Partida Rol por web

Chuleta para los que sabeis qunari:

Karasaad: Se le llama a una pequeña unidad de guerreros.
Karashok: Se le llama al capitán de un Karasaad.
Karasten: "Guerrero".
Viddathari: Se le llama a un no-qunari convertido al Qun.

—No —admitió Gabby—, sólo soy una estudiosa enamorada de vuestra cultura.

Gabrielle dedicó al qunari una sonrisa almibarada. 

—¡Pero no es preocupéis! Entiendo lo que pasa, trataré de explicárselo a mis compatriotas e intentaremos hallar una solución que satisfaga a todos, ¿de acuerdo?

Gabby giró sobre sus talones haciendo revolotear las faldas.

—Eh, a ver cómo os lo explico. El kossith... —empezó a decirles a los guardias, pero viendo cómo había sido la reacción de sus compañeros vio que iba a necesitar un lenguaje más de andar por casa por mucho que le fastidiara no ser precisa—, el qunari que os habéis encontrado vosotros ya no es un qunari, sino un tal-vashoth, que quiere decir que no sigue el Qun, que es su religión. 

La religión es muy importante en su cultura. Aún más importante que la Iglesia del Cantar en Orlais, ¿vale? Y el caso es que él no sólo ha abandonado la religión, sino que ha matado al capitán de su unidad, y claro, ellos buscan justicia desde su código.

Gabby hizo un gesto de inseguridad.

—¿Se me ha entendido más o menos?

-Lo matan por traidor -zanjó Derek-. Muy bien, ¿dónde está el problema? Que hagan lo que quieran. Son qunari. Mientras se maten entre sí y no ataquen una aldea, da lo mismo. Deberíais dejar que siguieran sus dogmas o sus designios divinos, o lo que quiera que sea eso. Lo único que me queda claro de los qunari es que son muy tozudos. En el buen sentido.

Un qunari muerto, otro vivo. A Derek le daba igual. Lo único que quería es que Gabby dejase de jugar a ser un blanco humano y cumplir la misión, y después ya se vería.

Había conocido gente culta en su vida, pero esa joven maga podía ridiculizar a casi todos. Por lo visto había más que magia y hermetismo en el círculo, aunque para alguien de pueblo como Sion esa chiquilla era difícil de entender a veces, en cualquiera de los casos estaban atrapados en una estúpida cuestión de orgullo en el único maldito paso que había, y esperar a que expulsaran a esos qunari era poco halagador, por no pararse a considerar que inevitablemente sería muy violento.

Era difícil encontrar una solución que convenciera a los dos bandos, así que lo único que podía intentar era cambiar el enfoque de uno, y dado su nulo conocimiento de los qunari tocaba intentar capear el temporal con el guardia.

- Nadie duda que haces un buen trabajo, pero si nos paramos a pensarlo con frialdad podemos llegar a la misma conclusión, este tal-vashoth, qunari o lo que sea tiene estas cualidades: es un asesino, es un proscrito, es un hereje y un desertor. Me parece que el trabajo no es lo bastante remunerado para defender a lo "mejor" de cada casa.

Este es el único paso sin tener que dar un rodeo que haría perder incontables días. No he visto un qunari en mi vida, pero parecen tomarse las cosas tan a pecho como un enano, me parece que esta comitiva no se va mover del puente salvo que un rayo lo fulmine e incluso en ese caso tengo mis dudas.

Todos saldríamos ganando si este tal-vashoth es dejado en manos de su gente, su religión y sus leyes. Solo pedir humildemente que hagan lo que hagan sea bien lejos y a ser posible que el puente quede despejado.

Si yo fuera un proscrito de Orlais, Kirwall o donde sea tendrías que entregarme a las autoridades pertinentes. Esta situación aunque es extraña se parece bastante al ejemplo. -

Los guardias escucharon a Gabrielle y terminaron asintiendo con una expresión entre extrañada por el hecho de que aquella chiquilla supiera tanto y asombrada por el mismo hecho. Lynn sin embargo puso los brazos en jarras y le frunció el ceño a Derek con una mezcla de estupefacción y enfado.

—¡Ese es el comentario más egoísta y más frívolo que he oído en mi vida de boca de un templario!

Lynn: Rivalidad +5 (Derek)

El guardia más veterano miró al grupo de arriba abajo.

