Partida Rol por web

La tarde continua muy tranquila, con apenas unos pocos campesinos pasando a tomar algo en la Posada. No veis a la Sacerdotisa en todo el día, al parecer a pedido a Bermick que le suba la comida a la habitación

Es ya entrada la noche, cuando comienza a llover con mucha violencia, parece una tormenta de las grandes.

El muchacho había desaparecido durante horas. Había ido a limpiar la armadura, que ahora volvía a colocarse encima. La noche en aquella posada parecía mas agradable que a la interperie: Alegre llevaba razón, aquella era una tormenta de las grandes. Sonrió algo, mientras se sentaba en una mesa y pedía algo para cenar.. Miró o trató de captar la mirada de Alegre. Suponía que acostumbraba a captar gestos, así que le dijo con la mirada un "Gracias" silencioso. Luego miró a la otra muchacha: Era uno de los pocos momentos solo que había tenido. Se dedicó a observarlos largo rato y a hacer reflexión de la aventura hasta ese momento....

Un viaje largo, con una sacerdotisa con la que casi no hablaba por no perder las maneras, on ser demasiado hablador... El era un guerrero, lo sabía, una mera escolta, pero a veces apetecía hablar mas. 

Unos muchachos que iban a acompañarlos en el último tramo del viaje... ¿Qué les esperaría en ese último tramo? ¿Combates? ¿Lugares míticos? Pese a que fuera un guerrero, un Hijo de Ivhist, seguía sintiendo curiosidad por las aventuras. Y aquel trabajo le permitía llegar a lugares que, de otro modo, no llegaría bien por falta de bienes, o por falta de rango.

Se preguntó a si mismo si algún día encontraría a los responsables de la muerte de sus padres. Si encontraría algún día la verdad sobre ellos. Comenzaba a sospechar que había algo mas que unos lobos... 

No quiso preguntar por su partida, no quiso hacer mas que quedarse allí observando. Quizás pensando, como en contadas ocasiones podía hacer. 

¿Aquella era la vida que realmente quería? Bueno...le había sido impuesta. Las necesidades apretaron... y fue menester. Y sin embargo, seguía sintiéndose incompleto. ¿Qué le faltaba? Desconocía...Pues ahora podía destruir el mal del mundo y sembrar la paz...Y sin embargo, aun no estaba en paz consigo mismo.

No fue a hablar con la sacerdotisa: Conocía de buena mano en anteriores casos que era mejor dejarla, ya bajaría. Estaba enojada.. y realmente no sabía la razón. 

Otra noche mas allí.... ¿Realmente iba a ser tan pesada la espera? No tenía nada que hacer, y aquello le aburría en demasía..

Así que quedó allí, comiendo solo, sin nada que hacer. Solo pensando acerca de su camino, y de su futuro..

Alegre terminó de atar el último paquete de equipo para el viaje, cuando comenzó a llover a cántaros. Se percató de que Phey lo observaba. No supo qué pensar de la beatífica expresión del muchacho, así que le devolvió una de sus miradas de reprobación, por las dudas.

Se acercó a una ventana y miró al exterior, para comprobar la intensidad de la precipitación. Meneó la cabeza.

—No me gusta cómo se ve esto. Espero que no dure toda la noche, porque si no todo el maldito camino estará cubierto de barro mañana —se encogió de hombros—. ¿Qué se le va a hacer? Tampoco podemos esperar a las condiciones ideales para salir. Esas rara vez se dan por estas tierras.

Alegre se sentó a la mesa, donde estaba el sacerdote, en actitud meditabunda y lo observó unos instantes, con gesto analítico.

—Conozco alguna gente, en la mina, que no tendrá problemas en contratar a un sacerdote guerrero. Un explorador, cómo yo, la tendrá algo más difícil durante el invierno, pero alguien confiable, que sepa usar una espada, no tendrá problemas en conseguir trabajo.

Le hizo un gesto a Bermick.

—Bermick, trae algo de cerveza.

Sonrió a medias, mirándolo a los ojos.

-No voy en busca de trabajo, Alegre. Tengo una misión, y una vez la finalize, supongo que me marcharé a reportar a algún lugar donde pueda hacerlo...se me encargará otra misión, en cualquier otro sitio, y entonces me pondré de nuevo en camino hacia otro lugar quizás a kilómetros de aquí.

Bajó un poco la mirada pensativo.

-Aunque la verdad es que me pica la curiosidad, en cuanto a la aventura que nos espera en la marcha a ese lugar..

