Partida Rol por web

Alegre resopló con hartazgo, abrió la puerta de la posada y le hizo una seña al sacerdote, para que se acercara.

—Pues la fuente de la que he sacado la información son mis dos ojos. A ver, ¿a ti que te parece que significan esas nubes negra que vienen por allí? —espetó, ya a punto de perder la paciencia, mientras señalaba hacia arriba—. ¿Qué va a hacer buen tiempo?

—Pero, pero no podemos perder mas tiempo... —intervino la sacerdotisa—. el clima empeorará cada vez más según maese Bermick...

—Pues claro que va a empeorar, mujer —dijo alegre—. Está empezando el invierno y ya se acercan las primeras nevadas. Pero no va llover todo el invierno. A lo sumo lloverá hoy y quizás mañana. Si queréis viajar un día entero bajo una tormenta, allá vosotros. No contéis conmigo. Espero, por vuestro bien, que de todas las cosas que sabe curar la sacerdotisa, sepa curar la pulmonía. —Alegre se acercó a la religiosa y le dirigió una mirada suspicaz—. A ver, ¿qué tanto apuro tenéis vosotros? Instalarse en la mina con un día de retraso, no va a cambiar nada, digo yo.

- No creo que un poco de agua sea mortal - Te dice la joven sacerdotisa un tanto contrariada, parece ser que tambien sabe enfadarse - Yo pensaba que los explorados eran gente dura que les gustaba vivir al aire libre y dormir bajo las estrellas, aunque por lo que veo, hay alguno que prefiere la comida de una calidad posada junto con un buen y algo con que llenarse la tripa.

Alegre se quedó mirando un buen rato a la sacerdotisa, cómo si la viera por primera vez. Luego se sentó despacio en una mesa y habló con calma.

—No sé cuántos exploradores has conocido tú, muchacha, pero yo he conocido varios y todos prefieren una buena comida y tener un techo sobre la cabeza cuando llueve, a comerse un escorpión en la cena y calarse hasta los huesos en medio de la nada, si es que pueden evitarlo. —cogió un trozo de pan, que había dejado Bermick y le dio un buen bocado—. Yo no tengo miedo al agua, muchacha, aunque algunas personas dicen que huelo como si así fuera. Yo sobreviviría allá afuera, en cosas peores que una tormenta, pero ese no es el punto. Mi trabajo es que vosotros también sobreviváis al viaje y ese es otro cantar. Cuando la bonita yegua de ésta —dijo señalando con la cabeza a Aeryn—, se rompa una pata, al tratar de subir una cuesta enlodada, ¿será alguno de vosotros, sacerdotes, quién cargará lo que llevaba esa yegua todo el camino hasta la mina? Si es así, podemos salir ya. No hay problema por mí.

Alegre echó un trajo de agua y miró a la sacerdotisa con el ceño fruncido.

—Ya te he preguntado tres veces y no me has respondido a qué viene tanto apuro. Es obvio que piensas que a mí me importa un bledo lo que vayas a hacer en esa mina. Mira muchacha, si me dices la verdad, quizás puedas convencerme de salir antes. La mentira que me has dicho, no justifica ninguna prisa.

- ¿Me estas acusando de mentir? - Dijo una cada vez mas enfadada sacerdotisa - !Mi urgencia se debe a que haces semana que deberia haber llegado allí, a ayudar al anciano sacerdote que se encarga de la colonia... una colonia demasiado grande para alguien de su edad! - Lo ultimo lo dijo casi a pleno grito, asustando incluso al posadero

Alegre soltó una leve risilla, parecida al graznido de alguna ave y miró de reojo al sacerdote.

—¡Vaya carácter! Mandar a ésta a consolar a los enfermos es como mandarme a mí.

Miró a la mujer y su risilla se convirtió en una sonrisa siniestra.

—No soy magistrado, para acusar a nadie, muchacha —declaró, encogiéndose de hombros—. Sólo digo que has mentido. Nadie puede estar tan desesperado por ir a pasar el resto de sus días en esa mierda de mina. Ni siquiera una sacerdotisa. —mordió un trozo de queso, con cierta brusquedad, sin apartar la mirada de la mujer—. Pero creo que no mantienes tu secreto por mí. Lo que no quieres es que se entere él —dijo, señalando con el pulgar a Phey—. A mí me tiene sin cuidado lo que quieras hacer en ese lugar. Pero si esa es tu historia, el viejo ese seguro aguanta un día más y si no, los enfermos serán los que tengan que aguantar. Si no te parece, —levantó una mano y señaló al norte—. La mina está hacia allá. Que tus dioses te acompañen.

Totalmente contrariada y con un enfado dificil de disimular, la sacerdotisa se pone en pie - Ire a dar un paseo... - Os dice intentando un tono suave que no le sale -

Observó a la sacerdotisa levantarse enfurruñada. Se planteó la duda de si irse... o quedarse. Realmente no sabía que hacer, y manifestó la duda en voz alta..

-¿Debería quedarme...o ir con vos?

Luego miró a Voki. Compartía las mismas ganas de partir que ella, pero sin duda, cuanto menos riesgos asumieran, mejor. Observó a la otra muchacha, y luego a la sacerdotisa. Se decidió a acompañarla unos metros para allí, y allí tratar de calmar.

-Comprendo la urgencia de vuestra llegada al lugar, pero algo de cierto hay en las palabras de alegre... no perderemos nada por un día mas. Se que es menester arrivar cuanto antes para dar descanso a la cansada alma de tal hombre y que pueda disfrutar...pero por un día mas de oficio, su alma no se cansará mucho mas. 

