Partida Rol por web

Alexei se sentía fuera de lugar, no sabía muy bien que decir en una situación como esa, pero de pronto las palabras le vinieron a la boca.

—Entiendo tu resentimiento. Hasta entiendo tus ansias de venganza. Pero hay algo que tú no entiendes. Y creo que es porque te has separado de la Astucia que te caracterizaba. No somos nosotros, ni ninguno de los pueblos que hoy moran Thedas los que te fallaron. ¿Vas a hacer que otros paguen lo que te hicieron hace tanto tiempo? ¿Vas a acabar con aquellos que os convirtieron en un símbolo? Sóis un modelo a seguir. Representáis lo que podríamos llegar a ser. Nunca habrá una Andraste o una Shartan. Pero con que un puñado de personas consiga parecerse a vosotros por poco que sea... estoy seguro de que Thedas será un lugar mucho mejor. Y eso ya está ocurriendo. ¿Cómo crees que Ferelden pudo superar la Quinta Ruina?

—Excusas para todo pero nunca nadie admite un solo error, de qué me extraño... —suspiró Malicia con una mezcla de hartazgo y resignación—. No existen personas "especiales", sólo gente totalmente normal que simplemente no se conformó con dar por sentado que algo era imposible sin ni si quiera intentarlo. ¡Gente que también tenía mucho que perder! ¡TODO que perder!

Se golpeó el pecho con la palma enfatizando aquello último. Aquel arranque volvió producir un nuevo chispazo, aunque en aquella ocasión pasó algo más... y es que el aire se distorsionó en un punto determinado creando lo que parecía una especie de vórtice tan oscuro como una cueva del que brotaban lúcilos a intervalos irregulares.

Malicia volvió a agarrarse media cara con una mano y sacudió la cabeza molesto consigo mismo.

—¿Q-Qué demonios hago hablando contigo... ? Esto es absurdo. ¡Para!

—Hacedor... ¡Creo que has logrado algo!—susurró Ayla mirando aquello medio sorprendida medio inquieta—. Aunque no tengo muy claro el qué.

Las palabras de Alexei sin embargo volvieron a llamar la atención del espíritu caído... que primero entornó los ojos durante un instante sólo para esbozar después una sonrisa tan cínica que no sabíais si iba a romper a reir o a llorar.

—Un modelo a seguir...

Dijo aquello con el tono de alguien que parece estar pensando si le están gastando una broma de mal gusto o algo así. Todos sus gestos tenían aquella dualidad extraña en la que la rabia y la amargura luchaban entre ellas incapaces de sobreponerse la una a la otra más de unos pocos segundos.

—Dime, ¿tienes idea de lo que son los Versos Disonantes del Cantar?—siseó—. Un modelo a seguir... ¡Es un maldito milagro que no me hayan borrado de la historia!

Sacudió un brazo.

—Llevo mil años observando como media humanidad se revuelca en su propia inmundicia mientras la otra mitad se cubre de superioridad moral para señalarle lo mal que está eso... pero luego andan cambiando las palabras de a quien se supone que admiran. Para que "la Profetisa dijo" o "la Profetisa hizo" lo que ellos quieren. Borran o cambian lo que no les gusta y si les llevas la contraria eres un salvaje, un hereje, o estás loco. Y te mereces un castigo del Hacedor.

Conforme alzaba la voz el temblor de fondo se hizo más intenso, incluso algún que otro rosario de piedrecillas se desprendió de los negros muros de aquel lugar. La presión en el aire era tal que casi parecía que la realidad misma estuviera punto de reventar de un momento a otro. De hecho, el vórtice se hizo aún más grande.

Ahora era del tamaño de una persona.

Y algo más sucedió que os heló la sangre: una serie de pequeñas grietas se extendieron por las paredes colindantes y empezaron a rezumar lo que parecía... ¿niebla negra? ¿oscuridad líquida? No se os ocurría otro modo de describirlo.

—¡Y la verdad es que cuando ella vió una injusticia no se puso a regañarla, simplemente fué y la cambió! ¡Cuando se equivocó en algo, corrió a intentar enmendarlo! ¡Cuando vió a alguien diferente, intentó entender por qué! ¡Nunca quiso ser perfecta! ¡Que tamaña manada de hipócritas tenga la arrogancia de hablar en su nombre es asqueroso!

Allure soltó un quejido en ese momento y se cubrió la cabeza con los brazos, temblequeando y gimoteando como si la torturase algo que no fuera capaz ni de mirar.

Lynn se sobresaltó cuando la entidad de la gema se hincó de rodillas repentinamente, encogiéndose al igual que alguien que se protege de un látigo invisible que la estuviera fustigando. De hecho, la clériga se agachó junto a ella con expresión compasiva pero no supo qué más hacer.

—¡Basta!—esta vez fué Astucia quien sacudió un brazo y se adelantó—. La gente buena no necesariamente lo es en todo. Hay actos de bondad que pasan totalmente desapercibidos o no son tan trascendentales. ¡Pero yo los he visto durante esos mismos mil años!

