Partida Rol por web

La presencia de Astucia era tenue pero la sentías en el borde de tu conciencia. Por algún motivo casi pudiste imaginarte al espíritu enarcando una ceja casi tan extrañado como tú de la rotundidad del discurso.

Gabby se despistó.

«¿Qué ocurre, Astucia?»

Lynn estaba jugueteando con un anillo que llevaba en la zurda, dándole vueltas en el dedo. Cuando se percató que alguien se acercaba a ella, levantó la vista y al fijarse en que eras tú, el fastidio pareció írsele. Es más, hasta sonrió ligeramente.

—Sí, Derek... quería hablar un rato a solas con Gabrielle—dijo. Cuando le hiciste el cumplido rió un poco entre dientes—. Venga ya, ¡si yo no hice nada!

Estiró las dos manos haciendo cuenco y acercándolas a tu hombro cuando vió a Wish, tal vez probando a ver si la ranita se dejaba coger.

—Por cierto—parpadeó entonces como si hubiese caído en la cuenta de algo. Levantó la vista del Familiar aunque mantuvo la postura—. ¿Dónde se ha metido el qunari? Bueno, el Tal'vashoth...

Astucia tardó un par de latidos de corazón en percatarse de que le habían hablado.

«¿Eh? No, nada... » titubeó finalmente. Guardó silencio y repentinamente agregó: «Es que por un momento he tenido la sensación de que te has enfrentado a un Archidemonio sin avisarle»

—Yo no... yo sólo intentaba... no quería...— Gabby miró a Dereck con gesto compungido—. ¿Lo siento?

Gabrielle no tenía claro de qué se estaba disculpando, pero su hermano la había hecho sentir culpable.

-Lo sé, lo sé -Derek la estrechó contra su pecho-. Sé que eres tan buena persona que no piensas en ti. Pero no tienes que ponerte triste. Estamos juntos y eso es lo que importa.

Gabby se dejó abrazar, sintiéndose muy rara.

A ella le importaban muchas más cosas. Le había alegrado mucho reunirse con su hermano, por supuesto. Pero... había más cosas que la importaban. No compartía ese sentimiento que tenía su hermano. Él parecía haberla echado mucho más de menos. La quería más. ¿Eso la convertía en una mala persona?

Se esforzó en sonreír cuando se separaron.

—Vale —le dijo a su hermano.

La sensación de que lo abrazase un tiparraco blindado parecía ser más de lo que la naturaleza de Astucia estaba dispuesta a soportar por el momento.

No pareció enfadarse ni horrorizarse, simplemente fue como si se apartase diplomáticamente a un lado. Cuando Derek te abrazó, la presencia del espíritu se esfumó.

Has ganado una nueva habilidad.

Vínculo Espiritual (Nv 1/??): Esta habilidad depende por completo del vínculo que Gabrielle comparte con Astucia (vínculo que de momento aún es débil) de modo que puede volverse más poderosa conforme éste se fortalezca adquiriendo niveles que traigan consigo propiedades nuevas. Y debilitarse si el vínculo se debilita, perdiendo dichos niveles, claro...

Nv1. Estoicismo
Mientras Astucia esté "asomado" al mundo material, el vínculo que él y Gabrielle comparten hace que ella obtenga un +4 en las tiradas para superar miedo (y cualquier sensación negativa en su estado de ánimo) de forma pasiva debido al aura positiva del espíritu.

- Supongo que seguirá su camino. Es dificil saber como piensan los qunari, ponerse en su piel.

Por una parte entendería que se sintiese desgarrado, como si le hubiesen arrancado el alma. - hablar de como te podrían arrancar el alma o el espíritu con un mago que ha pasado la angustia tenía un fuerte significado. Estaba prohibido hablar de ello, pero fallar suponía algo parecido, "afortunadamente" los templarios estaban allí para cortar el problema de raiz.

 - El Qun.

 Supongo que sería algo peor incluso que quitarnos a nosotros la esperanza y confianza que depositamos en las palabras de Andraste, o asegurarnos que hagamos lo que hagamos lo que ocurrió en la ciudad negra. - Se podría inducir de sus palabras que Dreren consideraba posible cambiar lo que los usuarios de la magia habían hecho...quizás aprendiendo de sus errores, o con algo más directo...como volviendo al velo y avanzando hacia ella aunque pareciese imposible.

 La recordó...equidistante desde cualquier punto y un semblante de melancolía lo invadió sin que pudiese darse cuenta. ¿Cómo podía echar de menos el velo? Quizás no fuese esa sensación al fin y al cabo, sino la tentación, el influjo del propio velo sobre su cuerpo y su espíritu.

