Partida Rol por web

El Advenimiento Corrupto

1. El Principio del Fin - Escena de Juego.

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20/08/2013, 20:11
- Narrador -

Eriol se agarraba a una de las sogas que unía el mástil de... de... uno de los mástiles con el suelo de cubierta, con tanta fuerza que los nudillos se le quedaban blancos y al final del día tenía las manos agarrotadas. Pero no podía hacer otra cosa, la alternativa era dar rienda suelta a sus temores y hacer... ¿hacer qué? No había nada que pudiera hacer en medio del mar, para alejarse del objeto de su temor, y volverse loco no le iba a ayudar. Se forzaba a sí mismo a confiar en que al barco no le iba a pasar nada, que no iba a caer al agua. Después de todo aquellos barcos habían navegado durante mucho tiempo sin problemas, y aquellas personas vivían prácticamente todo el tiempo en el mar. No era muy probable que todo se fuese al garete y el barco se hundiera porque él estuviera allí unos días, ¿verdad? Ni que decir tiene que no logró aceptar esa idea como buena, pero el solo hecho de intentar convencerse a sí mismo le distraía un poco de su temor en sí.

Luego estaba el frasco. No se separaba de él ni un instante y constantemente lo sacaba del bolsillo para examinarlo. No quería usarlo, la parte racional de su personalidad, la que luchaba por mantener el control frente a la fobia, le decía que huir cobardemente de la misma no era forma de superarla. Claro que la otra parte, la atemorizada, no creía que fuera a superarla nunca y de hecho no veía porqué tenía que superarla. Había sido muy feliz durante años sin barcos ni océanos ni ríos ni siquiera lagos. ¿Para que afrontar sus temores cuando podía rodearlos y dejarlos atrás?

¿Porqué no se tomaba el contenido del frasco entonces? Porque aquello no era un capricho, estaba allí para hacer algo y no podía ni quería rehuir su responsabilidad. Bien podía hacerle falta a sus compañeros en cualquier momento y por inútil que resultara en ese estado, era mejor que inconsciente en una hamaca en el interior del barco. Y no solo eran razones prácticas sino que también su ego le mantenía allí. Sus compañeros, Maestro, los marineros, todos le veían y su cobardía les inspiraba lástima o les provocaba carcajadas indistintamente, pero al menos había algo de respeto en ellos, porque todos podían percibir claramente que por asustado que estuviese, Eriol luchaba por mantener la calma e intentar actuar de forma normal. Si cedía y injería el líquido del frasco, si se retiraba a sus sueños a dejar pasar el tiempo, no solo todos los de alrededor lo sabrían y le despreciarían por rendirse, sino que él mismo sería el primero en recordarse toda la vida cómo se rindió sin pelear.

Eriol era un payaso, y era muy difícil hacerle pasar vergüenza, pero aún así tenía su orgullo, y por poco que le importara parecer tonto o estúpido cuando hacía una payasada, no soportaba la idea de decepcionarse a sí mismo, de faltar a su fuerza de voluntad. Así que se seguía agarrado con fuerza a cualquier parte que pareciese segura, y seguía contemplando el frasco, decidiendo entre usarlo, volverlo  a guardar, o tirarlo y apartar la tentación para siempre. SI no hizo lo último fue por dos razones: cobardía y amistad. Gilbe le había dado aquello pensando en él, y a pesar de que Eriol se había alegrado mucho al recibirlo, poco se debía imaginar el ciego del dilema en el que le había sumergido con su amabilidad.

Por razones obvias, Gilbe ha seguido la evolución de Eriol con respecto a la ayuda que este le ha facilitado con su Fobia.

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21/08/2013, 22:20
Juliette Bourgeois

Mientras se sucedía la cena, y sin saber porqué, Juliette no podía dejar de mirar a aquellos a quien realmente consideraba sus verdaderos amigos...

La conexión que tenía con Ace, su mejor amigo dentro del grupo de inquisidores, le hacía dirigir su mirada hacia él de vez en cuando... de hecho tras el comentario de Elohim, Ace intentó reprimir una sonrisa, pero la joven lo notaba en su matrices y sonrió abiertamente sin dejar de mirar al frío inquisidor. Ella siempre sabía como arrancarle una sonrisa de la boca.

Ace... ¡¡Sonríe!! .- Levantó la voz después de una pequeña pausa a la vez que enarbolaba su más encantadora sonrisa... a la chica le encantaba hacer reír a su amigo y eso se notaba en su forma de actuar cuando estaba con él.

Tras un par de carcajadas pasó su mirada a Eriol, el mejor amigo de su querido Landon, aquel encantador joven siempre le había caído en gracia a la chica, y eso era de notar cuando hablaban el uno con el otro. Compañeros del coro desde hacía años, habiendo compartido escenario como solistas en más de una ocasión, claramente sus voces se compenetraban y ellos también. No era la amistad que había conseguido cosechar con Ace, pero era una gran amistad al fin y al cabo - Un suspiro... al mirar a Eriol se acordaba de Landon, ¿Qué estaría haciendo? -

 

Kael... ese chico tantas veces problemático. Eso no impidió a la jovencita ir a visitarlo, al igual que al resto de sus compañeros, todos los días que pasó en la enfermería... por lo de su mano, y de ahí surgió una bonita amistad y complicidad que ahora era por todos conocida. La chica había ayudado a Kael en innumerables ocasiones con sus problemas con las mujeres, y al parecer, por la relación que tenía el pelirrojo con su Guardia Eclesiástica, estaba funcionando - Un sonrisa se escapó de los labios de Juliette en aquel momento -

 

Gilbe, el ciego del Monasterio. Quizá por empatía con su ausencia de visión y el sentimiento de que necesitaba ayuda, la joven siempre intentó estar encima de él para echarle una mano... y para cuando se dio cuenta de que aquel chico invidente se sabía valer por si solo mejor que muchos con su vista completamente sana, ya le habían caído algunas reprimendas por parte del chico. La chica solo intentaba ayudar, y eso con el tiempo Gilbe lo entendió, y aprendieron a llevarse bien incluso tras la desastrosa actuación de las gemelas, en el pueblo, el día de la salida...

Elohim, durante un tiempo, no fue “Santo” de la devoción de Juliette, nunca mejor dicho... Por muy angelical y amable que fuera, sus acciones siempre tuvieron un tinte de arrogancia para la chica. Si, vale, eres especial, pero ¿tienes que ir demostrándolo?. Quizá había recapacitado con respecto a su actitud para con él, o quizá fuera solo por la conexión que mantenía la joven con Ace... pero aquellas pequeñas rencillas que tenían lugar en la cabeza de la chica se disiparon, y lo consideraba un buen amigo, un poco cargante a veces, pero amigo al fin y al cabo.

Richard siempre fue una persona alegre y amable, quizá fuera la contrapartida masculina de Juliette aunque con diferentes habilidades... Aunque nunca tuvo el trato con él como con el resto de los compañeros, siempre le quedó a la chica la espinita de conocerle mejor, y eso trataría de hacer. Los carácteres iguales... tendían a repelerse, pero aquella repulsión era algo con lo que trataría de lidiar.

 

Derek... un chico encantador, realmente encantador a decir verdad, muy correcto y educado. La verdad no sabía mucho de él, aunque Charlotte le comentó que era noble de una casa de alguna parte, y eso llamó la atención de la chica. Ha intentado conocerle, pero tal vez por timidez o por lo que fuera siempre acababan en sitios diferentes, quizá en aquel viaje cambiaran un poco las cosas.

 

Victoria, qué decir de Victoria... la sobrina de Leona y, junto con Juliette, una de sus alumnas predilectas de aquel año. En todo el tiempo que llevaban juntas, Juliette se había esforzado más en mantenerla alejada de ella, más como una rival que como una compañera... pero la chica sentía que aquello tenía que cambiar, ¿Podrían ser amigas?, eso habría que comprobarlo.

 

Valgeir, muy frío para el gusto de Juliette, a sus ojos era incluso más frío que Ace, porque no tenía con el moreno la misma relación que con el rubio. No hacía mucho que se conocían, se habían visto por el monasterio y aunque la joven intentara acercarse a hablar con el siempre fue bastante seco con ella, así que en cierto punto dejó de intentarlo.

 

Tras todos aquellos pensamientos, y tras terminar con la cena se dirigieron todos hacia el barco que sería su segundo medio de transporte en aquel viaje. Juliette iba agarrada del brazo de Ace, cuando Gilbe la arrancó de su posición para hablar con ella y con Eriol.

De normal confío en ti Gilbe pero... ¿Estás seguro de que funcionará y que no le hará daño a Eriol?.- dirigió una preocupada mirada al artista marcial -. Bueno... tú decides chiquitín .- Dijo a la vez que le tenía a Eriol el papel con la mixtura preparada por Gilbe -. Ten cuidado ¿Vale? .- Con un amistoso beso en la mejilla, se dirigió dando saltitos hacia el lugar donde Ace la esperaba para abordar el barco.

Las Matrices de Juliette y Ace, ahora que se fijaban eran bastante similares, ambas se manifestaban en forma de cintas y se entrelazaban las unas con las otras, un simple juego de compañeros de fatiga.

*********************

Al subir al barco y oler aquel perfume marino la chica recordó la primera vez que viajó hacia el lugar donde ahora se dirigían, y no pudo evitar echar de menos a Lilianne con quién había pasado casi todo el viaje hablando y riendo. Y no pudo evitar tampoco mirar hacia donde se encontraba Leona con su elegante porte, era la inquisidora a cargo del otro barco... bueno, por lo menos ella estaba con Ace y Eriol y aquello la mantenía contenta.

El viaje en barco pasó para la chica sin ninguna novedad... La mayor parte del tiempo lo pasó haciendo uso de sus habilidades junto con Ace en un camarote, practicando estrategias de combate e intentando hacer de sus poderes similares un único conjunto. La verdad, por esa parte se encontraba bastante cómoda con aquel a quien consideraba casi como su mejor amigo -sin tener en cuenta a Charlotte, claro está- Podían ser ellos mismos cuando estaban juntos, y eso la hacía sonreír casi más que de costumbre.

El resto del viaje habló con sus compañeros, con Gael y los otros guardias, y con Maestro, aunque con éste último, por mucho que fuera su antiguo profesor, nunca llegó a tener tanta relación como con Leona... Juliette siempre fue una negada para el combate cuerpo a cuerpo y las habilidades atléticas tampoco eran lo suyo así que, nunca se molestó en demasía por destacar en su clase, no así en las clases de Artes Sociales, donde intentó destacar todo lo que pudo, y lo consiguió.

Primera parada en tierra, lo cual Eriol agradece y Juliette también... la verdad que no le estaba sentando nada bien el viaje. La chica no era sensible al mareo ni mucho menos, pero tras varios días de navegación, lejos de acostumbrarse, empezaron a pasarle factura tantas horas de barco. Descansar aunque fueran solo treinta minutos en un lugar que no se bamboleara de lado a lado, les iría bien a todos.

Al volver a subir al barco más de lo mismo... Eriol asustado, Juliette semimareada, el resto dando tumbos de un lado para otro hablando entre ellos. Por Eriol no había que preocuparse, Vin parecía una chica la mar de agradable, y se notaba que se preocupaba por él, así que en cierto modo Juliette estaba muy tranquila sobre eso. Ace se separaba poco de Juliette, así que con la protección de Gael y de éste se sentía bastante segura, si en algún momento desfallecía... tendría quien la protegiera, de eso estaba completamente segura.

Después de la segunda parada en tierra, todavía les quedaría un largo camino por recorrer, aunque tras aquella parada sus órganos internos decidieron darle un pequeño respiro... dejó de sentirse tan mareada y se animó a subir al barco de nuevo para continuar hasta el final. Poco les quedaba ya por recorrer hasta arribar al puerto Misrech.

¿Bengalas?, ¡pero qué demonios!... ¿En serio?, ¿Piratas? .- Pensamientos sueltos que cruzaban la mente de la joven -. ¿Creen que pueden retarnos y salir impunes?... Ilusos...- Juliette estaba bastante segura de si misma, de sí misma y de sus compañeros por supuesto.

Aquel barco reclamaba que les siguieran, claramente era una trampa, pero si aquel barco se dirigía hacia puerto Misrech no había otra solución que valiera para ello. Había que seguirles aunque aquello les llevara a la mayor trampa conque se hubieran encontrado... y así fue, una gran flota de barcos pirata apostados en la costa de puerto Misrech, no había forma de entrar a no ser que pudieran deshacerse de todos aquellos barcos. ¿O sí la había?.

La chica corrió a buscar a sus compañeros, de los que se había separado segundos antes para mirar por la borda lo que estaba sucediendo.

¡Ace!, ¡Una trampa! .- La chica se agarró del brazo del joven como buscando protección, para, segundos después, soltarse y colocarse a su lado.

A los pocos segundos se oyó a Derek alzando su voz, intentaba arengar a las tropas, y no se le daba del todo mal, aunque conociendo a sus temerarios compañeros... no creía que fuera a influirles que les dieran coba o cualquier intento de líderazgo por parte de nadie, excepto de los profesores, la joven ya lo había sufrido en sus carnes.

Tras el intento, fallido o no, de arengar a las masas de Derek se acercó hacia ella, apoyado en su Guardia Eclesiástica, otro de sus amigos, Eriol.

- ¡Juliette! ¡July!- El Joven y asustado inquisidor alzó la voz mientras se apoyaba en uno de los cabos del barco. - Oye, ¿Crees que puedes llegar hasta el puerto? Transportarte allí, quiero decir. Ver qué ocurre y avisarles si es que no se han dado cuenta de los piratas, o avisarnos a nosotros si en puerto nos espera una sorpresa ingrata.- El joven parecía preocupado por lo que pudiese pasar en el puerto y tras él llegó Vin.

- Espera - intervino la Guardia Eclesiástica que acompañaba a Eriol - Si puedes, si puede hacerlo - ¿Porqué me llama de usted?, aquí somos todos iguales -, ¿Puede llevarse a Eriol allí? Aquí no pinta nada y si llega a ocurrir lo peor y hay que nadar...

Por poder... puedo, querido.- Se dirigió a Eriol para empezar cuando ambos terminaron de hablar-. Podría ir y volver en cuestión de segundos, pero... yo sola. No me veo aún preparada para llevar a gente conmigo, no se si visteis lo que pasó el día de la salida.- Dijo esta vez mirando a Vin-. Pero, aún así, no creo que sea conveniente, ni para mí, ni para vosotros que nos separemos...- Replicó, y tras eso se mordió un poco el labio inferior-. Para mí porque si de verdad hay una trampa y me transporto allí puede ser mi final, y prefiero no morir aquí hoy .- Sonrió casi forzosamente -. Y para vosotros porque aquí puedo ser de ayuda... puedo intentar destruir los cascos de los barcos pirata... puede que se quede solo en un intento, pero de funcionar sería una gran baza a nuestro favor.- Toda esta conversación la mantuvo solo con aquellos que se encontraban junto a ella, no podía desvelar sus poderes sin haber obtenido antes la santidad, y eso podía ser que nunca llegara... así que tenía que usar sus habilidades veladas.

