Partida Rol por web

—Panahedan, Karasten —se despidió Gabrielle, respirando tranquila cuando los vio marcharse sin que hubiera pasado nada nuevo.

Agradeció que fuera Dreren quien hablara con los guardas. Notaba en la boca el sabor amargo de la hiel. Iba a tener que irse a vomitar a cualquier rincón de un momento a otro. 

—Voy a necesitar que me acompañes a sujetarme el pelo —le murmuró a su amiga—. Pero antes...

Tiró de su amiga para que la acompañara a ver al Tal'Vashoth.

—Yo... lo siento mucho. Sé lo importante que es para vosotros el Qun, y puedo figurarme qué es lo que sientes ahora. De... de veras que siento que hayas acabado siendo expulsado. Ojala pudiera haberlo hecho de otra manera. Si hay algo que pueda hacer por ti, sólo tienes que pedírmelo.

—¿Eh? ¿El pelo?—Lynn parpadeó—. ¿Por q... ¡ah!

En lugar de terminar la frase, dio un pequeño traspié y siguió a Gabrielle.

El Tal'vashoth observó a la pequeña maga con una paciencia que sólo las piedras podrían imitar. De hecho se quedó tantos segundos mirándolas que Lynn empezó a sentirse incómoda y carraspeó. Aquello pareció provocar que el gigante finalmente hablara (o simplemente dio la casualidad de que en ese momento le dió la gana de hablar)

—Extraño—dijo—. Te lamentas de lo que no es en lugar de valorar lo que sí es.

—¿Es necesario que todos los qunari hablen en clave?—murmuró Lynn a Gabrielle con un cómico gesto de agobio

—No puedo lamentar lo que ya no soy—continuó el Tal'vashoth—. Y tú no puedes encontrar mi camino, debo hacerlo yo para volver a ser. Pero a partir de ahora eres Basalit-an también para mí.

Al parecer, en un principio sólo había englobado a Dreren y aquello acababa de extenderse, fuera lo que fuera aquél término.

El guardia joven pareció preferir dejarle las conversaciones medio en Común medio en Qunari a la maga y se dirigió a Dreren.

—Supongo que sí. En lo que a nosotros respecta si nadie le acusa de nada, este tipo no ha hecho nada. Así que es libre—dijo encogiéndose de hombros. Luego se rascó la nuca con gesto de disculpa—. Y en cuanto a la pregunta... lo siento mucho, messere, pasan tantas personas de camino a Lothering que podría haber visto docenas de muchachas pelirrojas.

—Es sólo que... bueno, da igual. Me alegro mucho de que pienses así —Gabby le dedicó una dulce sonrisa—. Buena suerte con tu nuevo viaje.

Se despidió de él con un cabeceo y le pidió a Lynn que la acompañara un poco más lejos.

Se agarró las tripas.

—Creo que voy a vomitar —confesó a su amiga.

Para su conocimiento limitado aquello le quedaba grande. Política, creencias, religión. Algo demasiado profundo para una persona acostumbrada a un día a día mucho más sencillo. Lo importante era que el camino estaba despejado, no le quedaba claro si el muerto realmente estaba poseído, si había sido un acto de piedad o prudencia o lo que fuera, pero no se quería engañar tampoco le interesaba demasiado, dudaba que lo entendierá de algún modo.

- Creo que no teníamos ni los conocimientos de magia, religión ni filosofía Qunari como para poder haber entendido muy bien que diablos estaba ocurriendo. Pero al parecer casí todos hemos salido ganando. -

No estaba muy seguro, pero la joven maga estaba algo pálida, al parecer exceso de emociones. Los nervios le debían haber jugado un mal trago y cebarse en exceso con su estómago. Había visto escenas parecidas en el frente, en la víspera de un ataque o una escaramuza, sobretodo en los reclutas nuevos.

- Ehm, Derek, no se como decirlo apropiadamente, pero creo que deberías echar un vistazo a la joven Gabrielle. Me parece que los nervios le van a jugar una mala pasada. -

—Tranquila, Gabby. Respira hondo—Lynn te arropó rodeándote con un brazo por la espalda, frotándotela suavemente y ayudándote a sentar sobre una piedra—. Lo has hecho muy bien.

-Euh... Gracias -contestó el aprendiz de templario, aceptando el consejo y yendo tras su hermana.

Derek, tímidamente, se acercó a la piedra donde Gabby estaba sentada. Lynn le estaba dando palmaditas en la espalda. Parecía que los nervios le daban nauseas. Otra vez.