 - Confio en que sepa salir adelante.

 He oído que son buenos mercenarios a sueldo. Y parece suficientemente inteligente como para no perder la vida con alguna imprudencia. - y no se refería a intentar alguna hazaña física como perseguir a los engendros tenebrosos que quedasen, más bien...a una imprudencia como amenazar a un guardia con su arma o matar a un inocente por un poco de comida.

 - ¿Le has echado un ojo a... - relajó la voz hasta convertirla en un susurro y continuar la pregunta con una mirada a la mujer que aún descansaba en la carreta.

 Dreren se preocupaba por su seguridad a pesar de no haberla, siquiera, conocido consciente.

 Wish dio un salto y se colocó en las manos de Lynn, era una persona con la que no demostraba timidez alguna. Podía pasar horas escondida entre los dobleces de la túnica de Dreren y no salir ante amenaza alguna, nisiquiera por curiosidad, como ocurrió con los qunari. Pero estar con Lynn era agradable, cómodo y muy reconfortante.

 Se acariciaría y demostraría su afecto con el roce de su cabecita mientras mantenía los ojos cerrados. Era muy endeble, pequeña, frágil...y sin embargo era algo irremplazable, algo mágico, algo muy valioso...

 Wish representaba muchas cosas que Dreren no representaba, la timidez, el afecto por las personas de una forma muy desinteresada, el miedo, la jovialidad, el gusto por una chica guapa en particular...almenos por Lynn, y ciertas dudas que Dreren jamás reconocería pero a Wish no le importaba mostrar. Wish era transparente, nítido, era una ranita encantadora, ingenua. Era, también, una parte de Dreren, era el propio Dreren.

Lynn recibió a Wish en las manos sonriendo como una niña a quien acaban de darle una galleta. Frotó la punta de la nariz contra el morro de la ranita como hacía siempre que bromeaba que no le daba un beso, no fuera a ser que dejara de ser una rana y se convirtiera en un príncipe.

No obstante, cuando empezaste a hablar, levantó la vista enseguida para prestarte atención mientras acariciaba distraídamente al animalito con un pulgar.

—Tengo entendido que faltar al Qun es un deshonor gravísimo para ellos, la mayoría prefieren suicidarse antes que el exilio. Qué horrible... —dijo combando ligeramente las cejas como añadido a tu comentario sobre arrancar el alma. Aunque enseguida sonrió otra vez—. Me alegro que éste haya decidido empezar de nuevo. Ojalá le vaya bien.

Cuando señalaste con la vista la carreta, ella hizo lo mismo.

—¿A... ?—enseguida pareció caer en la cuenta de a qué te referías—. ¡Oh! sí. No te preocupes, sólo necesita descasar un poco. No había pegado ojo anoche por culpa de las heridas pero ya está bien, se quedó dormida hace un rato.

Entonces sostuvo a Wish con una mano y levantó la otra para señalar la punta de tu nariz aunque sin tocarla. Te pusiste bizco por inercia.

—Lo cual me recuerda que también hay que echarle un ojo a eso—dijo—. Quizá cuando acampemos. Ya no te duele, ¿verdad?

Al cabo de unos minutos, Gabrielle y Derek volvieron al camino. La maga ya tenía buen color de cara.

Nolan se había bajado del pescante y andaba dándole un pedazo de zanahoria a uno de los caballos mientras la carreta esperaba. El Tal'vashoth había desaparecido, Sion se dedicaba a deambular ocioso aunque con la ligera alerta de cualquier viajero y Dreren andaba hablando con Lynn, ambos junto a la carreta mientras la clériga sostenía a la ranita Familiar del mago en las manos.

Gabby vio a Nolan dar de comer al animal y sonrió.

—Dame un momento, Derek —le dijo a su hermano.

Se acercó a él en un ligero trote.

—Que bonito es —le dijo a Nolan, acariciando las quijadas de caballo—. ¿Me dejas darle de comer?

—Eh, ¿ya estás mejor, pequeñuela?—Nolan te saludó al ver que te acercabas, luego sonrió a la pregunta del caballo—. Claro, toma.

El animal, negro como la tinta, era suave y cálido al tacto. Más cálido que cuando se toca a una persona. Emitió un relincho grave y entrecortado y aproximó la cabeza a ti, empujándote suavemente con el morro como si estuviera convencido de que traías más zanahorias.