La joven comenzó a  concentrarse manteniendo su vista fija en el barco pirata más cercano, su capacidad para proyectar sus poderes no es que fuera la mejor, eso seguro, pero debía intentarlo.

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22/08/2013, 18:40
Kael

Kael negó ligeramente de nuevo mientras continuaba cenando y escuchaba a Maestro. Otra respuesta ambigua a sus preguntas, solo esperaba que no le echaran en cara las decisiones que tomara en el momento concreto, que seguro que no serían las mejores, pero esperaba que no fueran las peores.

Su mente empezó a convertirse en un torbellino de fallos en su misión y múltiples consecuencias y fracasos, llevandolo a un estado algo triste, hasta que empezó a surgir el tema del Tao Zan. El pelirrojo había pensado en presentarse, pero si tenía que pasar desapercibido sería malo luchar ante no se sabe cuanta gente. Su labor era la de obtener información, proteger a su gente de las cortes e intentar molestar y hacer daño a las otras organizaciones. No pudo evitar sonreír ante lo que para Kael fue un puyazo hacia las “altas esferas” y entonces comenzó a diseñar algunos posibles pasos a seguir para establecer algún tipo de contactos. Tendría que hablar con Gilbe de eso.

En parte le preocupaba el que tuvieran que ser ellos, Inquisidores novatos, los que cubrieran sus errores, pero al menos tendrían un último salvavidas con la gente influyente de allí. Eso al menos le daba cierto respiro. SI había poderes sobrenaturales tendrían que usar la cabeza y no dejarse llevar, sobretodo si era alguien con influencia o poder que sobrepasara el de ellos.

Cuando la cena terminó, Kael se acercó a Gilbe, que era el experto en la vida en la calle- Gilbe, tengo unas ideas. ¿Qué te parece el intentar obtener información del servicio de los sitios “nobles”? ¿O de hacer correr rumores sobre los templarios a través de estos? La profesora Leona siempre decía que esas cosas pueden menoscabar el poder de los influyentes, y más cuando son de la corte -tenía muchas ideas, pero tendrían que ir poco a poco.

*******************************

En el momento de embarcar, Kael estaba contento… contento hasta ver que le tocaba la “troupe de los Santos” como los llamaba él. Sí, estaba con Gilbe y con Richard, hubiera preferido a Maestro, pero Leona tenía ese encanto, además iba con Ágatha y con eso ya le daba un poco igual lo demás, pero los luminosos podrían haber ido con otro lado. El viaje sería una murga de rezos y oraciones, y Kael creía en Dios, pero lo practicaba a su manera, como solo alguien con sus poderes podría ver la religión.

Cuando hicieron escala en la fortaleza para pasar la noche y demás, al volver de allí vestía de forma diferente. Vestía con un pañuelo en la cabeza y con un conjunto de ropa más propio de un marino que de un Inquisidor.

-Antes de que digáis nada… si hay alguien que trabaje para otros y me ve bajar como Inquisidor, mi tapadera estará destruida antes de empezar -dijo señalando a los compañeros del grupo- y los de las bajas esferas deberíais de hacer lo mismo -miró a Elohim y los santos- tenemos que cubriros las espaldas desde el primer momento, ¿no?.

Mientras navegaban se dedicaba a hacer algunas de las labores típicas de los marinos, para aumentar el realismo de su papel y también intentaba seguir hablando con Ágatha y evitaba las discusiones teológicas con los santos, aunque con Elohim, salvo por su carácter, era algo más pragmático. Pero seguía sin tolerarlo mucho.

Un día, mientras oteaba con el catalejo, Kael vio unos barcos al horizonte, extrañado siguió mirando hasta que el bullicio del navío en el que iba le espabiló, entonces vio a Leona corriendo y Ágatha le dió una colleja- Eh, caracortada, espabila que tenemos guerra delante -dijo mientras se iba a cambiar.

-Joder -fue lo único que dijo mientras iba a ponerse la armadura. Tendría que haber pensado en eso antes de vestirse como marino.

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25/08/2013, 11:58
Richard Wivernfall

La experiencia de surcar los mares resultó ser del agrado de Richard, mucho más de lo que esperaba. Las primeras jornadas transcurrieron sin incidentes graves donde cada uno de los chicos dedicaba su tiempo a ayudar a la tripulación, perderse en sus propios hobbys o hablando con la gente de forma distendida. Richard concretamente avasallaba con buenas intenciones a los marineros más experimentados con preguntas sobre navegación dada su curiosidad insaciable. Le gustaba la idea del viento marítimo refrescando su cara y las noches durmiendo al abrigo del ruido de las olas y llegó a pensar lo encantador que sería poseer tu propia embarcación, pequeña, con la que navegar sin rumbo y sin obligaciones.

Comentó con su escolta, Ayalgue, esa idea y se sorprendió al ver cuánto compartía ella ese gusto. Le fascinaba el mar, el monte, los bosques... la naturaleza en su más pura expresión de hermosura y le daba la vida solamente hablar de ello. Por algo, toda su magia representaba la vida. Se dio cuenta de lo duro entonces que debía haber sido para ella formarse en una “prisión” de piedra como era Caedus, que por fortuna gozaba de unos jardines que muchos monarcas desearían en sus palacios.

**********

Richard se encontraba colgado boca abajo de una de las redes que iban desde la cubierta hasta el palo mayos, atisbando el horizonte y meditando cuando el alboroto comenzó. Todos se pusieron en movimiento y la voz corrió rápido. Piratas. Perros de mar sin adiestrar, con los que no había negociación posible y que allá donde se encontraran suponían un peligro para la seguridad de la gente. Había que actuar y no se lo pensó mucho. Desde arriba veía como todos los marineros, como hormiguitas se revolvían sabiendo perfectamente lo que hacer. Richard, aunque obviamente no tenía experiencia en este tipo de situaciones estaba entrenado para actuar y se dejó caer desde lo alto, dando un giro de atleta profesional en el aire hasta aterrizar sobre los tablones del barco, echando a correr fugaz hacia la armería.

Se vistió como todos hacían con su equipo de combate. Los cinturones de estiletes, la armadura de cuero y colocó frente a sus labios, como si hiciera un rezo, el colgante de madera que llevaba. En cuanto estaba listo, le echó una mano a los guerreros que lo necesitaban para enfundarse las armaduras más pesadas, animando a la milicia con frases de aliento y palmadas en los hombros.

-Kael, Elohim. Sol y luna deberán brillar juntos esta noche para que el mundo siga girando.-

Salió a un paso fugaz, meditando para sincronizar su alma y su cuerpo para potenciar sus propios límites. Su cuerpo atlético parecía inflarse de músculos por segundos hasta que fue llevando por si solo los pesados proyectiles a los cañones como si no pesaran nada mientras la tripulación le agradecía sus esfuerzos, seguramente por respeto a su título más que por agradecimiento. Aun con esas Richard pretendía que todo estuviera listo para lo peor.

-¡Vámos!¡Los lobos de mar están ahí enfrente y nos están llamando!¡Cerremos sus mugrientas bocas en nombre del señor y demostrémosles que ningún pecado queda sin penitencia!-

Liderazgo: Difícil. Insufla ánimo a los marineros.

Incremento de Características (Fuerza): Fuerza 11, Sobrehumana. 11 puntos de Ki más mantenimiento.

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26/08/2013, 04:06
Cronista

La Purga de Puerto Misrech

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26/08/2013, 20:19
Cronista

Se dice que era una flota de barcos cargados con el símbolo de la Iglesia. Que la Cruz de Sangre ondeaba en las velas de la vanguardia y que los cobardes de los nobles y los burgueses esperaban encogidos en mitad del mar rezando a Abel. Se dice que la Inquisición vestía el blanco y el rojo al lado de Puerto Misrech. Que los piratas habían tomado la ciudad y que estaban organizándose todavía. Que la luna ondeaba en lo alto cuando El Dominio llegó al continente pero que apenas salía cuando el del loro y el escorbuto hicieron sonar sus cañones contra el puerto.

Cuéntase que a galope de los barcos iban la Alta Senadora Leona Blanchett, Inquisidora y Alta Nobleza de Argos, así como su sobrina, que gozaba de los mismos favores salvando su posición como consejera de la Emperatriz. Cuéntase que en el barco que hacía de hermano de armas iba un Alto Inquisidor sin nombre, con una Espada Bastarda negra como la noche y afilada como el colmillo de un demonio o el filo de Dios. Desalmada. Se cuenta que había más gente, pues los marineros entrevistados recuerdan a dos Inquisidores más alentando a las masas al comienzo. Se decía que uno de ambos cargaba cañones, y que un tercero tenía miedo del agua. Un Inquisidor con pánico a los mares, fíjate tú qué cosas tiene la vida.

Pero se dice que desaparecieron. Que un ángel, ese Santo de seis alas nacido en La Fé, trasvasó a los Inquisidores. Según mis otros testimonios, a más de dos. A un ciego, al levantador de balas de cañón a pulso y a un caracortada vestido de marinero. El barco de la consejera quedó desnudo y ella junto a su sobrina tuvo que encargarse de todo lo que allí acontecía. El Alto Inquisidor sin nombre recibió a ocho, o ese es el número más fiable que he recibido, y los hizo desaparecer. Se escondieron bajo cubierta y nunca más salieron. O al menos, no salieron por allí. Quizás fuese cosa del ángel, quizás de alguna bendición, pero aquellos ocho se convirtieron en sombras. Piratas y marineros buscaban al ángel de seis alas y sus compañeros, pero ninguno atinó a encontrarlos. Ocupados, libraron la batalla naval sin los protagonistas.

Lo extraño, o mejor dicho, todavía más extraño que un ángel de seis alas caminando junto a la Inquisición, fue ver a este mismo ser aparecerse en lo alto de las cámaras de la ciudad. Sí, como lo oís. Él y los otros siete desaparecieron en el océano, pero al instante el elegido de Dios se apareció en la ciudad libertador elegido. Salió por la cúpula del patio interior cual celeste caído del cielo, con alas blancas pero envuelto en sombras, y amaneció en plena noche ante los ojos de quienes aún saqueaban, violaban, mataban y corrían por la ciudad. Dícese que allí estaban los ocho, y que dos cadáveres escondidos fueron descubiertos al amanecer. Una flecha del ángel y dos dagas de Dientes de Dragón. Sí, ÉL. Peleando al lado del ángel y los otros seis. Por desgracia, las historias de ese particular grupo las reservaré para otra noche.

Siete piratas me contaron un hecho divertido. Uno de ellos reunió a los otros seis entre susurros. Un ángel de seis alas, decía, y los otros seis se mofaban. Que tenían que verlo para creerlo, y que el ron había hecho demasiada mella en su sesera. Sus caras al encontrarse los Legisladores y al ángel de las alas fue un poema de cuento. Pánico al ver a Inquisidores en mitad de la ciudad. Sin razón de estar allí ni forma posible, Elohim Mal'Ach, el Santo, debía de haberlos llevado ahí. Pero ya sabéis que no fue él, claro, sino la otra. Por aquel momento no podía saberse, pues de tapadillo actuaba la Bourgeois. Aun tengo mis dudas sobre sí es verdad que en su casa corre milagroso humo de la mente.

Ahora imaginad a esos ocho Inquisidores. Legisladores, Dientes de Dragón, Mano del Caos, Piadosa, Tormento, y todos aquellos titanes plantados frente al blanco edificio. Mientras esos piratas descerebrados saqueaban el interior la espada de Dios multiplicada ocho veces salía del mismo. Tuvieron suerte de salir con vida, pues tarde o temprano huyeron como los siete que pusieron pies en polvorosa. Alguno de los Inquisidores se rió, otro pensó en cazarlo, pero todos posaron sus ojos en un objetivo mayor. El puerto. El puerto de Puerto Misrech, valga la redundancia de la ciudad portuaria, sí, lo sé bien.

Un ciego con el oído de una madre primeriza y el tacto de una noche de bodas. Cuentan que corría por los tejados pisando tejas y maderos, eludiendo paja y aledaños débiles. Imaginad la poca creíble pero real historia de alguien inalcanzable a sables que avanzaba en paralelo a los otros. Un ángel que apartaba los piratas a su paso y seis Inquisidores que, a la zaga de aquellos dos, daban espada a quienes aún osaban plantar cara sin sabiendas de qué significaba la Cruz de Sangre o un Legislador. Claras formas de espantar a cualquiera con simplemente quedarse de pie y arrugar el ceño.

Pero lo peor estaba por llegar, pues aquel reguero de ratas cobardes o cadáveres valientes que conducían desde el pueblo de la ciudad hasta puerto frenó cuando los ocho titanes se alzaron sobre los maderos. Uno, aquel de arma aún envainada, aquel que sólo había usado sus puños cual yunque de justicia, tragó saliva. Sí, tenía narices que el único capaz de matar con su cuerpo tuviese miedo a un puñado de gotas de agua, pero no dejaba de ser verdad. Cambió su parecer cuando comenzó a golpear, pero bueno. Podría decirse que aquello fue el verdadero comienzo de La Purga de Puerto Misrech.

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27/08/2013, 04:29
Cronista

Ocho Inquisidores. Quinientos piratas. Un reguero de miedo, curiosidad y muerte a espaldas de los primeros cual alfombra roja recién desenrollada. Desde arriba se veía todo mucho mejor. Un reguero de desierto, lobos de mar cuchicheando, corriendo o descansando en el suelo para siempre. Para no perder la costumbre, el ángel tuvo que volver a soltar una de sus inevitables notas de color. Sí, Elohim Mal'Ach, el Santo Inquisidor, el enamorado de Leonor, se alzó en el cuelo cual bandera de seis puntas y dos estacas colgando. Su cuerpo brilló con el reflejo cegador de Dios y mil ojos sucios se giraron lentamente para mirarlo. Comenzaron a decir de todo, sobra decir. Ningún lobo de mar había visto en su miserable vida a un Serafín plantado ante ellos con una lanza divina en una mano y palabras de justicia en la otra. Les faltó tiempo.

Y tanto que les faltó tiempo. Siete Inquisidores saltando cual plaga de cucarachas sobre quinientos hombres. Gritos de sorpresa de quienes aún están debatiéndose entre pelear o seguir mirando a aquel semidiós sobre la tierra. Unos setenta piratas por Inquisidor, vaya. Una lluvia de golpes, acero, y un vuelo incesante cual vorágine de mar. Un huracán en los cielos mientras nada podía dañar a la mujer, casi niña en realidad, que aún no tenía ni pecho pero tenía la osadía de ignorar los golpes en veinticinco metros a la redonda. Nada que nadie supiese, pero sí algo que YO sé.

