Partida Rol por web

-Tengo hambre -dijo, después de despedir al pooka. Era una excusa y a la vez no para abandonar la estancia. No quería hablarlo en público, la verdad, y prefería creer que era algo privado-. Nos vemos luego, Damara. 

El Fiona recogió la parte superior de su armadura antes de salir de la habitación en busca de algún sitio en el que acomodarse. El salón del té parecía vacío y le pareció un lugar apropiado para sentarse a charlar. Le invitó con un gesto a tomar asiento y él hizo lo propio, cerrando los ojos un momento al hacerlo.

-Tienes una letra bonita. Pero la verdad es que si no es una declaración de amor, prefiero que me digan las cosas a la cara -comentó devolviéndole una mirada inquisitiva. Se frotó la frente con los dedos y suspiró-. No te lo estoy reprochando, pero tenemos ya una edad, Silveth. Yo más que tú. Me gustaría que me demostrases esa estima que dices que me tienes siendo capaz de encarar las cosas. Al menos conmigo.

-Lo dices por la nota de ayer.-Le miro de forma vacía, como si no hubiera sido yo el autor. Era curioso, pero que necesitase hablar esto en privado, o le diera tanta relevancia, estaba más allá de mi capacidad de comprensión.- Después de la discusión de afinidades políticas y prioridades, no estaba de humor para hablar con nadie. Contigo además hubiese terminado discutiendo, estoy seguro. Al fin y al cabo estas muy susceptible respecto la enfermedad, mejor dicho, a que podrías combatirla, en vez de hacer como si no estuviera ahí.

Sirvo un té y cojo una bandeja de galletas de mantequilla y azúcar que había junto al carrito con el juego de té.

Shyam alzó las cejas y levantó las manos. No había tosido ni una vez y el sarpullido había desaparecido por completo. Se encontraba estupendamente incluso tras haber echado una carrera con la quimera por la ciudad.

-Pero si ya estoy bien. Y puedo hablar civilizadamente sin alterarme -Alargó la mano para servirse él también. Mientras, continuó-. Sé que eres una persona capaz, pero no me gustan las actitudes que tienes. Es sólo eso, como lo de la carta. Me parece un gesto cobarde. Si tienes una postura, defiéndela.

-...y que me volváis a atacar todos a la vez, como con lo del barón.-Digo terminando su frase, sorprendido y ligeramente indignado, aun me picaba esa herida de ayer.- No, no, me niego. Soy una rata cobarde, que husmea por donde puede y descubre lo que se pudre. Luego os lo expongo, a veces me hacéis caso y cortáis, otras veces como lo del feudo, no. Pero toda la parte de operar la dejo en vuestras manos, que soy muy valientes, y muy capaces, y muy honorables. Yo no pertenezco a esa categoría de persona por lo que se ve. Gracias por dejar claros tus criterios sobre lo que es la forma correcta de ser un Fiona y la que no.

Me recuesto con los brazos cruzados y los labios apretados en una fina linea por la rabia. La mirada se había ido endureciendo a medida que decía lo que pensaba.

Shyam también se recostó, cansado. No parecía compartir la rabieta de Silveth ni de lejos, incluso le pareció que sonreía con tristeza. Le dio un sorbo al té y lo miró largamente.

-Me acabas de dar la definición de Caballero, no de Fiona -puntualizó, entrelazando las manos. Le miró, condescendiente-. Antes de venir aquí me pateé medio mundo y me metí en tantas camas que ni me acuerdo. Que yo sepa eso no es muy honorable y, bueno, así he acabado. Pero no me arrepiento. No todos pueden ser hombres de palabra en esta vida, y no por andar a hurtadillas se es un cobarde. A mí siempre se me ha dado mejor ir de frente, qué quieres que te diga, pero alguien tiene que vigilar las espaldas. Preferiría que fuese alguien que no se considera un cobarde y que no soporta que le lleven la contraria.

-No estoy dispuesto a enfrentarme a ninguna situación en inferioridad de condiciones y de todas formas, solo he aplicado lo que tu piensas de mi forma de actuar para definirme, Ser Shyam ap Fiona.-replico mordaz recalcando el hecho de que carecía de título alguno como para decirse de si mismo caballero.

Respiro profundamente intentando calmarme

-Haceros entrar en razón es habitualmente de las tareas más agotadoras que tengo que hacer ¿Acaso me hubieses creído con lo del espía si no hubiese montado toda esta parafernalia? Sé sincero.-Casi era un desafío.- Ya has visto que aún así Calandra se lo ha tomado a broma igualmente, aunque lo puede achacar al agotamiento. De todas formas no se de que te quejas, te di la información que necesitabas saber, y no tenía tiempo que dedicarte. Que fuera por escrito es circunstancial.

La conversación estaba tomando varios cauces a la vez, los temas se desplegaban, pero ninguno se cerraba del todo. Me empezaba a sentir confuso, pero ante la mención de su pasado, sencillamente aparto la mirada, entristecido.

