Partida Rol por web

El rito de Ifianasa a la diosa Hera fue breve, la sacerdotisa clamó al reina de los dioses para que aquellos fallecidos tuvieran un lugar justo donde descansar tras su repentina y trágica muerte. Bajo las indicaciones de la sacerdotisa, los cuerpos fueron enterrados a las afueras de la aldea, en un lugar especialmente preparado, junto a los cadáveres, se enterraron también sus mas importantes pertenencias y fueron vestidos con su mejores ropas. El ritual completo duro algo mas de dos horas tras lo cual la gente se disperso y empezó a intentar rehacer su vida, pues era poco probable que fuesen a avanzar aquel lugar que les cobijaba, aunque no había duda de que aquel túnel haría que a la larga muchos se mudaran de allí. Incluso estaba el problema de sus viviendas, solo había una en pie y no podía dar refugio a las demás familias, por lo que la tarea obvia, era reconstruir sus hogares con cualquier cosa que tuviesen a la mano, probablemente de nuevo con madera, aun con lo frágil que esto resultase.

Algunos de los héroes se interesaron por ayudas y muchos otros solo en mirar. Tras todo aquello, para cuando todos estuvieron despiertos, Hyapatia ya tenía listo el desayuno el cual consistió en pan de cebada que la misma Hypatia había preparado esa mañana, el cual fue untado con queso. Además había aceitunas y las dos jarras las había llenado con agua pues al tener un pozo a la mano, podían tomar tanta como quisiesen. Lo mas común era comer el pan con vino, pero no les había alcanzado en su presupuesto por lo que tuvieron que acompañarlo con agua; aunque para reemplazarlo había frutas, las cual algunos guardaron para comerlas durante el largo camino.

Sus raciones era mejor consumirlas durante el viaje, donde no habrían de tener mucho tiempo para detenerse hasta llegar a Medea. Camino que habrían de emprender a la brevedad posible tras haber levantado sus tiendas de campaña, eso salvo que algo nuevo surgiese de imprevisto. De cualquier forma, el día iba avanzando y el camino hasta su destino aun estaba empezando.

Spyridon había dormido de más. El campamento ya estaba lleno de vida y cada cual ocupado de sus quehaceres. Por lo visto Akintos le había dejado dormir.

Se preocupó poco de los aldeanos, sobrevivirían. El ya había cumplido su labor como militar defendiéndolos de la invasión, pero ahora les quedaba la labor más dura, la de la reconstrucción. Eso si decidían quedarse ya que el general sabía que tras los trágicos sucesos mucha gente decide empezar una nueva vida en otro sitio.

Pero eso ya no era su problema. Agradeció a Hypatia un pedazo de paz de cebada con queso que Akintos le había dejado preparado para desayunar.

Oyó perfectamente las intenciones de Akintos. Por una parte comprendía la voluntad de su escudero y de aquellos que querían ayudar más a esta gente, pero tenían una misión y había que cumplirla cuanto antes.

- Somos pocos para hacer una batida completa por el bosque - Spyridon contestó a Theron, que lideraba el grupo que quería buscar a los aldeanos huídos - y no podemos retrasarnos más. Puedes buscarlos si quieres mientras preparamos la partida y quede aquí gente suficiente para los preparativos, pero no podemos retrasarnos más.

Se dice que hay cinco pincipales despertares, el primero es el Despertar del Hoplita, ese ese despertar metódico, de aquel que abre los ojos raudo, se sienta de inmediato en su lecho y busca su cosas, empezando por su arma y armadura, pareciera que está completamente despierto, pero necesita unos momentos más para ubicarse mientras se espabila. El segundo es el Despertar del Avaro, es aquel que nada más despertarse busca los objetos más valiosos que tiene con los ojos ávidamente, también lo tienen quienes están custodiando algún objeto valioso en esos momentos. El tercero es el Despertar de la mujer. Es un despertar lento, somnoliento, viene tras muchas horas de dormir, como de una ninfa, te agarra al lecho y te impide que te levantes, te atonta y te cuesta mucho pensar con claridad. El cuarto es el Despertar del Mendigo, es aquel que se despierta muy rápido, sólo necesita unos segundos para estar preparado, sin embargo no sabe dónde está, necesita más tiempo para saber dónde ha despertado. El quinto Despertar del Espartano, es  cuando sabes dónde has dormido, sabes cuánto has dormido y te despiertas con soltura y la eficacia de la repetición, es el despertar del soldado definitivo.

