Partida Rol por web

—Puede que a tres o cuatro jornadas desde aquí si el mapa que tenemos es acertado. Tal vez más tiempo si tenemos que pararnos a buscar agua, cazar y recolectar durante el camino para sobrevivir. Un tiempo que ya corre en nuestra contra, de modo que todas las provisiones que podamos reunir...

El explorador deja la frasa en el aire, dedicando una elocuente mirada a la pareja de compañeros caídos. Está claro que la idea de saquear cadáveres le repugna.

—Ajusto. Adapto. Improviso —sentencia finalmente, recitando una parte del juramento que todos compartís.

Una vez que había conseguido que el mago cediera a favor de dividirse, Lithiniel escuchó un tanto contrariada como la semihumana volvía a postularse en su contra "Pfffff, ahora que por fin estábamos de acuerdo, la medio elfa ha tenido que abrir la boca..." pensó para sí con cierto desprecio debido a la falta de sangre pura en aquella mujer. Tras ello vio como Keradriel se desdecía un tanto de sus palabras y también parecía estar a favor de la tal Ashe. Así que sin darle mayor importancia volvió a hablar de nuevo en tono desinteresado diciendo:

-Está bien, es vuestra oficial la que se ha perdido, la conoceréis mejor que nosotros y a sus capacidades para volver sana y salva, así que si la mayoría preferís ir a Sithelnost no seré yo quien se oponga -pero tras decir esto clavó su mirada en la exploradora con cierto brillo de desafío en sus ojos y le dijo- no obstante mi señora, no seré yo quien subestime a un enemigo, pero tampoco deberíais subestimarme vos a mi... -concluyó diciendo ante la aparente alarma que tenía la semihumana como si allí hubiera acontecido otro cataclismo.

Sunnay picoteó un trozo de la carne que Kento, su amo, le sujetaba entre los dedos enguantados. El mago escuchaba aliviado como parecía reconducirse la situación. Era mejor permanecer unidos. Tan sólo le preocupaba que esa unidad se viese ahora mermada por rencillas y orgullos inútiles. Lo más importante era la misión. Y para cumplirla había que mantenerse con vida.

Miró los cuerpos caídos y pensó que lo más correcto sería darles sepultura. Pero eso también les retrasaría en estos momentos.

- Cojamos sólo aquello que vayamos a necesitar y partamos cuanto antes. ¿Hay algo más que debamos saber sobre estas criaturas o sobre el lugar al que vamos?- preguntó a los recién encontrados kirath.

Aunque no todos estáis conformes o interesados siquiera en la decisión adoptada, habéis logrado finalmente poneros de acuerdo en el camino a seguir. Esperáis pacientemente a que Erindel despoje a los cadáveres de todo aquello que pueda seros de utilidad en el camino y, a continuación, os ponéis en marcha con sincero pesar.

Abandonar los cuerpo de los difuntos a la intemperie es algo propio de goblins, humanos y criaturas igualmente salvajes. Por desgracia, no tenéis tiempo ni los recursos para embalsamarlos con aceites perfumados y  llevar a cabo los pertinentes rituales funerarios de vuestra raza antes de entregarlos al descanso eterno.

Prácticamente en silencio, avanzáis hacia el este durante leguas, con el sol a vuestra espalda, confiando en que el mapa de Ashe marque el camino correcto dado que Sermë no recuerda prácticamente nada de la senda que recorrió en su huida de Sithelnost.

El sonido del agua os alerta de que os acercáis a la frontera natural que se interpone en vuestra ruta. Renan vuela en círculos por encima de vuestras cabezas tal y como lo haría un ave de mal agüero esperando vuestra muerte, en tanto que el búho blanco de Kento salta de rama y gira 180º su cabeza antes de realizar un nuevo vuelo corto y chequear de nuevo que todos seguís el ritmo.

Llegáis hasta la orilla del Thon-Varah y comprobáis con aprensión las turbias aguas antaño cristalinas. Plantas y animales muertos flotan en el caudaloso río, alimentado por las lluvias de la estación. La corriente discurre hacia el sur, hacia el corazón de Silvanesti pero proviene de algún lugar al norte de vuestra patria, de la región de Blöde que habitan los ogros.

