Partida Rol por web

Tomó la leña que pudo, y se dispuso a seguir a Voki.

-Entiendo...En cierto modo, te preocupaste por ella. Eso es bueno, sentir que debes de proteger a alguien para que no se lo coman..

Como debí haber hecho yo... así mis padres no habrían muerto...

Quedó pensativo, mientras llevaba aquello siguiendo de cerca a Alegre. De repente, la tristeza se apoderó de el, aunque solo fueron segundos, tras los cuales volvió a sonreír de manera mas bien tímida.

Las oraciones de la sacerdotisa se prolongaron durante bastante tiempo, tanto que para cuando Voki y Phey regresaron con la leña, aun sigue apartada en el claro.

En mitad del claro, entre Aeryn y la sacerdotisa habian extendido un par de mantas y sobre ellas habia algo de comida, no mucha.

Con la llegada de la noche, la temperatura estaba bajando aun mas. Apenas si se veían estrellas en el cielo, tal vez no para llover esta noche, pero sin duda lo haría mas pronto que tarde.

Cuando llegaron allí, dejó la leña sobre el suelo, se irguió nuevamente y sonrió, levemente. Sobre todo miró a la sacerdotisa.

-No me separaré mucho del grupo... Ahora mismo vuelvo. 

Efectivamente, no se alejó demasiado, pero si lo suficiente como para que no le escucharan... Entonces, se arrodilló, y comenzó a rezar plegarias hacia Ivhist, cerrando los ojos, completamente concentrado.

"Perdóname.. Se que a lo mejor no he sido lo recto y justo que debería, pero si he tenido que hacer algo que no siguiera tal camino, ha sido por mantener al grupo sano y salvo... Confieso que he dudado por unos minutos de las intenciones de la sacerdotisa, y me arrepiento... Una mujer santa no puede tener pensamientos impuros, ni motivaciones diferentes a las que comenta. Discúlpame, mi diosa... He sido cuanto menos algo pecador. "

"Te pido que me absuelvas de los pecados que he cometido, y mantengas sobre mi tu bendición para traer la paz allá donde nuestros pasos nos dirijan. Te pido que ilumines mi espada con el poder de la luz, para iluminar el camino a aquellos que no saben por donde marchar. No he olvidado mis votos, y con ellos, tampoco olvidé la promesa de promulgar la paz a cada paso que doy. Se me está haciendo complicado mantenerla, pero me esforzaré por hacerlo. Es una promesa.

Tras minutos de pedir perdón, minutos que pudieron ser mas de 5, y mas de 10, se levantó, aún pidiendo perdón, y volvió al grupo. 

-Sacerdotisa, ¿Podría hablar con vos? Me gustaría dejar en claro algunas cosas.

Miró a los otros dos...

-Ante todo, mis disculpas si he sonado en algun momento egoísta... por un día se ha nublado mi conciencia, pero no volverá a suceder. Ahora, si me disculpáis.

Hizo una leve reverencia y esperó a que la muchacha le siguiese.

Cuando llegaron allí, dejó la leña sobre el suelo, se irguió nuevamente y sonrió, levemente. Sobre todo miró a la sacerdotisa.

-No me separaré mucho del grupo... Ahora mismo vuelvo

Se marchó durante varios minutos, quizás mas de 10..Y lo pudieron ver arrodillarse, algo lejos de allí, y cerrar los ojos.

Cuando volvió, el muchacho sonreía aún mas.

Hizo una pequeña reverencia, y se sentó junto a todos. Miró sobre todo a la sacerdotisa, y comenzó a hablar.

-He de disculparme si he dudado de vuestras palabras, pues no hay motivo para hacerlo. Por un momento olvidé mis votos...espero me perdonéis...

Miró los alimentos.. observó a la muchacha. 

-¿Bendecirás estos alimentos para nosotros, sacerdotisa?

Comentó, de manera amigable. Parecía querer volver a llevarse bien con ella.

Tu intento de acercarte a la sacerdotisa parece que no funciona muy bien. Se queda en silencio un buen rato tras tus palabras, para al final levantarse sin mirarte siquiera y dirigirse a su montura por la tienda de campaña, la cual, comienza a montar, o mas bien lo intenta, pues mas parece que se estuviera peleando con ella.