A Ébalo le gustaría pensar que pertenece a ese grupo, sin embargo, se despierta de los últimos, Apolo el dios del Sol, ya estaba de camino a la mesa de comer. El guerrero se despierta a toda velocidad y mira hacia todos lados, coge la espada y el escudo y flexiona las rodillas. Por mucho que le disguste, Ébalo es el perfecto ejemplo del Despertar del Mendigo, algo de lo que era objeto de burla en la égoge. Ahora está claro que sus ronquidos nocturnos, no eran para nada fingidos. Tras hacerse una idea de donde está, empieza a recoger sus cosas disimulando descaradamente.

Luego, junto al pozo, se tira un cubo de agua por encima, después de beber. El agua hace que su escultural cuerpo brille bajo el sol. Hincha el pecho cogiendo aire, y lo exhala de una forma casi sensual. Para finalmente sacudirse el pelo como un látigo dorado, que, de manera natural, se le coloca justo donde parece querer.

Tras el entrenamiento matutino, vuelvo al pozo a dejar el cubo y allí veo cómo Hypatia prepara pan de cebada para el desayuno, le da algo de pienso a los caballos, dado que no los dejamos desatados para que pastaran por precaución. Me acerqué a ella:-Espero que te sirviera el cuchillo que te presté anoche, te la regalo a cambio de un trozo de ese pan recién hecho.-le comento con una sonrisa y un guiño de ojo. 

Cojo uno de los trozos y le hago una reverencia para finalizar la actuación y voy caminando hasta la tienda de Talios y le despierto:-Arriba hermano, hora de desayunar. Aquí te dejo la mitad de mi parte.-le digo partiendo por la mitad, aproximada, del trozo de pan que había cogido de Hypatia y dándoselo. 

Finalmente vuelvo a la hoguera y mientras recojo mi equipo voy almorzando.

Di buena cuenta del trozo de pan que mi hermana había preparado para el desayuno, con el esmero y la experiencia propias de una auténtica mujer de Micenas. El camino hasta Midea aún podía ser largo y penoso, a la vista de todo lo acontecido en apenas media jornada de viaje, al abrigo de la oscuridad de la noche. Y, aunque Hypatia siempre había tenido buena mano para la cocina, en verdad me supo a ambrosía. No supe agradecérselo lo suficiente, a pesar de que bien saben los Dioses que lo intenté.

Al escuchar las palabras de Spyridon, un brillo de esperanza me iluminó la mirada, y entendí sus palabras como una autorización tácita para iniciar la batida, con un grupo reducido de personas. Me dirigí a mis familiares y compañeros, con la esperanza de organizarnos y partir lo más rápidamente posible.

- Bien, tío Theron, Akintos, Ischyros. Entre nosotros cuatro podríamos localizarlos, creo, sin problemas, y regresar a tiempo. Poco podemos hacer aquí más que estorbar en los preparativos, al menos por mi parte. La última vez que se les vio fue hacia el sur, donde dejamos el carromato para adentrarnos en la aldea, ¿cierto?

Entendía que Spyridon no quisiera desperdiciar nuestro tiempo y recursos en algo que no era de nuestra incumbencia pero estaba claro que algunos de nosotros tendríamos clavada la espina de no realizar bien nuestro trabajo. - Esta bien general, lo haremos así los, cuatro que nos hemos ofrecido daremos una rápida batida por los alrededores y volveremos en cuanto la marcha se reinicie. Tendría que desayunar algo si quería tener suficientes fuerzas, por suerte Hypatia estaba preparando suficiente comida para el contingente. Cojo una de las raciones preparadas y mientras empiezo a comerla, me acerco a mi sobrina. - Gracias sobrina, sin tus conocimientos de medicina y que preparas estos elaborados platos, en un par de días pareceríamos una banda mas que una comitiva. 

