Partida Rol por web

El Advenimiento Corrupto

1. El Principio del Fin - Escena de Juego.

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07/08/2013, 05:08
Eriol Lahey

- Poco nos falta

Añadió Eriol por lo bajini al comentario sobre salir volando de la isla. Cierto era, volar no era un don muy común pero no eran pocos los de aquella sala que podían lograrlo. Mas o menos. Además July  se podía teletransportar a si misma y a otros a voluntad y supuso que si querían, en Caedus tenían posibilidades de aparecer al otro lado del océano sin tomar un barco. Pero no, no era realista.

- Pero bueno - respondió al final del comentario de Leona - No perdía nada por preguntarlo - lo dijo como si realmente nunca hubiera esperado un "sí, claro, sea como sea no iremos en barco", pero en el fondo, muy en el fondo, si que había ansiado esa posibilidad, por remota que la creyera - Solo el orgullo - se encogió de hombros - pero tanto da, no lo usaba de todas formas así que....

Agitó la mano a modo de despedida con una sonrisa ante el orgullo que le daba la espalda y se iba sin mirar atrás.

La idea de Juliette era... explotable, si se daban las circunstancias necesarias. Pero Landon no había regresado aún y de todas formas no estaba "invitado" a formar parte de la misión. Ya eran demasiados inquisidores juntos, y llevarlo sólo para que él no pasara tan mal rato era un derroche y un riesgo extra que no convenían. Por supuesto que en cuanto se había mencionado a un acompañante había pensado en él pero no era posible, era un inquisidor en plena regla y tenía otras tareas importantes. Uno cualquiera serviría, no tenía mayores preferencias en el asunto.

Le quedaba otro tema, decidir con qué grupo irían Derek y él. Había pensado dejar aquella decisión para más adelante pero dado que todos se habían posicionado ya y Leona insistió... Miró a Derek mientras los otros seguían haciendo preguntas - no ignorándolos, pero si aprovechando para hacer otra cosa - y cuando tuvo su atención le señaló con la barbilla y luego a Elohim. Derek le miró a él y ladeó un poco la cabeza, encogiéndose de hombros a la vez. Eriol señaló con la mirada a Gilbe y Kael, encogiéndose de hombros a su vez. Derek hizo un leve movimiento con la cabeza, asintiendo. Eriol hizo lo propio pero  sin reparo en esconder el gesto. Parecía que se habían puesto de acuerdo.

Eriol ira con el sol, yo con la luna. - Derek - Espera, ¿qué?- Eriol -

Pero no. Derek habló y dijo que Eriol iría con el "Sol". ¿Es que no había entendido nada? ¿Había sobrevalorado su capacidad para comunicarse mutuamente en silencio? No, más bien Derek había tenido un cambio de opinión en el último instante, supuso que en parte para irritarle. No porque le molestase ir en un grupo u otro, tenía razones para querer estar en ambos, pero creía que habían tomado una decisión... Bueno, qué más daba.

- Bien, Iré con el "Sol" de Caedus entonces - qué rápido cambiaba el pobre Elohim de apodos últimamente, Ángel, Santo, Gallinita, Sol... - Procuraré llevar un sombrero, no vaya a coger otra insolación.

Doble chiste, el primero siguiendo con la bromita del Sol y la Luna y el segundo una oda a su propio infortunio durante la prueba en el desierto. Más recuerdos que prefería evitar.

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07/08/2013, 11:45
Ace Velvet

Discreción, era la bandera de todo inquisidor. Trabajando desde las sombras, salvando a la humanidad en secreto. Ace conocía los gajes del oficio, pero eso no significaba que en ocasiones no desease hacer gala de todo su potencial. Tenía un poderoso don, y era una estupidez no aprovecharlo cuando la situación lo requería. Pero la cautela era necesaria en aquel mundo, y si no era estrictamente necesario, las espadas adicionales sencillamente reposaban envainadas. 

Asintió con la cabeza ante las palabras de Leona y escuchó lo que sus compañeros tenían que decir. Su mirada se volvió menos afable cuando escuchó a Kael. No quería problemas con los compañeros, pero daba gracias al Señor por ponerlos en grupos distintos. Habría sido muy difícil de sobrellevar. Simplemente se cruzó de brazos, aparentando que no sentía nada, y siguió pendiente de lo que allí se decía.

Al parecer Eriol los iba a acompañar en lugar de Derek. No le provocó alegría alguna el hecho de que cualquiera de los dos viniese o no. Sin embargo conocía más a Eriol, por lo que se sentiría a gusto con su presencia. Se encontraba sopesando posibilidades cuando halló un pequeño silencio al que se pudo añadir con palabras. 

- Sólo una pregunta más, Profesora Blanchett - dio cierto matiz a "Profesora" para que se diese por aludida Leona. En ausencia de Viktoria habría dicho "señorita", pero no quería provocar confusión alguna - En el caso de que entremos en algún tipo de crisis... De que tengamos bajas, o que alguien sea descubierto actuando de forma indiscreta, o cualquier situación que pudiese conllevar problemas para el desarrollo de la misión... - su voz se fue apagando a medida que consideraba las posibilidades -. ¿Cuál sería el protocolo a seguir? Entiendo que deberíamos, antes que todo, no meter la pata. Pero, ¿y si cometemos algún error? ¿Deberíamos interceder los demás por él? ¿Esperar a los superiores? ¿Actuar según creamos conveniente? - hizo una última pausa. Frunció un poco el ceño, preocupado -. ¿O deberíamos retirarnos para evitar más problemas? 

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07/08/2013, 15:52
Gilbe Klimb

Kael, Richard, Derek, y Valgeir. Seremos un buen equipo... Probablemente.

Lo cierto es que Gilbe estaba satisfecho con su equipo... No sabía a qué se iban a enfrentar, y eso hacía que no tuviera certeza sobre nada, pero en principio eran un equipo relativamente polivalente. Lo único no contar con ningún psíquico ni mago en el equipo, pero tampoco eran imprescindibles.

Leona parecía apoyarle a él como líder del equipo, pero todavía no estaba seguro de si sería una buena idea... Al fin y al cabo, él era bueno en lo suyo pero tal vez comandando un equipo tuviera más mano Richard, o tal vez Derek o Valgeir, a quienes conocía pero no en profundidad. Probablemente eso era una cuestión que podrían decidir cuando llegaran a Arkangel, donde tal vez incluso se hubiera formado el liderazgo por sí solo.

Por último añadió dirigiéndose a la gemela pelirroja:

- Vamos Juliette, deja al chico que se lleve a quien quiera... Ya sabrá él si merece la pena correr el riesgo a cambio de traerla. Es un ángel, ¿no?

Él era el primero que sentía cierta tirria hacia Elohim, pero lo cierto es que había un punto en el que le daba algo de pena... Se merecía las críticas, ¡vaya que sí! Su alegoría sobre luz y oscuridad, soles y lunas, le habían dado ganas al ciego de levantarse y darle una torta que le cruzara la cara, pero Elohim por encima de todo era un compañero y casi hasta era comprensible que estuviera tan... endiosado. 

Si iban a irse de misión con él, lo mejor era darle un poco de cancha, o antes que después se iría todo al cuerno.

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07/08/2013, 17:52
Richard Wivernfall

-¡Ya basta!- Sentenció Richard propinando un golpe sobre el tocador de si izquierda convirtiéndose en el centro de atención. –No consentiré que se siga menospreciando a las “Bajas Esferas”, como las estáis llamando. Cierto es que la alta burguesía y la nobleza nos proveen de importantes contactos y relaciones de mutuo beneficio, pero no debemos olvidar que es gracias al pueblo llano, las parroquias y los diezmos de lo que se mantiene la iglesia y por lo tanto nosotros.-

Tardó un par de segundos mientras pensaba como continuar. Pese a que la reunión en la que esta no era estricta en materia de etiqueta, debía ir acostumbrándose a cuidar las formas. Tan importante o más es cómo lo digas que la importancia del mensaje en si.

-Analicemos la misión. Nuestro deber es vender nuestra imagen y los estratos de poder de Arkangel bien saben cuáles son nuestras tareas y sin embargo mantienen buena relación con la inquisición. Lo que significa que, o saben que no somos unos simples bárbaros y asesinos, o poco les importa mientras no interfieran con sus intereses.-  

Dio un paso al frente e inclinándose levemente continuó, como si ese gesto le diese más peso a lo que iba a pronunciar a continuación.

-Sin embargo, es la gente de a pie, la que está más preocupada por sus problemas cotidianos, la que puede tener una impresión más errónea de nuestra labor. Es fácil que, salvo los que tengan una fe en Dios más fuerte y comprendan sus designios  -Sin saber por qué junto a esa expresión señalo a Elohim y no se dio cuenta del gesto hasta que lo había realizado. – nos vean como asesinos sin escrúpulos en vez de comprender que existimos por su seguridad. Recordad los años pasados. Recién llegados. Sé que no fui el único que dudaba de si lo que hacía era correcto. Pero con el tiempo comprendí la gran labor para la que me he entrenado nos hemos entrenado todos estos años. Por ello, por favor, no actuéis ninguno como si el trabajo de calle no fuera a tener importancia.-

Había estado bastante callado hasta ahora y le sorprendió la atención que todos le habían prestado. Eso hizo que se ruborizara un poco pues no era de los que solían soltar discursitos. El predicador aquí era el ángel y todos lo sabían. De modo que se movió por la habitación a paso lento, tratando de disipar el foco de atención y se puso frente a Leona.

-Os ruego que perdonéis mis modales y mi interrupción-

La disculpa fue dirigida a todo el grupo, pero en especial a la señorita Blanchett de la cual pese a ya no requerirlo seguía buscando su aprobación. Al menos actuó lo mejor que supo. Después regresó a su lugar inicial e inquieto, oculto tras su espalda, jugueteó con uno de los estiletes, dándo vueltas entre sus dedos con él para relajarse.

-Por otro lado está el tema de los guardaespaldas. Pese a que hay uno en concreto con quien tengo especial confianza y usted sabe a quien me refiero señorita Blanchett- pronunció mirando a Leona para evitar confusiones- querría reunir algo más de información y probablemente consultar a Kamus antes de tomar una elección. Seguro que conoce bién a sus hombres y espero que me aconseje a alguien que pueda suplir las debilidades de nuestro grupo.- 

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07/08/2013, 21:16
Elohim

Elohim dio un pequeño suspiro cuando Kael intervino. No sabía si había malinterpretado sus palabras, o si sólo buscaba una excusa para enfrar en una confrontación con el ángel. Pero Elohim no se inmutó, a pesar de que en él se personalizaban las críticas, realmente Kael estaba llorando por cómo funcionaba el mundo, no por él en sí. De hecho, la inquisición al completo suele ser siempre el grupo de la Luna, siguiendo con la alegoría que tanto revuelo había armado. Siempre tenían que tratar de no dejar rastro alguno en sus misiones, salvo quizá los relatos horrendos y terribles de las atrocidades cometidas para que no se disgregaran los secretos de lo sobrenatural.

Sí, el trabajo en general de la Inquisición era parte de "la Luna".

-Kael, tienes razón en casi lo que dices, pero no veo porqué eso sea un problema. Es cierto que se olvidan de las cosas, ¿pero no es eso lo que siempre buscamos? Buscamos no dejar rastro, que nuestras acciones sean parte de la historia oculta de la humanidad. Todos nuestros actos están destinados a ser ignorados, de hecho, malinterpretados. No es nuestra tarea como inquisidores, en su conjunto, parte de la... ¿Luna?.

Dejó un pequeño silencio.

-¿Y buscar ese reconocimiento y vanagloria, no es pecar de orgullo? Si en mis palabras, Kael, te he dado a entender que sólo quería usaros para ser vitoreado por vuestros actos, te ruego me perdones porque no podría haberme expresado peor en ese caso. Nunca tenemos que realizar nuestras acciones para buscar un alago, una recompensa. Ya es suficiente recompensa la paz que mantenemos, y si no se conocen nuestros actos, más valiosos serán entonces para nosotros mismos.

-No en vano... ¿No es el amor más verdadero, el que sólo el enamorado sabe que existe?

