QUINTUS:
Despiertas en un lío de sábanas, empuñando el gladius. EN la cabaña e ha apagado el fuego, y todos los demás roncan.
MARCUS.
Cuando llegas al lugar de la guardia, ves que el legionario Calenus está esperándote. Ese si es un buen centinela: firme, sujetando la lanza y con el escudo apoyado en las rodillas. Te acercas a él. A la luz de la luna, puedes ver incluso como su respiración lvanta pequeñas nubes.
espero a que diga algo Marcus.
Supongo que no puedo salir a dar un paseo, ¿o me equivoco? Por lo pronto me siento en el camastro para limpiarme un poco el sudor.
Me acerco a Calenos con paso lento y le susurro: "Qué tal va la ronda? Algo especial".
MARCUS EN LA COLINA.
Calenus no te responde... ¿Se habrá quedado dormido de pie? Te acercas a tocarle, y la cabeza le cae de los hombros y rueda colina abajo, con el casco aun puesto resonando contra los pedruscos hasta quedar detenida. De su boca aun brota una tenue nube de aliento y sus labios murmuran:
[B]- Caveat.. (cuidado).[/B]
Al mismo tiempo una niebla parece bajar de las colinas hacia el poblado de una manera inusualmente rápida.
EN LA EMPALIZADA.
Fuscus está molido por ese día agotador. Nadie puede culparle por cerrar un momento los ojos. Es comprensible que el cansancio le impida detectar una sombra que aparece a su espalda, que no pueda oír unos pasos que se acercan a él sigilosamente. Está ya roncando cuando la figura llega hasta su espalda y alza su brazo y descarga un fuerte golpe contra su cuello.
Fuscus cae rodando por el terraplen y despierta de golpe.
- ¡Me cago en todos tus lares*!- ruge el centurión Herennius, que es quien le sorprendido durmiendo.- ¡Te has dormido en plena guardia, pedazo de vago!
Lares: antepasados
QUINTUS
Tras tranquilizarte un poco, sales a dar una vuelta. El poblado está tranquilo, aunque ha llegado una desagradable niebla que impide ver más allá de unos pocos metros. Vas abuscar un poco de agua al pozo cuando tropiezas con algo. O mejor dicho con alguien... El legionario Cassius, que está encogido y quejándose.
-¡Salve! ¿Casius, eres tú?- acertó a decir Quintus al vislumbrar con sorpresa y tan a deshora la silueta de su compañero de armas.
Los demás seguimos durmiendo, no?
A mi me parece genial ver cómo se desarrollan sus escenas, igual nos colamos más tarde, no?
QUINTUS.
- Claro que soy yo...- gruñe Cassius, sujetándose la entrepierna, mientras QUINTUS lo ayuda a levantarse.- Esa perra me ha atacado... ¡la chica, la prisionera! Cuando los centuriones acabaron de interrogarla me dijeron que la metiera con las demás... Entonces cuando salimos empieza a sonreirme y lanzarme miraditas. Y yo, que soy un bruto, me creo que quiere botulus* y me arrimo... Y va y me sacude un rodillazo en las partes y sale corriendo. ¡La muy mentula**! Hay que encontrarla enseguida.
Pronto os despertarán, supongo.
* Equivalente romano al salami.
** Zorra.
Las palabras de Cassius le sentaron como un jarro de agua fría. No había olvidado la pesadilla de la que había despertado hacía un rato. Aún podía recordar el ambiente sombrío de aquel sueño que parecía extenderse a la realidad. Nada temía a lo sobrenatural, sin embargo le inquietaba como el frío húmedo que le calaba hasta los huesos.
-Vamos a buscarla pues, pero démonos prisa. Si no con esta niebla lo único que encontraremos será un resfriado. ¿Tal vez de paso podríamos pedirle ayuda a alguien?
La caída fue tremenda, y sin ni siquiera saber quien había sido ni dónde se encontraba Fuscus apuntaba con su lanza a todos lados.
¡Maldi...! Al darse cuenta de quien se trataba no terminó la frase y se irguió todo lo que pudo. Lo siento señor, la batalla ha sido agotadora y tan sólo he cerrado los ojos un momento. Se intentaba excusar Fuscus entre balbuceos.
- ¿Que lo sientes? ¿Que lo sientes? ¡Lo vas a sentir de verdad cuando recibas el castigo mañana ante toda la cohorte. Debería aplicarte el fustuarium ahora mismo, pedazo de inútil. ¡Optio! Arrestalo hasta el alba
El suboficial se lleva a Fuscus.
Fustuarium: ser apalizado hasta la muerte a bastonazos.
- Si te fías de alguno, despiértalo... Pero date prisa.
Quintus volvió rápido a la choza de donde hacia un rato acababa de salir. Petreyus, Antiocus y Antonius estaban durmiendo, pero parecía que este último estaba murmurando algo entre dientes. Siendo el que más cerca se encontraba se acerco a él.
-Antonios -le dijo poniéndose de rodillas al pie de la cama, quedando justo frente a su cabeza-. Antonius. Despierta. La chica se ha escapado.
Había tenido un sueño desagradable. No porque soñara algo, no. Simplemente estaba mal. Tal vez fueran las heridas, o quizá la choza, o los tatuajes vistos en los guerreros. Lo cierto era que había estado fatal. Se encontró a si mismo murmurando "Menuda mierda de noche".
Así lo halló también Quintus, quien lo despertó en plena noche.
Antonius abrió los ojos rápidamente, y escuchó lo que Quintus tenía que decirle. Estaba ya acostumbrado a despertarse rápido, y no necesitaba desperezarse.
-¿Cómo? ... Habrá que ir a por ella. ¡Despertad!-llamó a los demás compañeros. -¡Arriba, hay que dar con la nativa!
Se giró hacia Quintus, mientras se preparaba para salir en su busca.
-¿Cómo ha sucedido esto? ¿Alguna idea, alguna pista?
-Ninguna -dijo poniéndose en pie-. Según parece estaba custodiada por Cassius y se zafó en un despiste. Será difícil encontrarla con esa maldita niebla que se ha metido esta noche.
Miró serio a Quintus.
-¿Entonces? No somos suficientes como para buscarla solos...
Se quedó callado, pensativo. Pero él no tenía idea alguna de qué ocurría, y no podía forjar ningún plan...
He borrado el ultimo mensaje de Marcus por no ser pertinente. No está con los demás en el barracón.
Corro a avisar a los compañeros del barracón de que Calenus ha sido decapitado por alguien. Los enemigos deben acecharnos, parece seguro...