-Es simplemente eso, como no tengo experiencias que recordar mi criterio no es válido. Bien, gracias por aclarármelo.

-¿Pero qué...?

Shyam le miró atónito sin saber de dónde habían salido la mitad de las cosas que acababa de decir, sobre todo aquello último referido a su pérdida de memoria. Boqueó sin saber qué decir y finalmente se pellizcó el puente de la nariz, cerrando los ojos con fuerza.

-No sé qué problema tienes, pero si tú dices que es circunstancial... Allá tú. La próxima carta que me llegue por debajo de la puerta irá directa al fuego. Tú verás -dijo, levantándose.

Lo de las charlas no se le daban nada bien, y mucho menos cuando le daban la razón como a los tontos y el diálogo se le hacía imposible. Cualquiera le decía que no a Silveth.

-Un momento. Calandra, solo esta cansado ¿Verdad?

Las palabras surgieron lentamente, perparándome para la peor de las posibles respuestas.

-Le escupió una quimera enferma y la que Damara hizo arder le absorbió el Glamour. ¿Por qué lo dices?

-Es el medio por el que se transmite el Sida en su versión quimérica. Al parecer que la cáscara mortal lo sufra, no supone ningún problema para el aspecto quimérico. Pero la gran repercusión de la enfermedad en la sociedad humana ha hecho que sus instintos generen estas quimeras. Es posible que Calandra, al menos su lado Faérico esté infectado.

La mirada del sidhe se ensombreció. Era diferente leerlo a escucharlo, y esta vez sonaba con peso no a meras cavilaciones. Tras unos segundos, Shyam avanzó hasta Silveth y le puso una mano en el hombro.

-Entonces necesitará un amigo que se quede a su lado y le apoye -dijo, solemne. Calandra siempre le había parecido muy teatrero y, a la vez, una de las personas más frágiles con las que se había cruzado. Él también estaba dispuesto a ofrecerle una mano amiga, pero en aquel momento estaba luchando internamente por mantenerse en pie. Carraspeó y se cruzó de brazos-. ¿Cómo estás tan seguro de todo eso?

-He estado investigando por aquí y por allí. Luego he podido ver la síntesis de los resultados en tu caso. Es una de las conclusiones que he obtenido. También he aprendido que el Glamour calma las dolencias y los efectos de las enfermedades oportunistas. De ahí mis teorías sobre el Barón, por cierto.

Desvío la mirada, nunca me sentía cómodo hablado de la enfermedad. 

El Fiona no dijo nada. Se mantuvo en su posición guardándose los pensamientos para sí, casi olvidándose de la presencia de Silveth. 

-Ve a ver a Calandra -dijo finalmente, y no parecía dispuesto a aceptar una réplica.

-Muy bien... ¿Que te pasa ahora? Porque hablando de actitudes, la tuya ha cambiado tan súbitamente que me has asustado.

Shyam se desplomó en un asiento, sujetándose la cabeza con los dedos de la diestra.

-Pasa que me muero, Silveth. -soltó sin miramientos-. Y que lo último que querría es que le pasara lo mismo a la gente que me importa.

Empezaba a sentirse culpable por no haber hecho caso al Fiona y su estúpida carta, e incluso pensó en reprochárselo. Pero ya había demasiados problemas sobre la mesa como para añadirle tonterías como aquella. De ser cierto ya estaba hecho, y ahora tenía también sida quimérico, o lo que fuese aquello. Se sentía como si estuviese doblemente maldito.

Durante un momento sigo con los brazos cruzados y mirándole con cara de "Te lo dije". Pero rápidamente me apiado de él, no podía verle tan derrotado. Me levanto, y desde el respaldo coloco mis manos en sus sienes dándole un suave masaje. Me doblo para acercarme a su oído, y como quién comparte una confidencia le aseguro.

-No permitiré que nos mate otra cosa que no sea el tiempo. Estoy buscando una cura, tú encárgate de las cosas con garras.

Apenas fue consciente del gesto cariñoso del Fiona hasta que este le susurró junto al oído.

-Yo preferiría morir en batalla -comentó, arrugando el ceño-. Pero tranquilo, no me voy a quedar agonizando en una camilla. Eso te lo aseguro.

Era algo que había sabido siempre, incluso antes de tener sida. Siempre había sido demasiado enérgico como para sucumbir a los estragos de la edad y perecer siendo un viejo apático y con dolencias. No; antes que eso prefería entregarse a la Confusión y perder el rumbo en el Ensueño.

-Gracias por el masaje y todo lo demás. Será mejor que vaya a comer algo y luego a ver a hacer cosas. Mañana empiezo a trabajar.

Se levantó pesadamente y recogió la armadura para irse, mirando a Silveth una vez por si había algo más que añadir.

"Ahí va un caballero sin título". Me despido en silencio, levantando la mano y moviendo ligeramente los dedos, con una sonrisa gris. Últimamente reflejaba bastante tristeza, aunque nunca identificaba si propia o ajena.