La expresión de Malicia se volvió a helar, como lo harían unas ascuas que se apagan abruptamente pero todavía pueden abrasarte si te atreves a tocarlas. Mirando primero a Allure, y luego a Astucia.

—Oh... y supongo que ha sido sólo gracias al Espíritu de la Fé que ahora te de por recordar cosas—entornó tanto los ojos que se convirtieron en dos finas rendijas doradas—. ¿Verdad, querida sombra?

Astucia se limitó a cruzarse de brazos, siendo lo suficiente... bueno, astuto, como para no enredarse en la puñalada.

—Deja de llamarme así—respondió—. Tu no viviste aquello. Fuí yo. Yo soy Shartan. ¡En todo caso la sombra eres tú! ¡No eres más que la encarnación del peor momento de mi vida!

Malicia lanzó un sonido a medio camino entre el resoplido y una risita sardónica.

—¿Tú el verdadero Shartan? ¿Quién lo dice?

El espíritu guardó un instante de silencio... y luego simplemente levantó la mano con una lentitud mortal y lo señaló.

Malicia arqueó una ceja, aunque enseguida giró la cabeza. Os disteis cuenta al mismo tiempo que Astucia no lo estaba señalándole a él.

Estaba señalando el bastón.

No supísteis el porqué de aquello pero fué como arrojar una antorcha a un barril de pólvora. Literalmente hablando.

Malicia se incendió de nuevo con sus llamas violáceas y arremetió repentinamente contra Astucia, lanzando un alarido cuya sensación fuisteis incapaces de describir pero os puso los pelos de punta. El sentimiento más primal de peligro se os clavó el alma como un millar de afilados colmillos.

Una espada luminosa se materializó en una de sus manos y trazó un arco centelleante en el aire, yéndose a estrellar... contra otra exactamente igual en la mano del otro espíritu, solo que de tonalidad distinta. El resultado fue una explosión sorda que sacudió violentamente el lugar y os hizo trastabillar faltando poco para tiraros de espaldas. De hecho, era como si del choque de ambos filos emanase un chorro constante de viento que os empujara hacia atrás.

—¡¿ME ESTÁS DICIENDO QUE SOY UN ERROR Y TÚ EL REAL?!—exclamó Malicia, y fué como si sólo con la voluntad impregnada en aquella voz la presión que os empujaba aumentase de intensidad—. ¡¿TÚ?! ¡¿TÚ QUE LA HAS OLVIDADO DURANTE TODO ESTE TIEMPO?! ¡YO NUNCA LO HE HECHO! ¡EN NINGÚN MOMENTO, NI POR UN INSTANTE, DESDE AQUEL ENTONCES!

De hecho, también pareció provocar que la niebla que aún rezumaba de las grietas pareciera cobrar vida, materializándose en forma de sombras, de nuevo aquellas emanaciones a las que os habíais enfrentado con anterioridad... aunque al menos esta vez eran tan solo unas pocas, no la marea abrumadora formada por centenares de ellas de la última vez.

Claro que quizá la marea abrumadora formada por centenares de ellas de la última vez también había comenzado así.

—¡Nunca la he olvidado!—masculló Astucia entre dientes, cuyo filo temblequeaba por la fuerza infernal con la que Malicia presionaba el suyo—. ¡Mi corazón nunca la olvidó! ¡Aun sin saberlo todos estos años he seguido buscando y haciendo aquello que siempre quiso!

Empezó a progresar lentamente empujando en dirección contraria.

—¿Quieres ver a gente totalmente normal que simplemente no se conforma con dar por sentado que algo es imposible sin ni si quiera intentarlo? ¿Gente que tiene mucho que perder? ¿TODO que perder? ¡LA TIENES DELANTE!

Os señaló con un brazo, el que quedó sosteniendo la espada se tensó entre temblores todavía más pero el caso es que de algún modo logró aguantar sin ceder.

—El dolor es inevitable en su mundo, ¡la sola idea de arriesgarse a él debería espantar a quien fuese! Pero aprenden a soportarlo. Se caen, fallan, se equivocan pero se vuelven a levantar una y otra vez. Es lo que los hace fuertes. Y valientes. Entienden que los sacrificios son necesarios, que hay cosas por encima de ellos mismos y de su bienestar, por las que merece la pena sangrar... O morir. ¿Has olvidado TÚ eso?

Con un esfuerzo descomunal surgido de la nada, Astucia le dió un empellón a su "gemelo", destrabando los dos filos y echándolo atrás. Malicia apretó los dientes y por una fracción de segundo pareció desconcertado con algo

—¿Cómo has... —enseguida frunció el ceño, entornando los ojos como si acabara de reconocer alguna cosa familiar en ese algo—. ¿Que has hecho?

—Recuperar la fé—jadeó el espíritu—. Y no la voy a perder otra vez. No voy a dejar que nadie se lleve por delante el mundo que tanto quería ¡Ni si quiera si ese alguien técnicamente es yo mismo!

