Partida Rol por web

Un nuevo día sonrió a Sharn con una tormenta relampagueante que duró diez o quince minutos, un chaparrón de agua caliente seguido de unos pálidos rayos de sol que acabaron convirtiéndose en una bochornosa mañana, de las que hacían sudar la gota gorda. La humedad del clima provocaba un agobio considerable, y en las esquinas de las escalinatas y los ascensores mágicos no se oía otra cosa que "menudo calor que hace" y "a ver si llueve en un rato, que me ahogo". Cualquier oriundo de Sharn sabía que el tema de conversación favorito de la ciudad era, además de la creciente corrupción, el tiempo.

Subieron a Menthis Medio, donde las posadas, teatros, tascas, prostíbulos y casas de juego estaban a la orden del día. El Yunque Roto ocupaba un lugar importante debido a que, por la marca de la puerta, estaba administrada por la Casa Ghallanda, el gremio de medianos que ostentaban la Marca de la Hospitalidad. No había mejor lugar para descansar que en un hotel Ghallanda, si tenías dinero para pagarlo.

Al entrar, la dueña del local, una mediana de edad madura con un tocado de intrincadas trenzas, los condujo a un reservado al fondo. La posada estaba llena de los huéspedes que desayunaban, pero allí nadie los molestaría.

-Mi señora, ya están aquí, dijo.

Daneel, Marrath, Sleuth y Phillip, con quien se habían encontrado en el ascensor, aguardaron a conocer a la mujer que los había llamado allí, al parecer.

La mediana se retiró dejándolos a solas. La mujer, una humana de capa azul oscuro con rasgos delicados, ojos claros y brillante pelo negro y liso, les indicó que se sentasen. Su mano estaba adornada con un anillo con el sello de la casa Cannith.

-Por favor, tomad asiento. Gracias por venir. Tenemos importantes negocios que discutir, como imagináis. Anoche fuisteis testigos de un desafortunado suceso y es momento de que hablemos sobre cómo encajáis en ello...

Las orejas del elfo se estiraron. ¿Papel? ¿Les habría tocado una de esas adivinas que trataban de hacerle creer a uno que habia un destino y que estabas obligado a hacer determinadas cosas? Nunca había creido en eso. El camino de cada persona era el que tomaba según sus propias decisiones. No obstante, prestó atención, sin interrumpir a la mujer. Le interesaba lo que ella pudiera decir, aunque lo que más le apetecía era que alguno de sus compañeros le preguntara de una maldita vez quién era... y por qué razón queria verles.

Pasada la noche, acomodado Estrella Lejana y reparada mi arma, que vuelve a estar envuelta en su paño de tela y atada con un nudo suave, camino con los dos extraños por la apenas conocida ciudad rumbo a una zona más alta. Ciertamente, el ascenso es un placer de contemplar, y la sorpresa moderada al ver al paladín subiendo con nosotros, y dirigiéndose al mismo objetivo. Parece que quien nos haya convocado tiene sus medios, desde luego, aunque solo sean un par de ojos y buena memoria y capacidad descriptiva. Le saludo con un gesto cordial de mi sombrero y una media sonrisa cerrada.

La entrada en la taberna es tranquila, y ciertamente la privacidad de un reservado es fantástica, para quien pueda costeársela y tenga secretos que esconder. Y de secretos conozco un rato... Agradezco con una sonrisa a la mediana su esfuerzo por traernos a la mesa, y tomo asiento cuando la mujer me lo ofrece, de manera muy correcta y educada.

-Me temo que somos todo oidos, señorita...

Un chaparrón de agua caliente seguido por los rayos del sol era exactamente cómo había recibido el "tipo del maletín" su día, dándose una ducha y poniéndose una muda decente para recibir a la muerte o causar buena impresión para negociar más dinero a cambio de recibir a la muerte. No podía quejarse de la compañía... el de la pistola parecía alguien sensato y se levantaba también de vez en cuando para, ejemmm, comprobar, así que no tuvo que hacer guardia y pasó una noche bastante decente para después de un asesinato.

"¿Cannith?"