Os recuerdo que tuve una perspectiva privilegiada y vertical del combate. Caracortada y Tormento haciendo abanicos con la mano en ángulo invisible. Un ciego abriéndose paso como si oyese venir el viento hacia la pólvora. Dientes de Dragón, rápidos como el relámpago en un mar de nubes, cayendo sobre los cuellos antes siquiera de que se viesen venir. Dícese por las malas lenguas que no hacía falta tocarlos, y que los meros hombres se laceraban solos antes de alcanzar al hombre. Dícese de todos y cada uno de ellos, que ni una herida recibieron en combate.

Dícese que aún con el factor sorpresa perdido, cada uno de ellos osó cubrir solo a sus setenta hombres en un área de cincuenta metros. Solos, como si la mera prisa por tomar el puerto y liberar la ciudad de aquel yugo les obligase a exhibir toda su habilidad marcial. Habilidad que sólo un Inquisidor podría lucir. Bueno, no, claro que no, pero ya me entendéis. Al final sólo quedó un reguero de cadáveres, y los ocho quedaron en pie impolutos y sin heridas. Ante ellos más que la muerte sólo estaba su victoria, y el carmesí teñía las ropas de todos salvo quien, volando, había llamado a la luz abrasadora sin atisbo de pena alguna. Que la luz de Dios les purificaría, decía él. El Santo. Y mientras tanto los siete en el suelo, arma desplegada, barril de pólvora reventado o... nadie quedó vivo para verlo, pero imaginadlo. Ya sabéis, aunque ellos no lo supiesen por aquel entonces, qué era Juliette. Ella y sus danzantes elementos de atrezzo.

¿El problema? Que ante ellos aún quedaban barcos. ¿Qué barcos?, preguntaréis. Simple. ¿Qué hacen quinientos piratas en un puerto? Descargar. ¿Descargar qué? Barcos. Y los barcos, por supuesto, estaban levantando amarras y sacando velas para salir de allí como alma que llevaba a los pecadores. Pecadores que habían visto algo muy difícil de catalogar, pues o Elohim Mal'Ach era omnipotente o no era el único bendecido. Y nadie era tan estúpido como para enfrentarse a ocho semidioses que han derrotado a quinientos hombres armados. Pero ningún Inquisidor que quisiera conservar su título y su vida en un tribunal inquisitorial iba a dejar con vida semejantes cabos sueltos. Aunque sólo fuese por precaución.

Pero ignoremos momentáneamente eso. Oigamos un momento las versiones de los implicados. Sí, los héroes, villanos, o como los queráis llamar. Los que tenían el potencial por separado para enfrentarse a pelotón y pico de soldados y salir impunes. Los que habían aparecido en el lugar más oportuno en el momento más oportuno, pero en las circunstancias más encubiertas posibles. Jé, curioso cuanta menos la excusa de la Santidad para Juliette. La Purga, ya. La Purga de Puerto Misrech y de cómo ocho Inquisidores cruzaron un océano a golpe de milagro para salvar una población y una caravana de barcos. De cómo una masacre se consideraba una limpieza. Al fin y al cabo, ¿quién echaría de menos a un sucio pirata?

La Mano del Caos, no. Fue la que más mató, no en vano. Bueno, en vano... tampoco es que la Inquisición... ¿sabes, no?

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27/08/2013, 12:38
Gilbe Klimb

¿Qué informe podría darte? - dice Gilbe tan sólo iluminado por la luz de una vela.

Está sentado en una mesa, en frente tiene a Maestro, una jarra de agua, sendas copas, una barra de pan y un pedazo grande de queso.

- La mitad ya lo sabes, te habrán llegado los rumeros... Y en la otra mitad participaste, al fin y al cabo tú diste las órdenes... En cuanto vimos la situación fuimos volando hasta vuestro barco y desde allí nos acercamos al pueblo para ayudar a los ciudadanos... - Gilbe se queda un segundo en silecio, como pensando lo que ha dicho.

- Y espera, que cuando digo nos "acercamos" quiero decir que casi morimos en un teletranporte combinado entre Ace y Juliette... Y posiblemente hubiéramos muerto de algún modo horrible.

El chico alarga el brazo, coge la jarra, llena su copa y da un largo trago.

Pero no lo hicimos. Así que no hay por qué alarmarse... - dice con una sonrisa socarrona - La verdad es que en el pueblo se hicieron cosas espectaculares... Pero para mí lo más increíble fue esto. - de los ocho que fueron teletransportados, cinco no podrían levantar ni una pluma aunque la miraran fijamente durante todo un día... Y él siquiera podría llegar a mirarla, así que qué decir de levantarla... Y sin embargo todos ellos habían hecho uso del poder de Juliette. O Juliette lo había usado sobre todos ellos, pero para Gilbe apenas había diferencia. Había sentido el poder de la magia, el de la mente y el del cuerpo... Pero de ahí a utilizarlos... Había sido una sensación única.

- El caso es que nos plantamos ahí, en medio de la nada. - Gilbe sonríe ya acordándose en la situación - Cada cual usamos nuestros recursos para percibir al enemigo... Todo muy discreto, nadie sabía que estábamos allí... La Inquisición acechando en las sombras, preparados para acabar con el enemigo. - y dice ya casi riendo - Pero no. Ahí viene nuestro ángel favorito, con sus dos cojones, y se pone a volar en mitad del pueblo... Jajaja. ¡A tomar por culo el factor sorpresa! - el ciego se ríe y se corta un trozo de queso. Ahora llegaba una parte más seria, y no quiere estar riéndose mientras habla de los muertos... Por lo que mientras se come el queso y le ofrece a Maestro se serena un poco, y continúa:

- Bueno, total que salimos del edificio... Los piratas han matado a la mitad del pueblo, que Dios los tenga en su gloria. - dice tras  persignarse - Había cadáveres por doquier... Los piratas ya habían dejado de luchar, no quedaba un alma en el pueblo que no fueran esos cabrones... Que iban tan contentos de lado a lado con sus botines.

- Nos cruzamos a un par, y los ajusticiaron. Yo me subí a los tejados por si les impedían el paso de algún modo en las calles... O por si fuera más rápido. O por que sí. Ya sabes que el enfrentamiento directo no es mi fuerte... El caso es que no sirvió de nada, porque mis compañeros ni luchaban, los piratas huían en cuanto les veían. 

Maestro no dacía nada. Aunque estuvieran con comida y bebida, y se tuvieran ambos en estima, era al fin y al cabo un informe... Gilbe sabía que los comentarios de aprobación estaban de más, por lo que era más un monólogo que una conversación. El joven lo contaba a su manera, y así lo contaba porque era Maestro quien escuchaba, pero él también sabía que era un informe e intentaba no dejarse nada importante.

- Al final llegamos al puerto... Yo no lograba saber cuánta gente había... Cientos me han dicho. El puerto entero abarrotado de piratas, había tanta gente que entre los cañonazos en el mar, el ruido de las olas y todos esos hijos de mala madre dando voces casi no podía ni oír al mis compañeros. Total que como es lógico nos ven, y ahí que vamos a por ellos. No te exagero cuando te digo que serían cientos... Pues verás:

- Yo llegó ahí, totalmente dispuesto a combatir codo con codo con mis compañeros... Total que Eriol y Derek comienzan a repartir golpes, caen a decenas. Kael lanza su espada contra el suelo y a saber qué hizo, porque casi un centenar de piratas mueren. Richard lo pierdo de vista, se mueve como un rayo y por donde pasa la muere antes siquiera de desenfundar. Y Ace ya te imaginas... Las espadas danzando por todos lados. Casi había más espadas que Ace. Total que ahí estoy yo, Juliette y el Santo. Él no para de rezar. Ella está quieta y no deja de poner caras. Y yo corro de lado a lado buscando un enemigo pero la mayoría están muertos, porque no me han dejado ninguno... Y claro, ¡había tantos cadáveres que yo no podía ni esquivar! Total que vienen un par a por mí, pero había tantos cadáveres que no podía ni esquivar, así que me tengo que poner a la ofensiva. Joder Maestro, a la ofensiva... Que me costaría hasta trinchar un pollo... Así que voy por ellos y a uno le hago un triste cortecito en la muñeca y a otro no sé si quiera si llegué a atravesar su camisola...

Triste, pero cierto...

- A mi alrededor percibo una masacre. Pero masacre de verdad... Yo pienso confesarme en cuanto pueda, pero ésta gente se va a pasar rezando padres nuestros hasta el día del juicio... 

- El caso es que no estoy ayudando... Y seguir haciendo cortecitos en los brazos mientras mis compañeros hacen su trabajo me parecía inútil... Así que busqué los barriles de pólvora que sin duda tenían en alguna parte, preparé una mecha casera y... ¡PUM! - dijo a la vez que golpeaba la mesa con la mano para rezorzar el sonido.

- Y lo mismo da si pum o no pum, porque llega el "pajarillo", hace su magia, y se carga a la mitad de un "plumazo", nunca mejor dicho. El resto terminan con los que quedan y total que ya ves... No ha pasado ni medio minuto, y ya hemos acabado con todos. Fuimos a buscar a los que pudimos por la isla para que no escaparan más piratas, que podían también ser testigos, y ya nos vinimos a los barcos...

Y digo magia. Porque no creo que los milagros que tanto prodigan los Santos sean capaces de matar... Piensa el ciego mientras bebe otro sorbo de agua... Está hablando más que en toda su vida...

- Bueno, conclusión del informe: mis compañeros equivalen a un ejército. Y yo soy un cero a la izquierda. Espero que no en todo. Y que no en todas las situaciones... Pero por lo pronto, tengo un sabor de boca bastante malo... Sea como sea, creo que la misión está cumplida. Podría haber sido algo más discreto, pero en general fue un buen trabajo.

Y tras esta sentencia final Maestro se estira, le da un manotazo en la espalda y coge con afecto su hombro y le dice:

Chico, recuerda esto: las personas son personas, y lo son mucho antes de ser piratas...

En su voz hay tristeza... Gilbe había olvidado que Maestro odiaba matar, que apenas lo había hecho en su vida, por raro que pareciera ya que era uno de los mejores luchadores del mundo.

El ciego se quedó allí, sintiéndose mal... Por un lado apenas había podido ayudar, ¿sería así siempre? Por otro la explosión probablemente habría matado a algún pirata.

¿Qué somos? ¿Defensores de la humanidad o asesinos? Está claro, a veces alguno debía de morir para que muchos vivieran, no me arrepiento de ello. Pero a esos hombres los hemos masacrado. Esto ha sido un castigo sin juicio, una muerte sin preguntas... Sin cuartel ni rendición. ¿Lo hacíamos por los ciudadanos? ¿Por la justicia? ¿Por mantener en secreto sus poderes? O incluso, ¿por probar su fuerza y habilidades?

El chaval se quedó allí durante horas. La vela se consumió y apenas sí se dio cuenta, porque tan sólo la percibía a través del calor que emanaba. Cuando sus huesos ya agarrotados por el frío y la humedad le pidieron movimiento se fue hasta su catre. Era extraño, pero tenía ganas de llegar a Arkangel.

Ahí las muertes tendrán más sentido.

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27/08/2013, 23:59
Kael

-Venga, Kael, dime la verdad -decía Ágatha tras haber terminado el desembarco. Kael había ido a buscarla para saber si estaba bien, y al comprobar que era así, Kael empezó con las tareas típicas tras un atraque.

-Ya has oído los rumores, no hay nada que añadir -decía el pelirrojo. Sabía que la curiosidad de la chica la haría insistir, y a Kael le encantaba que ella le pidiera cosas.

-Venga, no seas así -le dijo la chica haciendo un puchero- los rumores se degradan y se intensifican. Dicen que matásteis a setecientos piratas -dijo la chica.

-Fueron quinientos -dijo antes de darse cuenta de que ya si que tendría que contar todo. La chica lo miró sorprendida y Kael sonrió- hagamos un descanso.

Se fueron a un lado de los muelles y se sentaron en unos barriles de los que habían descargado. Aún había algunos cadáveres y el suelo estaba teñido de rojo- Tuvo lugar ahí, pero las historias tienen que contarse bien -dijo sonriendo y buscando un odre de agua para aclararse la garganta.

-Cuando salí de la cubierta, vi a nuestro querido plumífero yendo al otro barco, y Leona pidiendo instrucciones a Maestro. Cuando volvió dijo que teníamos que ir al otro barco para que Juls nos llevara a tierra. Volar no me gusta, menos aún cuando me tengo que agarrar a Elohim... pero al menos veo el trayecto -puso cara de disgusto al recordar el teletransporte- No sé como pueden viajar así los mentalistas, pero no es nada agradable, sientes como si te deshicieras por completo y temes no recomponerte exactamente igual.

Dio un trago de agua y continuó- el caso es que estamos en un edificio y escuchamos ruidos. Eriol creo que fue, nos aseguró que habían masacrado a todos los habitantes. Solo quedaban piratas asesinos. El caso es que miré a Richard y sin decirnos nada, ya sabes, muchos años compartiendo cuarto y combatiendo el uno contra el otro, nos pusimos en marcha sin hacer ni un ruido, pero el ángel decidió que las "bajas esferas" no podíamos ser más efectivos, así que salió volando para decir "eh, que estoy aquí y soy mejor porque tengo alas y brillo" -esto lo dijo con cierto tono de burla- el caso es que Richard tuvo que actuar rápido y matar a uno con dos de sus estiletes y Elohim a otro de un flechazo.

Tragó saliva pues venía la parte dura. A él no le importaban los piratas, pero no quería que Ágatha pensara que era un asesino sin piedad. Aunque en parte lo era, y no la mentiría- El caso es que salimos de ese edificio, los ocho, aunque a Gilbe le perdí de vista pronto y Elohim estaba dándose un baño de popularidad y mostrándose ante todos. El caso es que cuando salimos vemos esto -señala el puerto- lleno de piratas, y yo solo pude pensar que ojalá estuviera ella aquí, esa maldita pirata -la voz se le quebró por la ira que sentía cada vez que pensaba en esa mujer.

-Bueno, el caso es que nos lanzamos al ataque a por ellos pues necesitábamos controlar el puerto para que pudierais atracar los demás sin problemas, y me lancé a por ellos, usando las habilidades que me enseñó León para acabar con todos los que podía con cada golpe.

En ese momento pensó en como tendría que habérsele visto desde fuera. Un marinero, Legislador en mano y con una cicatriz fea en la cara además del pelo del demonio como llamaban a los pelirrojos. Pero para colmo estaba lo de su brazo. Un joven cargando con una espada bastarda con un brazo que soltaba un ligero humo negro, dejando una estela a su paso. Eso es lo que verían la mayoría, pero lo que no veían nada más que sus rivales eran los ojos. Unos ojos negros por completo con una ligera circunferencia blanca, tan estrecha como un alfiler, que bordeaba lo que sería el iris, que también era negro. Cuando lanzó su primer golpe, descargó parte de la energía. Algunos les ponían nombres a sus técnicas, pero el no lo hacía pues cada vez eran algo diferentes. Al lanzar el primer tajo al pirata que tenía delante, la estela de humo acompañó a la hoja, que impactó realizando un corte profundo, pero el humo salió disparado en todas direcciones, formando unas manos que desgarraban o atravesaban a los piratas que había alrededor. Parecía como esos fuegos de artificio orientales, donde explotaban y salían múltiples ramificaciones de colores, solo que más letales. Al ocurrir esto se lanzó de nuevo para repetir la acción, pues al ver la cantidad de muertes causadas no dudó en proseguir con la misma estrategia. Cuando golpeaba, uno de los piratas le cortó con un cuchillo en un brazo, pero no sangró. Kael no sangraba ya, pero era algo que pocos sabían, repitió el golpe y se repitió la cantidad de bajas.