Nego con la cabeza. Siempre era el argumento que aparecía cuando alguien había nacido con algún menoscabo, o lo había conseguido por méritos propios en su propia vida. Siempre era el argumento que aparecía cuando alguien parecía bendecido por una suerte especial.

-En primer lugar, Kael, te ruego que no mentes el nombre de Dios de esa manera. En su plan universal todos somos iguales, y hasta el más mísero mendigo puede tener guardado un destino mucho más elevado que cualquier Emperador en el reino de los cielos. Los caminos del señor son inescrutables, Kael, te pido que no olvides eso, blasfemando de una manera tan evidente.

Elohim podría haberse enfadado tras esas palabras, que seguro también compartía Gilbe, mas no lo hizo. El enfado no iba con él. Mantener la cabeza fría era una de sus facultades, y explicar a alguien su error era más productivo, en un principio, que castigarlo por cometerlo.

-Y de todas maneras, puedo asegurarte que todos nosotros hemos sido bendecidos, de una y otra manera. Cada uno destacamos en un campo en concreto, nadie es más que nadie. Os recuerdo que sólo estamos evaluando eso, en qué parte de la sociedad casan nuestras aptitudes. Insisto, nadie es más que nadie.

Se giró hacia Gilbe, pues sus últimas palabras pensaba que tendrían una repercusión especial en él.

-Sí, incluso tú eres mejor que todos nosotros en varias cosas.-personalizó más su "alegato"- Eres mejor que yo en muchísimos aspectos. Y por eso tenemos que ser un equipo.

-Créeme que conozco los riesgos, Juliette, pero creo que las ventajas pueden ser mucho mejores que dichos riesgos. De nuevo, en el grupo en el que voy, puede ser más importante las apariencias que nuestras propias habilidades, y el hecho de ser dos Santos es una baza muy importante. De hecho, realmente, tal y como ha dicho Leona, seré yo su protector de cara a la sociedad, otra baza más para nuestra misión, que guardamos secretos que nuestros enemigos no conocen.

Y en cuanto a que el peligro aumenta si la llevamos, sí, es cierto, pero de diez a once no cambia demasiado, es cuestión de proporciones, e, insisto, las ventajas compensan. Además, si no me equivoco demasiado también nos acompañará Evangeline, si no en nuestra misión, si en el viaje. -Al menos, siempre que Elohim había viajado a Arkángel, ella había sido una de las "oficiales" que le había acompañado. O más bien tendría que decirse al contrario, él era el que acompañaba a la Santa en sus viajes a Arkángel. -Por eso te pido que confíes en mi.

Una sonrisa sincera viajó hasta la pelirroja desde los labios de Elohim. Por supuesto, no estaba enfadado por las palabras de July, sólo quería comentar los pros y los contras de su elección, al igual que ella los había expuesto. Todos tenían derecho a discutir las elecciones del resto del grupo, no en vano, tendrían que trabajar como un equipo. Y por supuesto, todo el mundo tendría derecho a réplica.

Elohim podría haber dado un bote cuando su compañero pegó el puñetazo en la mesa pero tan sólo le dedicó una mirada de reprobación, no demasiado severa, a la que siguió una sonrisa por sus palabras.

-Richard, nadie ha menospreciado a las "bajas esferas". Tan sólo estamos comentando el hecho de que son más invisibles que la burguesía y los nobles. La palabra de un noble puede por sí sola, si es suficientemente poderosa, mover montañas, generar guerras, pero aquellos que hacen la guerra, aquellos que la pagan y aquellos que mueven las montañas, esas son las bajas esferas. Los burgueses, los nobles,-miró a Leona, como pidiendo disculpas por lo que iba a decir a continuación- tienen una falsa sensación de poder. El verdadero poder recae en los que tienen la fuerza de mover montañas.

Pero, para no crear una guerra, tenemos que trabajar en ambos lados. Tenemos que ganar los dos flancos, y no caer en ninguno de ellos. 

Miró a todos una última vez, acercándose a Leona casi sin querer.

-Y si en algún momento os ofendo con mis palabras, de verdad que no es la intención. Quizá me haya explicado mal, o no me hayáis comprendido lo que quería decir. Insisto, somos un equipo, nuestra relación es una de las claves para el buen fin de la misión.

Bajó la cabeza, y negó con la cabeza un momento. Aquella metáfora había causado demasiado revuelo, confundido quizá por tratar de extrapolar su significado. De nuevo su sempiterna sonrisa coloreo su rostro, todavía bajo. Resopló divertido antes de volverla a subir.

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08/08/2013, 00:18
Leona Blanchett

Tras la intervención de Elohim, Leona carraspeó de forma bastante elocuente y clara, pidiendo un minuto o dos de silencio.

- Es suficiente- dijo con voz resoluta-. Sabe Abel que tengo aprecio a mis alumnos, pero también que no pocas veces se me dice laxa- se autocriticó, claramente en vista a la actitud de los jóvenes-. Por cosas como esta me planteo recrudecer la formación que doy a las nuevas promesas- negó con la cabeza, ligeramente disconforme y decepcionada-. Omitiré cuando vea a la Santa Inquisidora- Evangeline Matheus- determinadas actitudes, pero deberé informar al Sumo Inquisidor- Romeo Exxet-, y no le gustará. Este tipo de actitudes son las que deberéis evitar en Arkángel, así que no me defraudéis. El camino a la cima no es sólo mérito y sangre, sino talante.

Señaló el mueble donde había impactado el puño de Richard. La prelada negó con la cabeza y miró severa al responsable.

- No vuelvas a hacer eso, Richard- le pidió, firme pero educada-. Te diría que no hicieses nada así, pero si has de hacerlo palmea el aire, no golpeéis mi mobiliario- compuso una mueca de aislada concesión y lo dejó correr-. No vais a estar todo el rato luciendo la Cruz de Sangre, y menos en los Barrios Bajos- recalcó por futura razón-. Habéis de hacer vuestro trabajo práctico- purgar la herejía-, estratégico- mantener el status quo natural de Gaïa y las facciones-, y político- reportar bien a la inquisición y evitar un desequilibrio de poderes-, pero tenéis libertad. No tenéis que estar presente ante la Casa Hochadel si las circunstancias no lo secundan- apuntó, recordando el valor de la elección de palabras-, pero en líneas generales debéis, podéis y se recomienda que así sea. Tenéis vida propia, querido.

Pensó unos segundos cómo continuar, tratando asuntos como el medio de contacto. Tuvo que ser clara y realista.

- Lo normal es establecer reuniones periódicas entre vosotros- aseguró la mujer-. En última instancia, circunstancias extraordinarias podrían requerir medidas iguales- señaló de Juliette brevemente-, y sería bueno que trataseis con otros asistentes. Mañana no partiréis sólo vosotros, sino toda una caravana de barcos. Hay mucho que hacer y tratar más allá de la Inquisición- defendió. Desde asuntos de Santidad, hasta guerra, pasando por deporte-. Adicionalmente, a su debido tiempo se os enseñará un método para contactar con Albídion.

* * * * * * * * * * * *

Kael. La mujer no parecía en desacuerdo con él, pero sí precisaba matizar.

- Como se ha apuntado, la Inquisición siempre se ha mostrado gloriosa en público pero ha actuado en las sombras, por la espalda- resaltó sin vergüenza ni pesar por ello-. Las circunstancias actuales obligan a valernos de nuestra posición para otros medios, pero siempre con el mismo fin- el bienestar de Gaïa y la mayoría de sus ciudadanos.

En referencia a la mano y los caminos del señor, la mujer recrudeció la mirada.

- Ignoraré eso- se limitó a comenzar-. Tenéis suerte de que sea comprensiva con tus circunstancias- apúntese el cambio de formal a informal-, pues bien sabéis que muchos otros os castigarían severamente por ese comentario- y las marcas en las espaldas de muchos lo secundaban-. Cada uno jugamos un papel en la mesa de guerra.

- Respecto al torneo...- la mujer hizo una pausa antes de poder hablar- se os informará de ello. Recomendaría que Eriol metiese los puños, codos, rodillas y talones en el Tao Zan- nuevamente, algo parecía interrumpir a Leona con ese tema, como si le costase pensar al respecto-. Sin embargo, no es la única celebración oficial que se celebrará. Como Inquisición o como individuos, podéis presentaros- su respuesta a los Caballeros del Cielo fue más rápida-. La mayoría de los Caballeros del Cielo son gente educada y correcta. Normalmente os dirán su cargo si lo preguntáis, pero se distinguen en horas de servicio por su armadura. Siete distintas. En Arkángel las conocen.

* * * * * * * * * * * *

De Derek, Eriol y Gilbe no parecía tener nada que decir. Por supuesto, de Valgeir y Victoria tampoco, pero porque ellos se dedicaban a escrutar a sus nuevos compañeros, asumiendo, por supuesto, que eran unos elementos rebeldes y potencialmente inestables en si mismos. La actitud de los tres mentados antes, por contra, parecía del agrado y suficiencia de Leona. La misma, por supuesto, tuvo que seguir con su resolución y juicio final, y le había llegado el turno a Juliette.

- Lo protocolario en la Inquisición es llevar un Guardia Eclesiástico- reseñó la maestra-, y la Santidad también se vale de ello- indexó en referencia a Elohim-. Sin embargo, aunando ambas condiciones, las circunstancias se tornan ambiguas al respecto.

Suspiró. Sabía que era un tema con corona de espinas.

- La Santa Inquisidora asistirá a Arkángel, y su protegida, la Santa Astraega, también. O eso creo- se escudó, pues no era su materia-. Corresponde a Evangeline mediar y resolver estos aspectos.

La influencia de Elohim sobre ella pintaba cielo abierto.

Sin embargo, Juliette tenía razón en algo. Si bien era recomendable que se mezclasen, recurriendo a los demás Inquisidores y a las gentes de Arkángel, era también cierto que Astraega tenía un camino distinto. Por el lado de la Santidad podía permanecer con Elohim, pero ella quedaba lejos de los asuntos de la Inquisición. También tenía gran razón al decir que eso aumentaba los atentados potenciales al duplicar el número de blancos, y eso fue algo que Leona concedió en voz alta. Si tenía razón, tenía razón.

Por desgracia, Leona no tenía voto en ese asunto.

Con Ace, el último, fue bastante sencillo. Era una excelente pregunta, de las que esperaba, con igual respuesta en sintonía.

- Dependerá de la situación, Ace- respondió como Inquisidora más que como otra cosa-. Antiguamente había un estricto sistema protocolario, pero fue abolido tras demostrar que era más una cadena que una solución- era de imaginar cómo eso sólo podía limitar las acciones sin tener en cuenta determinadas circunstancias excluyentes-. Confío en tu capacidad para lidiar con esos asuntos- aseguró, todo un elogio al rubio-.

Y sin embargo, había cosas que si podía, y debía, decir. La Inquisición tenía métodos y métodos. Era bueno recordarlos.

- Si sois descubiertos, tapad vuestros pasos. Si son demasiado grandes y numerosos, recurrir a los agentes de la Iglesia- párrocos, diáconos, y demás gentes del gremio que pudiesen maquillar las huellas-. No podéis quedaros de brazos cruzados, y debéis actuar a la mayor brevedad posible para minimizar las consecuencias negativas- la mujer sonrió. Si alguien podía salir del paso en eso era Ace-. No hay una fórmula universal, por lo que replegaros, continuar, o pedir auxilio será algo que dependerá del contexto.

* * * * * * * * * * * *

- Queda zanjada la reunión a falta de que os diga los últimos apuntes- interpeló la Profesora, Inquisidora, Diplomática y Noble, dando apertura a su cierre-. Ahora iréis con Charlotte. Ella os dirá el resto antes de partir. Tras ello, tenéis el resto del día para hacer los preparativos- carraspeó, queriendo reseñar lo siguiente-. Recordad que es el último día en que disponéis de vuestra habitación. Mañana dejará de ser vuestro refugio. No querréis volver de Arkángel y encontraros desahuciados, por lo que- hizo una pausa, abierta como las posibilidades-, encargados de encontrar techo en la ciudad o pedir uno entre los muros del Santuario- la red de abadías y el Monasterio.

Se movió como sílfide hasta la puerta y la abrió, dándoles el portal de salida a tierras menos verdes.

- Cargad las alforjas y haced vida- les sugirió-. Mañana al despuntar el alba en la puerta Este de la ciudad.