Atreo ya había terminado de comer y planeaba nuestra acción de "rescate" junto a Akinto y Ischyros. - Si sobrino tienes razón lo lógico es ir hacia el sur, con suerte estarán de regreso y todo sera sencillo. Inspiro con profundidad ante lo que voy a decir. - No tenemos mucho tiempo y esta misión es secundaria, si la comitiva sale habremos de dejar a esa gente a su suerte. 

El desayuno había sido sin lugar a dudas un lujo, Akintos tuvo que contenerse para no darle un mordisco al trozo de pan con queso que había apartado para el general. El alimento amasado por Hypatia embotaba los sentidos, ni siquiera el aroma matutino del mercado de Micenas podía compararsele.
-Esto no se parece en nada al alimento de las barracas- se dijo a sí mismo cuando por fin se aseguró de que todo estaba perfecto para Spyridon y pudo probar el suculento desayuno. Recordaba el rancho que aliñaba un pas áspero y cocinado en demasía. "Mejor quemado que duro" decían quienes se encargana de hacer rujir los hornos, riendo; "lo mojan en el rancho y se ablanda". Incluso con agua o vino cuando se podía seguía siendo similar a intentar tragar viruta amasada.
La hija de Ptolomeo tenía un don especial para aquello, algo que no tenía que ver con la experiencia - Tiene manos de madre, es un regalo de los dioses -. Su carácter orgulloso y duro a veces encondía esa faceta.

- Bien, tío Theron, Akintos, Ischyros. Entre nosotros cuatro podríamos localizarlos, creo, sin problemas, y regresar a tiempo. Poco podemos hacer aquí más que estorbar en los preparativos, al menos por mi parte. La última vez que se les vio fue hacia el sur, donde dejamos el carromato para adentrarnos en la aldea, ¿cierto?

- Es cierto, iré con vosotros si eso no entorpece los preparativos - comentó sin dejar de mirar a su mentor, dando a entender que él tendría la última palabra al respecto.

Luego escuchó las palabras de Theron que ya se disponía a organizar el pequeño grupo. Mejor si salían cuanto antes, menos retraso supondrían para la caravana y ante la menor objeción de Spyridon se quedaría a organizar lo que hiciese falta.

Como mi desayuno con mucho ánimo pues es una deliciosa preparación hecha por mi amada hermana, a quien agradezco sinceramente por las atenciones que nos brinda. Siempre ha sido una joven muy hacendosa pero en este momento, no tiene la obligación de usar sus dones por nosotros. Lo hace de corazón y eso merece más gratitud que nada.

Termino de comer y me pongo de pie para ayudar a organizar las cosas, hasta que escucho como Atreo habla con los generales y me ofrece para una misión de búsqueda. Me acerco rápidamente y hablo también:

 - "¡Vamos entonces rápidamente y cumplamos la misión sin retrasar nada!"

Iremos, buscaremos a los sobrevivientes y, si queda alguna de esas criaturas sueltas por ahí, le pondremos fin a sus existencias para asegurar que esta gente sobreviva, ya sea acá o si desean marcharse para comenzar sus nuevas vidas en otra parte.

Asentí, contento al comprobar que todos estaban dispuestos a ayudar. Rápidamente mi mente se puso en marcha, pues teníamos en verdad poco tiempo para llevar a cabo aquello. Cogí una flecha de madera, me agaché y empecé a dibujar un tosco mapa sobre la tierra.

- Creo que lo mejor sería dividirnos en dos grupos, para así cubrir más terreno - dije, mientras acababa los últimos trazos - Akintos e Ischiros, hacia este lado - dibujé una flecha indicándolo - Tío, tú y yo hacia este otro - otra flecha dibujada - Luego podemos dar la vuelta y reunirnos aquí - señalé un punto en el mapa, que debía ser más o menos la localización de carromato antes de adentrarnos en la aldea.

Miré a todos, intentando leer sus expresiones, aunque era algo que no se me daba del todo bien.

- Aunque si tenéis alguna otra idea...

Dejé la frase abierta, por si querían añadir algo.