Aquello apuntaba alto, la casa Cannith era conocida por tener muy pocos escrúpulos y tácticas más que cuestionables: un hatajo de caldereros y remachadores que habían llegado hasta lo más alto sabiendo explotar muy, pero que muy bien sus habilidades. Desafortunado suceso y sobre cómo encajamos... si saben todo sobre nosotros y cómo contactarnos y no nos han dado una paliza y dejado tirados en un callejón es porque esto no es todo. Hay una parte del botín (¿el diario?) que desapareció o está escondida en algún sitio y quieren que les sirvamos. Nota mental: nada por debajo de 100 coronas.

Caminar por esta ciudad era complicado, todo parecía diferente y mas siendo extranjero. Llegue al yunque roto luego de preguntar en reiterados ocaciones. El temporal no ayudaba a los pensamientos del paladín, él era joven y nunca tuvo que llevar malas noticias a un familiar cercano. Simplemente diré lo que mi corazón crea correcto.
Al entrar me encontre con caras conocidas, no era nada extraño, pero si tranquilizador. Estos hombres parecían mas experimentados en la vida y podían llegar a decir las palabras que a él le faltaran.
Gusto volver a veros, señores.
En la sala principal de esta posada nos encontramos con una extraña mujer. Si es de una Casa, ¿porque no nos ha dicho su nombre primero? Supongo que espera que digamos los nuestros.
Mi nombre es Phillip Corazón de Leon, mi dama. Permita que le ayude con su silla, sería un honor. Habiendo acabado con las formalidades, me sente en la mesa esperando que la señora nos diga lo que necesitaba decir.

-Gracias, caballero, pero no será necesario -dijo, rechazando el ofrecimiento de Phillip.

Elaydren se aposentó en la silla y cruzó los dedos sobre la mesa, mirándolos de hito en hito con aquellos ojos tan profundos. Les señaló las jarras de agua, vino y cerveza que tenían en medio de la mesa, junto a las copas y jarras de cristal. Ella misma se había servido un poco de agua y vino antes de que llegasen.

-Se me ha informado de que Bonal Geldem fue asesinado anoche en uno de los puentes de la Torre Aguja. Alguien apareció de la nada y lo acuchilló hasta la muerte, ¿no es así? Y después se encaró con vosotros, llegando a asesinar a uno de vuestros compañeros. ¿Estoy en lo cierto? Algo horrible, sin duda. Pero la vida sigue y yo tengo que continuar con lo que teníamos entre manos el preboste y yo... Aquí es donde entráis vosotros, si es que os interesa. Geldem había descubierto unas pistas que señalaban hacia unas reliquias antiguas de mi Casa y estábamos investigando al respecto para poder recuperarlas. Me hace falta un equipo de aventureros que continúe la investigación y, finalmente, recupere las reliquias para mí. A cambio de un precio, por supuesto.

El neófito en la ciudad, Philip, quizá descubriera un valioso dato hoy: los que son más experimentados en la vida, o al menos en la vida en Sharn, tienden a callarse. Llamas menos la atención, que en tres de cada cuatro sitios es gran idea.

-Mm-hmm...

Vocalizó su asentimiento mientras se servía una copa y esperaba a ver en qué acababa todo aquello. Como mínipo se irían con unas palabras amables y con unos vinos que la mayoría no tendrían bolsillos para conseguir como no fueran las fiestas de guardar. "La vida sigue", "el preboste", "reliquias", bien podían ser todas falsas, pero el trabajo iba a ser de verdad, y si estaban entremezclados por las casas, como indicaba el anillo, podían sacar un buen pellizco y un gran peligro. Si el anillo era robado, exactamente lo mismo. Seguía superando de calle vigilar al medio elfo de turno para comprobar si se estaba beneficiando a la mujer de x persona, que aquí muy tolerantes pero...

-¿De cuánto estamos hablando, señora?

-Mil piezas de oro y la buena disposición de la Casa Cannith -dijo la mujer con decisión, como lo haría una verdadera comerciante.

Sweettooth mantuvo su mejor cara de póker ante aquello.

-¿Anticipo para garantizar la confianza? Y, ¿las costas que podamos necesitar en equipo especial o similares corren de cuenta de la Casa?

"MIERDA SANTA"

Con esa cantidad de pasta me retiro de por vida. O mejor todavía, me compro un piso, contrato a dos o tres para que hagan lo que yo y vivo de las rentas por siempre jamás, sin tener que asomarme por un callejón más que cuando haya que vaciar la vejiga en el momento. Sin contar con que, si lo segundo era verdad, y no estaba muy seguro de que fuera un asunto de puñaladas traperas, podrían considerarse futuros funcionarios y miembros de valor, lo que representaba que acudirían a ellos cuando hubieran trabajos de poco calado y molestos. Y cualquiera se mataría por ser un chico de los recados de ese calibre.