La puerta Este, aquella que abría el camino a La Fé, no era sino la más transitada y usada de la ciudad por razones obvias.

 Eriol Lahey: +1 de Amistad con Leona Blanchett.

 Elohim Mal'Ach: +1 de Amistad con Leona Blanchett.

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08/08/2013, 00:20
- Narrador -

Mansión Bourgeois (Fleur de Lis), Albídion.

Fleur de Lis, Flor de Lis en un dialecto del Latín, era un ejemplo de cómo en Albídion había construcciones opulentas. Con tres pisos de altura y un torreón al lado, el hogar de la Casa Bourgeois olía a flores en el primer piso por sus jarrones y a limpio en el segundo por los ventanales abiertos a la balconada.

Tras el 21 de Junio, Solsticio de Verano, la formación de los aprendices en Caedus se congelaba, pasando a mantenimiento continuado hasta que entraba el mes de Septiembre. Era una concesión que antiguamente no existía, pero que tras imponerse rebajó en un 17% la tasa de defunciones y aumentó en un 83% la valoración positiva de los alumnos. Historia real.

Permitía descansar a los pequeños y que los adultos se dedicasen a otros asuntos. Eso hacía Charlotte, que permanecía en la residencia a la espera de que la reclamasen para comenzar su trabajo como Profesora de Historia en Septiembre y en Caedus. Al ocupar la plaza, competía a ella dar la información adicional de relevancia para los Inquisidores. Y así lo hizo.

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08/08/2013, 00:21
Charlotte Bourgeois

Sobre los hombros de Charlotte pesaba enseñarles aquello que Severus Gerardiere, por encima en cargo y poder, se negaba a hacer. Explicarle a los Inquisidores que salían de la cadena de montaje, como si aquello fuese Lucrecio, los sistemas, mecanismos y engranajes que ahora podían conocer y utilizar. Los alumnos al principio solían pensar que, salvando sus propias creencias, para un Inquisidor nada es verdad, todo está permitido. Pero nada más lejos de la realidad y la verdad, pues ahora bien iban a adentrarse en sus invisibles protocolos y sus medios. Entre ellos, la comunicación.

La joven recibió a su hermana y los otros nueve en su estudio, la sala que la familia había habilitado para que dispusiese   dado su nuevo trabajo. No podía mostrar uno de los artefactos como tales, pero sí que tenía uno de los libros de Severus escrito de su puño y letra donde venía explicado. Lo enseñó brevemente, pero era una construcción borrosa de tinta por su narrativa, y ni Abel entendía lo que ahí ponía. Probablemente sólo un Alto Inquisidor era capaz de descifrar determinadas palabras, por lo que Charlotte, que había escuchado y aprendido de ello en los últimos días lo explicó con sus propias y pedagógicas palabras. Y la verdad te volverá loco... salvo que hayas estado diez años entrenando para lo contrario.

Los Espejos del Recuerdo son una retorcida creación de origen desconocido, aunque muchos Inquisidores defienden que están relacionados directamente con una vigilia anacrónica.

Pese a ello, Severus Gerardiere - Maestro de Ocultismo del Monasterio de Caedus y la Inquisición- lo ha desmentido en numerosas ocasiones, asegurando que son una construcción mágica humana antigua y abandonada destinada en su momento a la comunicación a distancia entre brujos arcanos.

Fueron rescatados por la Inquisición, que ha buscado con ahínco el resto para hacerse, hasta donde tienen conocimiento, con todos. Los que no cayeron en su poder fueron destruidos a manos de los Legisladores como protección. Si está en sus manos no puede estar también en la de sus rivales.

Cada espejo es distinto en manufactura y tamaño, pues son varios encantados y conectados entre si. Puede decirse que son portales transportables, ya que permiten percibir lo que hay al otro lado y entrar en él de forma intangible e inmaterial, como meros espectadores sin posibilidad de interacción.

Lo que hay dentro es, según parece, las ruinas de un mausoleo. Severus defiende que es un reflejo del Año 0, congelado para siempre en el tiempo, desvitalizado e inocuo, de ahí que lo usen. Algunos Inquisidores, cada vez más, lo utilizan para comunicarse, pero la primera vez otro debe introducirles.

Y ese momento llegará en Albídion, no en esta sala, Inquisidores.

Según explicó, los espejos estaban repartidos en lugares que la Inquisición controlaba en toda Gaïa. Generalmente Casas de la nobleza o las dependencias privadas que un Inquisidor arrendaba, compraba, reclamaba o se le otorgaban como pago u ofrenda por algún servicio. Había uno en Arkángel, Capital de Abel. Otro en Ilion, Capital de Argos. En Du'Lucart, Capital de Lucrecio. Belfort, en Alberia. Hausser, Ilmora. Y por supuesto, otro en el Monasterio de Caedus, en el corazón del Santuario, de Albídion, y de El Dominio. Pero no sería hasta llegar a Arkángel cuando tocasen uno.

Era el medio para comunicarse con Caedus, con la Iglesia Vaticana y con los residentes de Albídion, aunque esto último fuese a través de terceros. Era rápido, cara a cara, eficaz y eficiente, pero no permitía hacer nada más que informar.

Que fue lo que hizo Charlotte, dando un par de pinceladas más y explicando los salvoconductos. Estos requerían viajar en una caravana de barcos de la Iglesia desde el puerto de La Fé, pueblo costero principal de Albídion, y ya desde tierra firme viajar a pie, caballo, caravana y río hasta Du'Lucart, donde finalmente cogerían uno de los Zepelines que monopolizaba y centralizaba la ciudad, dirigiendo desde hace diez años como una exótica atracción veloz y desorbitadamente cara.

Mar, tierra, y aire, lo verían todo. Y era posible que fuese la única vez en su vida que volasen, al menos para algunos desprovistos de capacidades sobrenaturales para ello. Era atractivo, fascinante, y a su vez, aterrador. Despegar los pies del suelo. El hombre podía nadar con pies y manos, pero no podía volar, pese a aquellos que se empeñaban en seguir probando el Ala Delta o, en Lucrecio, inventar constructos con alas que se impulsasen inicialmente con catapulta externa. Por ahora eran incapaces de volar por sí solos, pudiendo mantener sólo pequeños vuelos. Pero por supuesto, esto era algo que sólo aquellos amantes de la Ciencia sabían, para orgullo de Leonardo Bolson, miope Maestro de tal materia en Caedus.

Ni que decir tiene que todo lo que añadió y explicó Charlotte con voz, sino con pensamientos. La mujer era muda de nacimiento, y sólo la capacidad mental hereditaria en su familia le permitía salvar aquello. Telepatía, su propio cerebro proyectado al de los demás como una voz y eco de la conciencia. Sus novicios morirían de infarto en Septiembre por ello.

* * * * * * * * * * * *

Antes de dejar que se fueran y desearle suerte y mantener el contacto a su hermana, explicó más relevancias en la tarea. Asuntos de vital importancia que tocarían Arkángel de uno u otro modo y en los que los Inquisidores tenían permiso para interferir, y el deber de hacerlo siempre y cuando las repercusiones sean positivas. Había muchos asuntos donde se podía meter mano en Abel, pues todo confluía ahí de forma estratégica. Era arriesgado, pero no quedaba alternativa. Simplemente el volumen de información y oportunidades era colosal.

El Emperador Dorado Sun Tzu controla Shivat desde hace tres años. Pasó por encima de Seien y Seiran, los primogénitos del viejo emperador, Gen Wu, al derrocar a este en un duelo mortal. Pese a esto es adorado por las gentes de las Islas Orientales y amenaza con unificar Lanet con Shivat. Con fin diplomático se dirige con sus hombres a Arkángel.

El Tao Zan también obliga al Dorado a venir, aunque este es sin duda un foco de sumo interés para los Inquisidores. Es de vital importancia valorar cuán permisibles son las "habilidades espirituales" de sus combatientes, claro reflejo de qué se está enseñando en Shivat y bajo qué responsabilidad.

El Alto Senado se reúne para aconsejar a la Emperatriz Elisabetta Barbados. La tirante relación entre Inquisición y Rauko, sumada al peligro de Sun Tzu, los avances tecnológicos de Lucrecio, la guerra con Kushistán y la amenaza de guerra en los Yermos Gélidos obligan a los altos cargos a reunirse para intentar revertir el caos que reina.

El torneo mundial de Edén, deporte principal de Gaïa, se disputa horas y audiencia con el Tao Zan. Equipos de todo el mundo, cada uno de reputación y habilidad más dudosa que el anterior a ojos de la Inquisición, se reunirán en un mismo punto. Mírese quienes están tras de ellos y qué esconden.

Para colmo, por si esto fuese suficiente, corren innumerables rumores sobre que alguna celebridad destacada e influyente llevará a ojos de la Emperatriz un Huevo de Dragón.

Pero todavía hay más. Magnus, por lo que cree saber de forma fidedigna el Patriarca de los Bourgeois, quiere recuperar la vacía Santa Sede de Arkángel e instaurar allí una embajada de la Iglesia Vaticana y la Inquisición. Tarea hercúlea si no reconocen a la Emperatriz como tal.

La citada Ciencia de Lucrecio supone un peligro. A medio año del milenio se gesta casi una revolución industrial. Su mecánica de trabajo y sus avances comienzan a preocupar a la Iglesia, que ve con terribles ojos las extravagantes teorías de la Universidad sobre movimientos terrestres, entre otras. Aseguran tener sorpresas guardadas para enseñar en la llegada del milenio, y la propia Inquisición comienza a enfadarse con el Príncipe Lucanor Giovanni.

Goldar y los Yermos Gélidos amenazan con ganar aliados en países nórdicos cercanos y rebelarse por la independencia total y una expansión de territorio. Ya se han sucedido pequeñas escaramuzas que vaticinan un mal futuro.

La guerra con Kushistán era tangible desde hace diez años, con Argos al frente militar. La muerte de varios Sultanes entre cuentos sobre genios, demonios y monstruos aumenta el misticismo alrededor de las arenas del desiertoque preocupan a la Iglesia y Abel. Amenazas de muerte pesan sobre muchos, y debe la Inquisición evitar su término.

La única buena noticia es que una Justa y torneo armado se organizan entre el Sacro Santo Imperio, los Estados Episcopales, Lucrecio y las Tierras Orientales. Una forma de medir fuerzas animadamente y estrechar lazos.

Hay más, por supuesto, pero de eso Charlotte ya no sabía nada.

Se permiten tiradas concretas de Habilidades Sociales e Intelectuales para recabar información adicional algunos asuntos.

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08/08/2013, 00:24
- Narrador -

Albídion, El Dominio, Estados Episcopales.

Fleur de Lis y Caedus seguían siendo sólo gotas de aceite en un océano de agua salada. Como sabemos, este agua no cura la sed. La teocracia que imperaba en los Episcopales convertía su Dominio en un lugar que, salvando detalles de color como aquellos dos edificios, se volvía totalmente corrosivo e intolerante ante lo sobrenatural. Los Santos eran los únicos que podían esgrimir poderes sin ser condenados por Brujería y Satanismo. Y es que la Inquisición, como todo, era muy colorida... de puertas para adentro.

Pero dulce libertad. Para salir y entrar al fin del Monasterio sin cortapisas. Tras un confinamiento de diez años aquello sabía como agua en el desierto, y nunca mejor dicho por la cercanía de tal evento. Pero otro deber les aguardaba.

Preparar la mochila y el petate, despedirse de algunos allegados, pedir consejos y favores, hablar con las influencias. Atar los últimos cabos de una incipiente vida autónoma antes de marchar al frente en misión divina. La escolta quien fuese a requerirla, todo lo portado en el viaje y quizás algún mensaje. Por no hablar de las trivialidades. Tempus fugit.

Albídion, destruida en Guerra de Dios y vuelta a alzar, lugar donde el Mesías se apareció. Intencionada, su forma de cruz la dividía en distritos, cada uno con el nombre de un arcángel. Gabriel, Mikael, Uriel y Rafael. Se podían ver las más lujosas y grandes mansiones decoradas con ángeles, pero también humildes casas con tejados de barro. En su centro y nexo, la red de abadías y catedrales conectadas por pasajes colgantes, el Santuario de acceso restringido protegido por murallas. Y en su núcleo, con una segunda muralla, el impenetrable y blindado Monasterio-academia Caedus como eje terrestre.