-Y cuando me quise dar cuenta, el Santo produjo una luz brutal y hubo otros tantos muertos. Cuando terminé me fijé en los demás. Ace y Juls estaban rodeados de muertos, Richard igual, y todos en realidad. Pero la verdad, creía que Juls... ya sabes, siempre la vi como más delicada, o a veces puede que la confunda aún con su hermana, pero ahora me da miedo -dijo sonriendo- y esa es la historia.

-Quinientos, ¿eh? -dijo la chica mientras le revolvía el pelo a Kael- parece que al final te vas a hacer un nombre -dijo sonriendo la chica.

-Bueno, en realidad son pocas cosas las que quiero y eso en parte puede que lo quiera -dijo el pelirrojo sonriendo. Muchos pensarían que él sería un asesino, pero eso lo tenía claro desde su primera noche en el Monasterio, cuando estaba en vela y en una de sus excursiones le pillo MJ. Se lo dijo la primera noche. La Inquisición forma asesinos, y León se lo corroboró, por eso le costaba menos matar a otros asesinos, y menos aún a los piratas.

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31/08/2013, 12:29
Juliette Bourgeois

Tras un largo informe verbal dado a sus superiores, la joven Juliette se dirigió a sus aposentos... había sido un día largo, necesitaba descansar. Pero no podía hacerlo, no después de todo lo que habían pasado aquel día. Si, ya antes había matado, y no le había importado... pero aquellos eran humanos, no la escoria demoníaca-sobrenatural para la que estaba entrenada. La chica se arrodilló en el suelo, y, aunque probablemente no se lo merecieran, rogó por su alma... Quizá habían cometido atrocidades, y no pocas precisamente, pero eran humanos al fin y al cabo, y no pudieron siquiera defenderse, aquello la marcaría de por vida.

 

Tras su pequeño rezo seguía sin poder conciliar el sueño...

 

 

¿Qué puedo hacer?.- Pensó para si misma mientras se sentaba en la cama y apoyaba su cara en las manos. Tras pensar unos segundos se dirigió al escritorio, cogió papel y pluma, y comenzó a redactar.

 

Queridos Lily, Carlos y, por supuesto, Charlotte:

 

Hace poco que nos hemos separado y ya os echo de menos a los tres... para seros sincera, hoy ha sido un día muy difícil para mí, no os lo podéis ni imaginar.

 

Que ¿Porqué no?... pues veréis. Todo comenzó como un día cualquiera en una travesía por barco, ya sabéis que no es que navegar sea santo de mi devoción, pero conseguí contener las náuseas y los mareos. Ya teníamos suficiente con los problemas de Eriol con las grandes masas de agua,como para añadirle aún más tensión al viaje... pobrecito, yo se lo que es un miedo irracional, ¿verdad hermanita?.- No pudo evitar que una sonrisa se dibujara en sus labios, al recordar todos los momentos de enfermizo miedo que habían vivido.

 

Llegando a cierto punto del viaje, casi al anochecer, tuve una visión un poco extraña... de la que ya os hablaré en otro momento, puesto que seguiremos en contacto, no os libraréis de mi tan fácilmente.- Otra sonrisa, ésta vez mas abierta, se reflejó en su cara... aunque fuera de aquella forma, seguía sintiendo que mantenía el contacto con su familia... y ellos siempre la hacían reír-. Bueno, a lo que iba... tras aquella desconcertante quimera, se sucedieron: disparos de bengala, banderas pirata ondeando, reuniones para saber qué hacer, persecuciones nocturnas y nuestra llegada a Puerto Misrech.

 

Tras eso viene lo complicado... ¿Recuerdas Lily mis problemas con el teletransporte? ¿Si?, pues creo que sigo teniéndolos después de todo jeje. Cuando salí de la mansión, intenté salir por la puerta grande, y me pasó factura... me mareé durante un rato. Pues bien, en esta salida, tuve que transportarme yo y otras siete personas con su respectivo equipamiento.- Una gota de sudor recorría su frente solo de recordarlo, la secó con un pañuelo y continuó escribiendo-. Si, habéis leído bien 8 personas... pero gracias a Dios no estaba sola .- Un ligero rubor cubrió sus mejillas y no pudo evitar sonreír-. Ace me ayudó. Parece mentira que aquel chico al que ayudé a entrenar su poder, sea ahora alguien tan poderoso... es más, creo que nunca me habíais hablado de la conjugación de poderes entre psiónicos, y si lo habéis hecho, siento no haberlo recordado. Bueno, y todo esto venía a que... sin Ace, no podría haberlo logrado. El fue quien recordó el uso combinado de poderes y, gracias a eso, conseguimos llegar los ocho sanos y salvos.

 

Por cierto Charlotte... tu cuidadito con lo que dices eh, que nos conocemos... un secreto es un secreto ¿vale?, y vosotros no intentéis sonsacarle información que os conozco jeje.- Era extraño, estaba escribiéndoles como si estuvieran allí, hablando con ella, pero tantos años los cuatro juntos... ya sabía las reacciones de cada uno de sus familiares.

 

Y bueno, la verdad eso fue bastante duro, pero no lo más duro... nada más llegar, como siempre, un desmayo, no se qué me pasa con los transportes pero me fuerzan demasiado... tendré que entrenar más si quiero que no me pase factura más adelante. Y tras esto, el angelito, tan simpático como siempre alzó el vuelo, llamando la atención de unos pocos piratas... ya sabéis, que no me gusta comenzar los conflictos, no soy de esa clase de persona, así que mis compañeros terminaron con ellos... pero vinieron más. Éstos, nada más ver que algunos de los chicos tenían legisladora, pusieron pies en polvorosa, la verdad, fue bastante gracioso. Podría haberles parado, dios sabe que podría, pero a alguien que huye no hay que atacarle por la espalda ¿No?, el caso es que huyeron, y seguimos nuestro camino.

 

Cuando llegamos al puerto, barricadas, legiones enteras de piratas, barcos atracados en el muelle que no permitían el paso de los nuestros, vamos... un desastre. Había como unos quinientos piratas más o menos, y ésta vez si que tenía que hacer algo, si no nuestras fuerzas no podrían arribar al puerto para intentar salvar lo poco que pudiera ser salvado... así que levanté en vuelo las barricadas, y las tiré sobre algunos piratas. La verdad, no se si murieron, o que pasó, pero seguramente con la arremetida de los demás inquisidores luego, no se salvó ni uno.

 

Lluvias de patadas y puñetazos, áreas de humo, puñales volando, espadazos a diestro y siniestro, más barricadas por los aires, explosiones de barriles de pólvora, un angelito brillando en medio del cielo... Si habéis leído bien, a todas éstas, Elohim estaba brillando en medio de la nada, atrayendo la atención de los piratas. Quizá si no fuera por él, las cosas habrían sido diferentes, no se si a mejor o a peor, pero diferentes al fin y al cabo.

 

Y bueno... en aquel primer asalto de combate fue todo muy rápido, cayeron casi la mitad de los enemigos, y poco tardaron en comenzar a moverse e intentar huir. Pero ésa vez si que no podíamos permitirles escapar, ellos habían sido los que habían masacrado a las gente del Puerto Misrech y se merecían lo que les pasó. No me enorgullezco de ello, si os soy sincera, pero era algo que se tenía que hacer y se hizo, ya he tenido tiempo para arrepentirme, y rezar por sus pobres y desgraciadas almas.

 

Y bueno, creo que eso es todo... o ¿me dejo algo más?, Ah si! Luego se abordaron los demás barcos piratas que se encontraban en el puerto, alguno que otro se hundió misteriosamente con un gran agujero en la quilla, ya sabéis... pero nada fuera de lo normal jeje.- Cuando escribía aquellas palabras no podía evitar sonreír. Sus familiares sabían de sobra lo que la chica era capaz, y no tenía siquiera que decir que había sido cosa suya... ellos lo sabrían.

 

En resumen... transporte, que si no fuera por Ace, habría terminado en lobotomía. Un corto combate en los que se acabó con la vida de cerca de quinientos piratas, y sin una baja en nuestro grupo. Una misión secundaria bastante macabra a la vez que reconfortante... Por lo menos, ahora sí que sé, que con mis compañeros estoy más que a salvo, así que no tenéis de qué preocuparos.

 

Os echo mucho de menos.

 

Os quiero familia.

 

Juliette Bourgeois

 

Tras terminar con aquel "momento de esparcimiento", profirió un largo bostezo, se levantó y se dirigió a su cama. Tras haber escrito a su familia, aquel encogimiento de estómago que la mantenía despierta desapareció, y segundos después de caer en la cama, quedó dormida...

Al día siguiente, ya se encargaría de enviarla, pero ahora necesitaba descansar, lo necesitaba mucho.

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01/09/2013, 04:46
Eriol Lahey

El rumor del océano se alejó de golpe, hasta convertirse en un leve susurro en la distancia. Ya no estaba rodeado por él, encerrado entre sus ubicuas ondas. El suelo ya no era una madera que crujía cuando cambiaba su centro de gravedad de una pierna a la otra, y sobre todo no se movía ni bamboleaba al ritmo de las olas. Abrió un poco los ojos y descubrió que no estaba en un camarote, en un barco, sino en una especie de patio, con una fuente en el centro.

De golpe pareció que todas sus penas desaparecieran, el pánico que había estado conteniendo y soportando se desvaneció y por fin era libre, sin ese peso, esa lastra. Levantó los puños en señal de alegría, ¡Por fin un suelo que no bailaba bajo sus pies!

Después les sonrió a Ace y Juliette, puesto que había sido bastante brusco hacía unos segundos, antes de que les transportaran a donde se encontraban. Todos habían estado bastante excitados con la idea de teletransportarse y estaban hablando sin parar, mientras los dos mentalistas trataban de concentrarse. Ace les había dicho que como no les dejáramos concentrarse iban a acabar todos en medio del mar, a lo que Eriol le amenazó:

- No, tu tranquilo, no vamos a acabar en medio del mar.

Sus palabras podían parecer calmadas o reconfortantes, pero su mirada contaba otra historia, sí señor.

Pero todo había acabado bien, y todo el mal humor que los días de alta mar le habían cargado encima (y el pánico que había soportado durante el mismo tiempo, centuplicado en las últimas horas de persecución marítima) se había despejado, así que le supo mal haberse puesto algo "agresivo", e intentó parecer amigable.

 

Bueno, estaban en un patio con solo dos salidas. Eriol decidió buscar de la manera que Owen y Petros le habían enseñado, así que aunque no cerró los ojos, sí que dejó de prestarle atención a sus cinco sentidos. Se concentró y dejó que su cuerpo le describiese el entorno sin la mediación de sus sentidos. Dejó a su alma hablar con el alma de aquello que estaba a su alrededor, vio sin ver, encontró a sus compañeros, que estaban a su alrededor, y descubrió hasta el último rincón del patio, información que sus ojos y su tacto jamás le darían, y más allá, tras sus muros encontró otras personas. A todas luces, piratas.

- Hay piratas alrededor, justo al otro lado de los muros... - susurró - no nos han detectado aún, creo.

- ¿Cuantos? - le preguntó Richard.

- No estoy seguro - murmuró, volvió a concentrarse y después señaló a los piratas que percibía, aunque el resto solo le verían señalar zonas concretas de los muros - tres... cinco más... seis... y dos más allí.

A todo esto, Elohim se había elevado por encima de los muros, para recoger información sobre la situación. A los pocos segundos volvió a descender.

- La ciudad está tomada. - anunció - Apenas hay supervivientes, e incluso la guardia ha sido aniquilada.

Cierto, no estaban allí para regocijarse por la estabilidad del suelo. Tenían algo que hacer.

Decidieron empezar a moverse, pues Elohim había sido visto al elevarse, pero en un instante dos de los piratas estaban ante ellos. Eriol no les había oído llegar, pero se dio por aludido cuando una flecha silbó junto a su oído, seguida de un par de dagas voladoras

Dos intrusos, uno muerto, el otro no tanto. Eriol corrió hacia él, el enemigo levantó su mano derecha, con la que esgrimía su arma. En un solo movimiento elástico y casi imperceptible, Eriol cruzó la parte exterior de su antebrazo con el brazo del enemigo, en un punto cercano al codo, y con el mínimo esfuerzo, no luchando contra su movimiento original sino añadiéndole un vector distinto, lo empujó a la derecha, cruzándolo con su cuerpo y obligando al enemigo a ponerse de lado, desprotegido y mostrándole las costillas y la espalda. El joven disparó entonces su mano izquierda, su mano hábil, e impactó con la palma abierta en el costado del enemigo, en un golpe débil, suave, casi un empujón más que una colisión, sin demasiada fuerza añadida. A pesar de esto, el pirata cayó de costado, inconsciente, probablemente muerto.

Un peligro menos. Eriol no creía haberle dado tan fuerte, pero era lo que era. Se sacudió las manos y se giró hacia sus compañeros. Parecía que todos tenían intención de avanzar. Salieron todos, precedidos por el Santo de Caedus que volaba a ras de suelo a la velocidad de una flecha, abriendo camino. Se encontraron a un pequeño grupo de piratas, que huyeron despavoridos al ver a seis jovenes de menos de veinte años. Las ventajas de tener un tipo con seis alas emplumadas en la espalda y un halo en la cabeza.

Corrieron hasta el puerto, y Eriol aprovechó para intentar percibir los alrededores con su habilidad. Lo que descubrió es que no quedaba ningún inocente en la ciudad, eran todo piratas. Y eran unos cuantos. Quinientos piratas en el puerto, parche o pata de palo arriba o abajo.

Los ocho compañeros se miraron mutuamente - o percibieron, no es cosa de dejar a Gilbe fuera de la ecuación - y una sonrisa se dibujó en la cara de Eriol.

- Wow - exclamó - ¿Nos abrimos paso? ¿O los barremos?

- Ego... ¿tengo que continuar? - Ego os absolvo. Eso es lo que quería decir. Elohim votaba por barrer.

- ¿Tu qué crees? - Le sonrió Juliette. Otra para el bote de barrer.

- Limpiemos un poco, - anunció Derek - Elohim, llama la atención.

- ¡Ey, los de abajo! - Gilbé gritó desde el tejado - ¡Creo que os están rodeando!

- ¿¡Por donde!? - exclamó Richard.

- Inquisidores. - replicó Elohim - Cada segundo de duda es un arma más que tienen nuestros enemigos. Nuestros barcos están en combate. Cuanto antes limpiemos el puerto, antes se acabará esta batalla.