Mientras se arrebujaba en su capa debido al frío que, con la llegada de la noche, se hacía cada vez más intenso, miró como el sacerdote y Voki regresaban con leña suficiente para hacer un buen fuego. Extañada, vio como Phey se apartaba de ellos dispuesto también él a rezar. Ni siquiera se digno a lanzar una sola mirada al explorador.

Cuando los dos religiosos regresaron, se sentaron por fin a comer lo poco que habían sacado. Necesitaban racionar la comida ya que no sabían cuánto tiempo les llevaría llegar a la mina. Aeryn se disponía a coger otro trozo de queso cuando su mano quedó suspendida a medio camino, parecía que antes había que bendecirlos. Retiró la mano rápidamente un tanto avergonzada.

Mientras comía en silencio no dejaba de observar los vanos intentos de Phey por volver a tener con la sacerdotisa una buena relación, pero parecía que ella no estaba por la labor. Aeryn seguía sin entender qué había sucedido entre los dos para que la mujer se comportara de aquella manera con el sacerdote. Vio como se levantaba enfadada para montar la tienda de campaña.

Con un suspiro de resignación, Aeryn se levantó dispuesta a recoger las mantas que habían servido de mantel e intentar montar ella también otra de las tiendas. Ya era noche cerrada y, exceptuando el haz de luz que rodeaba la hoguera, todo alrededor se veía oscuro y los habitantes nocturnos del bosque hacia tiempo que habían empezado su caza llenándolo todo de ruidos.

- Supongo que haremos guardias... ¿cómo nos vamos a turnar? -hizo la pregunta sin dirigirse a alguien en concreto.

Voki avivaba el fuego soplándolo y colocando ramitas una sobre otra.

—Empezaré yo —respondió a la inquietud de Aeryn—, luego el sacerdote, luego tú y…

Observó cómo la sacerdotisa luchaba con la tienda.

—Muchacha, no lloverá hoy y no está tan ventoso. Aquí es peligroso estar metidos en tiendas, a menos que sea necesario.

Sacudió la cabeza y tiró una rama al fuego, con gesto de hartazgo.

—¡Bah!

Se puso de pie y se acercó a la mujer.

—Dame eso y vete a rezar o algo así, mientras la armo, pero tendrás que hacer un turno de guardia, cómo todo el mundo.

Phey permitió que fuera Alegre quien fuera a armar la tienda de la sacerdotisa. Así tenía un momento para hablar con Aeryn.

En voz baja, mirando hacia el fuego, comentó.

-¿Te ha dicho algo de porqué está así conmigo? Creo que no le he hecho nada... La he guiado hasta aquí, como me fue encomendado... ¿Qué he hecho mal?

Suspiró, agotado de aquella situación. Comenzaba a entristecerle aquella escena: Dos personas que deberían estar de acuerdo, enfrentadas. Tomó una ramita y la puso al fuego, perdido entre las llamas, hablando casi para sí...

-He intentado hacer las paces... Y me he encontrado con el silencio de cara. ¿Qué he hecho mal? 

Negó con la cabeza.

-Supongo que no soy como esperaba.

Podía sentirse algo de tristeza en su mirada: Que la sacerdotisa esperara mas de el, de lo que estaba mostrando, o pensar eso,  comenzaba a quemarle por dentro, ardiendo como una tea. Cada vez se hacía mas poderoso.... No sabía porqué le estaba costando tanto mantener una relación cordial con ella...

- ¿Te he pedido ayuda? - Pregunta muy molesta la sacerdotisa, poniendose en pie - ¿O es que no tienes nada mejor que hacer? - Ves como aparta la tienda para que no la toques.

- En cuanto a la guardia, yo haré la última si no hay inconveniente. Tras esto y esperar que te vayas se vuelve arrodillar para pelearse con la tienda.

Alegre torció la boca en un gesto de disgusto y se dio media vuelta.

—Recordaré no ayudarte de ninguna manera, a menos que me lo pidas, mujer.

Regresó junto al fuego, se sentó junto a los demás y cogió un poco de carne seca de una bolsa.

Tras otra media hora peleandose con la tienda, la sacerdotisa consiguió acabar de montar la tienda de campaña. El aspecto que ofrecía esta no era muy buena, pero al menos aguantaría esa noche en pie, siempre y cuando no hubiese nada de viento claro esta.

Se metió dentro de esta y tras desear buenas noches a la Dama Alhyon, se acostó, en espera de ser llamada para la última guardia.

