Partida Rol por web

El humano se desmaya, pero Alisterel llega a tiempo para apretarle el torniquete que intentaba ponerse en el brazo, tras unos segundos el hombre vuelve en sí aunque está medio grogui.

Angainor se bebe casi todo el contenido de la cantimplora, no recupera mucho, pero lo suficiente como para no tener el penalizador por pérdida de puntos de vida, el traguito que le da al moribundo ladrón no parece tener efecto, es el torniquete que le aplica posteriormente, tras casi un minuto, cuando el alma de este está a punto de partir, abre los ojos. Momentos antes el enano abre la boca de este y ve que si tiene lengua.

Cuando el humano recobró la consciencia intentaba entender lo que el Rohirrim le decía aunque sin mucho éxito por el momento – Gracias, gracias… - decía. Uno de los perros se tumbó al lado de su amo y el otro comenzó a lamerle la cara.

Eadar aplica un torniquete al enano y este va recuperando sus fuerzas con rapidez, sin ninguna herida critica, en pocos minutos de relativo descanso pronto estará restablecido del todo.

Limpio mi espada antes de envainarla de nuevo. Luego bebo algo de agua y se la ofrezco a mis compañeros. Observo las huellas de los caídos e intento ver de dónde han venido. Me interesa ver si hay más pares de huellas que de caídos por si hubiera más en los alrededores.

- Que alguien me ayude a examinar la zona...no quiero más sorpresas por hoy...

Me dedico a examinar la zona para ver si encuentro la presencia de alguna sombra más. Luego registraré los cadáveres de los caídos. 

El fornido humano se desvaneció a manos de Hador, pero Alisterel acudió con asombrosa rapidez, y con la misma velocidad logró que recobrar el conocimiento. Ambos pudieron escuchar su agradecimiento, y el rohir no pudo sentirse más satisfecho. El hombre se encontraba bien, y con ellos allí para tratar sus heridas sobreviviría. Pero ahora estaba preocupado por otra cosa.

Hador se paró y comenzó a escrutar el paisaje en busca de sus amigos. Por suerte, la batalla había acabado en todos sus frentes y todos se mantenían en pie. A la lejanía, no pudo ve el estado del enano, pero si notó como Eadar se le acercaba con premura, y a pesar de estar alarmado, sabía que estaba en buenas manos.

-Ha tenido suerte- dijo, agazapándose junto al gigantón nuevamente. -Los Valar han de quererle como para habernos traído por aquí en este preciso instante. Soy Hador Eoras, de Rohan- se presentó, a medida que el sosiego de una batalla finalizada de manera victoriosa le iba relajando. No perdió el tiempo hablando nimiedades, sino que también se hizo con algunas de sus vendas y continuó tratando al hombre.

Tras el troniquete realizado a Angainor y asegurandome que esta casi en perfectas condiciones y no necesita mas ayuda: Deberiais descansar y reposar vuestras heridas, maestro enano. Eso os hara estar como nuevo en cuestion de un par de horas. Digo mirando en direccion a mis compañeros y con un movimiento de cabeza haciendole entender que descansaria mejor si  nos reuniesemos con nuestros compañeros. Podriais interrogar al caido, cuando recupere la consciencia mejor alli.

Ayudando a cargar con el herido para que no sufra una apertura de sus heridas, me acerco al resto de compañeros. ¿Como os encontrais? Digo pasando la cabeza y reconociendo uno a uno a mis compañeros. Reparo en el hombreton caido pero consciente en el suelo y observo como Alisterel se hace cargo de el perfectamente, solo me atrevo a preguntar, tras escuchar las palabras de Ted: ¿Por donde llegaron? Se que la pregunta en cierto modo es absurda, puesto que vimos llegar perfectamente a alguno de ellos. Es mas, el enano consiuio interceptarlos.

Con un movimiento de cabeza en forma de asentimiento sigo a Ted en su busqueda, brindandole el poco apoyo que pueda darle.