Os permitís un pequeño descanso mientras Keradriel y Gwyndaewar recorren la ribera occidental en sentidos norte y sur en busca de un vado por el que podáis cruzar a la otra orilla. Para cuando el explorador de menor tamaño regresa, sudoroso y falto de resuello, ya está atardeciendo. Ha encontrado la forma de cruzar el río y también a la oficial desaparecida de los kirath.

Gwyndaewar os lleva hasta un embarcadero situado a una milla al sur de vuestra posición original. Allí descubrís un pequeño trasbordador, una balsa con ornamentos labrados y conectada a ambas orillas por medio de un elaborado sistema de cuerdas y poleas. En la orilla opuesta, tendida de bruces en el barro, podéis ver la figura de una kirath inerte, muerta tal vez.

Un examen de la embarcación os muestra que las sogas se han podrido, la madera se ha combado y las aguas marrón-rojizas del río, impregnadas con un débil olor a sangre, se filtran poco a poco por la base de la balsa.

Sois conscientes de que esta no es una opción tentadora pero puede ser la única en varios kilómetros a la redonda para cruzar hasta el otro lado, la noche está cayendo y las nubes anuncian tormenta.

Después de conseguir ponernos de acuerdo y seguir avanzando, llegamos a un río con la esperanza de poder llenar nuestros odres y descansar, pero el agua está tan corrupta como el primer manantial que encontramos. Parece que nada consigue salvarse en estos bosques de la pesadilla, excepto Sërme y su pueblo. 

Cuando avistamos una zona por la que poder cruzar las turbias aguas, me quedo espantada de nuevo. ¿Será aquel cuerpo inmóvil Ojos de Luto? ¿Qué hace en la otra orilla si la embarcación está en nuestro lado? ¿Qué le ha sucedido? Inspeccionamos la embarcación, pero desde luego ha visto mejores días. 

—Somos muchos. Temo que si intentamos pasar todos con la embarcación en este estado, probablemente seamos arrastrados por la corriente.

No parece haber muchas opciones ni contamos con mucho tiempo, así que intento improvisar algo. Probablemente no sirva para nada, pero si aquel cuerpo era Ojos de Luto, habría que intentar cualquier cosa.

Ato mi cuerda a una de las flechas y me dispongo a buscar un lugar donde clavarla. Quizá así podamos usar la cuerda para asegurar algo más el paso por si las cuerdas podridas terminan de romperse.

Kento se arrodilla detrás de unos arbustos y mira atentamente a la otra orilla. Intenta encontrar algún rastro de huellas o indicios de combate en el barro de la orilla opuesta. Algo que justifique que la oficial Kirath se encuentre tumbada  en ese lugar. De momento sólo ven que está quieta,¿inerte?. Esperemos que no.

-¡Cuidado!- susurra entre dientes al resto de sus compañeros-. Podría ser una trampa. ¿Conseguís ver algo al otro lado? Tenemos que llegar lo antes posible hasta ella por si se encontrase moribunda. Pero la balsa parece estar en mal estado y, sinceramente, no sabemos si ella está aún con vida.- Intentó centrar sus pensamientos. Despojarlos de pasiones. Los cementerios estaban llenos de apasionados guerreros y aventureros.- Creo que lo primero que deberíamos hacer es averiguar si ella sigue con vida. De eso dependerán que tengamos más o  menos prisa. Tenemos a Renan y a Sunnay. Podrían acercarse y ver si continúa con vida. A partir de ahí, veremos que hemos de hacer...

Si sus compañeros estaban de acuerdo el mago ordenaría a Sunnay emprender el vuelo desde la copa de los árboles. "¡Ten cuidado! Puede ser una trampa. Necesitamos saber si sigue con vida", pensó Kento. En realidad el ave no podía comprender el lenguaje. El mago aún no había averiguado cómo comunicarse de forma más eficaz con su lechuza blanca. Pero el animal si comprendía , empáticamente, las necesidades y miedos de su amo. El ave buscaría cualquier amenaza y luego descendería junto a la oficial Kirath. Kento confiaba en el olfato y en el instinto del animal para averiguar si continuaba con vida.

 kento preparía su ballesta para disparar a cualquier cosa que amenazase  a su lechuza.