- Quizá creen que puedan hacernos frente desde allí. - Fanfarroneó Ace. - ¡Carguemos pues!

- Cada pirata muerto es un pirata menos en los mares - Exclamó Kael.

Todo se aceleró, Elohim se elevó en el aire y empezó a entonar. Eriol vio la magia concentrarse, así que lo tomó como una señal. Volvió a escanear los alrededores mientras se ponía un par de guantes. Nada, solo había piratas.

- ¡No hay inocentes, podéis luchar sin restricciones!

Sin restricciones significaba magia, mentalismo, espadas voladoras y técnicas especiales. Esos piratas iban a probar el mordisco de la Inquisición, y sus colmillos eran los más afilados.

Elohim se iluminó y atrajo la atención de los piratas, eso fue el pistoletazo de salida para los demás. Eriol se lanzó contra la masa de gente y pronto perdió de vista a sus compañeros, rodeado de piratas.

Esquivó el primer sable que salió en su encuentro, y con el reverso de la mano y aplicando un mínimo de fuerza en el codo del pirata desvió el ataque contra otro de sus compañeros. Mientras tanto el resto no se habían estado quietos. Uno intentó atacarle por la espalda, por lo que Eriol saltó, cayendo sobre dicho enemigo, y al bajar del mismo aprovechó para barrer a los de alrededor con una patada circular, y en cuanto tocó el suelo rozó con la palma de la mano la boca del estómago del pirata que había usado como plataforma. Suficiente como para dejarlo retorciéndose en el suelo, escupiendo saliba y bilis.

Siguiente tanda de enemigos que pasó por encima de sus ¿aliados? para acceder a Eriol. Desvió la primera espada de nuevo con el mismo truco, presión con el dorso de la mano en el lugar exacto, pero esta vez lo siguió con una patada que mandó al rival contra la marabunta de enemigos derribándoles. No tenía tiempo para hacerlo al modo Wu Long, tendría que esforzarse. Desvió con el pie el siguiente ataque y con un impacto de su palma abierta en la espalda del enemigo lo mandó volando contra otros. Mas enemigos le rodearon, aquello estaba empezando a estar un poco demasiado apretado para su gusto, así que en cuanto desarmó a uno lo lanzó hacia atrás y lo utilizó de rampa para salir de ahí.

Fue a caer junto a Derek, que mantenía a ralla a su propio cortijo de pretendientes con su vara. No cruzaron palabras, pero durante unos instantes lucharon juntos. El problema es que Eriol se dió cuenta de que Derek necesitaba espacio para luchar y mas que ayudar le molestaba, así que se fue con la música a otra parte. Aquello estaba demasiado poblado todavía y no podía moverse a gusto - que lujo preocuparse por el movimiento cuando quinientos tipos con espadas y cuchillos pretenden eviscerarte. Percibió a pocos metros a Ace luchando con su estilo de serafín, enarbolando tres espadas a la vez, y decidió mandarle un regalo, derriibó a unos cuantos y cuando tuvo suficiente espacio de maniobra agarró a un rival por el brazo y empezó a hacerlo girar.

Al principio el pirata mantenía el ritmo, pero después Eriol giraba ya demasiado deprisa y perdió pie. El pirata empezó a derribar a la gente de alrededor, y cada vez sus pies se alzaban mas y mas por la fuerza centrifuga. Cuando hubo creado un circulo de aire libre al final dejó libre al pirata, que no cesaba de gritar, y este salió volando un par o tres de metros, lo justo para caer junto a Ace que lo ensartó casi sin darse cuenta.

Eriol acabó un poco mareado con tantas vueltas, pero aun así percibió el saco de arena que volaba en su dirección aproximada y se agachó a tiempo. El saco impactó con un pirata, estallando en una nube de arena. Después vio la espada de este levantarse sola y volar hacia el estomago de un enemigo. Un montón de ladrillos cayó sobre los enemigos, y Eriol usó a un par de ellos de paraguas improvisado. Juliette estaba haciendo de las suyas también.

Se retiró de la zona de los objetos voladores y chocó de espaldas con un pirata. Le dio un rodillazo en la entrepierna - no se le ocurrió nada mejor - y descubrió detrás a Gilbe, que acababa de cortar al mismo enemigo al que él había atacado. Iba a ofrecerse a ayudarle, pero el chico conocía mas su entorno que la mayoría. Esquivaba los ataques antes de que se produjeran, y parecía que tenía un objetivo, así que Eriol simplemente se limitó a derrotar a otro grupo de enemigos, evitando que le siguieran.

Richard no andaba lejos, su danza de espadas - cuchillos - impresionaba tanto a los espectadores que les dibujaba una segunda sonrisa roja, en el cuello, la sangre brotando por los precisos cortes. Los pies de Richard eran ligeros y ninguno de los piratas parecía poder alcanzarle.

Kael en cambio era distinto, desde donde estaba Eriol se oían sus impactos. Uno solo de sus ataques con aquel mandoble producía una explosión que mandaba a volar a todos los enemigos cercanos. Su baile no era tan frenético, sus pies no eran tan rápidos, pero no por eso era menos grácil, cada movimiento era preciso y calculado, siguiendo un ritmo establecido, una danza mortal que le dejaba en el centro de un cráter de cadáveres.

Una explosión llamó la atención de Eriol, Gilbe había hecho estallar uno de los barriles. Eriol decidió que no podía quedarse atrás y siguió luchando con todas sus fuerzas, creando su propio circulo, alfombra de enemigos derrotados.

Instantes después la piel se le erizó, una brillante energía se extendió por la zona. Parecía que ninguno de los piratas lo viera. Eriol se aventuró a mirar atrás y averiguó de donde provenía la energía: Elohim estaba a punto de hacer algo. Eriol saltó hacia atrás, buscando una zona en la que no revoloteara esa niebla mágica, preludio de lo que estaba por llegar y fue justo a tiempo, porque una explosión de luz, una columna que descendió del cielo inundó el lugar. Eriol se cubrió los ojos - pues estaba justo delante - hasta que el destello desapareció. Lo que quedó tras él fueron las filas enemigas diezmadas y casi derrotadas.

Sus compañeros acabaron con sus respectivos grupos, y Eriol hizo lo mismo. Un roce en el pecho de un enemigo que cayó de espaldas, una patada baja derribó a un segundo que después recibió un puñetazo en el estómago. Quedaban cuatro, no huían pero tampoco atacaban. Si huyeran quizá les habría dejado irse. O quizá no, habían visto a Juliette hacer de las suyas, y a Kael. Estaba planteandose qué hacer cuando sacaron fuerzas de flaqueza y se lanzaron contra él. Desvió el arma del primero, forzándole a soltarla y dejándole desprotegido. Entonces lanzó un ataque con fuerza, impactando en el estómago, justo en el ombligo del enemigo, con la palma abierta. Esta vez el ataque tuvo la suficiente fuerza como para lanzarlo volando hacia atrás, arrastrando a dos de sus aliados con él al agua. El otro se giró a verlos caer, y recibió un empujón de Eriol con el pie en la rabadilla, lanzándolo al agua.

El puerto estaba limpio. Y no se le habían estropeado los guantes.

- ¿Ahora qué? - sonrió, cansado.

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01/09/2013, 04:28
Elohim

El hombre es un ser medio entre las bestias y los ángeles.

-Dios, perdónanos porque sabíamos lo que hacíamos.

Largas eran las noches en vela de Elohim, pero nunca habían sido tan acusadas como esta última. Si bien sólo necesitaba dormir apenas una hora, ni siquiera ese tiempo le era permitido esa noche. Acostado, mirando al techo, el sueño no venía. Jugaba en su mano derecha con un regalo del destino, mirándola de vez en cuando, y sonriendo de manera confusa. 

Tras varias horas sin conciliar el sueño, se levantó de la cama en dirección al escritorio cercano. Una suave caricia con su mano izquierda en la vela que reposaba sobre las tablas y un par de susurros fueron suficientes para que la vela se encendiera... "como por arte de magia". Su cálida luz alumbraba ahora perfectamente la mesa, donde varios pergaminos en blanco reposaban, al lado de un pequeño bote de tinta negra.

Se sentó, apoyado con el codo en la mesa, delante del pergamino, jugueteando en su mano con la pluma. Escribiría. Escribiría aunque no sirviera de nada. Al menos pasaría el tiempo, y podría plasmar en algún sitio lo que rodaba su mente. Mojó la punta en la tinta, golpeando un par de veces en el borde del tintero para eliminar la sobrante y comenzó a escribir, dejando que fuera su corazón el que hablara.

Tragó saliva. Sí, esa palabra era lo que mejor definía lo que habían realizado en ese puerto.

Miró a su alrededor. No había nadie más que le estuviera viendo escribir, estaba sólo, sólo en la noche para desahogarse consigo mismo. 

Dejó lo escrito a un lado, y comenzó una nueva página.

Elohim se miró ambas manos antes de continuar escribiendo. Ahí estaba el vivo reflejo de que el poder tiene un precio, de que nacer con un don hay que pagarlo. Recordaba las pataletas de Gilbe por haber nacido ciego, o incluso las de Kael por que le hubieran seccionado una mano en un combate. Y negando con la cabeza, continuó escribiendo.

Mientras cambiaba de hoja sintió un escalofrío al recordar la plegaria. Había sido realmente poderosa... y desatarla no había resultado fácil. Clamar por el poder de Dios no es tan sencillo como parece.

Dio un par de golpes al tintero antes de seguir, como si quisiera ver cual es la cantidad de tinta que quedaba en el bote. No demasiada, tendría que terminar pronto. Además, estaba llegando a la parte que realmente quería escribir, aunque fuera sólo para que quedase perpétua en algún lado.

Levantó su mano derecha y se quedó mirando la pluma, dejando caer una gota de tinta en la parte baja del papel. Aquello era lo que más le intrigaba.

Traducción texto en latín:

Señor, desata tu luz justiciera. Tu humilde siervo te lo pide, te lo implora. Legiones de ángeles caigan sobre mis enemigos, todos y cada uno de ellos serán enviados contigo si así lo requieres. No dejes en pie a nadie. Que tu luz, tu calor, tu caricia sea mortal para ellos. No les profeso odio, no les deseo un destino en el averno, pero su estancia en este mundo está manchada.
Dios. Señor. Envía a la Legion.
Que proteja a tu siervo.
Y al mundo entero.

Amen.

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01/09/2013, 11:25
Richard Wivernfall

Las aguas se habían calmado. Tras el rastro de muerte y violencia que habían dejado los piratas llegó el sufrimiento de los supervivientes que volvieron a lo que antes eran sus hogares y ahora se habían tornado escombros y casas vacías. Las mujeres lloraban a sus esposos y los niños a sus padres, que nunca volverían a abrazarles. Pero esta gente que había perdido lo poco que tenían se arrastraban para continuar con sus vidas y con lágrimas en los ojos les daban las gracias al Señor y a la inquisición por haber llegado. Los rumores sobre 8 jóvenes héroes corrieron como la pólvora de boca en boca. Aquellos que acabaron con la ola de vandalismo pirata de puerto Misrech. Y los rumores, avivados por la esperanza y el deseo se convirtieron en leyendas.

-…Y allí zarpaban los buques de la Inquisición! Entre los bravos mares y con el sol cayendo, las imponentes embarcaciones cruzaban los mares con la cruz de sangre ondeando al viento para proteger a los desprotegidos guiados por la mano del Señor.-

Sobre un alto muro de piedra, Richard contaba las hazañas de ese día a los pequeños del puerto, los que más deseaban creer en lo imposible para recuperar sus vidas. Gesticulaba en exceso, exageraba cada detalle y narraba todo con una voz absurda, pero sin embargo los chiquillos disfrutaban con el cuento.-

-Debisteis rezar muy fuerte a Dios, porque nos llevó directo a vuestra salvación. En cuanto el ejército de madera llegó a las aguas de Calisis vimos lo que sucedía y sin dudar, nos organizamos y actuamos fugazmente. Sabíamos que estabais sufriendo y veníamos a vuestro rescate. Pero los piratas, tontos como son, centraron sus defensas en puerto, olvidando que Dios nos guiaba hacia el éxito y uno de sus ángeles terrenales estaba con nosotros,- Señaló a Elohim con un índice acusador que casualmente pasaba por el lugar. No pudo ser más oportuno.- Con sus alas sagradas nos juntó a todos, en el mismo navío y la chica pelirroja y el chico rubio comenzaron a rezar. A rogar a Dios por vuestras almas que nos ayudara a salvaros. Porque Dios os quiere, pero no hará el trabajo por nosotros. Por ello habéis de crecer fuertes, para salir adelante por vosotros mismos.- Pretendía que la historia sirviera para alentar a los niños en estos momentos tan duros. No sólo sería entretenida, debía llevar a sus corazones una moraleja.-Nos unimos a nuestros compañeros en sus rezos cuando…-

Pausa dramática. El silencio los abrazó y los pequeños se acercaron lentamente a la espera. La emoción los invadía.

-¡MILAGRO!- Exclamó Richard con todas sus fuerzas, saltando con los brazos en alza y mirando a los cielos. -¡MILAGRO!- Repitieron todos al unísono, hipnotizados por su cuentacuentos. –En un abrir y cerrar de ojos estábamos en medio de la ciudad. Inexplicable. El señor deseaba vuestra seguridad y clamaba por la sangre de los pecadores, impartiendo justicia.-

Jamás osaría hablar de matrices, poderes psiónicos o magia. Pero en tierras de creyentes y con niños como público cuya imaginación no tenía límites, podía justificar todo como actos divinos sin preocuparse por las represalias. Más teniendo un auténtico ángel paseándose por el puerto. Con el tiempo la gente adornaría la historia y ni siquiera sabrían que partes son auténticas

-No podíamos perder más tiempo, así que su representante en la tierra se alzó en los cielos para mostrarse al puerto y mandar un mensaje: “El señor está enfadado con vosotros”.- Otra forma de decir “El tonto de Elohim delató nuestra presencia”.- Tras eso los ocho justicieros divinos –Bonitas palabras -salimos a la carga. Sabíamos que estabais pasándolo mal pero debíamos librar al puerto para que el resto de la Inquisición desembarcara. Nos encontramos primero a dos piratillas holgazanes, que cayeron rápidamente ante cuchillos y flechas- Sacó para dramatizar más un par de estiletes y gesticuló como si los lanzara, manteniendo el equilibrio desde el podio de piedra donde se alzaba. –Y luego vinieron otros cuantos, un grupo grande que escapó como gallinitas en cuanto vieron las Legisladoras, los enormes espadones que portaban mis amigos.-

Su público estalló en carcajadas al oírlo y Richard les acompañó, doblado sobre sí mismo. Se rio con tanta fuerza que se tuvo que llevar las manos al abdomen para controlarse. – ¡JAJAJAJAJ! ¿Piratas? ¡Yo más bien diría pececillos de río! ¡Pero no podíamos entretenernos! Corrimos a puerto, donde estaban muchos de ellos fortificados, y sin miedo ni duda cargamos. Fue una batalla increíble. Las espadas agitándose en el aire. Por cada tajo que daba “La mano del Caos” volaban veinte. “La doncella” acababa con otros con solamente mirarlos. “El As de espadas” bailaba sus hojas como un huracán que no alcanzaban a detener. Todo mientras los tres acróbatas Derek, Eriol y yo, estábamos en medio del caos, saltando, esquivando como si estuviéramos hechos de agua y dando puñetazos que podrían tirar casas enteras. “El ángel” estaba detrás de nosotros, rezando en los aires con una luz divina por cada uno de nosotros, así que sabíamos que no podíamos perder. Dios necesitaba la purga de los pecadores, otorgarles la redención a aquellos que se habían perdido del camino-

Richard gesticuló cada golpe, salto, rezo y mueca que fue capaz recreando el combate hasta hacer que los niños se pensaran que habían estado ahí. Estaban fascinados. Realmente les estaba conmoviendo las aventuras que contaba, a pesar de que no dejaba de ser el asesinato de cientos de vidas. Claro que todo depende del punto de vista y las palabras utilizadas.