Bajo aquella impenetrable fortaleza de Guardias Eclesiásticos, el Sol y la Luna se debatían. Paz y tranquilidad con un fondo de tramas políticas y luchas internas de poder. Pero era el hogar. Y había que abandonarlo para que siguiese siéndolo.

Preparación y avance a cámara rápida hasta el siguiente amanecer. Resumen individual del último día del mes de Junio.

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08/08/2013, 18:33
Gilbe Klimb
Sólo para el director

En cuanto salieron del edificio Gilbe se despidió de ellos con una rápida y breve despedida. Ya habían perdido tiempo suficiente en la habitación de Leona y, aunque la información había sido útil, el tiempo que habían pasado con Charlotte había hecho que ya casi fuera medio día.

Tenía muchas cosas que hacer y no demasiado tiempo, por lo que se ahorró todo tipo de cortesías y se fue directo hacia Caedus. Ahí tenía que hablar con varias personas, preparar su equipaje, migrar a su nuevo "hogar" y estar listo para al día siguiente salir hacia la aventura.

Gilbe fue pensando en la lista de objetos que necesitaría en su misión. Arkangel era una ciudad increíble, la más grande del mundo, y tampoco es que pensara que fuera a tener problemas en encontrar lo que quisiera allí, pero era mejor ser precavido. Además, como había dicho Leona, podía ser que en el transcurso del viaje las cosas se pusieran complicadas.

Empezó con lo más importante, buscar a su guardia eclesiástico. Ella también tenía derecho a prepararse para el viaje, por lo que lo justo era ir a buscarla en primer lugar. Es por eso que desde que entró por la puerta del monasterio se concentró en detectar su energía. Dejó de percibir el viento que soplaba, el calor que ascendía desde el suelo, el ruido de las personas que hacían su vida en el interior de Caedus. Fue avanzando por los lugares donde era más común encontrarla, y por fin la localizó guardando la bajada a las mazmorras.

- ¿Qué tal, Marie? Leona nos ha dicho que nos marchamos a Arkangel. De misión. Al parecer quieren que nos acompañe un guardia a cada uno. He pensado que tal vez quisieras venirte.

En cierto modo a Gilbe le apetecía que le acompañara... Era su amiga, y seguro que lo pasarían genial. El resto de los miembros de la misión también eran sus amigos, pero tras el espectáculo grotesco que había sido la reunión con Leona pensaba que tener una válvula de escape le vendría bien.

Pero por otro lado era una misión, le daba cierto miedo que le hicieran daño. Además, casi todos sus compañeros eran chicos, y tal vez sus guardias también lo fueran, eso era algo que a Marie no le haría mucha gracia. Pero bueno, ¿quién era él para elegir por ella?

Si Gilbe se presentaba ante Kamus a que le proporcionara un guardia, era muy probable que esa madrugada amaneciera atravesado. No, le había preguntado porque él no podía decidir por ella; si prefería quedarse ya pensaría en qué hacer.

- ¿Que si quiero irme contigo a Arkangel? ¿Y voy a tener que hacerte la comida y lavarte la ropa?

- Espero que no..

- ¡Ja! ¿Y va a ser peligroso?

- Supongo que sí.

- ¿Tenemos que viajar por tierra?

- Bueno... Sí, y también por mar... Y... Por aire.

- ¿Volando?

- Ahm... Claro.

- ¿Tengo que protegerte?

- Joder, claro. Para eso vienes. ¿Quieres venir o no? Si vas a estar todo el viaje así de pesada te aviso que tendré que dormirte.

- ¡Vale vale! Que sí que voy... No me entusiasma ir con los super Asesinos de la Sombra pero unas vacaciones pagadas seguro que es mejor que pasarme todos estos meses aburrida sin poder hablar contigo.

- Pues no se hable más. Ve a hacer tu equipaje. Nos vemos mañana de madrugada. Me voy, tengo cosas que hacer.

Y así, sin más Gilbe se fue, sin atender a las preguntas que le hacía Marie mientras se marchaba. Se fue a seguir con sus quehaceres. 

Ya era casi medio día, así que apuró el paso y se fue directo hacia la enfermería. Era verano y apenas había nadie... Si algún niño estaba suficientemente malo como para quedarse el verano en la enfermería, posiblemente estaba suficientemente malo para morir. Sería tan solo otro de tantos inocentes que posiblemente no sobreviviría su estancia en Caedus, pensó Gilbe con cierta lástima.

Se plantó en mitad de la enfermería y esperó. Renata era una mujer que le gustaba tener el control, jugar un poco con la gente. Él no podía plantarse allí y exigirle nada, si lo hiciera saldría de la enfermería con lo que pidiera, pero seguramente inyectado en su sangre y convulsionando.

Por eso esperó. Ella seguramente estaba allí, solía irse a tarde a comer. Intentó buscarle concentrándose en su piel, rastreando su energía. Pero si estaba ahí se ocultaba. Era extrañamente buena en eso... Tal vez lograba hacerlo a través de algún bebedizo, no podía asegurarlo. Sea como fuera, esperó.

Pasaron los minutos, y Gilbe seguía ahí de pie. Renata era así, si él quería algo puede que le hiciera esperar para valorar hasta cuánto lo quería. Y lo cierto es que Gilbe estaba bastante interesado en pedirle diversos tipos de ayuda. Así que se mantuvo ahí, como un clavo.

Nadie le decía nada, y él no le decía nada a nadie. Obviamente no era un alumno, y si quería podía dirigirse a las enfermeras, por lo que ellas esperaron a que él rompiera el hielo. Pero Gilbe no lo hizo, siguió ahí, concentrándose todo lo que podía en el despacho de la profesora esforzándose por superar el escudo que sin duda estaba utilizando Renata para ocultar su aura.

Casi llevaría una hora ahí plantado cuando unos largos dedos acariciaron su mejilla. Estaba tan concentrado que no lo había visto venir. Esos dedos desprendían sin lugar a dudas la esencia inconfundible de la profesora Crest. Se le había acercado por detrás, y no le había percibido.

- ¿Qué haces aquí en medio, Inquisidor novel?

- Ahm... Estaba... Esperándola, profesora Crest.

- ¿Y desde hace cuanto llevas ahí, querido?

- Acababa de llegar, profesora. - mintió el ciego, le daba algo de vergüenza lo que acababa de pasarle... Pensaba que la profesora estaba en la enfermería, y al parecer llevaba una hora, o tal vez más, comiendo.

- No le crea, Renata, lleva ahí más de una hora parado.- dijo una joven riéndose... Gilbe creía que se llamaba Ágatha Eindorell, pero nunca había hablado directamente con ella.

Renata se carcajeó mientras seguía tocándole el rostro. Le daba satisfacción este tipo de situaciones... Gilbe se mantuvo serio, aunque por dentro se sentía un poco humillado. Lo dejó correr, al fin y al cabo que Renata estuviera de buen humor le favorecía.

- Bueno profesora, ¿podemos pasar a su despacho para tratar asuntos de la Inquisición, por favor? 

- ¡Uy, qué serio Gilbe! ¿Ya te he dado la enhorabuena por tu título verdad? Sí, creo que fue mientras estabas aquí inconsciente... Anda, llámame de una vez Renata o no respondo de mí. - le dijo con un tono que el ciego no consiguió interpretar, mientras le agarraba el brazo con cierta fuerza.

Anduvieron juntos en dirección a su despacho.

- Ya me he enterado en la comida de que teníais una misión... Lo cierto es que me he entretenido a posta, imaginaba que ibas a venir a pedirme algún compuesto... Bueno, dime, ¿qué quieres?

Gilbe cada día conocía mejor a esa mujer... No era fácil de entender, en absoluto. Y casi era más difícil de manejarla, pero si algo había aprendido en estos tiempos en la inquisición es que con Renata lo mejor era nunca ir al grano. Era el tipo de personas que le gustaba hablar.

- Bueno, quería varias cosas, Renata. Algunas más importantes que otras... Algunas simplemente... Por saber. Ya sabes. Hoy me he encontrado estas briznas en un lugar, y no he sabido reconocer el olor que desprendían... Me tiene bastante angustiado, no termino de saber de qué es el olor... ¿Podrías ayudarme a identificarlo?

Renata no te dice simplemente las cosas. Las pelea. No da sin pedir nada a cambio... Durante un largo rato estuvieron tanteándose... ¿De dónde había sacado Gilbe esas briznas? ¿Para qué lo quería saber? ¿Qué pensaba él que podían ser? Poco a poco iban "negociando" el contrato, Gilbe le confesaba que las briznas eran de la alfombra de Leona, ya que seguramente ella misma lo hubiera adivinado... Pero no pudo decirle qué pensaba hacer con el conocimiento que le pedía a su profesora, pues no sabía lo que era... Le confesó que sospechaba que era vino, tal vez derramado en una cena la noche anterior con Petros. Pero por supuesto, él no tenía ni idea... Siquiera sabía qué era lo que antes había empapado el tejido.

Terminaron por intercambiar la información que Renata quiso. Estaba de buen humor, Gilbe le había dado un entretenimiento interesante y además había podido divertirse (o más bien reírse) con (de) él.

Así que Gilbe sacó su otro tema de conversación:

- Como me has dicho ya sabes que vamos a ir a Arkangel... He estado trabajando bastante en mis propios tóxicos, y también en los antídotos, pero me gustaría saber si podría llevarme alguna, o aunque fuera una, de sus creaciones. No puedo comparar mi habilidad a la suya,- sí, adularle un poco no irá mal-  y lo cierto es que me da miedo que mis venenos no afecten a criaturas más poderosas... 

Era la verdad, simple y llanamente. Necesitaba de las creaciones más poderosas posibles. Las que fueran. Ya vería para qué las usaría... Todo lo que pudiera obtener sería bien recibido, y probablemente utilizando. Al fin y al cabo, no sabía realmente lo que podría encontrar en Arkangel.

Antes de marcharse también le dijo a Renata si sería posible suministrarle algunos elementos para poder crear su propio laboratorio... Él no necesitaba muchas cosas, y si hacía falta las pagaría poco a poco, en la medida de lo posible. Sabía que el monasterio no era una máquina de hacer dinero pero también era cierto que cuánto mejor pertrechados estuvieran sus inquisidores, mejor le iría a la organización.

 

 

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10/08/2013, 13:11
Kael

Kael resopló ligeramente ante las clases de “moralidad”  que le estaba dando Elohim en ese preciso momento, pero lo que más le dolía es que muchas de las cosas que estaba diciendo el ángel eran verdad, dichas con soberbia, pero verdad. Las maneras perdían tanto al pelirrojo como al ángel, aunque este no se diera cuenta.

Entonces comenzaron a participar varios de sus compañeros en la discusión hasta que Richard dio un golpe en el mueble para llamar la atención. Ello sorprendió al joven que lo miró soprendido. Richard no solía tener unos arrebatos tan agresivos, el que tenía malas formas era Kael, No pudo evitar sonreír, pero todo se terminó con la intervención de Leona.

Las palabras de la Alta Inquisidora se clavaban como puñales en Kael, siendo todas y cada una de llas ciertas y bien dirigidas. No tenía respuesta para nada de lo que dijo, así pues solo inclinó la cabeza y, sin levantar la vista del suelo musitó- Lo siento, profesora Blanchett. No volverá a ocurrir por mi parte -dijo el joven mientras intentaba calmarse.

Escuchó mirándose los pies mientras todas las dudas y preguntas eran respondidas, y cuando Leona dio la reunión por concluída, Kael hizo una reverencia y salió de la sala, esperando callado en el pasillo para que los dirigieran a donde tuvieran la reunión con Charlotte.

Cuando vio a la muda, Kael no pudo evitar sonreír y saludarla haciendo unos signos con las manos. Era sabido que, por si no podía hacer uso de sus poderes por el motivo que fuera, las gemelas y Kael habían empezado a estudiar el Lenguaje de Signos, aunque Kael aun era un poco torpe y a veces confundía algún signo con otro, lo que acababa con una serie de risas por parte de ambas gemelas. Kael no podía evitar sonreír, le daba pena que no hubiera sido capaz de pasar la prueba del desierto, pero al menos seguía viva, y eso ya era mucho decir.