Los ritos fúnebres habían tranquilizado a Ifianasia que pudo descansar con relativa tranquilidad. A la mañana siguiente su amiga Hypatia había hecho el desayuno y ella se sintió algo mal por haber dormido hasta tarde. Pero los sucesos ocurridos el día anterior habían podido con su alma parte de su mente. Miró alrededor y sonrió ligeramente al ver las escenas que se sucedían. Con paso decidido se acercó a Lykaios. Quería hablar con él por lo sucedido la tarde anterior.

- Lykaios.- le dijo con cierta solemnidad al acercarse a él.- Quiero agradecerte que compartieras la lectura de la tablilla con todo el grupo. Mi recelo es solo una medida de protección para no irritar a los dioses. La jerarquía debe mantenerse aunque las circunstancias nos hagan flaquear. Sin duda pudo haber cierto malentendido por mi parte de tus intenciones. No me gustaría que este viaje y esta comitiva se vieran sobrevoladas por la sombra de la sospecha y de la desconfianza. Somos pocos en territorio hostil.

Tras dar las gracias a su amiga se acercó a Ébalo. Su intención era darle las gracias por cómo le había salvado de aquella bestia del infierno. Cuando vio que el guerrero se echaba agua por el cuerpo se quedó ligeramente quieta en su lugar. No quería interrumpir aquel ritual así que esperó el momento oportuno para acercarse.

Mucho trabajo le había costado al gigante permanecer dormido con todo el escándalo que se hacía; pero sus esfuerzos fueron en vano ante los gritos de su estruendoso hermano.

Por los dioses! Ni aunque derrotemos al mismísimo Hades me dejarás dormir como se debe verdad!

Talios alegaba mientras se levantaba, apesar de ser un mercenario con mucha experiencia, su debilidad siempre había sido dormir cuando se podía. Al ver la comida continuó

Ahora quieres matarme verdad! Si ni un poco de agua trajiste!

Después de aquello no pudo contener la risa, sabía que no eran tiempos para flojear, pero se disfrutaba los pocos minutos que tuviera de paz. Luego caminó al pozo para servirse un poco de agua y poder disfrutar el desayuno. Y al dar el primer bocado no pudo evitar gritar:

Hermano! De hoy en adelante habrá que proteger a Hypatia! Su arte culinario es digno de admiración!

Mientras disfrutaba tan suculento platillo no podía dejar de sentirse feliz, Zeus les había bendecido, una gran misión, grandes compañeros y mejor aún exquisita comida.

Casi al finalizar su comida, escucha la misión de rescate; otra vez pierden de vista el objetivo, se dijo para sí el gigante. Pero no había de qué preocuparse esta vez, la tablilla estaba segura en el campamento. Asi que felizmente dió su último bocado mientras cerraba los ojos, intentaba saborear cada una de las notas de aquel pan, sentir su textura y densidad; uno nunca sabe cuando se podrá comer bien

Estábamos dispuestos a marchar en búsqueda de los desaparecidos y Atreo propuso un posible plan para realizar la búsqueda. No era un mal plan y podría ser factible de realizar, el problema eran las bestias y el aguante que tenían dos personas tendrían problemas en abatirlas.

- Es una buena opción para cubrir terreno. Cualquiera de los dos grupos podría necesitar la asistencia del otro, tanto para acabar con las bestias supervivientes como para traer a la gente si han sido heridas. Así que debemos estar atentos para asistir donde sea necesario. 

Tras el desayuno, el grupo de Heroes se encontraba nuevo dividido, un grupo pequeño compuesto por Akintos, Atreo, Ischyros y liderado por el general Theron, partió al sur en busca de los aldeanos desaparecidos mientras el resto, que se quedaban en la aldea, se preparaban para el viaje.

Ya no había mucho que pudiesen hacer por los aldeanos, al menos no si querían partir pronto y no invertir muchos recursos. Por ello, la hora de partir había llegado, y el grupo de búsqueda tenía aproximadamente unos 30 minutos antes de tener que regresar. Por ello quizá entre las tareas importantes para partir y que podrían darle tiempo a Theron y los demás, era el asunto del aceite y el carro, que si bien podrían dejar como estaba, era siempre un riesgo que era mejor no correr. Además, todo estaba desordenado, lo que daba un mal aspecto para cuando llegasen a Midea y los pobladores plasmaran su atención en ellos. Hypatia de hecho les informó que cuando preparó el desayunó noto que las aceitunas había caído y estaban dispersas por el carro, y que incluso quizá algunas habían caído por el camino.