"- No deben alarmar mis heridas, pues la sangre vuelve y las cortadas cierran- contesté a Eadar-. Igualmente... gracias- agregué haciendo una leve pausa aunque diciéndolo de manera sincera".

Luego de aplicarle el torniquete, descubrí que mi pensar estaba errado... por suerte para nosotros, aún podía brindarnos información. Dejé el cuerpo del individuo en el suelo y me levanté para acomodar mi golpeado cuerpo.

Sin embargo, al instante advertí que el hombre despertaba. Tomé con fuerza la maza y apunté la misma al rostro del caído, dándole a entender con ese simple gesto que cualquier movimiento que intentara podría ser el último.

"- Inútil es que busques armas, pues me he encargado de quitarte todas. Agradecería... para tu bien... que mantengas los brazos alejados del cuerpo- le dije-. Ahora que estamos más tranquilos, quiero me digas de inmediato quiénes son, de dónde han venido y por qué han atacado al hombre- le ordené con grave seriedad en mi rostro".

Por suerte, llego a tiempo para asistir al pobre hombre. Una vez se espabila luego de perder por unos instantes la conciencia observo cómo los perros se acercan, no me acerqué más a su amo, no sabía cómo podían reaccionar aquellos animales si creían que su amo estaba amenazado.

¿Se encuentra bien? - dije al hombre un poco inseguro de qué decir - Mi nombre es Alisterel Tharosar, ¿Por qué le han atacado de esta manera?

Ted recupera sus fuerzas e inspecciona el lugar, no parece haber nadie más, la llamas parece han dado buena cuenta de los muebles de una habitación y comienza a extinguirse lentamente.

El gran humano con forme pasan los segundos va recuperando su consciencia ayudado ahora por Hador – Gracias buena gente, me llamo Gabbon, avergonzado me encuentro pues muchas batallas he librado y jamás estuve tan cerca de la muerte como ahora, dejad que recupere las fuerzas y os ofreceré la hospitalidad que ustedes se merecen…

Respondiendo ahora a Eadar – Difícil decir, la verdad es que me sorprendieron, primero llegaron por el jardín y cuando preparé la defensa en la parte de atrás de mi mansión, junto al embarcadero, otro grupo de asaltantes me esperaba ahí

Y a las preguntas de Alisterel – No, no me encuentro bien… - por un momento pareció cabreado por la pregunta, pero se controló pues al fin y al cabo os debía gratitud – No sé que querían, no les pregunté…

El ladrón que recupera el sentido en las manos del enano, abre los ojos como platos – No.. no… - se quedó mirando la maza – nada… bueno… - pareció adoptar cara de resignación – robar… ¿Qué íbamos a hacer? – el humano intentó levantarse

Me acerco a mis compañeros y les digo:

- Nadie en los alrededores...parece estar despejado pero mejor que nos andemos con ojo...

Guardo mi espada y miro al ladrón que hemos atrapado. No le espera nada bueno, en estas tierras se solía colgar a los ladrones.

Creí que había algo raro en esto... A veces es mejor dejar las conclusiones para el final.

Hador se vio algo contrariado al oír que todo se trataba de un simple, aunque brutal asalto. Por alguna razón, aquellos asesinos le parecieron inhumanos, como si los guiara una fuerza intangible que ni ellos mismos lograban descubrir. Pero todo se trataba de un simple robo.

Agazapado junto a Gabbon, alzó la vista hacia el hogar en llamas. Estas iban desapareciendo, pero el daño en la casa era irreparable. -Creo que ya no puede quedarse por aquí, Gabbon- sugirió, aunque sin llegar a proponerle nada, ya que prefería consultarlo con sus compañeros antes.

Con una tranquilidad alarmante, pues hacía tan sólo minutos que desataba su ira sobre los ladrones encapuchados, profiriendo gritos y asestando tajos mortales, Hador se irguió. Se acercó a su montura y le acarició la trompa, como festejando haber salido victorioso en la batalla junto a él. -Estiraré las piernas ahora- le susurró con un dejo de cariño, para luego alejarse de la escena y acercarse a la casa.