-Hum... Oye... -Tuvo que pensar el nombre-. Lynn. ¿Puedes dejarnos solos? Tengo que hablar con mi hermana...

Gabby agarró a Lynn por la túnica y vació su estómago en la hierba frente a ella. Tosió, tuvo un par de arcadas y volvió a vomitar.

Lynn levantó la cabeza al escuchar llegar a Derek. Cuando el aprendiz de templario le pidió que se fuera, combó ligeramente las cejas como quien siente que le están echando de algún sitio. Pero en cuanto a Gabrielle le dió la primera arcada, le sujetó la frente con una mano para ayudarla a sostenerse.

—Tranquila, Gabby, coge aire—dijo frotándole la espalda con la otra. Luego levantó la vista y miró a Derek. Pese a que antes se había molestado con lo que había dicho sobre los qunari, el tono de la clériga era amable ahora—. Derek... ¿No puedes esperar un poco?

- Gracias.

Es un alivio saber que los caminos están bien protegidos. - Contestó a los guardias con cortesía, era cierto que habían hecho poco, pero precisamente por ello habían sido buenos guardianes del camino, si hubiesen desenvainado sus armas todos estarían ante un grupo de cuerpos con desagradables amputaciones, todos moribundos o en el mejor de los casos, muertos.

 Aquello incluso le revolvía el estómago, pero no sería él quien pensase en quitarle protagonismo a la joven Gabrielle en ese aspecto. Él se mantendría frío con eso y con ella, tenía un hermano y una amiga para asistirla. Le debían el paso por ese puente, ¿qué mayor recompensa podía pedir?

 El malestar terminaría pasando y comprendería que aquella experiencia la había hecho más fuerte. Algo que dentro del círculo jamás podría haber adquirido.

 Dreren se despidió de los guardias con una sutil inclinación de su cuerpo, Wish la siguió ogligado desde su cuello y pareció reverenciarse también, pero sin delatar su condición de familiar.

 Girandose hacia el qunari le miró a los ojos.

 - Amigo, ya has oído, tienes todo el mundo ante ti.

 Te recomiendo que no utilices tus armas contra lo primero que te moleste.

 Quizás nos volvamos a ver.

 Asintió con intención de que se sintiese seguro de sí mismo, y optó por mirar de soslayo a Sion y Nolan mientras volvía a la carreta.

 - ¿Todos vuestros días son así de ajetreados? - Bromeó, como achacando que el hecho de que una hermana de la capilla, dos magos y un templario estuviesen con ellos, habían contribuído a que sus planes cambiaran.

 Dreren se preguntaba que habrían hecho sin Gabrielle...

 Quizás yo mismo hubiese intentado hacerme entender por la fuerza...¿Es eso lo que tanto temía Irving?

Te sentías fatal, tenías la sensación de que el estómago se te hubiera dado la vuelta y pretendiera salir huyendo por tu boca, sentías escalofríos y se te habían congelado las manos. El malestar simplemente te acentuaba el crispar de nervios...

Pero curiosamente se detuvo de golpe.

Las nauseas empezaron a remitir y comenzaste a notar una especie de sensación cálida y reconfortante que hizo que te sintieras inexplicablemente algo más tranquila. De pronto las tripas ya no te daban tantas vueltas y los escalofríos habían parado de sacudirte. Curiosamente, hasta Lynn soltó un suspiro de alivio a tu lado.

-Sí. Pero...

Derek miró a Gabrielle y sintió otra punzada de celos por no ser él quien pudiese sujetarla. No, no, no iba a seguir por ese camino. No podía tener celos de todo el mundo. No podía tener celos del aire por estar cerca de ella todo el tiempo. Suspirando, se hizo a un lado para dejar a su hermana devolver el desayuno tranquilamente. A ver si terminaba rápido y podía hablar con ella de una vez...

Gabby dejó escapar un suspiro de alivio. ¿Qué había pasado? ¿Era eso lo que sentía la gente cuando los curaba?

«¿A... Astucia? ¿Has sido tú?»

—Hacedor... qué alivio que todo haya salido bien.

Lynn siguió con la vista a Derek, al parecer sin caer ella misma en la cuenta de que de pronto se sintiera tan tranquila. Tú no recibiste respuesta...

...hasta que tu hermano se alejó un poco y la atención de la clériga estuvo en otra parte. Entonces escuchaste aquella voz familiar y de ribete pícaro.

«... Contigo no gana uno para sustos, ¿eh?»