Lithiniel se puso rápidamente delante de Ashe y Kento antes de que realizaran ninguna acción, y se dispuso a explciarles rápidamente el plan que se le había ocurrido:

- ¡Un momento, Ashe! ¡no dispares esa cuerda! tengo un plan mejor para ella... - luego miró a Kento y continuó diciendo - tengo un plan mejor para Renan, si quieres puedes mandar a Sunnay a vigilar, pero ataré una cuerda a Renan, le diré que dé una vuelta a uno de los árboles de la otra orilla y nos traiga de nuevo el extremo, de esta forma, podemos atarlos en esta orilla y pasar a modo de pasarela o para afianzar la barca, ¿os parece bien?

El guerrero observaba el cuerpo de inerte que había al otro lado de la orilla. Era totalmente imposible saber si se mantenía aún con vida, por lo que debían cruzar lo más rápido posible hacia el otro lado. La fortuna les había sonreído esta vez, a pesar de que él consideraba que separarse era la mejor opción para poder abarcar más terreno y poder cumplir con ambos deberes, la providencia les había puesto en el camino que conducía a la ciudad a la oficial desaparecida, por lo que sus demonios internos se veían acallados al haber cumplido de esta manera con su deber, a pesar del remordimiento que le había producido en un principio abandonar su idea de buscar a Ojos de Luto en favor de la opinión de la mayoría. 

Se les planteaba un problema, y aunque débilmente intentaban paliarlo los demás, había sido a su mujer a la que se le había ocurrido la idea más acertada.

Mesándose la barbilla la miró y miró hacia la orilla.

- No es mala idea, pero necesitarás una cuerda muy larga para ello, y solo contamos con la de Ashe, y no sé si será suficiente... si alguien más tuviera cuerda y la uniese, quizás si que podríamos cruzar al otro lado - le dedicó una sonrisa que sólo ella conocía y esperó a que los demás se pronunciasen con respecto a la cuerda.

Durante todo el tiempo que había durado la discusión acerca del camino a seguir, el achaparrado y taciturno personaje que solo algunos conocían como "GWYNDAEWAR" (pues la mayoría ni siquiera lo recordaba de sus días como aprendices) se había mantenido apartado del resto, pensativo y distante, y completamente absorto en la tarea que tenía entre manos. Que, por lo que parecía, no era otra que efectuar un exhaustivo y minucioso reconocimiento del terreno donde se había desarrollado la batalla.

Solo durante unos breves instantes había abandonado el robusto elfo su obsesionada misión. Y únicamente para presenciar en silencio y con mirada inescrutable la repentina explosión de amargura y dolor que había aquejado a la desconocida semi-elfa.

De todos modos, si aquel arranque de angustia le provocó alguna sensación en particular, ello era imposible adivinarlo. Pues sus facciones se mantuvieron tan inalterables e inexpresivas como de costumbre, con aquella sempiterna máscara de fiera preocupación dibujada en el rostro y un frío destello en la mirada.

En verdad, lo cierto era que al llamado GWYNDAEWAR lo tenían sin cuidado aquel tipo de asuntos. Y tanto le parecía una absoluta estupidez lanzarse sin ideas ni preparación a una misión de rescate al otro lado del bosque, como recorrer a tientas la inmensidad de las proximidades para encontrar a la elfa perdida. A su juicio, lo único aconsejable en tales circunstancias era llevar a los desconocidos al campamento, y dejar que los sujetos más capacitados tomaran las decisiones. Aunque estaba claro que ninguno de los presentes parecía siquiera considerar tal opción, de modo que no tenía sentido perder el tiempo tratando de convencerlos.

Después de todo, el parco joven nunca había sido demasiado bueno con las palabras...

En todo caso, si algo prefería, era ir cuanto antes tras el resto de los Kirath desaparecidos. Pues con cada instante que pasaba, disminuían sus posibilidades de encontrarlos vivos. Y además, todavía podían aprovechar que sus huellas estaban frescas.