—Messere, con todos mis respetos: Si dejásemos que cada uno siguiera sus "designios", los caminos estarían llenos de cadáveres porque cada uno podría acusar a quien le diese la gana—dijo con formalidad a Derek. Luego señaló al supuesto traidor con la lanza sobre la que se apoyaba y se dirigió a Sion—. No tengo nada en contra de sus costumbres pero mientras se encuentren en Ferelden, deben cumplir las leyes de Ferelden. Y aquí si alguien es acusado de algo, responde ante la ley, no ante una turba enfurecida.

 - Te persiguen. Te dan caza.

 Sabes el motivo. Pero a pesar de todo, no quieres huir.

 Contradictorio.

 Le dijo Dreren al Tal-vashoth.

 - Las palabras no te servirán. Porque ellos han nacido para darte caza si ese es el cometido que han de llevar a cabo.

 Y por mucho que trate comprenderte, dirás que no puedo llegar a entender lo que sientes. - Profetizó en una exposición de un hecho que podía no ser del todo cierto.

 - Sin embargo, yo estoy en la misma situación. - Le confesó sin miramientos. El era un mago del círculo, si quisiera ser libre, tendría que matar. Y si mataba, todos le perseguirían.

 - De poco sirve que digas que eres inocente o que no. Eso ya está decidido de antemano.

 Pero igual que encontraste una forma de renunciar a lo que denominas tu naturaleza, debe de haber otra de salvar la vida.

 La vida...fuese la de un qunari o no, era importante. Incluso la vida de un asesino lo es. ¿Debía creer lo que decían? o..¿debía justificar sus actos por la represión a la que se había visto sometido?

 - No la has necesitado hasta ahora. Pero creo que ahora, necesitas ayuda. - Le ofreció. Tendiendole algo más que la oportunidad de ser libre, como...lo considerase.

 No deseaba que comenzase a pelear...por eso miró a los otros qunari.

 - Vuestro cometido es darle muerte. - expuso - pero ¿y si ya estuviera muerto cuando dieseis con él? ¿si otro se encargase de la empresa de la que sois responsables?

 En manos de la guardia, está condenado.

 Su muerte no tardará en llegar. No estareis fallando a vuestro cometido, sólo siendo prácticos. Seguro que hay muchas cosas de las que debeis haceros cargo.

 Será juzgado y condenado por sus crímenes. Y evitareis que estos guardias, y los presentes, vayan en contra de su naturaleza.

 En ella está.. - y miró de soslayo a Lynn, con cierta admiración, como debían de mirarla los qunari - el deseo de proteger a los demás.

Karasten se quedó mirando a Gabrielle largamente, como si en vez de una respuesta corta a su pregunta, la maga hubiese dado todo un discurso. Su expresión era indescifrable.

—Inesperado.

Fue lo único que dijo finalmente.

Nolan, que permanecía a dos metros sentado en el pescante de la carreta, levantó un brazo como quien pide la vez para hablar.

—Eh. No me entero ni de la mitad desde hace un buen rato pero... ¿a nadie se le ha ocurrido preguntarle al tipo ese por qué mató al nosequé-shok o como se llame?

El Tal'vashoth permanecía en silencio durante toda la conversación, no decía nada por defenderse, ni tampoco parecía tener intención de huir a la mínima oportunidad. Es más, ni si quiera cruzaba los brazos en actitud desafiante o algo así. Simplemente estaba parado tras los guardias, observándolo todo como quien escucha un relato ajeno.

Cuando Dreren se acercó, no obstante, sus ojos del color del aceite se posaron sobre él, inspeccionándolo. Dejó hablar al mago sin decir una sola palabra o hacer un solo gesto de asentimiento o negación que confirmara su acuerdo o desacuerdo con él, y aun cuando éste acabó, siguió mirándolo. Siguió mirándolo durante casi diez intensos segundos hasta que finalmente desvió su vista a Gabrielle y luego volvió a mirar a Dreren.

—Basalit-an—sentenció. La voz del Tal'vashoth también era grave y profunda pero carecía de la inquietud de alguien que se está jugando el cuello, era sorprendentemente templada—. Soy culpable porque maté a nuestro Karashok. Pero soy inocente porque no puede matarse a alguien que ya está muerto.

