del patio del mesón, en un lateral. Recorriendo con la vista el supuesto camino que había hecho el ladronzuelo, según esos dos, habían subido a una fila de habitaciones en el segundo piso.

Tu además te diste cuenta que, en esa fila de habitaciones, una de las puertas estaba mínimamente abierta, y que parecía moverse un poquito, como fruto del vientecillo y la corriente cuando es capaz de entrar en una casa y arrastrar levemente alguna puerta o ventana. El resto de habitaciones se hallaban cerradas...

Mientras a su lado uno más de los perseguidores –otro musulmán- hacía algún comentario timorato, Ahmed arrugó un poco la frente. Casi al momento divisó la figura del muchacho, encaramado a los tejados. Una ligera sonrisa asomó a los labios de Ahmed.

-Es astuto, el rapaz –musitó admirativamente.

Ahora sí era su momento. Al parecer el mozo había logrado despistar a los demás, y si Ahmed lograba cazarle, le arrebataría el botín. Quien roba a un ladrón...

Miró los asideros que ofrecía la pared: argollas para las riendas, postigos, ventanas, grietas... Era en todo diferente a trepar por los cables y las antenas del sambuk, pero se arremangó, dispuesto a seguir al bribonzuelo.

Tu—dijo Diego sdeñalando al árabe— espera aquí no vaya a escaparse.

Diego no tenía problema alguno con los extranjeros...siempre y cuando cumpliesen la ley. Mientras decía eso el hombre subió con largas zancadas las escaleras

Veo a mi compatriota fallar estrepitósamente en su intento de escalada, decido desviar la atención, y le digo:

-Si lo quieres para ti... tendrás que ayudarme.

salgo a la calle gritando con toda la fuerza de mis pulmones:

-¡POR ALLÍ, SE HA METIDO EN AQUELLA CALLEJUELA, CORRED QUE SE OS ESCAPA!

Señalo con le dedo una calle que se desvie desde la que están en estos momentos.

- ¿Pero y quién se había creído el cristiano ese?

No obstante el árabe no se movió, se quedó quieto y asintió con la cabeza. Se colocó frente a la puerta tapándola.

Sí quiere puede trepar por esos los balcones. - le dije a Duran mientras señalaba una dificil ruta de ascenso a los tejados sin dejar de mirar al ladronzuelo de los tejados para no perderlo de vista.

Aunque en el improvabla caso de que caigais, no creo que la bolsa del rubio valga más que la vida de un gentil hombre como vuestra merced.  Como dice el dicho "la paciencia es siempre la llave de la solución"

Simón se llevó las manos a la cabeza viendo a aquellos dos de charla mientras el muchacho correteaba de cornisa en cornisa. No sin esfuerzo consiguió unir un par de palabras a tartamudeo limpio.

- U-u-u-un.. un-a...un-a-rco!!!

Simón braceaba haciendo mímica para que alguien se dignase a tirarle una flecha al chiquillo ladronzuelo. De él haber tenido uno ya le habría tentado.

Ahmed subió a dos barriles que había en el suelo, después a uno de los muchísimos tenderetes de la plaza del Potro (no sin la aprobación y reproche de sus tenderos) y luego a un par de cables hasta conseguir cierta altura en la mismísima fachada del mesón Doña Teresa (si vieniera algún alguacil, el perseguido sería él sin duda, seguramente por escándalo público). Entonces siguió subiendo, pero ya no tenía apoyos suficientes y en una de éstas... ¡ZAS! Su mano resbaló y comenzó a caer estrepitosamente al vació, que no eran muchas varas, pero sí una buena caída...

Mucha gente de la plaza comenzó a mirar cómo Ahmed subía, pues ya tenían la atención puesta en el tema con motivo de la persecución. cuando gritaste esa "treta", todos esos avispados cotillas y curiosos miraron, y tu miraste alrededor para cuántos de ellos se creían la falacia. Por un momento sonreíste, pues todas las cabezas se dirigían (e incluso algún fulano iba a ver si era verdad a paso lento y como otro "curioseo") hacia ese lugar, pero en realidad nadie reacciónaba. Sin embargo, hubo algo que te llamó la atención: un tipo con aspecto fornido, y algo de barba (cristiano al parecer) y envuelto en una capa negra se te quedó mirando cuando gritaste (estaba entre la multitud, muy cerca de tu posición).

Te diste cuenta de ello porque todas las cabezas miraban hacia donde señalaste, pero la suya te miraba a ti, se colocaba su capucha y vuestras miradas se cruzaron un instante. Mientras tu reías por la treta (que había engañado a muchos y les había hecho dudar), el tipo con el que conectaste un sólo segundo (visualmente), te sonrió amablemente, te asintió, y se escabulló entre la gente. Tanto era el bullicioen el Potro que perdiste su pista.

¡¡Entonces Ahmed comenzó a caer!!*

Recorrió con la mirada la hilera de puertas que los dos hombres les señalaban y rápidamente se percató que sólo una de ella no parecía cerrada, al contario la puerta se mecía como empujada por una corriente de aire. Dirigió sus pasos hacia la planta superior con la vista fija en aquella puerta detrás del joven que había hablado.

Cuando llegó delante de aquella habitación y antes de abrir la puerta de un empellón y meter la pata por irrumpir en sitio equivocado, prefirió pararse durante unos breves instantes por si escuchaba algo que le impulsara a entrar, aunque sólo fuera la agitada respiración de un bribonzuelo huido.