Partida Rol por web

te vas a hacer el encargo del centurión... Tirame Destino (2d6+ Destino dificultad 12).

- Perfecto Antonius, te debo una.

Confuso, agradecí su ayuda, se habían caído bien, cosa que no encajaba si era él, el soldado que estaba buscando.

- Despiértame si Quintus trae nuevas noticias.

Tras la réplica del centurión, Quintus asintió con la cabeza a modo de reverencia y se perdió de vista por entre las demás tiendas. A paso ligero, se puso en camino con la intención de llegar al pretorium de aquel campamento lo antes posible.

Consigues encontrar al tipo que te han dicho y darle la carta. Te da las gracias. te das cuenta pero que en la otra legión están muy inquietos... Hay grupos de hombres hablando en murmullos y mal humor general.

AL DIA SIGUIENTE

Al primer toque de corneta, Petreyus, como buen caput contubernalis, os mete prisa hasta que estáis todos listos para la batalla. Al segundo toque de corneta, toda la legión sale por la puerta del campamento a paso ligero. Al tercer toque ya está desplegado en formación de combate (triple aces).

No tenéis que esperar mucho, porque vuestro "enemigo" de hoy la Novena Legión, también esta a punto para la pelea. LLeváis espadas de madera, pero aun así la lucha será dura. Suenan las cornetas, los centuriones dan la señal ¡adelante las cohortes! Casi marcando el paso, avanzáis. Podéis ver como los hombres de delante, cada vez más cerca, aproximándose sin prisas.

estais a cincuenta metros cuando el rugido de la corneta de la Novena rompe el monótono retumbar de los pasos. ¡Os atacan!

- ¡Cerrad las filas!- ordena el centurión Herennius. La cohorte forma un puño compacto rápidamente.- ¡A por ellos!

Quintus avanzaba manteniendo la posición junto a sus compañeros. La caminata de la pasada noche, aunque le había despertado el ánimo, no le permitió descansar como era debido. De esta forma, a la espera de más órdenes, actuó como Cassius le había recomendado.

Sabía que solo era un entrenamiento, pero la sangre le hervía cada vez mas, resoplaba según se iban acercando. Con cada paso que daba, notaba la presencia de Quintus a su lado izquierdo casi hombro con hombro.

Los escudos embisten contra los escudos mientras las espadas buscan los cuerpos...

Quintus empuja con su escudo pero no logra encontrar ningún hueco por el que atacar al legionario que tiene delante. Un despiste le cuesta un golpe en el hombro que gracias a los dioses deflecta su armadura.

¡Oh, la diversión matutina de entrenamiento! ¡Cuántos legionarios arrogantes y seguros de si mismos llegaban a estar ensangrentados y heridos! ¡Muchísimos!

Casi era una pérdida de tiempo innecesaria. Esas heridas no curaban con facilidad y podían dañar a la larga al ejército. Era algo que criticaba él de la Legión.

Se movió en formación junto a los demás, aunque su escudo fuera más pequeño y no pudiera encajar como los más grandes. Con el escudo en la mano izquierda, prefirió mirar hacia la derecha. Dio con el joven Quintus y más allá con Petreyus, los dos codo con codo.

De momento, y en entrenamiento, no necesitaba, pensaba, esa unidad. Más tarde ya vería si cambiaría su escudo por uno más grande, dependiendo de los demás compañeros...

Se fijó en el legionario que tenía delante, buscando colar un golpe de gladius...

Fuscus marchaba junto al resto de compañeros aguantando la posición para no dejar huecos, ¡A por ellos! Se animaba a sí mismo a medida que se acercaban a su adversario.

Una vez frente a frente, y sin apenas tiempo para pensar, los escudos y las espadas ya estaban chocando entre ellas, con Fuscus tratando de protegerse del legionario de enfrente.

El primer choque con los de la Novena, parecia no haber empezado bien, me estaba enfuriciendo poco a poco, eran mas duros de lo que habia pensado, pero no nos podian ganar...

Hay unos furios intercambios de golpes mientras las dos fuerzas luchan y sus filas fluctuan y se confunden...