Se quedó extrañada cuando Phey, aprovechando la ausencia de Voki que intentaba ayudar a la sacerdotisa, le preguntó si sabía lo que pasaba con Hanne. En aquel momento sintió cierta pena por el sacerdote.

- Siento no poder ayudarte pero... en ningún momento hemos comentado nada al respecto. Se nota que está enfadada pero sé tanto como tú. -Observó de reojo como el sacerdote seguía sin levantar la vista de las llamas.- A no ser que esté molesta porque últimamente parece que estás más de acuerdo con las decisiones de Voki que con las nuestras. A mí por lo menos me disgusta mucho, es como si nos considerarais tontas e inútiles y... -dejó de hablar al ver como el explorador llegaba junto a ellos.

Sin prestarle atención, Aeryn se levantó. Después de las palabras que Voki le había dirigido a la sacerdotisa respecto a la tienda prefirió no arriesgarse a nuevas burlas por parte del explorador así que cambió de idea, cogió una manta dispuesta a dormir en el duro suelo.

- Será mejor que duerma un poco, no quiero que luego tengan motivos para llamarme la atención por no estar atenta en la guardia. Buenas noches.

Observó a Voki volver. Ni se molesta en intentar dormir: Se quedaría allí al menos un rato mas. Mientras poco a poco las mujeres se acostaban e intentaban conciliar el sueño, la tenue luz del fuego que alumbraba sus rostros los mantenía calientes y vivos.

Habló en voz baja, casi como si estuviera hablando consigo mismo.

-¿A cuantos días estamos de nuestro destino? Hay que racionar los bienes bien...

Esperó un momento. El silencio se hizo abrumador. Suspiró, y miró a Voki.

-Somos muy diferentes, Alegre. Pero algo tenemos en común: Debemos proteger a aquellos que van con nosotros.

Se retiró sólo unos pasos para poder mantenerse no muy lejos del fuego. Tiró la manta en el suelo y, con tranquilidad y de espaldas a los dos hombres, empezó poco a poco a quitarse la armadura. Ya era bastante difícil intentar dormir y descansar en aquel duro suelo como para encima tener que hacerlo con todo aquel peso sobre ella.

A medida que se iba quitando las piezas las iba colocando con cuidado en un lateral de su improvisada "cama", hasta que sólo se quedó con la larga camisa y las calzas. Muerta de frío, se enrolló en la manta y cerró los ojos, escuchando todos los sonidos de la noche incluídas las voces susurrantes de Voki y el sacerdote.

—Muchacho, lo que tenemos en común es que ninguno de los dos tenemos el seso suficiente para dejar a estas dos por su cuenta, cómo deberíamos.

Cortó un trozo de carne seca con un cuchillo y se lo llevó a la boca. Cuando levantó la mirada, observó cómo Aeryn se quitaba la armadura. Apartó la vista rápidamente y un pedazo de carne se le quedó atorado en la garganta. Un acceso de tos le obligó a beber un poco de su cantimplora. Volvió a bajar la mirada y un leve cosquilleo le recorrió la espalda, similar a la extraña sensación que había sentido cuando ella le sujetara por la cintura. Se encontró deseando que aquel viaje terminara pronto y que no lo hiciera nunca, al mismo tiempo y se dijo que estaba perdiendo el seso.

Arrancó un pedazo de carne con los dientes, con un movimiento brusco y se puso a masticar con ahínco.

Aun concentrados en vuestros pensamientos y preocupaciónes, cuando Aeryn se levanta para quitarse la armadura, todos ellos desaparecen.

Podeis sentirla a escasos metros, su perfecto cuerpo desprendiendose de la armadura. Tan solo tendriais que girar un poco la cabeza para poder admirarla, desde luego sería una vision digna de un Dios...
Pero si hasta os parece llegar su aroma...

No pudo evitar por un momento observar a la mujer. Algo se apoderaba de su cuerpo, algo que no había sentido jamás...

Sin embargo, tras unos segundos, logró no sucumbir a los encantos naturales de la dama Alhyon. 

Respiró profundamente, volviendo a centrarse en la llama delante de sus ojos, y suspiró. Poco a poco, recuperó su integridad mientras susurraba cosas ininteligibles. Cerró los ojos, y sonrió.

-Esa mujer posee una belleza casi sobrenatural..

Comentó, en voz baja, mientras sonreía levemente. Aunque hubiera sido por unos segundos, había caído presa de lo que, imaginaba, era la atracción. Pero la corrección había sido tan perfecta, que había quedado satisfecho del logro.