—Rompe un trozo y mantenlo en la palma de la mano para que pueda cogerlo él solo—aconsejó el orlesiano dándote lo que quedaba de la hortaliza—. Si lo sostienes entre los dedos podría morderte sin querer.

El otro caballo, una yegua alazán, parecía estar pendiente del asunto puesto que enderezó las orejas y empezó a olfatear uno de tus brazos como quien no quiere que se olviden de ella. Nolan se cruzó de brazos y miró al puente, ahora vacío.

—Si todos los magos del Círculo sois así de apañados, bendita sea la Torre—suspiró—. Yo ya me estaba temiendo que terminásemos a mamporros. Y eso no es ningún buen panorama cuando hay qunari de por medio...

—Sí, estoy mucho mejor —le sonrió a Nolan y tomó la zanahoria que le tendían—. No te preocupes, sé como se hace. Cuando estaba en el bannorn vivía en una granja.

Parecía que habían pasado siglos desde entonces. Observó comer al caballo de su mano pensativa, disfrutando vagamente de las cosquillas que le hacía.

—A veces echo de menos el contacto con los animales. Era una vida sencilla, alejada de... —hizo un gesto vehemente alrededor— todo esto.

Suspiró.

—Pero no puedo volver a ser granjera ahora que he conocido la Magia —pensó en voz alta—. He encontrado en el Círculo el sentido de mi vida.

Sonrió y acarició la crin del caballo.

Dreren había pensado en intervenir, en decirle algo sobre el qunari, sobre sus observaciones, también alguna observación sobre la mujer herida que llevaban hasta Lothering, o con mayor propiedad, que escoltaban hasta aquella población. Pero todo se desvaneció momentaneamente ante la preocupación de Lynn sobre sus tatuajes. Los había olvidado por completo.

 - Un ojo a... - parecía estar a punto de preguntar, retorció los ojos para mirar el dedo de Lynn, y Wish se encogió en una especie de risilla contenida.

 Sólo Lynn podía reducir el semblante serio y autócrata de Dreren en el de un adolescente, o poco más, despistado, descolocado, confuso y algo vizco.

 - ¡Ah! Es cierto... - concluyó, enfocando su mirada en los ojos de Lynn, no sonreía, pero su expresión era igualmente afable. Parecía tener vedado mucho más cuando la situación era casi...rutinaria. - No, ya no me duele...almenos cuando no pienso en ello. - Reconoció, ahora parecía notar el calor de la quemadura, pero era como el eco de algo que ya había pasado hacía eones de tiempo. Una reminiscencia inútil...o quizás un recuerdo que no olvidaría jamás.

 - Es más vital que cuidemos de nuestra nueva amiga.  - dijo refiriendose a la compañera de Nolan y Sion, restandole importancia a sus aflicciones. - Y del estómago de Gabrielle.

 dijo sin ánimo de resultal cruel o recriminarle su poca entereza, más bien...compasivo.

 - Parece que ya se ha recuperado.

 ¿qué opinión te merece Derek? - Le preguntó a Lynn como a una confidente...

Lynn rió entre dientes cuando mencionaste a Gabrielle, luego sonrió.

—Pobre mía. Demasiada presión para el primer día fuera del Círculo—dijo—. Primero la vida de una persona en sus manos y ahora esto.

Miró a los dos hermanos que en ese momento volvían aunque la sonrisa se le diluyó cuando mencionaste a Derek.

—No lo sé—dijo—. Acabo de conocerlo como para formarme una opinión tan pronto pero...

Hizo una pausa pero enseguida sacudió la cabeza.

—No lo sé.

—Vaya—Nolan parpadeó—. ¿Es la primera vez que sales de la Torre?

La yegua empezó a masticar una de tus mangas pero en cuanto se dió cuenta de que la zanahoria estaba más arriba la soltó y fué a la mano, haciéndote cosquillas con el hocico peludo y con el aire caliente que salía de sus ollares. Cuando mencionaste lo de la granja, Nolan se quedó un momento pensando.

—¿No?—dijo finalmente—. Lo único que diferencia a un mago de cualquier otra persona es la magia; sigue teniendo dos brazos para coger una azada.

Se sacudió las manos en las perneras del pantalón.

—Bueno, supongo que cuando estos dos golosos dejen de acosarte podremos seguir.

—¡Pero Nolan, puedo curar a la gente! —le recordó Gabby—. El Hacedor nos otorga los dones por un motivo. El poder conlleva la responsabilidad. Estoy más que dispuesta a llevar una vida de servicio a los demás por el don que se me ha concedido.

Gabby se abrazó a uno de los caballos.

—¡Pero qué guapo eres!