Le sonrió algo. La primera vez que ella podía ver que sonreía: Había sido, para ella, un soldado, un guerrero, un protector. Pero también era humano, por supuesto.

-Así que, discúlpeme, pero la ida deberá esperar hasta mañana. Es nuestro guía, y nos pondremos en sus manos... Al menos, el sabrá mas de estas cosas que nosotros.

Luego volvió a desviar la mirada a alegre, una mirada reprochante, como reprochándole la dureza con la que dijo tales palabras y lo poco elegante que sonó.

Despues de escuchar tus palabras con cierto disgusto, se dio la vuelta y te respondió

- Claro... vosotros sabreis mucho mejor lo que hacer - Tras echar un último vistazo a Voki continuo - Ahora me ire a dar una vuelta... sola, gracias

Se llevó la mano a la cabeza, lanzándole una mirada fulminante al explorador. Había estado callada y escuchando todo aquel tiempo, con cierto temor a meterse en tal discusión.
Además, se acababa de levantar. No tenía energías para asimilar aquello a primerísima hora.

-¿De verdad, de verdad tanto te cuesta mantener las formas?

La conociste ayer, vamos a pasar mucho tiempo con ella, es una sacerdotisa, con un sentido del deber bastante... exagerado; ¿necesitas más motivos para considerar que quizás le debes algo más de respeto?- le soltó, entre la indignción y la desesperación.
Iban a compartir un largo viaje ellos cuatro, y lo último que habría querido era que se llevara a cabo con aquellas malas vibraciones...
Ya tenía de sobras con el mal humor nato de su acompañante.

Siguió mirándolo casi con odio durante unos segundos, antes de girarse hacia Phey.

-Se disculpará..., descuida- dándolo por sentado sin ni contar con la opinión de Voki al respecto. Supuso que al sacerdote no le había hecho mucha gracia que la joven a la que protegía se hubiera puesto así, como para irse a "dar un paseo" totalmente sola.

Pero no iba a negar que Voki tenía razón con aquello de esperar unos días más...

—¿De verdad, de verdad tanto te cuesta mantener las formas? —le preguntó Aeryn.

Alegre apenas levantó la cara del plato, para echar un breve vistazo a la furiosa joven.

—No sé si cuesta mucho. Nunca lo he intentado.

—La conociste ayer, vamos a pasar mucho tiempo con ella, es una sacerdotisa, con un sentido del deber bastante... exagerado —continuó Aeryn, con exasperación—; ¿necesitas más motivos para considerar que quizás le debes algo más de respeto?

Alegre cortó un trozo de queso y se puso masticarlo, mientras miraba a Aeryn, con expresión relajada.

—Esa mujer quiere viajar bajo una tormenta. Está loca, es idiota o está mintiendo sobre sus motivos. En cualquier de los tres casos, no veo los motivos para qué haya que tenerle respeto.

Alegre continuó masticando con cara de nada, sosteniendo al mirada furibunda de Aeryn, quién, tras unos segundo se volvió hacia Phey.

—Se disculpará..., descuida.

—No tiene por qué disculparse —dijo Alegre, encogiéndose de hombros—. A mí me da igual lo que haga.

-No hay problema...

Comentó, tratando de restarle importancia. Se quedó allí, cruzado de brazos. Suspiró, y volvió a mirar a Aeryn, y luego a Alegre

-¿Algo que preparar? ¿Hay algo en lo que pueda servir? Si no es así, me dedicaré hoy a sacar brillo a la armadura. Con tantos días de viaje, se ha ensuciado algo.

Esperó la respuesta. No estaba molesto, pero tampoco era de su agrado aquella situación, así que mejor evadirse con otras cosas a cometer idioteces o acabar molestando o injuriando a alguien.

Alegre asintió.

—Es una buena idea. Sería una lástima que una armadura tan bonita se arruinase.

Se puso de pie.

—Yo revisaré lo que vamos a llevar, para ver qué se ha olvidado Bermick y empaquetaré las cosas para el viaje.

El día transcurre sin llover pero con el cielo cada vez mas oscuro. Un par de horas mas tarde la sacerdotisa vuelve de su paseo con cara de pocos amigos, y sin apenas dirigir palabra alguna se encamina hacia su habitación

Aeryn se había quedado en la planta de abajo, comiendo a todas horas como no lo había hecho en aquellas últimas semanas, mientras alternaba saliendo de vez en cuando a tomar el aire.
Ya se había cansado de estar sola y encerrada en su habitación.

Entonces, vio cuando la sacerdotisa volvió a entrar, y se acercó a ella, intentando esbozar una media sonrisa.

-Voki es muy orgulloso- se apresuró a decir, aunque relamente no tenía ni idea de como era Voki, o no mucha-, pero te aseguro que de verdad siente haberte tratado así... - y le daba igual si mentía-. ¿Todo bien? Has tardado un poco.

Cuando te acercas a hablar con Hanne esta esboza una tímida sonrisa, pero ante la mención del explorador esta hace cierta mueca desagradable y te parece que murmura por lo bajo

En cuanto a lo de que tardo mucho - Solo salí a dar un paseo por las afueras del pueblo, para estar a solas con mis pensamientos y mi Diosa - Te aclara. - Nada de que preocuparse - Y te vuelve a sonreir como para tranquilizarte.

Suspira y asiente con la cabeza, devolviéndole la sonrisa. Sin más.

Ya había cumplido con su parte, así que se volvió hacia la mesa en la que había segido comiendo cualquier tentempié hasta el momento.

Pero no tardaría en cansarse, para irse a su habitación. Seguramente a dormir un poco.

Aquel día se le estaba haciendo pesadamente aburrido.