Bermick te trae la cerveza que pediste, siendo casi los únicos clientes que tiene, se preocupa de manteneros lo mejor atendidos posibles.

Alegre miró con gesto de extrañeza al sacerdote.

—¿Aventura? Yo espero que este viaje no sea nada parecido a una aventura. Cómo para aventuras estoy yo.

Echó un trago y se limpió la boca con el dorso de la mano. Hubiera deseado que la cerveza fuera mala, sólo para poder quejarse, pero la verdad es que no estaba nada mal.

—Mencionaba lo del trabajo, porque estaremos casi tres meses varados en la mina. Las nieves no nos permitirán regresar, hasta el fin del invierno —se encogió de hombros—. Pero si vuestras Ordenes os han dado suficiente dinero como para vivir tres meses sin trabajar, pues mejor para vosotros. —esbozó una levísima sonrisa, que dio a su rostro una expresión siniestra—. De ser así, hasta consideraría convertirme en sacerdote.

Al final habían sido dos días los que habíais tenido que aguardar encerrados en la posada a que la tormenta pasase, con un complaciente Bermick que hacia todo lo posible para que os sintieseis lo mas cómodos posible y una huraña sacerdotisa que había acabado encerrándose en su habitación, para según ella, rezar a su diosa Hareth.

Aquella mañana no caía ni una sola gota del cielo, pero no todas las nubes se habían ido, la temperatura había bajado notablemente y a partir de ahora, esta no haría mas que descender, mas aun cuanto mas al norte viajaseis.

Phey se encontraba aquel precioso aunque nublado día en donde había pasado los días anteriores: En aquella posada donde se le servía de comer y de beber. Por supuesto, nunca bebía alcohol, y como era normal, siempre estaba atento a lo que sucediera fuera, y a ser cordial con todo aquel que se le acercara.

Aquel día, volvieron a verlo con la armadura puesta: Preparado para el momento de partida. Buscó a la sacerdotisa con la mirada, pero sobre todo buscaba la mirada de Alegre, quien debía decidir si partir o mantenerse allí un par de días mas. 

Había decidido no molestarlos mas, probablemente, como el, ya estuvieran bastante nerviosos con solo pensar qué les depararían aquellos asoladores parajes por los que se van a introducir. 

Me desperté de golpe al oír los ruidos procedentes de la planta baja, parecía que el posadero ya andaba trasteando por la cocina. Perezosa, me quedé en la cama mirando al techo, me encontraba tan a gusto y tan caliente que me resistía a levantarme a deambular por aquel frío cuarto. Aquella agradable sensación me hizo acordarme de mi casa, de la comodidad y las atenciones que allí tenía y que había abandonado por una cabezonería. Pero no, no podía pensar eso. Sabía que estaba actuando correctamente, le demostraría a todos que ella era tan capaz como cualquier hombre de conseguir lo que se propusiera.

Pero... me sentía tan frustrada y enfadada, aquellos dos días de inactividad en la posada, viendo como no paraba de llover, aguantando las malas caras de Voki y como único entretenimiento la compañía de Deah o las escasas charlas con la sacerdotisa, estaban acabando con mi paciencia y minando mis buenos propósitos iniciales.

Con un bufido de resignación me decidí por fin a levantarme. Temblando de frío me eché el agua helada de la palangana por la cara intentando asearme de mala manera. Me vestí lo más rápido que pude y, cuando terminé, me dirigí a la ventana para comprobar, no sin cierta alegría, que por fin había dejado de llover. Vaya, espero que Voki se decida a emprender de una vez el viaje... ahora ya no tiene ninguna excusa para no hacerlo.

Mis tripas empezaron a rugir de hambre pero, antes de bajar a desayunar, quería comprobar una cosa. Cogí la brújula con cariño y, sentándome en la cama, la abrí esperando una nueva indicación del rumbo correcto a seguir. La música de la caja me trajo recuerdos de mi casa y mi familia, y no pude evitar que una lágrima de añoranza se escapara de mis ojos. Me la sequé, enfadada, de un manotazo. No puedo mostrar debilidad, ahora más que nunca tengo que ser fuerte.

Phey: Cuando bajas de tu habitación, encuentras a la sacerdotisa sentada en una de las mesas, charlando amistosamente con el Bermick y con una taza de leche caliente y algunos dulces delante, si bien en cuanto te ve aparecer, su cuerpo se envara y su rostro se vuelve mas serio, distante. Bermick que no es un tonto, te saluda dándote los nuevos días y preguntando si deseas algo para desayunar, mientras se escabulle hacia la cocina.