Sin embargo, por algún motivo que el explorador no alcanzaba a comprender, el grupo decidió abandonar la prudencia (y también al resto de sus camaradas perdidos) para lanzarse a lo desconocido, encaminando sus pasos hacia Sithelnost... donde fuera que quedara.

GWYNDAEWAR no se opuso, por supuesto. Por lo que parecía, estaba claro que al extraño personaje le daba lo mismo morir en cualquier parte de su patria. Pero antes de partir, y mientras el llamado KERADRIEL revisaba los cadáveres de sus compañeros, se tomó el trabajo de arrastrar a cada uno de los Kirath caídos hasta un grueso tronco que había en el linde del claro. Una vez allí, los acomodó de manera tal que quedaran sentados sobre el irregular césped, y con sus espaldas recostadas contra el arbol. Casi como si ambos sujetos se hallaran descansando apasiblemente... o vigilando.

Ciertamente, no era el más adecuado de los entierros. Pero al menos les garantizaba una postura mucho más digna que permanecer tristemente tendidos en el barro, desechados en una grotesca figura espeluznante y anti-natural.

Por último, cuando ambos cuerpos estuvieron ya acomodados, el joven elfo quitó de un tirón los silbatos que colgaban de sus exánimes cuellos, tomándose el trabajo de hacer una pequeña muesca con su daga en aquel que perteneciera al discípulo de E´li.

Tras ello, se internó en el denso follaje siguiendo los pasos de sus camaradas, y ya nada más se escuchó de él. Hasta que llegó el momento de informar las malas noticias...

A pesar de que el río es caudaloso, su corriente discurre lentamente, arrastrando en sus oscuras aguas toda suerte de hojas putrefactas y moho.

Kento calcula que la distancia entre ambas orillas es de unos setenta o setenta y cinco metros, una distancia que prácticamente quintuplica la longitud de la cuerda de Ashe. Keradriel ofrece también la suya y se muestra muy sorprendido de que en el otro grupo ninguno de los cinco kirath haya tenido la precaución de llevar encima un objeto tan imprescindible.

Está claro que únicamente con esas dos cuerdas no conseguiréis alcanzar la orilla opuesta ni valiéndoos de las flechas ni de las limitadísimas capacidades de Renan para anudar una soga a una rama o un tronco.

Mientras discurrís el modo de llegar hasta el otro lado del río, Gwyndaewar se las apaña para cortar una larga y gruesa rama de un árbol cercano con su daga con la esperanza de poder usarla a modo de pértiga con la que impulsar la embarcación. Para su sorpresa, en lugar de savia, lo que brota del torturado y retorcido árbol es sangre.

Armado con su inquietante trofeo, el rechoncho explorador sondea las profundidades del lecho limoso del río. La improvisada pértiga, de unos 3 metros y medio, se hunde en las negras y burbujeantes aguas aceitosas hasta la mitad de su longitud antes de alcanzar el fondo.

Teniendo en cuenta la distancia que separa ambas orillas y la lentitud con que discurre la corriente, Gwyndaewar estima que podría llegar a nado hasta el otro lado en un par de minutos, a pesar de no ser un gran nadador, si no se presentan complicaciones.

En ese momento comienza a llover. Una lluvia ligera que, en cierto modo, parece purificar el ambiente opresivo que os rodea.

Llamas a Sunnay y le impartes instrucciones para volar hasta la figura tendida en la orilla opuesta del río. Cuando el búho blanco alcanza el cuerpo inerte, te llegan sentimientos entremezclados de curiosidad y miedo. Sunnay picotea suavemente a la mujer tumbada en el barro pero ésta no da muestras de reaccionar. Sin embargo, tampoco percibes en tu familiar la repulsión por el olor a putrefacción. Si la oficial de los kirath está muerta, no ha comenzado a descomponerse demasiado todavía.

Aguardas el regreso de su nocturna ave rapaz, cuando crees distinguir un movimiento anormal entre las plomizas nubes. Sin embargo, al fijarte con mayor atención no descubres nada extraño en los nubarrones.

Se interponen en mi camino y escucho la brillante idea del pájaro, sin poder evitar soltar una carcajada profunda. A su vez, también me siento sorprendida, aunque no para bien, al ver que tal y como apunta Keradriel, ninguno del otro grupo lleva una sencilla cuerda. ¿Qué clase de kirath son? Y aún se atreven a mirarme mal por llevar sangre humana en las venas...