Lynn pareció no percatarse de la mirada de Dreren, o si lo hizo, lo disimuló rápidamente. Cuando el Tal'vashoth habló, se inclinó para susurrarle a Gabrielle con una ceja enarcada.

—¿Esta vez puedes traducirme tú qué porras se supone que quiere decir eso?

—¡Hacedor, los magos hacéis milagros!—exclamó el guardia más joven enarcando las cejas—. No ha querido decir nada en su defensa durante todo este tiempo.

El otro guardia se mesó el bigote.

—Si es que eso es algo en su defensa, que no me ha quedado muy claro...

—Como sea, a mi me vale con que este quinteto de gigantes dejen de mostrarse tan hostiles.

Karasten curvó su abultado ceño en algo que debía de ser un arqueamiento de ceja. Viniendo de alguien tan hierático como un qunari, aquello era todo un despliegue de emociones.

—Hostiles—repitió—. Qué extraño lenguaje hablas. Si estuviéramos siendo hostiles estaríais muertos en el suelo.

La frase no sonaba a amenaza, sino con la misma monotonía lógica que cualquiera de las anteriores. Karasten miró a Dreren.

—Propones que las leyes de este reino se hagan cargo de las obligaciones del Qun—dijo más a modo de afirmación que de pregunta—. ¿Debemos confiar en que las leyes de un reino que deja a los civiles hacer el trabajo de la guardia se cumplan?

Acto seguido giró la cabeza astada para mirar de nuevo a Gabrielle.

—Eres Basalit-an, conoces nuestras costumbres. Y conoces las vuestras—añadió—. ¿Podéis afirmar que dejar que vuestras leyes juzgen al Tal'vashoth no cambiará el destino que para él elige el Qun?

Descruzó uno de los robustos brazos que tenía cruzado sobre el pecho para hacer un ligero ademán hacia Dreren, como indicando que él también estaba incluido en la pregunta. A fin de cuentas, había sido él quien la había desencadenado.

Chuleta para los que saben qunari:

Basalit-an: Se llama así a un no-qunari que posee una cualidad digna de respeto (lo cual no significa que ÉL tenga el respeto del qunari que lo ha llamado así, sólo que éste respeta dicha cualidad)

Gabby frunció el ceño ante lo que habían dicho Sion y su hermano. ¿De verdad el entrenamiento lo había endurecido tanto? Hablaba de dar muerte con una facilidad escalofriante.

En cambio, sonrió con la intervención de Dreren. La cosa se ponía cada vez más peliaguda, pero el mago parecía dispuesto y perfectamente capaz de ayudarla. Suspiró de alivio.

—¡Yo que sé, Lynn! —le murmuró a su amiga nerviosamente—. Nos lo tendrá que explicar él.

Cuando el karasten la llamó basalit-an, se sintió profundamente halagada. Eso no significaba que al siguiente momento no fuera a despedazarla con los brazos desnudos si así se lo proponía, pero los qunari no eran precisamente dados a los elogios de ningún tipo. Y menos a humanos que no profesasen su religión. Se sintió obligada a corresponder ese respeto. Hubiera sido muy fácil prometerle al Karastan que ejecutarían al tal'vasoth. Quizá podría haberle convencido para que se marcharan y lo dejaran todo en sus manos. Pero primero, no podía traicionar el respeto que habían depositado en ella. Y segundo, quizá aquel kossith era inocente después de todo. ¿Quién era ella para condenar a un hombre? Su magia curativa no era lo suficientemente fuerte como para resucitar a los muertos, no podía tomar una decisión así a la ligera.

Gabrielle hizo un acopio de fuerza de voluntad y alzó la cabecita para mirar al karasten a los ojos. Era enorme. Más grande y probablemente más fuerte que su hermano. Tragó saliva y se encomendó al Hacedor y a su profetisa Andraste.

—No, no puedo afirmarlo. Si lo hiciera, te mentiría y no deseo hacerlo. Nuestras leyes son distintas a las vuestras, aunque desde luego un asesinato es algo muy grave: estoy seguro de que todos queremos que se haga justicia —miró al Tal'vashoth—. Aunque para ello tendríamos que determinar primero si el tal'vashoth es culpable de asesinato. ¿Has dicho que ya estaba muerto? ¿A qué te refieres exactamente?