-Sin embargo, la guida al pastel la puso “El ciego que todo lo ve”. Desapareciendo como una sombra, corrió por los tejados y avanzó hasta el polvorín de los piratas y… bueno, imaginaos. Lo siguiente que vimos fue una nube de fuego y piratas volando por los cielos gritando maldiciones. Gracias a él, nuestros barcos llegaron y retomamos la ciudad. VUESTRA ciudad. Pues os pertenece por derecho. Y espero que con esta historia hayáis aprendido, que si rezáis a Dios, podréis logar lo que queráis con fuerza de voluntad.-

La última frase tal vez no fuera cierta. Demasiados niños de Caedus habían fallecido en su entrenamiento, pese a tener una voluntad de acero. La realidad era cruel, pero no era lo que esos chiquillos necesitaban oír ahora. Necesitaban escuchar relatos de valor, esperanza y finales felices. Les encantó, sin duda. Al terminar, una ovación de aplausos y gritos salió de todos ellos. Se fueron yendo, contentos y con conversaciones de niños. “Yo quiero ser como la mano del caos”…. “¿Qué dices? ¡Es más valiente la doncella!”… etc.

Realmente, si no fuera por lo que estaba viendo, los remordimientos por acabar con más de quinientas vidas podrían con él. Pero quinientas vidas podridas no valen ni la cuarta parte que las de los niños de puerto Misrech.

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01/09/2013, 12:08
Derek Volarn

La purga de Puerto Misrech

 

La iglesia de Puerto Misrech estaba plagada de cadáveres de personas, que seguramente habían buscado la protección de Dios y no la habían encontrado tras las endebles puertas de madera, ahora astilladas, destrozadas por una fuerza imparable. La vara reforzada estaba tirada, casualmente sobre las astillas de la puerta. La gabardina de cuero estaba un poco más adelante, tras esquivar algunos cadáveres y un gran charco de sangre formado por la inclinación del suelo, fruto, probablemente de la antigüedad del edificio. Y finalmente, delante del todo, ante el altar, arrodillado en el primer escalón de subida dirección al púlpito, Derek.

Su cuerpo temblaba como una hoja azotada por la suave brisa de la primavera, perceptible y aleatoria, pero ligera. Sus manos enlazadas fuertemente hasta adquirir el tono blanquecino de la falta de circulación en ellas. Su cuerpo, ataviado solo con su ropa de viaje, sin armadura, se zarandeaba suavemente adelante y atrás, mientras de sus labios, en constante movimiento, rompían el silencio con un susurro ininteligible pero repetitivo. Sin duda oraba, pero solo Dios sabía si oraba por su perdón, por el perdón de sus víctimas o por el de ambos. 

Tal vez si fuera Gilbe, puede que incluso Eriol, hubiera escuchado los pasos, pero no era el caso, el era Derek, “el principito”, “el sin casa”, “el maldito” y ahora “el llorica”. Una mano se posó en su hombro y pego un bote, sorprendido, mirando hacia la persona que ahora le acompañaba, con los ojos rojos, y el llanto interrumpido por un momento. Eriol se sentó despacio en el mismo escalón en el que Derek estaba arrodillado, con cautela, como temiendo que la liebre saltara y echara a correr.

Por un momento se miraron, un largo momento en el que no paso nada. Derek con los ojos rojos y Eriol tranquilo, serio. Un eterno silencio entre ambos, como el día en que se conocieron. Mirándose sin tocarse, sin decir nada, cautos ambos, aunque por distintas razones esta vez. Entonces, tras la espera, Derek se acerco a Eriol y finalmente se dejo caer en un abrazo, que el payasete de Caedus correspondió sin decir nada.

El llanto de Derek comenzó de nuevo y nuevamente silencioso, sin agregar nada, tranquilo del silencio que su amigo guardaría, pues si, los momentos de debilidad de Derek no eran nuevos, pero solo un minúsculo grupo selecto los conocían, Eriol, Aenea… A pesar de ellos el Volarn siempre se recomponía y sacaba fuerzas, pero esa vez era más duro, más difícil sobrellevar lo ocurrido.

El rato paso, y solo cuando Derek se recompuso un poco y miro sonriendo un poco a Eriol, se escucharon otros pasos. Maestro entro en la iglesia en el momento exacto, como si hubiera estado esperando por cortesía, a que el humillante momento terminara.

Derek se puso de pie inmediatamente, cuadrado y sacando pecho como un militar, pero sin ser una pose forzada. Eriol se levanto con un aire más despreocupado y tranquilo. Lahey solo necesito una mirada fugaz de su superior para entender que ahí ya sobraba, así que se marcho sin decir más.

- Es fácil encontrarte, eres predecible… eso no es bueno si quien entra por la puerta es tu rival.

Maestro llego a la primera fila de bancos y se sentó frente al altar, indicando a Derek que se sentara a su lado, el chico obedeció. El silencio se alargo por unos segundos, antes de que el adulto tomara la palabra, como el superior que era.

- La primera vez que matas… - La pregunta dejo de serlo a mitad de su formulación.

- La segunda.

- Aquello no era humano.

- Lo parecía.

- Pero no lo era. – Sentencio Maestro, cerrando las puertas a alargar la discusión.

- Sabía que no debía unirme al asalto del puerto, una misión de infiltración… ¿Yo? ¿Escondiéndome entre las sombras? Debería haberme quedado en los barcos, habría sido mas útil ayudando a dirigir el combate naval. – Aunque era cierto, Derek no lo decía realmente por eso, si no buscando una excusa por la cual podría haber eludido el conflicto en tierra.

- ¿Es cobardía eso que escucho en tu  voz?

Se hizo un momento el silencio mientras aquellas palabras ahondaban en lo más profundo del corazón y el orgullo del chico. Tenía razón, sus palabras eran cobardía, una cobardía alimentada por las dudas de su mente. Pero el chico no era un cobarde. Sacudió la cabeza para centrarse y hablo.

- Tienes razón Maestro, mi papel era tan útil en tierra como en mar, pero en mar ya había muchas cabezas. – Dijo intuyendo lo que podía decirle Maestro, recuperando su valor.

- Cuéntame lo que ocurrió. – Dijo tras asentir aprobatorio a las últimas palabras de Derek.

 

***

Aparecimos en las cámaras de la ciudad tras desaparecer de los barcos. Baste decir que para mi la situación no fue cómoda, ya me conoces, ya sabes mi opinión respecto a lo sobrenatural, así que ser transportado del punto A al punto B con esos métodos fue, incomodo cuanto menos, algo que no me gustaría repetir.

Las cosas se movieron rápidas, muy rápidas en realidad, y la compenetración del equipo fue mínima. No había cabezas ni lideres así que cada uno hizo un poco lo que quiso. El primer en actuar fue Elohim, que mientras los demás intentábamos organizarnos, el alzo el vuelo para investigar. No juzgare sus intenciones, eran buenas, supongo que quería reconocer el perímetro, pero no fue una idea acertada pues en nuestro equipo hay personas mas capaces de llevar a cabo reconocimientos de una manera mas silenciosa. Por supuesto, le descubrieron.

Llegaron dos hombres y cayeron rápido. Primero Eriol y después Elohim, los abatieron. Sentí rabia que tuve que contener. Éramos ocho contra dos, podríamos haberlos reducido, pero no, hubo que matarlos. Me dolió especialmente viniendo de Eriol, matar parece tan fácil y gratuito, que verlo hacer a alguien cercano para mí, fue doloroso. Por supuesto, cuando salimos del lugar, tarde poco en tragarme mis pensamientos.

Dado que ya no había razón para pasar desapercibidos Salí corriendo dirección a los muelles, Elohim se me adelanto, volando claro, los demás vinieron con nosotros, menos Gilbe que escogió una ruta mas a su gusto, y estratégica por supuesto. En ese momento pude ver los cadáveres de la gente inocente que había caído a manos de los piratas, y con conocimientos de medicina y tiempo, estoy seguro de que habría descubierto atrocidades mayores que el ser ensartado por una espada. No había tiempo, eran muchos y eran asesinos, además podían quedar supervivientes y nuestros hermanos en los barcos necesitaban enfrentarse al combate tranquilos sabiendo de la seguridad del puerto.

- Tenemos que limpiar la zona, Elohim llama la atención.

Dije esas palabras en cuanto llegue a los muelles y vi la situación. Les estábamos pillando por sorpresa, los que nos habíamos encontrado por el camino habían perecido o huido. No se si me hizo caso, realmente, o pensamos lo mismo, pero Elohim se alzo en los cielos brillando con luz propia, divina y atrajo la atención. En ese momento su capacidad para no pasar desapercibido fue más útil.

Todos nos abrimos y los rodeamos como tiburones, ¿Te imaginas Maestro? Siete rodeando a centenares de hombres y un octavo brillando en los cielos como un faro. Entonces nos lanzamos al ataque, y es lo más aterrador de mi historia, lo que más me dolió.

Muchos hablan del olor a sangre, de las salpicaduras, de la carne cortada. Creen que es lo más horrible de la guerra, la suciedad por sus armas tiñe de rojo el suelo, pero creo que se equivocan, lo mas horrible son las sensaciones que percibe el cuerpo cuando un arma que produce poca suciedad, abate a un oponente. Muchos creen que una vara no es un arma de hombres, que no mata, pero Maestro, la use, como me enseñaste, como me esforcé en aprender y sentí los huesos, los cráneos, las costillas partirse, las sentí antes de escucharlas siquiera, y por supuesto antes de que sus astillas se clavaran en sus órganos vitales y les hicieran morir.

Me lance al ataque, como mis compañeros, el tiburón estaba hambriento y cerraba sus siete dientes en torno a su presa. Hacia barridos con la vara, lo más simple pues a muchos los pille desprevenidos aun. Perdí de vista a mis compañeros cuando la marabunta nos rodeo, consciente ya del ataque. Caían rápido. Al principio a uno le golpee en la entrepierna, antes de hacerle tropezar con mi vara, después en un movimiento ágil mande la vara hacia delante y le hundí el extremo opuesto a otro. Un par de barridos más y algunos cayeron, otros volaron, pero todos morían. Dientes saltando, pies aplastados, di un par de giros acrobáticos en el suelo, les despistaba, cambiaba el arma de mano constantemente, la pasaba por mi espalda para darles golpes por el lado opuesto, o la tomaba con ambas manos como si de un mandoble se tratara. Bailaba, me agachaba e incluso me abría de piernas en el suelo para esquivar espadas, usaba mi vara como único punto de apoyo para asestar patadas fugaces y hasta me elevaba sobre ella para caer tras los que me amenazaban. Pero aun así, por un momento me vi rodeado y sin salida, todos los filos me apuntaban y lo único que logre con un giro de trescientos sesenta grados fue chocar filo con madera.

Parecía que la acción se había acabado a mí alrededor, nos paramos todos los combatientes de esa zona unos segundos, pues ellos me creían vencido, y lo estaba hasta que de manera arrolladora, por la espalda de mis rivales apareció Eriol, salvándome con su curioso baile de combate. He de admitir, aunque me avergüence, que hasta ese momento no me sentí seguro, ahí fue donde encontré al equipo que no habíamos sido hasta momentos antes. Cubrí la espalda de Eriol con mi vara, y el la mía con esos movimientos que a ojos inexpertos podrían parecer simples caricias. Giramos sobre el mismo eje, haciendo caer uno tras uno a nuestros enemigos hasta que todos los filos se cerraron a nuestro alrededor de nuevo. Yo me agache, él uso mi espalda para saltar sobre los enemigos y estos, despistados por el movimiento de Eriol, cayeron ante un barrido de trescientos sesenta en ascendente. La otra persona que me ayudo fue Juliette, apartando de mi camino a unos cuantos enemigos con sus armas flotantes improvisadas, aunque dudo que se percatara de ello.

Mas enemigos llegaron, parecía que salían de todos lados, eran todo un ejército, entonces Gilbe comenzó a reventar los barriles y Elohim hizo una segunda cosa bien, uso sus poderes “divinos” para masacrar al resto.

- ¿Ahora que?

La tranquilidad Eriol entre un montón de cadáveres, casi fuera de mi vista por el humo de los barriles resulto algo aterradora. Le mire, simplemente por que estaba hablando, y después salí corriendo al ver los barcos zarpar con algunos de los que aun escapaban. Hasta ese momento no había reparado en el ruido de cañones de fondo, la batalla naval. Me acerque a un barco que aun no había soltado amarras, pero si retirado la rampa. Salte tomando un cabo  y trepando sin dificultad. Noquee al que con un hacha entintaba cortar la amarra que aun les unía al puerto y derribe a dos estúpidos que se lanzaron a por mí mientras los demás preferían saltar al agua.

Vi un barco zozobrar y hundirse sin ninguna razón, solo tras escuchar un fuerte crujido. Aquel espectáculo era digno de ver pues otro barco sufrió el mismo destino, supe que debía ser Juliette. Esquive un mástil que casi me cae encima mientras tomaba una antorcha y me acercaba a la primera línea de cañones. Pase por todos ellos encendiendo las mechas. Un ruido estridente, llamas, pólvora, humo y el barco mas cercano al mío comenzó a hundirse también en el propio puerto, todos los disparos habían impactado de lleno, como para no hacerlo, y habían dejado el casco mucho más que inútil. Tras eso salí corriendo al lado opuesto y con la segunda batería de cañones, lance otra andanada, esta hacia el mar, encerrando así la flota enemiga entre dos frentes, lo que no se esperaban, seguro.

 

***

 

- El resto ya lo sabes, cuando ya no pude hacer mas por ayudaros desde costa, vine aquí. Tenía muchas razones para rezar. – Agacho Derek la cabeza, mirando al suelo.