El pelirrojo escuchó, no entendía bien lo que venía a ser los espejos. ¿Era como si en vez de verse reflejado vieras al otro? No estaba seguro. Pero no quiso interrumpir porque parecía que tenían mucho que decirles, dando información sobre todos los cargos, instituciones y gobiernos que iban a estar por allí. Kael tomó nota mental para tenerlo en cuenta, pues la verdad es que eso le parecía muy importante. La información y la preparación lo eran todo. Al terminar, Kael no pudo evitar darla un abrazo a Charlotte- Cuidate, ¿vale? Yo intentaré que tu hermana vuelva -dijo sonriendo. Al principio no habían tenido mucha relación, pero desde la noche en la que tuvieron que huir de los piratas, todo había cambiado y mucho.

Cuando salieron de la mansión, Kael estuvo pensando y callado, procurando como podría hacerlo y pensando en todo el plan que iba a seguir, que en parte comenzaba a esbozarse, pues si tenía que llegar en un barco de la Inquisición, con nobles de la Inquisición y pasar desapercibido, pues tendría que hacer algo.

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10/08/2013, 13:15
Kael
Sólo para el director

Cuando llegaron al monasterio, Kael fue directo a buscar a Kamus. Tras preguntar a varios de los Guardias que estaban en su turno y en los puestos asignados, el pelirrojo recorrió la parte “pública” por llamarla de alguna forma, del monasterio como solo diez años de su vida le podrían permitir moverse.

Lo encontró en uno de los pasillos que conectaban los dormitorios masculinos de los estudiantes con el pasillo que pasaba por la habitación de descanso. Cuando le vio no pudo evitar saludarle como a un viejo amigo- ¡Kamus! -dijo corriendo un poco hacia él y llamando su atención, pues parecía estar hablando con uno de los guardias- ¿Qué tal va todo? -le preguntó mientras le estrechaba la mano. A veces creía ver en Kamus un poco de culpabilidad, pues él fue el que le cortó la mano al pelirrojo mientras era controlado por Venganza en aquel fatídico día- Supongo que sabrás que nos mandan lejos -dijo sin dar más detalles, pues no sabía cuantos oídos debían de escuchar lo que iba a decir- y me han dicho que podría llevar a un Guardia conmigo -se sonrojó un poco, y antes de que pudiera decir nada, Kamus sonrió y le contestó.

-De acuerdo. Ágatha está ahora de Guardia en la zona de la Enfermería, por si necesitan su ayuda para algo, dila que se prepare para el viaje y que irá contigo. Esta tarde la haré llegar el documento para que todo sea legal y no haya problemas con los Guardias de las puertas.

-Gracias Kamus -dijo Kael sonriendo- espero que todo esté en calma mientras no estamos.

-De nada, Kael. Y sobretodo tener cuidado fuera, ya sabéis que en donde váis las palabras inadecuadas pueden hacer mucho más daño que las espadas.

Sonriendo, el joven inquisidor se dirigió hacia la enfermería, y tras caminar por varios pasillos, acabó en la puerta de este lugar. Había un par de guardias en la entrada, pero no era ninguno de los que buscaba- Busco a Ágatha, que tengo que darla unas órdenes de Kamus -dijo a los guardias, los que asintieron y le dejaron entrar.

Dentro se encontró, ayudando o otro de los ayudantes de Renata, a Ágatha. Tenía el mismo uniforme que los ayudantes y el pelo castaño recogido en una trenza. Los ojos no se apartaban del chico al que estaban curando un corte. Siendo las fechas que eran seguro que había sido durante el entrenamiento de Maestro. Kael se esperó apartado en un sitio donde no molestara sin quitar ojo a la guardia. Se movía con pasos ágiles, como si fuera un felino, y eso era algo que le atraía bastante. Por lo visto, ella también había destacado un poco en las clases de MJ, pero tenía mucha más percepción que el inquisidor. No habían hablado nunca de como había sido su prueba, pero era algo que no le importaba. Cuando terminaron, Kael la saludó y, sonriendo como solo puede hacer un tonto enamoradizo, se dirigió hacia la chica.

-Hola Ágatha, ¿que tal todo? -preguntó luchando por no tartamudear.

-Hola Kael -contestó la chica con una gran sonrisa. Al pelirrojo se le subieron un poco los colores y aumentó el ritmo cardiaco. Tanto que tuvo que aplicar, con disimulo, una de las muchas técnicas de Saliera para meditar y relajarse- No está mal, la verdad es que aunque tenemos más heridos es más fácil curarlos con los años -dijo la chica- ¿qué querías?

Ahí Kael abrió la boca un par de veces, como un besugo, y entonces consiguió hablar con normalidad- Verás, me mandan fuera del monasterio por una misión, y, bueno, me dijeron que llevara a un guardia... y le pregunté a Kamus...

-¡Genial! -dijo la chica sonriendo- me encantará irme de viaje contigo en lo que sea -dijo sonriendo ampliamente, algo que alteró a Kael mucho y le hizo que se fuera mentalmente a un mundo de fantasía en el que ambos estarían siempre juntos y felices- ¿Me puedes explicar a donde y que tenemos que hacer?

Kael, que no estaba seguro de si debía dar demasiada información solo dió algunos retazos- Nos vamos a un sitio en el que deberemos pasar desapercibidos, aunque creo que puede que acabemos en alguna reunión de alta cuna -se encogió de hombros- salimos mañana al amanecer, en la Puerta del Este. Me dijo Kamus que esta tarde te llegará el documento y esas cosas -sonrió ampliamente y se sintió tentada de darla un beso, pero solo la dio un apretón de manos- No llegues tarde.

Y así, el pelirrojo, salió de la Enfermería hacia su dormitorio. Una vez allí volvió a guardar todo en el baúl, por suerte no tenía muchas cosas fuera, pero tuvo que hacer unas cuantas cosas. Dejó en la parte de arriba un conjunto de ropa de calidad baja, la cual se pondría en el barco para hacerse pasar por un marinero. Recogió todo y lo fue guardando con un orden de “importancia” solo comprensible para el pelirrojo, dejando para el final su nueva arma.

La cogió y la sacó de la caja. Era una preciosidad dentro de lo que cabía. Una hoja recta de metal oscuro con una empuñadura de cuero y bronce, algo ornamentada, pero todo muy sencilla. El problema era que tenía una cruz de sangre en la empuñadura y eso no debería verse. Así pues, cogió una ligera tela, la hizo tiras y vendó la empuñadura, para cubrir la empuñadura y la cruz, y que así pase disimulada. Pero en ese momento le vino la inspiración. Miró la hoja, oscura, con líneas de metal más claro que parecían algunos rayos cuando le daban el brillo adecuado.

-Tormento -la palabra salió de su boca por sí sola, como si el arma hubiera buscado ese nombre en concreto. Y en realidad parecía que la hoja tenía una tormenta continua, y, para colmo, podría entenderse como el tormento que sufriran los herejes a los que se enfrente.

Con una sonrisa terminó de organizar todo y bajó a cenar. A la mañana siguiente debería de despertarse pronto, pues tenía que estar al amanecer en la Puerta Este, y no podía hacer esperar a Ágatha.

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10/08/2013, 17:48
Juliette Bourgeois

Juliette se sentía desplazada, como siempre que intervenía Elohim, siempre pasaba lo mismo, con todo los profesores... excepto con Carlos y Lilianne por razones obvias. Todo el mundo tenía cuidado con el Santo, cuidado no fuera a romperse... todos le trataban como si fuera de papel. Si Elohim decía algo, aunque fuera una locura, siempre se tenía en cuenta, y aquello le repateaba el hígado a la joven Pelirroja, pero aún así ni se inmutó. Ya sabía porqué pasaba aquello, y el Ángel de Caedus buscaría la forma de hacer lo que le viniera en gana como siempre, así que mejor estar de su lado que en su contra, Juliette sabía qué batallas no podía ganar.

Confío en tí, aunque no comparto tu forma de verlo, puesto que no solo te pones en peligro a tí, sino a todos los que vamos contigo, pero es decisión de los profesores, no mía.- Una sincera sonrisa se dibujó en su rostro y volvió a adoptar su posición calmada de siempre, había entrado un poco en tensión con toda aquella discusión, pero de nada serviría ya una queja o una rabieta de niña pequeña por no conseguir lo que quería... se serenó y continuó escuchando la reprimenda de Leona a sus compañeros.

Cuando salieron de aquel lugar solo dirigió fugaces miradas a Kael y a Ace (y por añadidura a éste, a Elohim), éstos dos junto con Eriol eran a los que más aprecio tenía de aquel gran grupo de inquisidores, pasara lo que pasara sabía que podía contar con ellos para apoyarla, a no ser que se tratase de Elohim. Ace por lo obvio, su infancia juntos lo había marcado mucho, y seguían teniendo la misma extraña relación que antaño, y después decían que la relación de Juliette con su hermana era enfermiza... En el caso de Kael, probablemente fuera uno de los que más "Rencor" le tenía al Ángel y ya tenía sus propias batallas que librar con él. Y en cuanto a Eriol... ese chico no se enemistaría con nadie, y menos con un santo, demasiado encantador como para meterse en pleitos que no le conciernen.

Caminó con la cabeza alta, como si nada hubiera pasado hacia la Mansión de su familia. Hacía tiempo que se había instalado allí, desde que terminaron la prueba del desierto. Aquella noche las chicas habían dormido en el Monasterio porque Charlotte tenía reuniones importantes y a Juliette la habían convocado en el Jardín de Rosas... preferían dormir un poco más, a estar en la comodidad de su hogar. Charlotte sería la que les diera el resto de la información de la misión... Curioso cuanto menos, hacía tiempo que su hermana pasaba día y noche entre reuniones y libros de texto en la enorme biblioteca de la mansión, pero nunca pensó que estudiara para esto.

Cuando les recibieron la chica se puso cómoda, estaba en una reunión si, pero en su propia casa, así que se la notaba más tranquila que tiempo antes en la habitación de Leona. Además ahora estaba allí su hermana, la veía todos los días sí, pero echaba de menos no pasar todo el tiempo que quería con ella. Pronto ambas tendrían que seguir caminos diferentes... y aquello le dolía, le dolía mucho, aunque lo disimulaba bien. Su hermana se explicaba como nunca, se notaba a la legua porqué la habían elegido para desempeñar ese papel, el papel de profesora y mentora.

Llegó el tiempo de quedarse solos, sus compañeros comenzaban a salir, pero antes de eso Kael abrazó a su hermana y le dijo algo que conmovió bastante a la jovial chica...

Cuidate, ¿vale? Yo intentaré que tu hermana vuelva.- Dijo el joven pelirrojo, esbozando una sincera sonrisa.

La chica se giró y se dirigió a su amigo desde hacía ya tiempo, le plantó un cálido beso en la mejilla y cuando se separó le dijo con una de sus mejores sonrisas.

-Tranquilo Kael, se cuidarme solita, pero gracias igualmente.- Le guiñó un ojo y se giró para despedirse de sus otros compañeros.

Cuando Charlotte cortó la comunicación con los demás, la joven Juliette preguntó a su gemela...

-¿El Patriarca de la casa Bourgeois?.- Preguntó la chica cuando ya se encontraban a solas en el despacho de la Telépata -. No me habías dicho nada de eso... ¿Sabes quién es?, ¿Está en Arkángel?.

Las gemelas se quedaron allí un rato hablando, no había mucho que decir... pero era la última noche que pasarían juntos antes de que Juliette se embarcara en su nueva misión, así que necesitaban pasar todo el tiempo juntas posible. 

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10/08/2013, 20:44
Eriol Lahey

Eriol levantó una ceja ante el comentario sobre el Tao Zan que Leona le dedicó. No le había mencionado aquello para que lo ignorara, obviamente. Definitivamente veía su punto: Si tenían que reforzar la posición de la Inquisición ante la nobleza de la capital, lo mejor era ser vistos por todos, destacar. Por desgracia eso significaba que Eriol se llevaría una soberana paliza ante los ojos de todo el mundo. Literalmente.

