Partida Rol por web

La señal del centurión devolvió la esperanza a mi corazón podíamos vencer en esta "batalla", solo hacía falta valor algo que debíamos demostrar luchando.

-Hijos de puta, huid ratas bastardas-grito en mi lengua natal 

- ¡VEINTENA!- Con ese grito de guerra, vuestra cohorte se echa adelante contra la IX Legión. Embestís, maldecís, apuñaláis. Cae el contrario. Os lanzáis a por el siguiente. Embestir. Maldecir. Apuñalar... Todo es uno.

Empiezan a ceder. Primero lentamente, luego de manera apresurada. Rompéis las primeras filas enemigas. La victoria parece cerca... Hasta que os daís cuenta que detrás de la cohorte rival hay otra en formación, que no pudistéis ver. ¡Esta acude al rescate!

- ¡Mierda de Bona Dea!- Escupe Herenius.- Necesitamos al resto de nuestra cohorte o nos aplastarán... ¡Bucinator, deprisa!

El bucinator toca la corneta... Pasan unos instantes... Pero no veis que el centurión Servilius ni el resto de vuestros compañeros vengan a ayudaros. Se limitan a recomponer sus filas, abandonandoos a vuestra suerte.

Herenius no desespera, sino que toma una decisión arriesgada. Se lanza contra los oficiales enemigos para descabezar la fuerza rival.

¿Vais a uniros a él o a retroceder?

Antes de tomar una decisión, atendiendo a la voluntad de sus compañeros, Quintus tomó una bocanada de aire y echó una mirada atrás buscando a un frater entre la marabunta:

-¡Dónde está Cassius! —dijo casi gritando, esperando la respuesta de alguno de los que se encontraban a su alrededor.

Casius se ha quedado prudentemente atrás.

Tras realizar su grito de batalla sigue ha Herenius, intentando llegar hasta los oficiales.

Marcus se lanza contra el enemigo pese a no tener superioridad numérica.

Logró juntarse con el líder y luchar junto a él contra la Novena Legión... Hasta que dieron con la Vigésima. El colmo era que las cohortes suyas no les ayudaban... 

-¡Traidores! -maldijo cerca de Herenius. Entonces, vio su orden y, sin cuestionarla, cargó contra los oficiales enemigos.

Ciertamente era un plan suicida, pero había visto peores. Y Herenius era un hombre fuerte y resuelto, confiaba en él. Si el ataque era exitoso, podrían ganar a dos bandas juntas, una tras otra... Si no... Se resignaba a recibir los golpes que hicieran falta para proteger a su centurión. 

¡Era una maldita trampa! Pensaba para sí Fuscus al ver formar a la Novena delante de ellos. Pero ya era tarde, no podían retroceder ni parecía que el resto de la cohorte les ayudaría hasta que vió cargar a su centurión.

Sin pensar demasiado, Fuscus salió corriendo a reunirse con el centurión Herenius para apoyar su ataque a los oficiales rivales.

Viendo allá a lo lejos a Cassius se daba cuenta de que tal vez había cometido un error. En cualquier caso no había vuelta atrás pues la posibilidad de recomponer la formación no se vislumbraba por ninguna parte. Algunos de sus compañeros de tienda ya se avalanzaban contra el rival siguiendo a Herenius en su locura pero Quintus no pensaba dejarlos en las estacaba. Mirando al frente, y centrando su vista en el oficial más cercano, intento abrirse paso espada en mano junto con sus hermanos de filas.

Teníamos pocas posibilidades pero acabar con los oficiales enemigos podía ser una opción un tanto arriesgada pero estábamos separados así que esperaba que nuestro"sacrificio" no fuera en vano y nos otorgara la victoria.

Los valientes que intentáis el ataque desesperado os enfrentáis al centurión enemigo y a cuatro de sus legionarios. hay poco tiempo antes de que sus compañeros os rodeen y os machaquen.

Para ser generoso asumo que el centurión pelea con el que ha sacado la tirada ma´s alta de vosotros (Quintus).

Los valientes que intentáis el ataque desesperado os enfrentáis al centurión enemigo y a tres de sus legionarios. hay poco tiempo antes de que sus compañeros os rodeen y os machaquen.

Herenius ve interrumpido su ataque por dos veteranos que le acometen. Se defiende como un león...

Quintus carga contra el centurión de la novena y le asesta un tajo en el hombro... Su espada de madera chirria contra la placa de metal.

Un soldado se encara contra Fuscus. Los broqueles de sus escudos chocan y se buscan als tripas con las espadas... Nadie diría que es solo un entrenamiento.

El rival de Antiocus le insulta en un egipcio de lo más florido... Entre orientales anda el asunto. Pero el hombre del Nilo es una bestia. Le estampa el escudo contra la cara al hombre de Siria, poniéndole de rodillas, y se dispone a "rematarle" con un golpe en el cuello.

Antonius tiene algo más de suerte contra su rival y solo recibe un pequeño corte.

El enemigo de PEtreyus queda sin aliento del golpe que le propina este.

El ataque no había sido el más exitoso y Herenius se veía reducido por dos legionarios a la vez.

Sus compañeros tampoco estaban mejor. Él, al menos, ante un atacante más, se mantenía mejor de pie. Pero con todo el avance y mirando a sus compañeros, bajó la guardia. El legionario enemigo logró golpearlo. Nada grave, no obstante.

El sonido de las espadas resuena en los oidos de los que las empuñan. Entre polvo y sudor, Quintus y el centurión de la novena, intercambian golpes sin dar en el blanco. Sin duda un combate muy igualado pero las filas rivales apremian...

Antiocus queda inconsciente por la embestida del egipcio, cae el suelo y queda tendido tan largo es, sangrando por la nariz.