Maestro sostuvo un silencio largo, había dejado al chico confesarse, no lo datos serios y oficiales, si no también los íntimos, aquellos que incluyan sentimientos y pensamientos, miedos y seguridades, aquellos que hablaban de falta de equipo y de el encuentro con el mismo. El silencio se alargo un poco a pesar de haber concluido la narración de Derek, pero entonces carraspeo.

- Hiciste lo correcto. - Le dio una palmadita en la espalda al chico y se levantó. – Soldado. – Cambio el tono, de uno de confianza a uno militarizado que Derek obedecería y con el cual se sentiría cómodo. – Limpia de sangre tu arma y armadura y preséntate en el muelle en quince minutos, aun nos quedan cosas por hacer.

Sin decir más abandono la iglesia, dejando a Derek de nuevo solo con sus pensamientos. Seria mentir el decir que el chico estaba más tranquilo, no lo estaba, pero se había repuesto, su frágil mente aguantaría más tiempo, ya podía volver con sus compañeros y a su misión. 

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01/09/2013, 14:38
Ace Velvet

El chocar de las olas contra el casco del barco era tan repetitivo que aburría. Ace, de brazos cruzados, observaba el horizonte. No había nada que ver, ni siquiera lo estaba mirando realmente. Simplemente sus ojos se habían perdido en el vacío. El joven pensaba, sumido en una de sus típicas abstracciones.

Pero, ¿en qué pensaba?

En todo y en nada al mismo tiempo.

Ace pensaba en su vida como inquisidor, recordaba los entrenamientos y, finalmente, las misiones. Todo por lo que había tenido que pasar, y el verdadero motivo de su presencia en aquel lugar, lo había convertido en el hombre que era. Frío como un témpano de hielo, pero cálido en el interior. Su actitud se asemejaba bastante a la de una bestia que protege a sus cachorros. Era brutal y despiadado, pero porque protegía algo que le importaba. Aquello estaba bien, ¿no?

Suspiro. Movimiento inconsciente de dedos cerrándose alrededor de un plateado ángel sobre su pecho.

No sabía qué le esperaba en Arkángel, y eso lo ponía nervioso. No se notaba a primera vista, claro que no, pero el inquisidor novel se preguntaba una y otra vez por el resultado de todo aquello. Había tanto por hacer y tanta incertidumbre al mismo tiempo… Pero quizá lo que más lo aterraba era la idea de que, de algún modo, todo comenzaba a encajar. Poco a poco, las piezas del rompecabezas de su memoria completaban un puzzle demasiado terrible como para aceptarlo. Un caballero alado, con una armadura brillante como la luz del mediodía. Siempre el mismo héroe, enfrentándose a diversos retos como si de un épico cantar se tratase. ¿Encontraría en Arkángel todo aquello? No se atrevía siquiera a pensarlo.

Carraspeo. Movimiento inquieto de pies. El peso del cuerpo sobre la madera, que cruje. Por Dios no te caigas por la borda.

- ¿No tienes nada mejor que hacer durante el viaje?

Arrancado del peculiar conjuro, el inquisidor novel volvió al mundo real y vio junto a él a un hombre alto de mirada afable. Apoyaba su peso en el hombro derecho, sobre una barandilla de madera. Casi parecía que se fuera a caer al agua. Ace sacudió la cabeza, sacando esos pensamientos de su mente, y cuando abrió la boca para responder se dio cuenta de que la tenía muy seca. ¿Cuánto tiempo había estado ahí sin hacer nada?

- No – respondió, tajante. Miró por unos instantes a su compañero, Adalbert, y luego volvió a posar los ojos en el punto en que el cielo y el océano se unían –. He intentado leer algo pero me mareo con el vaivén del barco.

Al menos no tenía los mismos problemas que Eriol.

- A mí los viajes en barco siempre me han resultado aburridos, aunque contando historias el tiempo se pasa más rápido – comentó el guardia mientras dirigía su mirada también al mar, como quien no quiere la cosa.

La preocupación del hombre por una cosa tan nimia como aquella arrancó una sonrisa del frío inquisidor. No se arrepentía de haberlo traído consigo.

- Supongo pues que tendrás algo interesante que contarme. Soy todo oídos.

Adalbert sonrió y comenzó su relato. No duró mucho, o quizá fue que se hizo tan ameno que los dos perdieron la noción del tiempo. La historia de un inquisidor al que él había acompañado. Había sido emocionante, pero el inquisidor había perecido al final por una mala decisión. ¿Cuán importante era para alguien como él saber qué hacer en todo momento? ¿Y si él también tomaba una mala decisión en algún momento? Ya no era un mero aprendiz, ahora las cosas comenzaban a depender más de él y de su juicio.

El guardia, agudo como siempre, captó la inquietud de Ace a través de su mirada. En confianza todas las emociones se le escapaban al joven.

- Veo que has entendido un poco la moraleja – sonrió divertido -. No, no hay ninguna solución definitiva ni ningún método que puedas aplicar siempre de forma correcta. A veces tomarás decisiones buenas, y otras veces no tan buenas. Depende de ti valorar la situación y actuar de forma que no te arrepientas del resultado. Debes estar dispuesto a correr riesgos y a asumir responsabilidades en esta vida.

Posó una mano en el hombro de Ace, tenía edad para ser su padre por lo que aquel gesto entrañaba una camaradería más parecida a la de maestro y aprendiz.

- Yo confío en tu juicio, Ace.

Quizá era confianza lo que necesitaba el joven. A partir de ese momento su mente se despejó y se sintió mejor por el resto de la travesía.

***

El viaje, pese al aburrimiento inicial, no se le hizo demasiado pesado al joven. Logró encontrar formas de entetenerse. A Adalbert nunca se le acabaron las historias, y en muchas ocasiones se escondía con Juliette en los camarotes para practicar el uso de sus capacidades telequinéticas. Ace lo pasaba muy bien con ella, y le encantaba ver el contraste de las matrices argénteas de July con el de las suyas propias, áureas. En algún momento se preguntó si los poderes psíquicos podrían unirse de algún modo.

Añoró la presencia de Elohim, su ángel y mayor amigo, pero saber que estaba tan solo unos cuantos barcos más allá lo consolaba en cierto modo. Muchas veces el joven se sorprendía a sí mismo pensando en el ángel, con sus dedos aferrados al colgante de plata que pendía de su cuello. Siempre que rezaba le dedicaba unas oraciones a Elohim. Desde que eran pequeños y él sufría a causa de su propio don divino, Ace siempre había querido proteger al ángel de todo mal. Ahora mismo no hacía falta, para nada, pero seguía preocupándose por él como sólo alguien muy cercano puede hacer.

A pesar de todo, parecía un viaje bastante tranquilo.

***

Ace estaba distraído con unas oraciones cuando comenzó a escuchar alboroto en cubierta. Salió apresuradamente, completamente equipado. Vio en la lejanía el barco que todos señalaban.

- ¿Piratas? – murmuró, hablando consigo mismo.

La decisión de seguir al barco hasta el Puerto Misrech sorprendió a Ace al principio, pero luego lo reconsideró. Aquellos lobos de mar no podían siquiera competir con la aplastante fuerza de la Inquisición. Un navío no sería problema, y si aquello los llevaba a algún tipo de trampa, estaba seguro de que Maestro y Leona tendrían algo pensado. Buscó con la mirada a Adalbert y cuando los dos se encontraron el guardia se acercó.

- Estate atento. Confío en nuestras fuerzas pero no me fío ni un pelo de esos bandidos. Seguro que es una trampa.

- ¿Entonces no estás de acuerdo con seguirlos? – preguntó el hombre, preocupado.

- Al contrario, creo que podemos contra unos pocos piratas – sonrió el joven con sorna.

- Lo que me parece extraño – admitió Adalbert – es que nos lleven directamente hasta Misrech.

Ace se cruzó de brazos y volvió a mirar hacia el barco pirata, estaba preocupado pero no lo aparentaba. No podía mostrar su debilidad en momentos como aquel.

- Tendremos que esperar a ver qué sucede.

Y sucedió. La persecución del barco pirata desencadenó en una situación verdaderamente comprometida. Una flota entera de barcos piratas había tomado el puerto, y se erigía como una barrera entre el objetivo de los inquisidores y ellos mismos.

El joven se posicionó junto a sus compañeros y esperó órdenes. Maestro los mandó a prepararse para el combate. Aunque no esperaba unas fuerzas enemigas tan numerosas, Ace estaba verdaderamente emocionado por la perspectiva de la batalla.

Si algo había aprendido a lo largo de los años era a amar su trabajo, y a disfrutarlo. Combatir era una actividad que estimulaba a Ace de una forma casi enfermiza. Armado con sus tres espadas, que él mismo había forjado, y protegido por una sencilla cota de cuero, se dispuso a afrontar lo que fuera que pasase.

Los compañeros se reunieron, y barajaron diversas posibilidades y planes. Entre ellas la idea de Eriol de aprovechar las capacidades de teletransporte de Juliette.  

En aquel momento Ace recordó las palabras de Adalbert al inicio de la travesía. Uno debía estar dispuesto a asumir riesgos para afrontar los problemas. Al joven le pareció una idea bastante explotable.

Así comenzaría la purga del Puerto Misrech.

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01/09/2013, 14:42
Ace Velvet

Maestro pronto les ordenó que lo intentasen. Un teletransporte a gran escala, los Asesinos de Sombra viajarían por el espacio hasta el Puerto Misrech. Allí atacarían desde la retaguardia, descubrirían qué había sucedido en tierra, y brindarían apoyo a la flota de la Inquisición.

Pero había un problema, Juliette no sabía si podía hacerlo sola. Ace recordó entonces algo de lo que le había hablado su mentor. La conexión de matrices psíquicas era una posibilidad, él podría tratar de reforzar el poder de Juliette con el suyo propio. Cuando lo propuso en voz alta no pareció mala idea.

Los dos mentalistas se concentraron cuando los 8 inquisidores estuvieron reunidos. Ace pudo ver las matrices de July saliendo de ella, tratando de poner en práctica un poder que, en ese momento, le quedaba demasiado grande. Él se concentró también, y con sus propias matrices reforzó las de su compañera. Durante el transcurso de aquello sus compañeros no dejaron de hablar, inseguros con la naturaleza de aquello. Sin embargo, incluso el pesimismo de Gibe le pareció divertido al joven inquisidor.

Fue extraño, de alguna manera Ace sintió que conectaba con Juliette de una forma indescriptible. Pero aquello duró apenas unos segundos, pronto fueron transportados hasta Puerto Misrech.

Allí, los inquisidores noveles, comenzaron su misión. Empleando sus percepciones sobrenaturales, Eriol detectó la presencia de los piratas en el propio puerto. Elohim, que se elevó en los cielos, fue testigo del trágico destino que había sufrido aquel lugar, así como sus gentes. De alguna manera, todos supieron lo que debían hacer.

Poco después de comenzar a moverse se encontraron con dos desgraciados que pronto se reunieron con el todopoderoso. Ace se había preparado para el combate, pero no pudo evitar sorprenderse ante la celeridad con que habían acabado con aquella amenaza. Tras tantos años encerrados en Caedus, aquellos niños se habían convertido en verdaderas máquinas de matar.

Encontraron más piratas, pero huyeron despavoridos al ver los Legisladores y las Cruces de Sangre. No solo eran poderosos, sino que lo aparentaban. No tardaron, pues, en encaminarse hacia el puerto, con la intención de liberarlo de los piratas y de dar apoyo a la flota.

Elohim volando, Gilbe sobre los tejados, el resto corriendo. Cuando fueron conscientes de la amenaza a la que se enfrentaban, tuvieron muy claro que debían cargar de frente. No era lo más ingenioso, no les dejaba en una posición aventajada. Pero en aquel momento los inquisidores no tenían tiempo, y confiaron en su fuerza bruta por encima de todo lo demás. Con el apoyo del ángel desde el cielo, todos se abalanzaron contra los aproximadamente quinientos piratas que había en aquel puerto fortificado. Ilusos, pensaban que podrían hacer frente a las espadas del Señor.

Entonces es cuanto comenzó el verdadero espectáculo.

   

Ace inició el embate con un tajo ascendente que se hundió en la carne de un desgraciado, salpicándolo todo con sangre y cortando limpiamente un brazo. El inquisidor notó la calidez del fluido carmesí en sus mejillas, dio un paso al frente y empujó con el hombro al agonizante pirata hacia un lado mientras se preparaba para descargar todo el peso de su arma en la próxima víctima.

Durante unos segundos su acero danzó rauda y pesadamente. Se clavó en el pecho de un enemigo, salió disparado hacia atrás y rompió la mandíbula de un segundo con la empuñadura. La espada bastarda de Ace chocó contra algunas armas, pero estaba tan ávida por devorar carne que supero toda defensa que encontró con facilidad. Pronto se acumularon los cuerpos a su alrededor, y tuvo que saltar sobre ellos para hacerse sitio. Durante el tiempo que estuvo en el aire vio los estragos que habían causado sus compañeros haciendo uso de sus capacidades sobrenaturales.

Él lo consideraba más un añadido que una necesidad. El Estilo del Serafín era un as en la manga, su carta más poderosa. Se sentía un poco reticente a usarlo. Combatió un poco más únicamente con una única arma, trazando grandes arcos que sajaban carne y huesos, pero en un momento comprometido un pirata logró agarrarlo por detrás. El instante de distracción fue suficiente para que los lobos de mar se abalanzasen contra él, con la intención de reducir al guerrero.

Entonces Ace decidió que, dada la situación, era necesario emplearse a fondo. Las dos espadas bastardas que todavía portaba en el cinto salieron disparadas en direcciones opuestas, y formaron un arco alrededor del inquisidor que cercenó varias manos y dedos que habían intentado tocarle momentos antes. Las espadas, finalizaron su recorrido sobre la cabeza del inquisidor, chocando violentamente. No fue como el tintineo que acompañaba a Ace a todas partes, fue un golpe rabioso y sonoro que pretendía ser grito de guerra y alerta al mismo tiempo.

Tomó su espada con las dos manos y se lanzó de nuevo al ataque. Las dos espadas voladoras, en vez de acompañarlo en su carga frontal, se situaron a sus espaldas y comenzaron a bailar frenéticamente. Ace hundió su espada en el hombro de un pirata mientras sus otras armas atravesaban limpiamente el muslo de un segundo y el cuello de un tercero. Aquella sangrienta danza de acero y sangre se volvió tan macabra y rápida que lo único que podía oírse eran gritos de dolor mezclados con el zumbido de las espadas que cortaban el aire a gran velocidad. El suelo pronto se encharcó bajo los pies de Ace, que pisaban con firmeza mientras ejecutaba sus secos y contundentes movimientos de esgrima.

En un momento dado atrajo a sí sus espadas voladoras para luego repelarlas, haciéndolas girar a gran velocidad. Aquellas dos sierras radiales improvisadas probaron más sangre que el propio filo que portaba Ace en sus manos. Los cadáveres caían a los pies del frío inquisidor llenos de cortes y miembros faltantes.