Tampoco encontré nada por allí. Indico satisfactoriamente. Parece ser que el peligro ha pasado. Alejando a Alisterel del lugar le comento. Será mejor que le llevemos a un lugar dónde pueda descansar y reponerse de sus heridas. Le digo dándo a entender que el fuego, aunque va apagándose poco a poco impide que el hombre se sienta tranquilo en su propio hogar.

Parecía que no era momento de hacer preguntas, al menos hasta que el hombre recupere fuerzas, por lo que guardo silencio y comienzo a observar. Seguidamente busco algún recipiente de dimensiones considerables para poder apagar las llamas. Por agua no será, pienso mirando al muelle.

"- Trata de levantarte y aunque sea sólo un intento voy a destrozar tu cráneo como si fuese una simple fruta. Mucha sangre de orco corre por esta maza... no oses probar mis palabras- le dije con seriedad al ver lo que intentaba".

Observé el rostro del hombre, sus facciones, para intentar percibir en ellas aunque sea alguna característica que pudiese decirme de que región provenía. Tal vez los viajes que cuando joven realizaba con mi padre, me darían alguna pista o ayuda.

"- Aún falta que me respondas quién diablos son y de dónde han venido... hueles a rata traicionera de Dol Amroth... ¿o me equivoco?- le expresé con sorna-. Habla ahora y no escatimes palabras... incluso dime quién es tu jefe...- agregué ordenándoselo a cada momento".

Gabbon parece reticente a abandonar su hogar pero de momento mira de casa de reojo, tras unos minutos de reponer fuerzas se levanta para acercarse a donde está el enemigo al que interroga Angainor - ¡Habla maldito bastardo!

El enano impide que el ladrón se levante, parece cada vez más atemorizado -  Pero si hablo, me matarán, me matarán… y ustedes también me matarán, que mas da lo que diga si voy a acabar muerto igual…

Gabbon le mete un puntapié al ladrón y este parece que comienza a hablar – Hay un lugar… tenemos una base… ¿Me dejarán vivir si lo cuento? - miraba nervioso a las caras de los que le rodeaban

Angainor que examina la facciones del ladrón le resulta bastante común con las gentes de estos lugares, quizás dunledino, no parece extranjero de lejanas tierras

Iva a responder a Eadar cuando el hombre se levanta y se dirige hacia Angainor, quién estaba interrogando al ladrón. Dejo al dueño del hogar y al enano con su "labor", no me agradaría participar de aquello, aunque reconocía que podía rendir frutos.

Observé el fuego que ya se estaba extinguiendo y me pregunté si haría falta el buscar algo para ayudar a que las llamas se detuvieran por completo. Gabbon no parecía muy preocupado por perder alguna posesión, o bien ya las daba por perdidas...

Escucho a la sombra contar que quiere vivir. Normal, nadie quiere morir y más si tienes la certeza de que eso ocurrirá dentro de poco. El pobre ladrón está sentenciado, si no somos nosotros será el dueño de la casa y si quiere puede echarlo a los perros y eso sí que sería una muerte dura y terrible.

- Mejor será que hables, es tu única posibilidad de seguir con vida...

Mi voz es firme y creo que captará la idea de que pasará si no habla. Podemos protegerlo de sus amigos pero aún así su futuro pinta negro oscuro.

Hador se iba acercando a la casa, con el objeto de extinguir el fuego de una vez. A medida que avanzaba podía ver que las llamas habían casi desaparecido, y la mayoría del incendio era nada más que los restos humeantes de aquella sección de la casa.

Ha tenido suerte. El fuego es inclemente.

Desvió su marcha hacia Angainor, cuando notó que tenía un prisionero. Con la expectativa de sacar en claro las razones de tal ataque, aunque con más sed de justicia que otra cosa, el rohir apresuró sus pasos hacia el enano, alrededor del cual se iba formando una ronda. Llegó a tiempo para ver como Gabbon le propinaba un puntapié, y Alisterel se alejaba asqueado por la tortura.