Separándose en dos grupos en torno al camino que iba al sur, los héroes avanzaron a través de los matorrales en busca de los aldeanos desaparecidos, ahora, a plena luz del día, la cosa era mucho mas fácil.

Akintos e Ischyros fueron los primeros en encontrar a un aldeano, quien lamentablemente, estaba muerto. A este hombre, no le habían visto antes, pero Akintos recordaba que previo al asalto de las bestias cuando otro hombre apareció por sorpresa de entre la vegetación huyendo de algo, otro grito desgarrador se escuchó a lo lejos, y de hecho Iscjhyros confesó también haberlo oído. Eso dejaba probable el hecho de que aquel hombre hubiera muerto en ese momento.

El general Theron decidió dejar a aquel hombre allí de momento y recogerlo de regreso pues aun no llegaban al lugar donde habían peleado la noche anterior, además de que con el hallazgo, ya solo tenían que encontrar a los cuatro familiares de Sofronio, y con ello habrían encontrado a todos.

Pocos minutos después llegaron al lugar. Tal como esperaban, había rastros de la batalla, e incluso Atreo encontró una Aceituna que fue aplastada por una de las ruedas del carro. Pero dos cosas importantes había allí; la primera, que ya era esperada les dejaba con el problema de que los cuatro aldeanos que abandonasen la noche anterior, no se encontraban allí y que por tanto su búsqueda podría ser infructuosa; pero lo segundo era lo realmente importante, el cuerpo del hombre que encontraran la noche anterior huyendo y cuya espalda fuera destrozada a tal grado que tras la batalla no habría quedado mejor opción que darle muerte, no se encontraba. Solo había un rastro claro de su cadáver que se perdía en la hierva a un costado del camino.

Bajo ordenes de Theron, decidieron tomarse unos minutos para buscar en los alrededores y luego partir de regreso. Y fue solo gracias a ello que divisaron a los cuatro aldeanos faltantes, estos se habían refugiados a unos 500m hacia Micenas por temor a lo que ocurría y a la noche. Los cuatro estaban bien, aunque la pequeña se notaba muy traumatizada.

En lo alto, el sol iba avanzando, no había tiempo que perder, habrían de regresar ya para luego encaminarse a Midea, su siguiente parada.

Vuelve a colocar el cubo en su sitio y se apoya en el borde del pozo, para hacerse una idea de lo que pasa a su alrededor. Cruza los brazos sobre su pecho y las piernas las cruzadas a la altura de los tobillos. Mira con despreocupación disfrutando de la mañana. Hay un grupo que va a hacer una última batida en busca de supervivientes, me parece correcto, yo me quedaré en el campamento preparando la salida y de protección.

Un escalofrío le recorre la nuca y se gira, la sacerdotisa está de pie a unos pocos metros de él, parece que le estaba mirando. Ebalo sonríe y le ofrece un sitio en el pozo donde sentarse, haciendo un teatral movimiento con la mano, como si de un trono se tratara.

¿En que le puedo ayudar, busca agua, conversación o solo anda por andar?- le pregunta con su voz de barítono y su cadencia musical- cualquiera de ellas me vale, pues si no, de limpiar el carro, no podré escapar- guiña el ojo descaradamente.

No habíamos tardado mucho en encontrar los primeros indicios de las acciones nocturnas de las bestias, el cuerpo de uno de los aldeanos a los que buscábamos. No pudo hacer nada....esperaba que eso no le hubiese sucedido a la familia que no había sido capaz de proteger. Llegamos a la altura de "nuestro" primer encontronazo con las bestias, los rastros de nuestras huellas y el material que había caído del carro marcaba bien la zona de combate pero el cuerpo insepulto del aldeano había desaparecido. 

- Puede que aun ronden por aquí las bestias o que algún animal hambriento se llevara el cuerpo.....si apostara apostaría por lo primero.