Aquello habría perturbado incluso a los ejércitos más profesionales, pero nadie pudo correr y gritar porque la purga de Misrech apenas duró unos minutos.  

Bañado en sangre como estaba, Ace enfundó sus espadas y se santiguó. Aquel día había enviado muchas almas con el todopoderoso. Se sintió asustado por el alcance de su poder, y se preguntó si había tomado la decisión correcta.

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01/09/2013, 16:32
- Narrador -

Así terminó la Purga de Puerto Misrech. Se prolongó con coletazos, eso sí, claro. Hubo que arrasar los barcos que habían presenciado aquel espectáculo de lo sobrenatural, y correr las calles persiguiendo a los mirones ocasionales. Sin embargo, tras de oír los gritos bajo acero y los dientes contra el bordillo, el grupo mostrarse glorioso sobre los tablones del puerto - Eriol un pasito detrás, por si acaso se tropezaba y se ahogaba - a la espera de que llegasen los barcos.

Sin posibilidad alguna de ganar, los piratas sumidos en un asalto marítimo se batieron en retirada, lo cual les propinó acabar en el agua por la incapacidad de huir de la flota Inquisitorial, o cambiando a Jolly Roger por una bandera blanca. Un espectáculo ligeramente patético, pero no mayor que el que acontecía en la ciudad con piratas que corrían a caballo o a pie para salir de allí. Cuando el enjambre de Guardias Eclesiásticos e Inquisidores aterrizó, allí se cosecharon tantos presos para ser interrogados o ejecutados como bajas sencillas por mera "Justicia". Nadie tenía orden clara de matar o dejar vivir.

Lo cual, todo fuese dicho, era algo intencionado. Maestro, sin desenfundar, se quedó en puerto. Miró los sendos quinientos cadáveres y el río de sangre que se filtraba por las tablas de madera y miró a los ocho Inquisidores. Su semblante era duro, quizás un tanto espantado, pero cuando le salió la voz no fue capaz de ponerse a gritar o algo similar. En cierto modo, Maestro odiaba tener que matar humanos, algo mucho más acuciado, por otro lado, hace diez años. Seguía considerando la violencia así algo horrible, pero en aquel caso, un mal necesario. Le pareció, justo no, equitativo.

Tras felicitar someramente a los Inquisidores, les hizo ir con sus Guaridas, casi de modo protocolario, a terminar de barrer la ciudad y estabilizar la situación. Con barcos hundidos a la entrada del puerto y casas en llamas para facilitar la retirada de los piratas por tierra, toda ayuda era necesaria. Agua, hierro, y pacificar y coordinar a la población superviviente. Era tarea difícil cuando habían violado a sus mujeres y huido en sus caballos, pero nada que no pudiesen conseguir con un par de gritos o, en el peor de los casos, un tranquilizador porrazo de inconsciencia en la cabeza del marido histérico de turno.

Algunos se fueron a descansar antes, otros después, y alguno no lo hizo. Alguno se fue a la Iglesia, y algún otro, incapaz de dormir, se quedó a hablar con su protector sobre la hazaña. Un protector más por etiqueta social que por otra cosa, parecía ser, porque acababan de matar a quinientos hombres con sus quinientas armas, lo cual no era ninguna tontería.

Antes de salir el sol, todos se levantaron e informaron a Maestro. Unos lo hicieron antes y en privado, de noche, y otros a última hora y en grupo. Sea como fuere, el hombre terminó concediéndoles el crédito de su aprobación. No en vano, él, en una situación así, también hubiese abogado por desenfundar a Desalmada y libertar el puerto en un pestañeo. Le podría gustar más o le podría gustar menos, y esperaba que nadie, pasada y diluida la adrenalina del momento, hubiese disfrutado con aquello, pero desde luego, como bien había dicho antes, seguía siendo un mal necesario.

Terminaron de reconstruir el plan de ruta, pues habían perdido medio día de viaje, o mejor dicho, una noche, y Maestro hizo que un pelotón de guardias fuese a disponer los purasangres más rápidos y resistentes que quedasen vivos en los establos. Mientras tanto, dejó que los Inquisidores terminasen de desayunar y reponer fuerzas. Había sido un momento bastante tenso, y para ser su primera batalla real como agentes de Dios, había sido algo francamente difícil de igualar. Tras un movimiento inicial así, cualquier cosa a la que se enfrentasen sería coser y cantar... ¿no?

Bueno, vale, eran piratas de poca monta, pero seguían siendo quinientos hombres armados que sabían pelear. Quizá no fuesen Caballeros del Cielo, y gracias a Abel por ello, pero seguía siendo una proeza que llegaría a oídos de la población. Por suerte o por desgracia, la noticia no cabalgaría tan rápido como los caballeros de los Inquisidores.

Gaul y su metálica voz acompañante debían de estar revolviéndose de incredulidad en la base Calisis 03. Hombre, mira...

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01/09/2013, 20:47
Próspero Reinhold

Pero antes de eso, Próspero Reinhold hizo acto de presencia. No explicó cómo había llegado allí, pero para Juliette o Ace fue fácil imaginándoselo con Vuelo Telequinético y Autorecolocación viajando a través de la noche en tormenta cual León Cross con su Movimiento de Vacío exacerbado. Simplemente, el hombre amaneció con su piel oscura de café y su barba recortada, con su calvicie total y su parche en el ojo. Una ligera ictericia afectaba su ojo derecho, brutal como un gato a punto de saltar sobre su presa. Su bastón se movía con él a cada paso. Un bastón que, por supuesto, sólo utilizaba para desplazamientos menores cuando no aparecía simplemente allá donde lo necesitaba.

Próspero era un hombre que se dejaba ver extremadamente poco por Caedus. Era su Rector, pero prácticamente parecía trabajar a distancia. En parte, la verdad, simplemente no se descubría ante los alumnos. No le hacía ninguna falta, y patente quedaba que no sentía la menor intención de conocerlos de cerca más allá de sus resultados académicos. Para él no dejaban de ser unidades sobre el tablero al servicio de su deber. Como un ajedrecista lleno de peones. Le importaba que estuviesen bien situados y que fuesen prácticos, pero poco más. Salvando eso, eran manchas en la pared.

Aquellos con la capacidad de la Detección del Ki pudieron ver tras el parche del ojo izquierdo una fuerte masa de energía sobrenatural. No parecía exactamente Ki, pero se reconocía como tal de una forma ligeramente ambigua y condensada. Aquellos con la capacidad de la Erudición, pudieron ver para más seña la forma esférica de la masa y cómo esta, cual raíces de árbol, se extendía más allá de la cuenca hueca hacia el interior para nutrir el cerebro. Potenciaba a Reinhold.

Aquellos con la capacidad de ver las Matrices Psíquicas adivinaron en él multitud de Innatos mantenidos. Pequeñas esferas, hilos o volutas de humo que se movían a su alrededor a la espera de ser utilizadas. Era imposible adivinar por su forma la utilidad, pues indistintamente parecían tener forma de reloj de arena o de pared cual artificio de Lucrecio. Algunos simplemente eran figuras geométricas cambiantes, fuesen triángulos o decágonos. Otros, caminos de viento que lo recorrían como un aura. Todos los poderes, sin embargo, eran de un potente morado oscuro. Alguno más negro, alguno más oscuro, pero siempre en esa escala de tonos. Eran matrices rígidas y bien estructuradas, casi "cuadriculadas".

Ocho hilos de matriz golpearon en la cabeza de forma intangible a los ocho Inquisidores y el hombre se alzó cual montaña físicamente débil pero mentalmente invulnerable. Los miró y, manteniendo aquella energía a pulso a cada segundo, habló.

Firmes. Vamos a la administración, quiero un informe directo.

Su voz mental resultaba vagamente familiar. 

Y le acompañaron al edificio destinado a tales efectos. El hombre se sentó ante ellos, haciendo estos lo propio en fila horizontal encarándole, y sin articular palabra alguna, pestañeó. Una esfera plana, casi bidimensional, se situó entre los Inquisidores y Próspero. De ella, segundos después, un pequeño zarcillo de color casi azabache con reflejos violetas. Este se divisó en dos, luego en cuatro, y luego en ocho a velocidad pasmosa. Como aparecieron, las matrices viajaron directamente como un ancla hasta la mente de los Inquisidores y atravesaron de forma intangible su lóbulo frontal.

Próspero apoyó una mano contra el mentón y esperó. Permaneció así minutos durante los cuales los alumnos intentaban guardarse sus más oscuros secretos. Si alguien hubiese tenido un Secreto Inconfesable Próspero habría enarcado una ceja, pero ni eso. Intentaron pensar sólo en lo acontecido y aparcar sus pensamientos sobre el Rector, pero era imposible ocultarle nada a un hombre con tal Potencial. Juliette casi se alegraba de que estuviese lejos de la familia Bourgeois.

Tampoco es que supiese absolutamente nada de su vida privada, la verdad. Se decía que estaba viejo y poco más.

He terminado. Discutiré con el Sumo Inquisidor Romeo los beneficios y desventajas de otorgar la condición de la Santidad a la Inquisidora Novel Juliette Bourgeois. Solicitaré una audiencia con el Alto Inquisidor Tyler para discutir con más conocimiento de método el artificio mental del Inquisidor Novel Ace Velvet. Vuestra coordinación ha sido deficiente. Vuestra capacidad bélica, apropiada. Velocidad, apropiada. Discreción, deficiente. En general, suficiente. Es todo.

Se levantó y comenzó a cojear en dirección a la salida del edificio. O tenía Ocultación del Ki, o algo, porque lo único en él que emitía energía era su ojo tuerto. Eso, la verdad, no dejaba de dar escalofríos a los presentes, pero era el Rector. 

 Acceso a Disciplinas Psíquicas: Próspero Reinhold posee poderes mentales. Telequinesis y Teletransporte entre otros.

 Tuerto: Próspero Reinhold carece de un ojo. En su lugar, dentro hay algún tipo de Artefacto sobrenatural.

 Extremidad Atrofiada: Próspero Reinhold tiene una acuciada cojera una pierna y utiliza bastón... cuando anda.

 Voluntad Zen: La Fuerza de Voluntad, Determinación y Psique de Próspero es casi propia de un Beryl o Shajad.

 Frialdad: Próspero Reinhold ha demostrado muchas veces ser impasible y frío como un hueso o un muro.

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01/09/2013, 20:48
Maestro

Ante los purasangres estaba Maestro a las afueras de la ciudad. Sí, sólo caballos, sin carruaje. Aquel con dificultades para montar a caballo terminaría sufriendo un severo dolor de trasero al acabar el día, y es que aún salía el sol tras aquella larga noche, unos más en vela y otros menos. Los Guardias Eclesiásticos de los jóvenes estaban allí, con ellos. Cerca, no demasiado lejos, Leona Blanchett discutía algo con Penélope, Lionel, Shelinne, Nicholas y Satín. Estos saludaron de forma parca al grupo de los protagonistas cuando les miraron pero siguieron a lo suyo.

Maestró explicó entonces, brevemente, la situación que habían sacado en claro de aquello. Los Templarios, acuciados por la inestabilidad social, habían tenido que romper su informal y "secreta" alianza con los piratas. Estos, viéndose desvalidos y aprovechándose de la caótica situación global, no habían sino comenzado una campaña de expansión. No esperaban, ni por asomo, que tal fuese el potencial de la Inquisición. Muertos, mutilados, apresados o condenados, una importante cantidad de los lobos de mar estaba bajo control en aquella ciudad. Bajo control de la Inquisición. Algunos, sin embargo, habían escapado. Valgeir en persona se encargaría de darles caza escidiéndose del grupo. Victoria, tras una baja en el grupo que ahora hablaba con Leona, partió a este tras despedirse de forma senda. Si se los volvían a cruzar era otro tema.

Todos irían antes o después a Arkángel, o esa era la idea. Sin embargo, en manos de los Inquisidores estaba llegar antes que los rumores sobre su gesta. Leona tendría que interferir en el Senado y Petros Salieri en el Tao Zan, entre otras cosas, pero tendrían que dilatar al máximo aquella necesidad. Ahora había que mantener una leve negociación con Tol Rauko y volver a trazar un plan sobre la mesa de tácticas.

- En la medida de lo posible, intentad no tener que matar a otros 500 en la Capital del Mundo- deseó Maestro.

Junto a los Inquisidores, sus Guardias Eclesiásticos. Astraega debía de estar con Evangeline en algún lugar, probablemente atendiendo a los heridos tras haber conjurado a un Arcano o dos en mitad del océano. Ahora sólo quedaba coger los caballos y partir. Luego ya se vería. Entre otras cosas, si Eriol tenía más miedo al agua o al aire.

 Legislador: En posesión de Maestro se encuentra Desalmada, un Legislador Inquisitorial de Calidad Excepcional.

 Ambidiestría: La siniestra de Maestro es tan hábil como su diestra. Enarbolar dos armas le puede ser muy provechoso.

 Habilidoso: La maña de Maestro es muy superior a la media. Sus Trucos de Manos y su Destreza están potenciadas.

 Destreza: Maestro ha pasado tantísimas horas blandiendo la bastarda que su coordinación ojo-mano es sensacional.

 Código de Conducta: Como hombre, Maestro ha asumido como propios unos ortodoxos mandamientos morales.

 Combate: Maestro ha "amaestrado" las técnicas del Ataque y la Parada, obteniendo la maestría en ambas facultades.

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02/09/2013, 06:15
- Narrador -

En resumidas cuentas, aunque era algo redundante decirlo, los ocho Inquisidores con su Guardia Eclesiástica debían ir a caballo desde Puerto Misrech hacia Du'Lucart cuan rápido pudiesen. Una vez allí debían ir a la central de Zepelines y reclamar sus pasajes pagados por adelantado. Que no es que fuesen baratos a ciento cincuenta monedas de oro por cabeza, la verdad, pero eran rápidos, pues en cuarenta y ocho horas te plantabas en la capital. Por no hablar del lujo que reportaba y lo único en la vida que resultaba ver los cielos. Bueno, salvo que fueses Elohim. O Juliette. O Eriol. O Próspero. O Gaul. O Romeo.

¡Bueno, qué era algo inusual que pasaba una vez en la vida y punto!

Cogerían un barco, sí, pero un barco volador. Si lo hacían con un sendo dolor de trasero o no, eso ya dependía de ellos. Conociendo las preferencias sexuales de algunos allí presentes... bueno, mira, mejor no hacer comentarios al respecto. Para el caso, era su último momento para reflexionar sobre todo lo acontecido y realizar algún acto ritual o preparativo final. Desde despedirse de alguien hasta discutir con el grupo o simplemente regodearse en la mentalidad de Reinhold.

Y es que, cuando conquisten el cielo habrán llegado a un punto de inflexión. Conquistarlo en dos sentidos y dos veces, claro, pero de una en una y muy separadas en el tiempo, que no en el espacio. Habían acabado con un ejército, ahora quedaba acabar con todo lo demás. Desde el Tao Zan hasta la Santa Sede pasando por el Huevo de Dragón.