No es que Eriol dudara de sus capacidades para el combate. Sabía muy bien de lo que era capaz, tanto como sabía que era un simple novicio de una orden con gente mucho más poderosa que él, y que habría gente de otras organizaciones posiblemente tan poderosa como sus maestros. Sí, se avecinaba una paliza en público.

De todas formas no dijo nada. Participaría, ya que eso es lo que se esperaba de él, y a decir verdad tenía ganas de probarse a sí mismo. Pero no se dejaba engañar: Iba a salir de allí hecho papilla, eso seguro.

Sobre el resto, broncas y demás, no se sintió aludido en absoluto así que no le prestó atención alguna. Ya tenía bastante con prestar atención a las broncas que SÍ iban dirigidas a él, como para estar sintiéndose mal por las que no lo hacían. Aunque, a decir verdad, la situación se daba tan poco que tampoco tenía sentido plantearse un método de actuación ante tal caso.

 

Después de todo se dirigieron a la mansión de las Bourgeois, Chateau Fleur de Lis. Despreciable pronunciación de Eriol a parte.  Allí les esperaba Charlotte, quien debía darles más detalles sobre su misión. Era curioso como los que no pasaban la prueba parecían saber siempre más que los inquisidores de pleno derecho. Y parecía que era un cambio instantáneo, además, porque no hacía tanto de las pruebas.

De todas formas escucharon lo que tenía que decir, aunque si cualquiera estaba intentando escuchar tras la puerta solo habría oído a once personas muy calladas cambiando de posición de vez en cuando en el asiento o pasando el peso de una pierna a la otra. Es lo que ocurre cuando la que hace las explicaciones lo hace a través de su mente, sin mediar palabra.

Lo primero de todo fue el método de comunicación: Aquellos espejos. Ni que decir tiene que Eriol no sabía que existieran hasta entonces, pero la explicación fue lo bastante llana y somera para que cualquiera lo entendiera. Básicamente uno entra a través del espejo y va a parar a lo que estaba reflejando hace un milenio, pero como es un reflejo no se puede interactuar con ello. Como todos los espejos reflejan el mismo lugar, dos personas con distintos espejos van a parar al mismo reflejo, con lo que pueden hablar entre ellas pero nada más, porque realmente no están ahi. O algo así. Eriol llevaba diez años viendo cosas como aquella, sobrenaturales, y se había acostumbrado a aceptarlas fácilmente.

Lo otro que le llamó la atención fue lo del Zepelín. ¿Barcos? No por favor, pero... ¿Barcos que vuelan?¿Lejos del agua? Que no se bamboleaban con el oleaje y lejos del olor a salitre y a pescado. Sí, por favor.

OTRA mención al Tao Zan. Eriol había pillado la indirecta, no hacía falta insistirle más, y el Emperador Dorado Sun Tzu con toda seguridad sería su trabajo. No lo típico de Inquisidor, eliminar y poner en una hoguera y eso, pero sí averiguar lo que querían averiguar. Él había vivido allí - en Shivat - aunque no fuera capaz de recordar gran cosa, al menos tendría un tema de conversación, si es que lograba acercarse al hombre.

El Edén llamó también la atención de Eriol. No porque quisiera participar, no podría aunque quisiera si iba a estar en el Tao Zan y además se le daban horriblemente mal los deportes de equipo, sino porque no veía a conexión con la Inquisición. El Edén era público, todo el mundo lo veía. ¿Cómo podía haber algún objetivo de la inquisición entre ellos?

De todas formas, el Huevo de Dragón era curioso - casi se había creído que hablaban de uno de verdad hasta que se imaginó que sería algún tipo de joya -, y la Santa Sede, la Ciencia de Lucrecio, los Yermos y todo lo otro no le decían gran cosa. Tenía ya demasiadas cosas en la cabeza: barcos, más barcos, barcos voladores, más barcos, y la soberana paliza que le darían en el Tao Zan.

Todo aquello le había consumido gran parte de la mañana, pero aún así le quedaba la mitad del día para prepararse. Sería suficiente.

*******************************

Se fue a dormir pronto, muy pronto, a sabiendas de que siempre se levantaba tarde y mal. Tanto, que logró despertarse junto al maestro Wu, una hora antes del alba. Como siempre, un baño de agua fría le ayudó a despejar el sueño completamente, y partió enseguida.

Llegó a la puerta del Este con tiempo de sobras, el cielo no hacía sino empezar a clarear. Viendo que aún no había nadie del grupo, decidió subirse a lo alto de la muralla a ver la salida del sol.

Cualquiera que llegara en ese momento se lo encontraría subido a lo alto de la puerta, vestido con ropas de viaje, una sombra oscura a contraluz del astro rey emergiendo por el este. Se adivinaría con facilidad la pesada mochila que cargaba aunque fuera solo por lo voluminoso de la misma y algo más extraño aún:

La luz se reflejaba en algún punto en su cadera con un destello metálico. Una espada colgaba sobre su muslo, envainada en una funda de cuero negro con una gran cruz de sangre bordada. La empuñadura estaba cubierta con dos tiras de cuero negro y rojo. La guarda y el pomo, lugares de los que procedían los destellos metálicos tenían un tono completamente plateado, acero puro no aleaciones ni bronce. El pomo tenía un pequeño vidrio – que no gema – de color rojo.

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10/08/2013, 22:42
Juliette Bourgeois
Sólo para el director

Tras pasar toda una tarde de charla, las hermanas Bourgeois se dispusieron a hacer la maleta de Juliette... mañana tenía que partir y aún no sabía que cosas se iba a llevar.

-Bueno Charly ¿Tu que me recomiendas?.- Sostenía mentalmente en el aire varios conjuntos, todos de gala, y presentables para acudir a la corte -. ¿Este o este? .-Pasaban varios vestidos por delante de la joven maestra que veía como aquellos trajes iban a parar directamente a la maleta perfectamente doblados, sin que a la chica le diera tiempo a contestar-. Creo que éste irá bien, con estos zapatos, pero ¿Qué peinado? Ayúdame Charly por favor...

Justo cuando la joven estaba a punto de empezar a comunicarse con su hermana, alguien tocó a la puerta.

-¿Si?, ¡pase! .- Alzó la voz la chica esperando que la oyeran desde el otro lado de la puerta.

-¿Se puede pequeña? .- Preguntó Carlos asomando un poco la cabeza por una rendija de la puerta.

-Si claro, pasa, estamos con las maletas... ¿tu qué crees? ¿Este o este?.- Ambos vestidos volvieron a volar hacia la maleta sin dejar siquiera contestar al profesor que acababa de entrar por la puerta.

Dóminar suspiró hastiado.- Juliette... préstame atención un momentito por favor -. El tono de Carlos parecía el de un padre que intentaba dialogar con su hija.

-Dime.- Dijo la chica mientras sujetaba con sus manos un vestido y lo miraba de arriba abajo para luego dirigir su verde mirada al otro interlocutor.

-Quiero presentarte a alguien...- Dóminar se adentró un poco más en la habitación y de un poco más alejado, en el pasillo, surgió un hombre grandote, bien parecido y entallado en una enorme y reluciente armadura-. Éste es Gael, Gael Hopkins, uno de los guardias de la mansión, uno de los mejores - Por no decir el mejor - Quiero que te acompañe en tu viaje, no tienes acompañante ¿No?.- Preguntó aquel hombre, esperando, por supuesto, una negativa por parte de la chica.

-Mmmmm .- La joven se lo pensó un momento mientras lo miraba de arriba abajo -. No, la verdad es que no tengo protector... pensaba pedírselo a Bella o dejar que Kamus eligiera uno acorde a mis necesidades, pero si tu crees que Gael es un buen acompañante .- Enarboló un de sus mejores sonrisas -. Bienvenido al barco caballero .- La chica hizo una pequeña reverencia con una ligera caída de cabeza-. Al alba nos veremos en la puerta Este ¿De Acuerdo?.- Tras el asentimiento por parte del joven la chica destinó un enorme abrazo a, su desde hacía tiempo primo, Carlos, y añadió otra pequeña reverencia al Guardia que se encontraba frente a ellas.

Bueno, si nos disculpan sus mercedes tengo que terminar con los preparativos .- Agarró la puerta con una sonrisa burlona y sin esperar despedida por parte de los dos atónitos hombres los sacó de la habitación y les cerró la puerta casi en las narices.

Y así hermanita es como se comporta una señorita de la corte, hay que ser amable pero también hay que hacerse de rogar, los hombres no pueden darlo todo por sentado...- Dijo la chica sonriendo mientras seguía metiendo vestidos en sus cajones de viaje.

Su gemela no quiso intervenir... a veces su hermana se equivocaba de tantas maneras, pero ese era su terreno, o eso creía la jovencita, así que no intentó rebatir sus argumentos.

Llenó varios cajones con ropa... no podían faltar sus mejores galas si iba a ir a la corte, y más a las altas esferas, como las denominaba Leona. Tenía que intentar hacer el mejor trabajo posible, no podía decepcionar a Leona, sabía que no podía superar a sus compañeros por sus encantos y, en el caso de Elohim sus dones divinos, pero por lo menos lo intentaría, tenía que dejar el pabellón de la familia Bourgeois bien alto.

Corrió a la armería y escogió algunos de los mejores estiletes, y los enfundó en un cinturón... No podía llevarlos encima, no por ahora, así que los metió en la maleta, en el barco se haría con ellos y los escondería entre sus ropajes. 

No podía olvidarse de sus pertenencias más preciadas, el broche de Charlotte, tan precioso y perfecto que no desentonaría en la corte, y tan cargado de sentimientos que era imposible no llevarlo consigo. La pulsera de Landon, una pulsera echa por una afamada costurera, no era de una pulsera de brillantes ni metales preciosos, pero simbolizaba algo que para Juliette era mucho más importante que quedar bien en la corte, su amor por el joven Mentalista... en caso de desentonar, trataría de esconderla lo más posible, pero no se separaría de ella un solo segundo. Y por último sus preciosas agujas... estaba claro que no eran una obra de arte, pero simbolizaban mucho para la chica y las llevaba con ella donde quiera que fuere, así que las dejó sobre la mesilla... como siempre al día siguiente adornarían su precioso pelo. Metió además en un pequeño estuche las joyas que poseía, no eran muchas, pero necesitaba estar deslumbrante cuando entrara a Arkángel, y para ello hay que darlo todo.

Acto seguido se fue a dormir, y al día siguiente se despertó temprano, bastante antes de la hora... necesitaba asearse a fondo, y tenía que estar preciosa cuando fuera a abandonar su hogar, quería que sus familiares estuvieran orgullosos de ella.

Se enfundó uno de sus preciosos vestidos, se recogió el pelo en un perfecto recogido de caída lateral y se preparó para la salida...

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11/08/2013, 01:07
Juliette Bourgeois

Al despertarse Juliette corrió a la ducha, tenía bastante tiempo, pero no quería llegar tarde al lugar citado... ¿o si quería?, ¿Todo lo bueno se hace esperar no?. Si, bueno, pero llegar tarde cuando hay que embarcar y partir hacia otro lugar... y más cuando entre los integrantes de la tripulación estaban Leona Blanchett y Evangeline Matheus, mejor no arriesgar.

Se dio un relajante baño, no quería estresar su piel, tenía que estar radiante cuando se presentara ante sus compañeros y antiguas profesoras, quizá no fuera tan encantadora como Victoria, Eriol o Derek, quizá no era tan buena socialmente como alguno de los anteriormente mentados además de Elohim... pero lo daría todo y más para destacar, no podía quedarse atrás.

Decidió a vestir del color predilecto de su profesora predilecta, no era el mejor vestido que poseía de aquel precioso color, porque aquel lo guardaba para los momentos en la corte, pero si quería impresionar... debía hacerlo bien. Se recogió el pelo en una trenza con caída lateral, un intento logrado de hacer resaltar tanto su pelo como sus ojos al dejarlos completamente al descubierto. Unos preciosos pendientes que le había pedido prestados a su prima hacía ya tiempo y sus ya conocidos complementos, que aunque desentonaran un poco con la tónica de su indumentaria... para ella eran completamente necesarios. El broche de Charlotte prendido al vestido, la pulsera de Landon bien a la vista en su muñeca derecha y sus agujas incluidas como adorno en su precioso peinado...