Si bien Hador era de corazón noble y bienhechor, detestaba las fuerzas oscuras con todo su ser. Aquel no era más que un bandido, pero sus actos eran iguales que los de cualquier orco pestilente, por lo que cualquier maltrato hacia su hedionda persona estaba justificado para él.

También sintió cierta emoción. Si el bandido hablaba, tendrían la ubicación del infame líder de los ladrones de aquel camino. Hador ya podía sentir su hacha hendir la carne de los injustos.

Fijé mi vista en el rostro del delincuente, en su expresión apesadumbrada y a la vez resignada al saber que su destino era difícil. Levanté un poco mi arma para alejarla unos centímetros del pecho de aquel hombre y me dirigí a él un poco más sereno.

"- Sabes que no estás en posición alguna de exigir nada, y aún así lo haces. Tu miedo a tus compañeros es muy grande... al parecer no escatimarían esfuerzos en darte la espalda por cualquier cosa- le esputé con una aire de leve comprensión-. Yo Angainor, hijo de Herugond, aquí prometo no dañarte si así es como deseas hablar. Pero ten en cuenta que ni bien te marches, tu camino será hacia el norte, sin excusa alguna... o este trato se verá roto. Ahora habla, tienes mi palabra, la cual es más fuerte que el mismo acero- le dije con firmeza".

Observé al corpulento hombre que ayudamos y que en ese momento mostraba su justificada ira contra el individuo. Miré a sus ojos, tratando de hacerle entender que debía cesar en sus actos. Lo mejor sería esperar a que el joven hable de una vez.

Alisterel y Hador se acercan a la casa para comprobar los destrozos del fuego, una habitación ardió por completo, pero por suerte esa habitación está separada del resto del edificio por un pasillo que hizo de cortafuegos. No parece haber peligro de que el fuego se reavive de nuevo.

El resto del grupo se aglutina en torno al enemigo capturado, sin duda alguna Angainor es el que resulta más convincente para que al final el ladrón hable, su promesa de libertad lo ha convencido, aunque sigue atemorizado – Tenemos una base, hay un lugar al sur de dolm amroth, a unos treinta kilómetros, sobre una colina, allí es donde está nuestro jefe, él es que nos dice que tenemos que hacer…

Aunque no miraba la escena que tenían armada los otros con el bandido, no estaba del todo desentendido, suspiré un poco más aliviado al oir que el ladrón propinaba algo de información útil y que no pretendían matarlo a sangre fría, al menos Angainor no lo haría...Por otro lado, seguramente Hador querría ir a encontrarse con este líder de los bandidos y hacer otra sangrienta batalla...Tragué saliva y desvié mis pensamientos.

Me limité a aspirar el aire impregnado del olor salado del mar y a observar las menguantes llamas...

Ha tenido suerte - me dije a mí mismo observando la habitación que había sido reducida a cenizas - Podría haber sido peor...mucho peor.

Dirigí mi mirada a Gabbon, el hombre no decía palabra y dejaba al enano el "interrogatorio".

Tienen una base fija, eso es que deben ser bastantes más que estos. Además me da que el jefe no estaba en esta refriega, si es de los listos se quedará en la base por si hay problemas. Cerca de Bree tuvimos bandidos similares, escondidos en los bosques cercanos que atacaban caravanas de mercaderes. Robaban sólo una parte de lo que estos llevaban para permitir que pudieran continuar el viaje y nunca mataban aunque me da que estos no son de ese estilo. Estos matan a las primeras de cambio.

Miro al bandido y le pregunto:

- Muy bien...pero nos gustaría conocer más datos...¿cuántos sois?...y...¿quién es vuestro jefe?

Si conocemos en nombre del caudillo de estos ladrones nos será más fácil preguntar sobre él y además necesitamos saber su número, si son muchos será preciso que avisemos a la guardia de Dol Amroth ya que sería una locura lanzarse a por ellos siendo tan pocos, aunque no nos va mal en las peleas por el momento hemos salido con vida en nuestros únicos dos enfrentamientos...