Al ver que el río es demasiado ancho y que las opciones de las cuerdas están limitadas por su escasez, intento pensar en alguna posibilidad, sentándome en una piedra y mirando incansablemente a mi alrededor.

—Quien quiera nadar que nade, pero yo en ese pantano no pienso meterme. A saber qué hay ahí. Quizá hasta Ojos de Luto hizo lo mismo y algo la atacó. No —digo, descartando la idea—, tiene que haber algo mejor. Quizá podríamos talar un par de árboles y usarlos de puente. O construir una balsa. Pero tendremos que trabajar juntos.

Sunnay, la lechuza  blanca , regresó con un sonoro aleteo al brazo de Kento. Tras picotear nerviosa en la ropa del mago alza el vuelo hacia uno de los árboles.

- Mi familiar...-se detuvo al pensar que la expresión "me ha dicho" no era la más adecuada-.Por mi familiar sé que la oficial podría estar viva... aunque no puedo asegurarlo con certeza. Sunnay no ha percibido ningún signo de putrefacción en su cuerpo por lo que ... Lo siento, pero es cuanto puedo deciros... Tal vez podamos usar las cuerdas que tenemos para reforzar la balsa. Unos pocos podríais cruzar mientras el resto os damos cobertura desde aquí.

De repente algo le llamó la atención, arriba, en el cielo.

-¿¡Qué es eso!?- dice señalando a las plomizas nubes. El mago ha creído ver algo por un instante...- Me ha parecido ver algo arriba entre las nubes. 

La elfa al ver como no había cuerda suficiente desechó su plan, no obstante al ver como el solitario Gwyndaewar se metía en el agua le tiró un extremo de la cuerda mientras instaba a los demás a unirla con la de Keradriel para luego atarla a un tronco en su orilla, si el elfo aquel se quería meter en el agua no iba a ser ella quien lo disuadiera, por lo que le dijo:

-Gwyndaewar, toma este cabo, intenta atarlo a un árbol en aquella orilla si puedes llegar, y si no, al menos servirá para sacarte rápidamente del agua si estás en peligro.

Luego escuchó el aviso de Kento y miró al cielo instintivamente buscando algo, para acto seguido decir:

-Enviaré a Renan a echar un vistazo, para otear el cielo, si él no ve nada es que no hay nada -exclamó para alzar su brazo de forma que el águila se le posó en él y señalándole al cielo dijo- Renan, busca -dijo finalmente para acto seguido hacer que el animal levantara el vuelo de nuevo.

Miro a mi alrededor, más decepcionado que sorprendido por esta nueva lucha por el liderazgo, por establecer quién es la voz cantante en un grupo en el que todos somos iguales. Aquí todos somos hermanos kirath y no servimos a otra causa más que al regreso de nuestro pueblo a Silvanesti.

- Si sigue lloviendo así, pronto nuestros arcos no servirán para nada -digo, desencordando el mío. A continuación, doy la vuelta a mi carcaj vacío y lo agito para dejar patente que dentro no hay nada y sonrío cándidamente-. De todos modos, tampoco es que importe mucho, me quedé sin munición en nuestro último encuentro.

Tal vez un poco de ridiculizarme a mí mismo ayude a quitar un poco de tensión. Tampoco es que me importe mucho si piensan que soy un desastre o incluso un bufón.

- A mí me parece una buena idea la del amigo Kento y, ya que yo no puedo ofrecer mucha cobertura desde la orilla, tal vez no os importe mucho ofrecérmela vosotros a mí. Si hay por aquí otro corazón valiente dispuesto a probar conmigo la balsa, me ofrezco voluntario para tratar de cruzar al otro lado. Si la cosa va bien, podemos cruzar de dos en dos, uno de remero y otro de pasajero hasta que todos hayamos llegado a la otra orilla -me encojo de hombros de manera visible y sonrío de nuevo-. Es eso o buscar un refugio, porque a este paso lo que va a matarnos a todos es el aburrimiento o una pulmonía.