-Se puede estudiar. Primero me gustaría saber qué opina el resto.

Marrath miró a la chica, después a Seluth. Parecía manejar bien la negociación, y por ahora no tenía demasiado que añadir. Mil monedas de oro era una cantidad considerable, y dado lo que pedía la mujer, y que había gente detrás de ellas, estaba claro que debia de pagar bien. No obstante, esperaba que el chico preguntara por los forjados y la extraña orden. Seguramente se enfrentarían a más, y debían saber bien como combatirles.

Un nombre primero. Un gesto de amabilidad. Educación y la cara que me tiene. Solo conozco tres clases de personas que se comportan así. Los primeros son unos mentirosos de cuidado pretendiendo sablarte todo el dinero, y he conocido a unos cuantos. Demonios, hasta los he aprovechado alguna vez por sus diversas habilidades, como en la caza de ese espectro en que un pícaro tremendamente cordial y un ratero de cuidado pretendía cobrar a la partida a la que ayudé por "una visita guiada a las catacumbas despobladas". Los segundos... mejor directamente ni mentarlos, pues nunca va bien hacerlo. Y los terceros son los tipos como este, los condenados paladines. Condenados por sí mismos a conseguir un mundo mejor contra toda la gente que se empeña que no lo consigan, como los del primer tipo. Suelto un ligero suspiro ligeramente malinterpretable.

-Vuestros informadores parecen en lo correcto, ciertamente. Ese alguien era una, y lo dijo ella misma, forjado. -Paso una mirada ligera sobre los otros tres acompañantes, tras estudiar el rostro de la posible patrona al hablar. Un poco de información "gratuita" nunca está de más, y menos si además te van a contratar por una buena suma, como le ha dicho al investigador. Mil monedas a cuatro cabezas... con más de doscientas monedas se puede conseguir alguna buena cosa, ciertamente. -¿Dónde, estamos hablando de tal recuperación? Si van a aparecer costes de equipo especial -hago un gesto hacia Sleuth con la mano- mejor que sea práctico, una vez sepamos el concepto del viaje. Podría resultar... estimulante. -Sonrío ampliamente, pero sin enseñar los dientes. -También querría hacer preguntas, pero quedan dos compañeros por dar su opinión sobre la aceptación.

Al ser rechazada mi oferta, me hace preguntarme si las formalidades en este lugar son diferentes que en mi pueblo. Hace mucho mi padre me dio este tipo de lecciones y nunca fui muy buen estudiante. Tal vez por mi torpeza he insultado a la señora. Voy al ultimo asiento que este libre y escucho sin interrumpir todo lo que tiene para decir.

Es bueno conocer al final el nombre del difunto. La Llama de Plata lo acompañara en su larga travesía. Las palabras de la señora son muy frías, no ha cambiado su rostro en ningún momento. Es triste pensar que ese hombre tan anciano haya servido toda su vida a una señora que tal vez nunca lo apreció... No pude disimular mi tristeza, jamás lograré ocultar mis sentimientos. Estoy sacando conclusiones sin conocer a esta mujer y sin conocer al difunto, como puedo ser tan estúpido. Que los Dioses perdonen mi arrogancia. Rápidamente mi semblante cambia a uno un poco mas serio y arrepentido.

Al terminar de contestar a las preguntas del hombre ''Sleuth''. Creo que se llama así, me pareció escucharlo en la guardia pero no estoy muy seguro. Podría ser otra persona. No tengo ningún problema en aceptar esta petición me imagino que al ser una reliquia de su casa es algo muy importante sentimentalmente hablando. Además me siento algo culpable, yo estaba cerca de la situación antes de que el señor fuera atacado pero por distraerme no logré ver lo que pasaba a mi alrededor.

La mujer pareció divertida ante la salida del paladín y le contempló durante un instante con una sonrisa risueña.

-Sí, ¿por qué no? Le tengo cierto cariño a esa reliquia y me gustaría que me la trajerais de vuelta. Está en las ruinas de una antigua forja de la Casa Cannith que, según mi conocimiento, se halla en los niveles inferiores de Sharn, más allá de los Engranajes.