Gracias a la buen hacer de mis compañeros, finalmente encontramos a la familia perdida. Agotados, hambrientos y asustados pero vivos. - Loados sean los dioses que en esta noche os han cuidado. Venid con nosotros la aldea esta a salvo. Conseguido nuestro objetivo y agradecido por no tener sobre mi conciencia la muerte de mas aldeanos, volvimos hacia la aldea.

Avanzamos rápidamente mientras buscamos a los supervivientes, dividiéndonos en dos grupos para así encontrar con mayor rapidez lo que buscábamos, que era a la familia que se había perdido junto con un hombre más. Al hombre lo encontramos rápidamente pero ya era tarde para hacer algo por él, pues su vida se había marchado ya.

Seguimos avanzando y encontramos finalmente a la familia, la que está sana y salva. Aquello reconforta mi alma pues eran inocentes que no merecían esa clase de destino.

Mi tío Theron se acerca y les habla para guiarles al pueblo de vuelta, lo que les pondría a buen resguardo, pero a mí me dan vuelta en la cabeza las imágenes de un cadáver que no está donde debería y pienso en la idea de que más de esas criaturas estén sueltas por la zona, amenazando tanto a los habitantes como a los viajeros.

Antes de volver, comienzo a mirar alrededor para ver si consigo divisar a alguno de los engendros, sobre todo en la dirección que las marcas indicaban que el cuerpo fue llevado. Quiero ver si consigo encontrar a una de estas bestias aunque se esté ocultando a propósito. No sé si estas criaturas son capaces de pensar, pero han de saber que, después de acabar con todo el resto de ellas, están en desventaja contra nosotros cuatro.

Spyridon se sentía muy bien tras el descanso, su recuperación de las heridas había sido lo suficiente para sentirse plenamente en forma y dispuesto a nuevos desafíos.

Observaba el devenir de la aldea. El grupo de búsqueda se había organizado y ya empezaba a hacer la batida. No dijo nada ya que la iniciativa personal era algo que valoraba muy bien.

Había oído las palabras de Ifianasa y asintió ante la inteligencia de la sacerdotisa. Se acercó a ellos.

- Me parece perfecto que Lykaios, como primogénito, sea el que comparta el mensaje de la tablilla con el resto. Ha sido una gran idea, sacerdotisa. - Una vez más observó al grupo que iniciaba la búsqueda de aldeanos perdidos - Creo que el mejor momento será cuando estemos de nuevo todos reunidos alrededor del carro para la partida, una vez que el grupo que sale ahora haya regresado.

Sin decir más se dirigió en general a todos los que quedaban en el campamento.

- Hay que recoger todo y asegurarnos que el carro tenga todo bien situado y limpio de aceite. Hay que ponerse a trabajar. - Dando ejemplo y ya que Akintos había partido en la expedición, Spyridon empezó a recoger su tienda y sus efectos haciendo un petate con ellos.

No tardamos en encontrar el primer cadáver. El corazón me dio un vuelco y me pudo el desánimo, por un momento. Algo después, por las conversaciones de mi tío y el resto, pude saber que no se habría podido hacer nada por él. Pero aún así, no podía si no considerarlo un fracaso, y su muerte recaía sobre mi conciencia: al fin y al cabo, fui yo quien envió a la familia hacia el carromato, con la falsa impresión de que allí estarían seguros. Aquéllos engendros habían causado mucho mal.

Poco después, otro golpe, otro mazazo para nuestro estado de ánimo: un rastro sanguinolento, sin cuerpo. Seguramente había sido arrastrado para ser devorado, tal como hicieran con aquél pobre hombre, junto a la entrada del túnel que habíamos sellado.

Un hálito al fin de esperanza nos renovó la energías y aligeró el peso de nuestros corazones, al encontrar a la familia, aterrada, exhausta, pero sana y salva. Me adelanté, sonriente, en verdad aliviado y contento de que se hubieran podido salvar y, apoyando las palabras de mi tío Theron, también les di indicaciones para que volvieran a la aldea.

Teníamos poco tiempo, pero aún me arriesgué un poco por la zona, intentando averiguar qué había pasado exactamente, y dónde pudieran estar el resto de aquellas criaturas del averno. Me agaché sobre la hierba aplastada, intentando encontrar el rastro y averiguar lo que pudiese, antes de volver hacia el campamento, escoltando a la familia.