 Delicado....

Demasiado para mi gusto.

 El lirio de su rostro brilló como una marca en el espíritu realizada por el Qun, con fuerza propia, casi..con voluntad propia. Sus ojos dirigían su mirada al Tal'vashoth, una mirada a los ojos, igualando su inexpresión. Debía encontrar la manera de mirarlos de forma que ambos gestos se parecieran...mas sólo conocía una mirada lo suficientemente poderosa como para hacer frente a un qunari. La mirada de despotismo, o de independencia del Señor Keefles. Debía encontrar un término medio entre la propia y la del familiar.

 Mientras, Wish se mantenía quieto, observando, listo para dar consejo si fuera necesario. Por ello, estuvo a punto de asomarse al cuello del mago, pero no lo hizo.

 - La batalla sería cruenta. - le contestó con serenidad ante su hostilidad. No deseaba provocarlo. - Y la victora no tan clara.

 No se apocaba, no se amedrentaría ante los qunari, por eso defendía las capacidades de su guardia, de su grupo, de sí mismo.

 - Pero no se ha dado el caso, ni se dará. - aclaró tratando de ser lo más sabio que había sido nunca...almenos nunca había estado tan cerca de crear un conflicto entre pueblos. Aquello eran qunaris, no abominaciones.

 - Si este qunari - no se refería nunca a el como Tal'vashoth, aunque no por temor, él sabía que era un Tal'vashoth para los demás qunari, y Dreren también lo sabía, pero Dreren, no lo admitía. - es un asesino, habrá una prueba de su asesinato.

 De otro modo, si no lo es, vuestro cometido iría en contra de vuestras creencias y os convertiríais en Tal'vashoth, repudiados.

 Ya que cometeríais los mismos actos que os llevaron a juzgarle a él. Y otros, como vosotros, Karasten, os buscarán.

 Pero no se harán preguntas. Actuarán.

 Así, el Qun caerá. Pero si la victoria está en el Qun, - instó con amabilidad - nos llevareis hasta el cadaver de vuestro Karashok, y si los hechos confirman que él es Tal'vashoth, no se negará a aceptar su destino. Porque sabe, que esa es su naturaleza.

 ¿Qué podía llevarle a ir en contra de su naturaleza sino? La victoria está en el Qun, decían...en cualquier caso, si accedían a desplazarse, podrían despejar el paso, aunque Dreren tuviese que ausentarse durante un rato, esperaba que no en solitario...tampoco tenía demasiadas ganas de exponer demasiado tiempo a Gabrielle y Lynn. No podía confiar en los Qunari, porque los qunari no se guían por esos preceptos...

—¡Parshaara!—bufó uno de los qunari de atrás—. Mató a nuestro Karashok delante de nosotros. Hablas del Qun sin pensar, juzgas el Qun sin saber ¿Por qué debemos aceptar y demostrar cosas a alguien que desconoce cómo éste rige a los suyos?

El Tal'vashot no pareció alterarse. En lugar de eso, miró largamente a Gabrielle como si la estuviera analizando. Tal vez debió ver lo mismo en ella que Karasten porque el caso es que le respondió.

—Me refiero a lo que he dicho—contestó con la pausada calma de quien acaba de decir algo que es pura lógica—. Quien no tiene espíritu, está muerto. Quien no tiene espíritu, no está vivo, aunque su cuerpo se mueva y hable. El espíritu de nuestro Karashok ya había dejado de existir antes de que mi espada acabase con su cuerpo.

—Por Andraste, eso ha sonado todavía más alegórico que algunos de los versos del Cantar...

Karasten hizo un gesto con la mano, levantando dos dedos juntos. Aquello provocó que el creciente descontento de los otros cuatro qunari que estaban con él cesara de golpe.

—Ignoras pero no niegas—dijo a Gabrielle como si todo lo demás careciera de merecer su interés o algo así—. La verdad es un peso que pocos son capaces de llevar sobre sus hombros sin sucumbir. Los qunari respetamos eso.

Hizo un ademán entonces con la palma para volver a señalar al Tal'vashoth.

—Pero nos pides que dejemos a quien ha dado la espalda a los suyos y al Qun en manos de leyes extrañas. ¿Por qué?