Nada más terminar de vestirse, bajó al primer piso al salón donde ya tendrían preparado el desayuno, no saciaría mucho su apetito pues quería estar segura de que no quedaría en ridículo si mareaba en el barco... no quería perder la compostura ni el glamour. Tomaría lo justo y necesario como para no fatigarse en el camino al puerto. Al entrar por la puerta del salón todos se quedaron mirándola, Carlos, Lilianne y Charlotte ya se encontraban allí, dispuestos a despedirla...

-Bueno... ¿que tal estoy.- Preguntó la chica aún a sabiendas de la respuesta que iba a recibir.

-¿En serio necesitas que te lo digamos preciosa? .-Dijo sin ningún reparo su primo, Dóminar -. Pues eso... estás preciosa, radiante.

-No puedo estar más de acuerdo... si hasta tu primo se ha dado cuenta, ya sabes que quiere decir pequeña.- Replicó con una sonrisa Lilianne -. Pocas veces te había visto tan guapa como hoy.

Un ligero rubor se apoderó de las mejillas de Juliette... sabía que sus primos eran unos aduladores, solían hacerlo siempre, pero hoy estaba claro que estaban orgullosos. Su pequeña prima abandonaba el nido por su propia cuenta durante quién sabía cuanto tiempo. Una pequeña lágrima recorrió la mejilla derecha de Lilianne, y tanto ella como Charlotte corrieron a abrazar a la joven inquisidora. Tras un par de segundos se unió Carlos al abrazo, se habían convertido en una familia muy unida y ahora una parte de ella se disgregaría temporalmente.

-Bueno vamos a comer algo... que estoy muerta de hambre.- Dijo la chica deshaciéndose el abrazo, y estirando un poco su vestido, con aquel abrazo se había arrugado un poco pero nada que no se pudiera arreglar con unos tirones.

El desayuno transcurrió tranquilamente, sin muchas palabras de por medio... era un momento bastante emocional, y una sola palabra podría hacerlas estallar en llanto y era algo que no se iban a permitir, no en aquel momento, ya cuando la pequeña abandonara la casa harían lo que hiciera falta. Cuando la joven se levantó de la mesa, todos hicieron lo propio, daba igual que no hubieran terminado con su desayuno, no importaba nada de eso, solo querían despedirse de Juliette como estaba mandado, de nuevo abrazos para todos... lágrimas contenidas y sin contener, y una emotiva despedida.

El servicio la ayudó a amontonar sus cosas en la puerta de la entrada, el carruaje estaría a punto de llegar, pero esos no eran los planes de la joven. Se concentró fuertemente en el lugar al que se dirigía... la puerta Este, tocó sus pertenencias y entre luces desapareció de aquel lugar, no sin antes escucha algo detrás suyo.

-Llévate ésto contigo pequeña-. La voz de su prima le había hablado antes de que el teletransporte se completara .- Y cuídate mucho querida.

Cuando las luces se extinguieron apareció en aquel lugar, el lugar en que se había focalizado... no había echo aquello nunca, teleportarse ella junto con equipaje, pero tenía que intentarlo, y lo había conseguido.

No se fijó muy bien en los compañeros que se encontraban allí puesto que se había mareado un poco, así que se sentó con las piernas cruzadas en uno de los baúles de sus pertenencias y espero a que aquel desfallecimiento pasara. La joven no se había dado cuenta del colgante plateado que se había prendido en su cuello, por obra de Lilianne... no era aquella reliquia familiar que la chica tanto buscaba, pero era un collar igualmente precioso, un collar digno de la corte.

Al cabo del rato llegó su carruaje, aquel que debía de ir a buscarla a la mansión Bourgeois, con un invitado dentro...

-Buenos días señorita, ¿Está usted bien?.- Preguntó el joven, alto y fornido caballero... probablemente no le hubieran visto antes, pero si lo habían hecho era en la mansión Bourgeois, era uno de los guardias personales de Dóminar.

- Si, Gael, estoy bien gracias por preocuparte.- Suspiró la joven, ya se le estaba pasando el mareo pero... si cada vez que hiciera aquello iba a pasar lo mismo, tendría que plantearse no intentarlo de nuevo -. Si sois tan amables, cargad las cosas en el carro, yo esperaré aquí a mis compañeros.- La joven no se había percatado de la presencia de Eriol en las alturas de la puerta.

- De acuerdo señorita Bourgeois.- Aquel era un hombre demasiado educado y demasiado bien parecido como para ser un simple guardia más, se notaba que era de la confianza del Profesor de Artes Mentales, si le encomendaba la protección de una de las gemelas.

Dóminar (Carlos Allen Laminio), es Primo Político de Juliette Bourgeois al estar casado con Lilianne Bourgeois, su prima.

Se asume que Juliette Bourgeois utiliza su Disciplina de Teletransporte a un lugar privado, no a un lugar público y abierto. Si así fuese tendría serios problemas con el Tribunal Eclesiástico por hacer un mal uso público y sin condición de Santidad.

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11/08/2013, 02:31
Derek Volarn

Mientras mis compañeros discutían entre ellos yo solo sonreía abiertamente por la cara que había puesto Eriol al darse cuenta de la que le había liado.  Estaba claro que la gente tenía ganas de discutir, al menos con Elohim, al menos alguno. Yo, no es que aprobara el comportamiento que había mostrado Elohim, para ser un Santo, dejaba ver a mis ojos valores en él que no eran del todo correctos, a mi parecer, para un buen cristiano, pero a pesar de ello simplemente prefería ignorar cuando abría la boca para soltar una perla, igual que prefería ignorar a los demás cuando le respondían, lo que si llamó mi atención fue el puñetazo de Richard en el mueble de la señorita Blanchett. Por un momento me quedé blanco por la posible reacción de la profesora que tras eso hizo un comentario sobre su manera de dar formación a las nuevas generaciones.

Tuvo que se la misma profesora la que concluyera el tema para que yo volviera a mi rostro serio y cortes, pero no divertido, como el de antes.

Tras la reunión nos dirigimos a la mansión “Fleur de Lis” donde Charlotte utilizaba sus habilidades para informarnos. He de decir que la sensación no era de mi agrado, aunque la agradable chica lo sabía y no parecía ofenderse, igual que yo aceptaba que no había otra solución para comunicarme con ella. Aquella invasión me recordaba a la capacidad de Landon, la cual nos había traído algún quebradero de cabeza en el pasado.

Ante la información del espejo mi cara mostró una importante sorpresa, levanté la mano con la intención de preguntar algo, no lo entendía muy bien, pero después la bajé, rascándome la nuca, moví los labios y volví a levantar la mano, pero después la bajé de nuevo, dudé un poco más, entonces entendí la explicación como por arte de magia, mi cara de lerdo desapareció, dando pasó a una sonrisa, y la mano que no hacía más que mover, paso a reposar en mi rodilla mientras escuchaba las otras nuevas.

La situación en Gaïa era drástica, y las fronteras de Argos, y por lo tanto de la propia iglesia corrían peligro, pues si la nación aliada caía… Sacudí la cabeza quitándome esa idea de la mente. Lo que más llamaba mi atención era el Tao Zan y la justa… siempre desde la perspectiva del público, por supuesto, pero eso, sería complicado.

Después del rato de charla, o más bien de información, nos despedimos y nos separamos al salir de la mansión. Arreglé mis asuntos esa noche.

***

A la mañana siguiente llegué con cierta puntualidad, concretamente el segundo. Me sorprendió ver a Eriol ya allí, esta vez había madrugado, me aterraba pensar lo temprano que tenía que haberse acostado para conseguirlo.

Miré desde abajo a su posición, dedicándole una sonrisa y esperando que bajara. Después me giré con cierta gracia, y mire al horizonte, sabiendo que nuestro siguiente destino seria La Fe, donde un barco nos esperaría. Fue en ese mismo momento donde fui víctima de la realidad, yo no le tenía miedo al mar, como Eriol, y veía con cierta gracia su aversión a tomar el barco, pero me percaté de que, un barco era como un ataúd flotando en el mar, pequeño, estrecho, y débil.

- ¿Cuánto dura el viaje hasta el continente?

Pregunte a Eriol que se había unido a mí en cuanto llegue, después de tragar saliva con dificultad. El había ido al continente en una misión y recordaría cuanto duró su sufrimiento, yo había sido de los últimos en hacer la prueba, esa era mi primera misión, y desde que cruzara a esa isla hacia ya diez años, no había vuelto a navegar entre el continente y la isla… no recordaba cuanto duraba la travesía. 

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11/08/2013, 06:25
Eriol Lahey

Cuando salió de la mansión Bourgeois no tenía muy claro qué hacer o dejar de hacer. Planes para el futuro no era su asignatura preferida. La prueba era que, ahora que era inquisidor de pleno derecho, estaría perdido y dando vueltas como un pollo sin cabeza si no le ordenaran cumplir ciertas misiones.

Estaba un poco abrumado, sí, pero decidió tomárselo con calma. Lo primero era llevar el baúl con todas sus cosas a casa del maestro, así que volvió a Caedus y paseó una última vez por sus patios antes de dirigirse a su próximamente ex-cuarto.

Todo estaba como lo había dejado aquella mañana, sábanas por los suelos incluidas. Decidió que no quería arriesgarse a que nadie viniera y simplemente hiciera la cama. Había sudado mucho aquella noche. No, casi se había deshidratado. La idea de que un extraño tuviera que meterse en aquellas sabanas impregnadas con su... hedor, por llamarlo de alguna manera, le dio nauseas hasta a él. Así que dejó el colchón vacío y llevó las sábanas a lavar.

Lo siguiente era llevarse el baúl. Lo cual no era tan sencillo como había pensado que sería originalmente. Básicamente, podía arrastrar el baúl, podía levantarlo unos momentos si hacía falta, pero ni de coña iba a ser capaz de llevarlo hasta la ciudad. Necesitaba ayuda.

Así que fue a buscar ayuda. Algún profesor o tutor al que pudiera pedir permiso para llevarse a algunos chicos, o guardias, o lo que fuera. Encontró a Maestro andando calmadamente por uno de los pasillos. Habría preferido a alguien con quien tuviera más confianza: Petros, Owen, Berny, MJ, Leonardo, la propia Leona. Pero bueno, ahora era un inquisidor, no tenía por qué temerle a ese hombre, ¿verdad?

- ¿Señor? - le saludó, este le devolvió el saludo con una inclinación de cabeza, prosiguiendo con su paseo pensando que solo era un saludo cordial, no un intento de llamar su atención. Eriol insistió - Maestro, señor. ¿Tiene un momento?

Maestro se paró, sorprendido seguramente de que alguien como Eriol le parara. Maestro era un hombre estricto y recto con el que Eriol no había llegado a conectar nunca de forma alguna, más que... para ser castigado. Y físicamente, peleando, en sus clases.

- ¿Si, Lahey?

- Bueno, eh... - qué difícil que era hablar con él. Hizo una pausa y se armó de valor, si tenía que hacer aquello debía hacerlo enseguida - Bien, tengo que mudarme y... tengo este baúl... - Estaba balbuceando, balbucear era malo - Déjeme volver a empezar. No puedo llevarme el  baúl de mi cuarto a mi nueva casa yo solo y quisiera saber si puedo conseguir ayuda, algunos alumnos o guardias o... alguien.

Maestro le miró atentamente, Eriol supuso que juzgándole, buscando el castigo apropiado para lo que fuera que había hecho mal. A lo mejor lo que había pedido era una barbaridad, un error del protocolo, un insulto a su honor o al de los guardias o alumnos. Algo, seguro.

- Sí. Claro. Puedo acompañarle e ir a hablar con el señor Steint sobre el asunto.

Y, sorprendentemente, Maestro le puso una mano en el hombro a Eriol y le empujó amablemente mientras le retenía a su lado, acompañándole hasta Kamus.

Fueron unos minutos bastante tensos para Eriol, hasta que hablaron con Kamus y tuvieron el asunto arreglado, Maestro no se despegó de él. Después de solucionar aquel problema, Maestro reclamó la atención de Eriol y sorprendentemente empezó a hablar de trivialidades con él. Resulta que hasta Maestro se había reído - cuando nadie le veía - con alguna de sus payasadas. Anduvieron largo rato por los patios y pasillos, comentando tonterías, cosas de los últimos diez años. No hay que malinterpretar esto, Maestro no se convirtió de golpe en un hombre dicharachero, pero sí que tenía un lado que no íbamos a llamar blando, pero si quizá menos pétreo. Pero fue lo suficiente como para que Eriol se sintiera seguro hablando con él, le habló de  muchas tonterías, pero también de sus preocupaciones para con la misión, del viaje - sobre todo de la parte en barco -, del Tao Zan.