Mientras espero a que se decidan, entono las palabras de un conjuro de armadura de mago. Sé que a menudo los miembros de la Casa de Mística no ven con buenos ojos el que alguien les dispute el monopolio de las fuerzas arcanas pero no voy a arriesgarme sólo para evitar herir la sensibilidad de mi amigo Kenthalas.

El guerrero resoplaba ante la indecisión del grupo, hasta que uno de ellos pareció mostrar algo más que discusiones.

- Iré contigo, Erindel - dijo mostrando su habitual sonrisa orgullosa - porque hay algo en lo que llevas razón, si seguimos así nos podrá el aburrimiento o la pulmonía.

La idea de Lithiniel no había conseguido dar resultado. La falta absoluta de cuerdas invalidaba el plan. Un plan que pocos al parecer habían entendido del todo, pero al fin y al cabo un kirath se valía por su habilidad, no por su inteligencia. No podía culparles.

- Lithiniel, tu plan de las cuerdas hubiera funcionado si tuviéramos los medios necesarios. Recuérdame cuando tengamos oportunidad que compremos, creí que llevaba una en la mochila pero veo que no es así.

El kirath reparó en su caballo, él no podría pasar por el río. Dudó unos instantes.

- Mi caballo será de gran ayuda en el rescate, en caso de que alguien quede herido. Pero no podemos cruzarlo por el río en esta embarcación tan débil - dijo mirando apesadumbrado - lo tendré que dejar aquí y coger lo meramente necesario o buscar por mi cuenta un modo de cruzar. Por ahora seré yo el remero e intentaré que todos crucéis a la otra orilla - sus horas de entrenamiento con ambas espadas le habían otorgado resistencia al sobreesfuerzo, algo que los demás quizás no tuviesen, y además adoraba el peligro y se sentía responsable del grupo, por lo que decidió que él seria el que cruzase la barca de un lado a otro hasta que todos hubieran pasado.

- ¿Alguien ha pensado como cruzaremos con los rescatados? - su sonrisa se hizo aún más amplia.

Kento se apostó cerca de la orilla tras un árbol. Extrajo de su bolsa un virote para la ballesta. Volvió a mirar hacia el cielo y luego se dirigió a Erindel y Tërevan.

- Reforzad  con las cuerdas que tenemos la balsa. Si no se os podría separar las maderas a medio camino. Yo os cubriré desde aquí con mi ballesta- dijo colocando un virote-. No la traigáis aquí-dijo en referencia a la oficial caída en la otra orilla- ,perderíamos mucho tiempo. Si estuviese viva pero a las puertas de la muerte taponad sus heridas. Intentemos pasar todos al otro lado para continuar hacia Sithelnost en cuanto nos sea posible.  

Lithiniel insta a su ave de presa a inspeccionar las nubes plomizas situadas sobre vuestras cabezas. El animal mira alternativamente al cielo y a su ama, resistiéndose por primera vez en mucho tiempo a cumplir sus instrucciones. La druida insiste y Renan reacciona intentando meterle un picotazo antes de alzar el vuelo y posarse en un árbol cercano.

Tomando por buena la iniciativa de Erindel y las recomendaciones de Kenthalas, algunos de vosotros os ponéis manos a la obra y os las apañáis para reforzar la endeble embarcación con los escasos metros de cuerda que Ashe y Keradriel llevan consigo.

Resignado a quedarse en tierra y esperar, Gwyndaewar presta a Tërevan su rama para que pueda emplearla como pértiga con la que impulsar la balsa y éste monta a bordo con Erindel, decidido a probar la consistencia de la ruinosa zatara.

El trasbordador se desliza pesadamente sobre el viejo y emponzoñado río. Las sogas que le sirven de guía parecen aguantar a duras penas y el agua marrón-rojiza, teñida de un débil olor a sangre, comienza a filtrarse por la base de la balsa. Sin embargo, ésta prosigue su curso lento pero firme hacia la orilla opuesta.

La pareja de intrépidos kirath ha recorrido algo más de la mitad del camino que le separa de su destino cuando las aguas del río comienzan a burbujear debajo de ellos y sacuden la embarcación. Parece un milagro que la nave aguante cuando una figura informe emerge del lodoso río.