—¡Quita! Dije que quiero ayudar.

Escuchasteis protestar en ese momento a Allure a vuestras espaldas. La entidad se había levantado del suelo como buenamente había podido y se espantaba en ese momento a una preocupada Lynn de encima. Le temblaban aún un poco las rodillas, aunque lo que más os llamó la atención no fué eso, sino que tenía los ojos húmedos. A aquellas alturas, alguna que otra lágrima le corría por las mejillas pero ni ella misma parecía entender por qué. De hecho su expresión de desconcierto no se correspondía con ellas. Y el hecho de no saber por qué le sucedía aquello y por qué no lo podía controlar parecía frustrarla.

—Dije que quiero ayudar y voy a ayudar—repitió sin poder evitar que le temblase la voz. Se secó los ojos rabiosamente con una manga—. Quiero que esto pare. No lo qu... ¡No me gusta!

«¡Entrad ahí!» escuchaste la voz de Astucia en tu cabeza, algo jadeante por el esfuerzo «¡N... No sé lo qué os váis a encontrar. Pero si has logrado tocal una fibra sensible y el resultado ha sido ese, la respuesta que buscamos tiene que estar ahí dentro!»

Quizá fué el vínculo, quizá simplemente por todo lo que habíais pasado juntos. Pero supiste en aquel momento que era plenamente consciente de que no podía conseguir aquello solo. Que lo único que estaba haciendo era intentar ganaros todo el tiempo posible... pues pelear ya no era una opción, y menos cuando los segundos volaban en una cuenta atrás que corría en vuestra contra.

«Lo siento, no se me ocurrió otra forma de distraerlo... » añadió tras varios segundos de silencio, casi como intuyera aquello «Pero confío en ti. Sé que puedes. ¡Sé que podéis!»

Y lo último no era la primera vez que lo escuchabas.

—Por Ferelden—masculló Astucia entre resuellos—. ¡Por Thedas!

Esta vez fué él quien se avalanzó blandiendo la espada luminosa y provocó una nueva explosión sorda que hizo saltar polvo y piedrecillas en todas direcciones cuando el filo de ésta se estrelló contra el de Malicia.

—¡POR ANDRASTE!

A despecho de la locura que se desataba a vuestro alrededor provocada por el sello de la puerta, de que la realidad misma pareciera a punto de resquebrajarse, había algo en las palabras del espíritu difícil de ignorar. Como un segundo aliento que os diera energías para jugar aquella última carta.

Todo o nada.

El liderazgo de Shartan os inspira: Todos recibis +1 de moral a las TS, al ataque y al daño.

¡Trabajo en equipo!

Alguien debe quedarse fuera y ayudar a Astucia deteniendo a las sombras para que no lo avasallen y alguien debe entrar en el vórtice que habéis provocado. No pueden estar los dos PJs en el mismo sitio, uno debe enfrentarse a las sombras y el otro debe entrar (básicamente porque no voy a ponerme a narrarle sólo a mis propios PNJs en uno de los dos lados)

Los PNJ se reparten, mínimo debe haber uno con cada PJ. Como son 3 (Ayla, Lynn y Allure) uno de los PJ se quedará con 2 y el otro PJ se quedará con 1. Decidid quién va con quien y haced que Gabby o Alexei los llamen.

A Gabrielle le dolía el vientre de la tensión, y levantó los brazos para protegerse de los chispazos que soltaban el entrechocar de las espadas encantadas.

Sonrió cuando Astucia parafraseó la respuesta que ella misma le dio en el Templo de Mythal, hacía lo que parecía una eternidad. El miedo y los nervios se aliviaron un poco.

—Si quieres ayudar... —le dijo a Allure—, ¡ven conmigo!

La maga echó a correr en dirección al vórtice, vigilando que las sombras no se le echaran encima y que Allure también llegara sana y salva.

—¡Alexei! —le gritó al guerrero de cabellos rubios—. ¡Danos todo el tiempo que puedas proporcionarnos!

«Porque no tengo ni la más remota idea de lo que me voy a encontrar allí dentro.»

Y allí estaba por segunda vez. En el fin del mundo. El joven de cabellos dorados se colocó de espaldas al vórtice con el alfanjón en alto y preparado para luchar.

—Tómate el que necesites—dijo confiado—. Yo no me moveré de aquí.

Alexei se sentía diferente. Luchando contra Adrath se había dejado llevar por la rabia, quería castigarle por todo lo que le había quitado. Al final se trataba también de algo personal. Pero ahora era diferente, pero se sentía inspirado. Y no sólo por el cambio de Astucia, había algo más. Quizás eso era lo que sentía la heroína y por eso consiguió vencer a la Ruina.

Allure parpadeó con gesto confuso, aunque enseguida salió corriendo detrás de Gabrielle. Después de lo que le había costado que confiáseis en ella, como para pensarselo estaba.

De hecho, hasta le siseó sonoramente a una sombra que trató de acercarse a interceptarla, haciendo que la que se echara para atrás precisamente fuera la susodicha.