Alegre bajó las escaleras con paso cansino y, sin decirle una palabra a los que estaban desayunando, se acercó a una ventana, para echar un vistazo al exterior.

—Parece que los rezos han funcionado —comentó, mientras miraba al cielo y luego miró de reojo a los sacerdotes—. Eso o sólo paró de llover.

Escupió al exterior y luego se volvió a Bermick.

—Tú, has la cuenta de cuánto debemos y no te pases de listo, que la voy a revisar —miró a los sacerdotes—. Terminad rápido el desayuno. Hay que aprovechar el buen tiempo para viajar. De ahora en adelante la cosa sólo irá a peor. El invierno es cruel en el norte. No esperéis ver el sol por muchos meses.

Acto seguido, se dirigió hacia la puerta.

—Prepararé los caballos.

Hanne apretó los dientes ante el comentario de Voki, Phey tu dirías que estaba a punto de explotar, luego, para calmarse cerro los ojos y respiro lentamente, cuando los volvió a abrir en su rostro aparecía una sonrisa.
- Sí, parece que los dioses nos tienen mucho aprecio... a todos - Tras esto se puso en pie y se dirigió a su habitación a recoger sus pertenencias.

Por su parte Bermick... - Son 4 monedas de plata para la sacerdotisa y el guerrero sagrado, 5 por la dama Alhyon y 6 para ti, aunque sigo creyendo que te cobro demasiado poco... - Te respondió medio desafiante.

Miró a Voki, con una ceja enarcada y cruzado de brazos. Una vez terminó de hablar, observó a la sacerdotisa, quien parecía una caldera a punto de explotar... Se calmó, sin embargo, de repente, y se marchó a recoger sus pertenencias. El guerrero sagrado quedó sorprendido por la extraña conducta de Hanne, a la cual desde hace días ya se le había agotado la paciencia.

Sonrió levemente: Al parecer en los templos y abadías no enseñaban a tener paciencia. Era un pequeño defecto, pero también algo gracioso, sobre todo en una mujer tan buena y justa, como había demostrado ser aquella. Suponía que las ganas de aventura la tenían un poco enloquecida.

Si supiera lo que podían encontrarse allí, y los peligros que correrían..

Se acercó a la barra donde atendía a todos sus clientes, sacó una pequeña bolsa y colocó allí cinco monedas de plata.

-Supongo que cada uno paga lo suyo. Aquí tenéis, esto por mi y por la sacerdotisa, y uno mas por su hospitalidad. Es de agradecer que nos hayamos topado con un buen posadero.  Gracias por la agradable estancia: Estoy seguro de que le pasarán buenas cosas en compensación por el amable trato.

Luego hizo una pequeña reverencia. Sabía que no había mas que recoger en la habitación, así que se acercó a "Alegre" y le comentó

-Te acompaño a la caballeriza. Ardo en deseos de comprobar como está Brisa.

Me coloqué la reluciente armadura antes de bajar a desayunar. Había aprovechado esos dos días de inactividad para lustrarla y ahora se veía en todo su esplendor.

Cuando llegué abajo vi como Voki acompañado de Phey salían por la puerta de la posada. Me quedé extrañada  pero, encogiéndome de hombros, me dirigí al posadero para que me ofreciera algo con lo que entonar mi estómago. Me senté sola en una de las mesas mientras esperaba a que me sirviera un poco de leche para acompañar un trozo de queso y de pan. Apenas presté atención a los  pocos parroquianos que seguían sin acostumbrarse a mi presencia.

- Perdone, ¿sabe dónde han ido Voki y nuestro guerrero de Ihvist? -pregunté a Bermick cuando me trajo los alimentos.

- Han ido a los establos, a preparar las monturas, parece ser que vuestro simpático guía ha decidido que es hora de poneros en marcha - Te comenta mientras te sirve algo de queso, jamón pan y leche caliente. - La verdad no os envidió, una semana viajando por esas peligrosas tierras.. en este época del año y teniendo que aguantar a Voki... buff - Ves como su cuerpo se estremece solo con pensarlo.

La sacerdotisa baja al poco tiempo, vestida con su sencilla túnica y una capa azul claro, que la verdad no tiene pinta de abrigar mucho. al veros os lanza una cálida sonrisa y se sienta a tu lado, dejando las dos mochilas en el suelo, a tu lado.