Sharn, la Ciudad de las Torres, era una maravilla de magia e ingeniería que se elevaba tan alto que podía acariciarse el cielo con los dedos. Pero cuando más alto es un edificio, más profundos han de ser sus cimientos, y en esto no se diferenciaba del resto de construcciones. Bajo la Empuñadura a la ribera del río Daga, Sharn guardaba un secreto de cientos de niveles subterráneos, la mayoría desocupados después de que el Imperio Dhakaani cayese en desgracia miles de años atrás. Los Engranajes, la zona donde las industrias pesadas de Sharn llevaban a cabo su producción, eran un sin fin de túneles que conectaban con torrentes de lava y otras maravillas... como, en apariencia, forjas olvidadas de la antigua Casa Cannith.

-Se os entregará cien monedas de oro en adelanto para que compréis el equipo que preciséis, pero las novecientas restantes sólo cuando traigais la reliquia...

El de los volantis no le inspiraba ninguna confianza como para guardarles las espaldas, pero por mil rubias estaba dispuesto a jugarse el cuello si hacía falta hasta bajando a los Engranajes con un acólito del fin del mundo detrás. No sería la primera vez que había bajado allí... pero sí la primera en estar demasiado tiempo, admitido.

-El viaje merodeando por los Engranajes es muy peligroso, sin contar con las posibles atenciones de forjados locos que pueden o no tener que ver con lo que hay allí. No es cosa nuestra -dijo, tras pensarlo lentamente. No quería que se le escapase una situación como aquella, pero tampoco quedarse en calzones si todo se torcía- Cuatrocientas por persona, al menos. Si alguno se queda por el camino, o deserta, nos llevamos su parte. También queremos un documento de pago al portador con sello; no dudamos de su palabra. Pero una garantía escrita ayuda en caso de... eventualidades. ¿Le parece justo?

-Más que razonable -dijo ella-. Pero me temo que aún queda uno de vosotros por dar su opinión. Me gustaría saber que cuento con todos antes de que os embarquéis en esta búsqueda.

Marrath miró a una lado y luego a otro. ¿Se refería a él? Volvió a mirar a la mujer en completo silencio. Todo aquello significaba que le estaban ofreciendo trabajo. Pero había algo alli que no acababa de convencerle.

- No me gusta como ha sonado eso, Investigador. - No hablaba demasiado pero cuando lo hacía, desde luego no se podía calificar como un estilo directo. En cualquier caso, la idea del inquisidor no era del todo mala. Sabían que él era el encargado de la curación, seguramente le necesitaran y le protegieran, pero ¿qué queria exactamente decir con qeu si alguien quedaba atrás, se repartian su parte? ¿Y si el clérigo esperaba a que alguien fuese a morir y le dejaba morir? En ese caso, ganarian más dinero. Era ciertamente contradictorio.

- Antes de decir que si, quiero que conste mi total rechazo a cualquier tipo de pacto escrito. Mi palabra vale lo que vale, ni más ni menos. Si voy a ayudarla, y esta claro que me interesa, quiero también asegurarme de que usted sólo recibirá la reliquia. Cualquier cosa extra, tendrá un valor, independientemente de que lo quiera o no, nosotros podremos negarnos a darselo aunque nos ofrezca un precio extraordinario. A mi también me interesan las reliquias. Pero no tengo dinero para pagar a alguien para que me las consiga, asi que lo tengo que hacer yo solo.

-Es decir, que quieres permiso para saquear libremente la forja de mi Casa de cualquier otro tesoro que no sea lo que os pida, ¿no? -La mujer sonrió para sí-. Contaba con ello. Los aventureros, siempre tan previsores... Bien, os diré que no me importan los cachivaches que haya allá abajo; si han pasado sepultados los últimos dos mil años, bien pueden quedarse allí o cambiar de manos. No serán tan importantes. Si me prometéis que no venderéis lo que saquéis allá abajo a otro Cannith que no sea yo, mucho menos a los enemigos que mataron a Bonal Geldem, podéis quedaros lo que os guste.

- Por mi está hecho. Asi lo decimos todos.

Colocó la mano derecha sobre su hombro izquierdo de modo que quedará para siempre sellado el trato que acababan de hacer.