Eriol era un chico bastante seguro de sí mismo, pero aquello no lo volvía inmune a la duda. Maestro no tuvo palabras reconfortantes, más allá de indicarle que tendría que superar sus miedos o morir con ellos. Pero aun así le ayudó hablarlo con alguien. Para lo que sí que tuvo un consejo fue para sus dudas sobre confrontar a los nobles y aristócratas de la capital.

Para enfrentarse a su sociedad había que pensar en ella como en un campo de batalla. Todos estaban contra todos en una guerra abierta y egoísta por el poder. Protocolos y reglas eran los límites, pero solo la imaginación de cada uno era lo que definía esos límites. El secreto era una buena forma de superarlos, pero también lo eran la astucia y el ingenio. Aquello encendió una luz en su mente.

- Maestro, ¿señor? - Le interrumpió - ¿Cree que podría llevarme una espada? No tengo ninguna y pensé que quizá podría coger una de la armería o algo. Llevármela a Arkángel, digo.

- ¿Una espada? Sí, claro, ¿pero para qué?

- Es por lo que dijo, el campo de batalla, la astucia... Creo que ir desarmado sería dar demasiada información sobre mi campo de especialidad. Y es una información tan fácil de ocultar, solo llevando un objeto más encima que...

- Bien pensado. Sí. Voy a lograrte una buena espada, sígueme.

Maestro le condujo desde el jardín hasta el ala privada de los inquisidores y maestros y finalmente hasta su cuarto. Entró sin decir nada y le cerró la puerta en las narices a Eriol que se quedó esperando como un tonto, sin saber si debía quedarse allí o entrar o qué. Estuvo esperando allí lo que le parecieron horas - minutos en realidad - hasta que maestro apareció de nuevo sin avisar.

- Aquí tienes. - Llevaba una espada en las manos, una espada corta, con una funda de cuero negro y una cruz roja bordada. - Esta es mía, de mi colección privada. Lúcela en Arkángel pero luego tráemela de vuelta. Intacta.

Maestro le dio una palmada en el hombro, dejando la espada en sus manos, y se alejó sin mirar atrás. Eriol seguía estando algo anonadado, pero se recuperó en unos momentos, aunque aun estaba confuso sobre todo lo que había pasado.

Fue a ver a su madre. Le habló de la misión, sin concretarle los detalles porque no sabía cuánto estaba autorizado a explicar, pero si le dio una idea aproximada del tiempo que iba a estar fuera, y cómo iba a estar perfectamente seguro durante ese tiempo porque iban a ser tantos y tantos inquisidores y guardias. Se despidieron con un beso, pero no antes de que Eriol lograra escamotear unos cuantos pastelillos de la cocina.

¿Siguiente Parada? Confecciones Argent.

Si iba a ir a codearse con los nobles, iba a necesitar más vestuario. Y mejor. Sobre todo lo segundo. Los padres de Landon le conocían e hicieron un buen trabajo con él y a buen precio. Eriol no podía permitirse los trajes más lujosos, pero los Argent eran muy buenos en lo que hacían. La ropa que compró no era seda y satén, pero la confección era elegante, los trajes en sí, magníficos.

Lo último que le quedaba por hacer era ir a su nueva casa, la de su Shifu, Wu Long.  No hablaron mucho, el maestro Wu no era muy dado a hacer preguntas y sabía muy bien que Eriol no estaba precisamente en situación de hablar sobre su trabajo, así que prefería no tentarle lanzando preguntas indiscretas. Hablaron de otras cosas, tonterías, de cómo se ganó su mote de Bao Laoshu, de sus prácticas de artes marciales, del Tao Zan. De los barcos.

Es sorprendente como aquella charla fue tan y tan semejante a la que había tenido horas antes con Maestro. Dos personas tan distintas a ojos de Eriol, una de ellas abrupta y dura como una roca y la otra sensible y estricta pero amable, y aun así lograron la misma reacción hablando sobre los mismos temas.

Eriol compartió los pastelillos que había escamoteado con su maestro, y después de empacar se fue a dormir pronto. El siguiente día iba a ser especial y no quería llegar tarde.

Eriol consigue una espada corta, corriente y moliente solo que algo bonita, espero que lo bastante como para poderla llevar encima en actos oficiales. La espada ya estaba contada dentro de mi equipo, solo le he dado justificación.

Además compra dos trajes de gala nuevos, 2 MO cada uno.

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11/08/2013, 09:52
Ace Velvet

Ace se cruzó de brazos mientras sus compañeros acababan de hablar. No parecía alterado, pero en algún momento pudo verse que la situación lo irritaba. El repiqueteo rítmico de su dedo sobre el brazo izquierdo, algún carraspeo ocasional, la manera en que cerraba los ojos con hastío…

No le gustaba que se cuestionase a Elohim, y se le notaba. Más bien, él permitía que se notase. Cuando cambio el peso de una pierna a otra sus espadas chocaron entre ellas suavemente, era como si llevase una campanilla en el cinto.

Durante la reunión no hizo nada más que asentir a las palabras de la Alta Inquisidora para luego retirarse. Ni siquiera dio un respingo cuando Richard golpeó un mueble, aunque tampoco se lo había esperado, manifestándose en su rostro una mueca de desconcierto.

En la mansión de las Bourgeois se mostró cordial y sumamente educado. Algo sabía de etiqueta, y una cosa era estar en el monasterio que había sido su hogar durante diez años, y otra estar en la casa de otra persona.

Las explicaciones de Charlotte haciendo uso de su mente no lo inquietaron en absoluto. Podría haber tratado de resistirse, pero estaba seguro de que la muchacha era lo suficientemente poderosa como para superar sus barreras. Era un poco extraño, ver como sus matrices volaban hacia él, cargadas de información. No trataba de esquivarlas ni de resistirse, se convirtió en un mero espectador.

Aunque le costó un poco asimilar lo de los espejos, Charlotte lo había explicado muy bien como para que lo asaltaran demasiadas dudas. Parecían una eficiente forma de comunicarse, aunque si alguien ajeno a la Inquisición descubría la existencia de los espejos que usaban… podría tener graves consecuencias.

Respecto a los otros asuntos, Ace estaba seguro de que los que, como él, podían ver lo invisible, serían asignados para apuntarse o, como mínimo presenciar los diferentes eventos. Ellos eran los más apropiados para vigilar todo aquello, pues el mínimo indicio de poderes sobrenaturales sería detectado por sus ojos.

Sólo una cosa consiguió perturbar su máscara de indiferencia, el asunto del huevo de dragón. Inexplicablemente, dirigió la mirada al suelo y apretó la mandíbula, pensativo. De nuevo, el único sonido que surgió de él fue el tintineo de sus espadas. Era algo lo suficientemente característico para asociarlo con Ace. ¿Quién, si no, llevaba al mismo tiempo más espadas de las que podía empuñar con sus manos?

**********

Aquella mañana, en su nueva habitación, no había tardado en despertarse. Incómodo por el cambio de cama, le había costado un poco conciliar el sueño, y al final se había despertado demasiado pronto. Una agradable lectura seguida de una ducha de agua fría lo acabaron de preparar para el viaje.

Tomó su bolsa de viaje, preparada con antelación, y se encaminó hacia la Puerta del Este.

Llegó lo suficientemente puntual y acompañado de un hombre alto con un característico cabello rizado, para encontrarse únicamente con Eriol, Derek y Juliette. Habría sido más incómodo encontrarse solo o con alguien desconocido.

- Buenos días – musitó.

Cuando se detuvo, el Guardia Eclesiástico a sus espaldas hizo lo propio. A algunos les sonaría su rostro, se trataba de Adalbert. Era, en general, un tipo bastante amable y servicial.

Ace llevaba oscuras ropas de viaje, y sobre sus hombros la capa negra con la cruz de sangre. Bajo la misma, se adivinaban las siluetas de sus tres espadas bastardas, que siempre llevaba consigo. Cargaba con una bolsa de viaje que no parecía demasiado pesada ni abultada, el joven no solía llevarse cosas que consideraba innecesarias.

Las reacciones de Ace Velvet en la primera parte del texto son un reflejo voluntario y claro de su filosofía y su inquietud.

Adalbert es afable, servicial, bastardo, adoptado y generoso. Diestro guerrero con varias armas y hábil como cortesano.

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11/08/2013, 09:54
Ace Velvet
Sólo para el director

El último día no le pareció, en exceso, doloroso al joven Ace. Durante mucho tiempo había sabido que, en algún momento, dejaría de ser un mero aprendiz para pasar a ser un inquisidor en pleno derecho. Había esperado aquel momento desde que Tyler le otorgó una nueva motivación, y ahora que ya podía portar la cruz de sangre… se sentía extrañamente realizado. Lo primero de lo que quiso encargarse aquel día fue de encontrar un nuevo alojamiento.

Le dolía un poco separarse de Elohim, él tenía un mecenas que podía proporcionarle un alojamiento fuera del monasterio – y más caro. Pero en el caso de que el ángel le hubiese ofrecido alojamiento, él hubiese rechazado por orgullo propio. Admiraba a Elohim, pero no quería aprovecharse de la bondad del chaval. Prefería seguir viviendo en el monasterio, y trabajarse su propio destino.

Además, iban a estar en la misma misión durante algunas semanas, así que la distancia no sería un problema.

Tras solicitar una nueva habitación y trasladar sus pertenencias, Ace preparó una bolsa de viaje con lo que se llevaba normalmente cuando salía del monasterio. Dado que deberían moverse por las altas esferas, decidió llevarse también sus mejores prendas. Él era un guerrero, no un diplomático, por lo que estaba seguro de que su aspecto no tendría que ser tan despampanante como el de las “Altas esferas”, pero aun así le preocupaba desentonar en demasía.

Una vez hecho el equipaje, lo dejó sobre su nueva cama y salió de la habitación para buscar a Adalbert. Desde el primer momento había pensado en él para que lo acompañase. Confiaba lo suficiente en él como para cederle su propia seguridad, y sabía que era lo suficientemente servicial como para querer acompañarlo. Además, él era un inquisidor y Adalbert un Guardia Eclesiástico. Si Ace le pedía que lo acompañase estaría un poco forzado a aceptar.

- Claro que te acompañaré, Ace – respondió el guardia a la petición del inquisidor novel. Incluso sonrió un poco. El joven rubio le estrechó la mano, en señal de agradecimiento y camaradería.  

- Muchas gracias, Adalbert. Sabía que podía contar contigo.

Acabada su corta visita al Guardia Eclesiástico, Ace quería visitar a su mentor. Pero estaba seguro de que se encontraría en medio de una misión, y no se equivocaba. No pudo hablar con Tyler para contarle la misión, y aquello le dolió un poco. Seguramente no lo podría ver hasta que volviese cada uno de su respectiva misión y se reencontrasen en Albídion.

Ace se encogió de hombros frente a la puerta de los aposentos de Tyler y se marchó, algo desanimado.

No sabía en qué invertir todo el tiempo que le quedaba aquel día, por lo que se subió a un tejado con un libro en mano. Se tumbó y retomó la lectura que había abandonado aquella mañana al volverse a dormir. Era, como solía ser, una obra de teatro. Se encontraba en el punto álgido, en que el protagonista descubría que su amada en realidad había querido asesinarlo desde un principio para heredar su patrimonio. Él se enfrentaba a ella demostrando que conocía la verdad, pero el amor ciego le impedía siquiera aceptar todo aquello como cierto.

- Qué estupidez… - murmuró Ace mientras pasaba página. El poder de los sentimientos era, en ocasiones, tan poderoso que podía nublar el sentido común de los hombres. Más aún el amor, que era capaz de disfrazar cualquier mentira y de obligar a la gente a cometer increíbles locuras.

Quiso pasar lo que restaba de día solo, pensar en la misión que le esperaba, mentalizarse…