Partida Rol por web

Damara alargó la mano para apretar el brazo de Shyam a modo de advertencia. Seguía tensa por haberse descuidado, un error que casi le había costado la vida, y tenía los sentidos atentos. No se fiaba de los desconocidos que se acercaban con una sonrisa preguntando qué podían hacer por tí, y no veía a la recién llegada en absoluto diferente del nocker malhumorado que había encontrado an llegar. Le lanzó una mirada seria cuando él se giró para mirarla, intentando transmitirle parte de su desasosiego.

Shyam, que se había deshecho de la armadura, la camisa y las botas, asintió ante la urgente mirada de Damara y se asomó al borde para prestarle más atención a la desconocida.

-Por remos te refieres a esas cosas de madera con las que aleteáis por encima del mar, ¿verdad? -dijo la sirena-. No sé si puedo traeros algunos. La Senda de Plata está en esa dirección. Os habéis alejado un poco. ¿De dónde venís? ¿Qué estáis buscando?

El sidhe miró en la dirección indicada.

-Si no puedes conseguirnos los remos no hay nada más que puedas hacer por nosotros. Gracias, de todos modos -dijo, tajante pero educado.

-Tampoco es como si fuerais a iros ya, ¿no? -La sirena le miró con desilusión-. Escuchad... Puedo bajar a ver si en la ciudad alguien ha recogido algún remo de algún naufragio anterior. Supongo que si hay pisat... terrestres ahí abajo, también sabrán donde encontrarlos.

Las manos del sidhe se aferraron al borde.

-¿Terrestres? ¿Abajo? -Shyam pestañeó y se inclinó más hacia ella-. Durante la tormenta hemos perdidos a dos amigos. Dos pookas: una araña y una mariposa. ¿Podrían... estar allí abajo? ¿Vivos?

-No sé si pueden haber sido rescatados, pero no me extrañaría. Suele haber muchos Lorelei patrullando la zona y cuando hay tormenta algunos cazadores salen a buscar posibles náufragos. Quiero decir... -La sirena enrojeció y se hundió hasta la barbilla-. No creáis que les hacemos nada. Los pisatierras son muy curiosos y se paga mucho por ellos. Se suelen cuidar muy bien.

Shyam suspiró, aliviado, pero sólo durante un segundo. Aunque siguiesen con vida, lo más probable es que hubiesen entrado en el negocio de la... esclavitud. Le sonrió a la sirena.

-Tranquila, no pasa nada. Dime, preciosa, ¿habría alguna forma de que pudiésemos llegar allí para... comprarlos? ¿Con qué se comercia?

No tenían dinero, ni bienes, ni nada excepto ellos mismos para intercambiarse. Iban a tener que discurrir otro plan.

-Hum... A la reina no le gusta mucho la idea de que nos visiten extranjeros, pero... Supongo que si tuvierais algo que intercambiar por ellos, podría intentarse. El problema es cómo respirar. Tenemos máscaras que ponemos a los esclavos y collares para que podáis entender las palabras debajo del agua, pero no llevo ninguna encima. Quizá algún cantrip sirva. O podría bajar y traeros alguna, pero no se encuentran en cualquier lado y...

Y quién sabe qué puede pasar si esperamos demasiado en este lugar Terminó Nadim, frunciendo el ceño Pero yo, al menos, no soy capaz de respirar bajo el agua

-Ummm... ¿Y si tuvieramos algo con lo que comerciar? ¿Unas cuantas obras de arte, hechas en las tierras del Otoño, por ejemplo? ¿Sería algo lo suficiente exótico?.-Digo mientras saco del petate los botes que contenían los dibujos de Amanda, con que me quedase uno para proteger la magia del agua de la vida al volver, debería ser suficiente.

-¡Oh! ¿Tenéis algo de eso? Estoy segura de que les encantaría. Pero sigue estando el problema de cómo vais a bajar...

La bola de luz no tardó en aparecer y en desaparecer camino a la superficie. Tuvieron que darse prisa para seguirla y no perderla, y cuando salieron de la nube de sangre y de la casa de Marrok, se encontraron con varios tritones que iban o venían de las suyas, anonadados ante los gritos y la visión de dos esclavos a la fuga.

Separo los dibujos y los voy metiendo en los diversos envases que había traído, si conseguía venderlos de uno en uno, podría obtener un mayor beneficio y conseguir comprar a los pooka que se nos habían caído. Les dirijo una mirada interrogante a los demás. 

-Se me ocurre una forma, pero no creo que os guste. Si volvemos a poner la barca bocabajo,la separamos de la superficie del agua, la levantamos con nosotros debajo y la volvemos a hacer bajar, se formará una burbuja de aire. Con eso y la capacidad de Damara para crear elementos, deberíamos tener aire respirable. Nuestro peso debería ser suficiente para hundir la barca, habrá que sostenerla, si se gira hacia los lados, la burbuja se escapará.

Aunque el frío se le había metido en los huesos (si es que seguía teniendo huesos; no lo tenía claro), el horror que dejaban atrás era suficiente como para hacerle nadar a Calandra detrás del fuego fatuo como si le fuera la vida en ello.

Quizás... Aunque lo de que vayamos a hundirlo solo con nuestro peso me parece un poco complicado. ¿No podrías echar un vistazo allá abajo? Con un par de máscaras nos valdría, no hace falta que bajemos todos

Damara asintió cuando Silveth mencionó que ella podría ayudar creando aire para ellos, pero se mantuvo educadamente inmóvil, que era lo más parecido a guardar silencio a efectos sociales en su actual situación, cuando sugirió usar la embarcación. Damara dudaba mucho que pudiesen mantenerla bajo el agua, y menos aún si la llenaban de aire, pero aún así intentó dejar claro que si había que bajar con los pocos medios que tenían, ella podía proveerles del aire que necesitarían.

Aunque a decir verdad, el hecho de pensar que de su cantrip dependerían las vidas de los demás le daban ganas de tirarse al agua otra vez.

Shyam funció el ceño.

-Bajar ahí no me parece ni de lejos una buena idea. ¿Qué nos diferencia del resto de pisatierras? Nada. Así que lo más probable es que intentasen capturarnos, y dependemos del aire como los demás. Sería tan sencillo como quitarnos la burbuja y estaríamos a su merced.

Van Doren siguió a Calandra con los ojos cerrados; no quería tener siquiera la tentación de mirar atrás. Al ver que le costaba nadar recordó que Marrok le había puesto unos pesos en los pies para que no flotara, así que tuvo que esforzarse el doble. Aún así parecía nadar con buen ritmo.

Ni de lejos una buena idea...

Nadim ni siquiera se esperó a que Shyam terminara la frase. Conocía a su amigo lo suficientemente bien como para saber que iba a expresar su opinión sin reparos, sin pensar en las consecuencias. Y es que lo mismo que estaba diciendo ya había cruzado por su mente antes, si bien la posibilidad de discutirlo cuando la sirena se hubiera ido le parecía mucho más interesante. Sospechar del ofrecimiento era tan fácil como sumar dos y dos, era algo que a esas alturas ya había dado por supuesto. Que sus compañeros no lo expresaran en voz alta era, claramente, símbolo de que, como él, esperaban a que aquella criatura estuviera lejos para discutir el curso de acción. Excepto Silveth, claro, pero a ese había que darle de comer a parte. Y, de repente, Shyam comenzaba a enunciar en alto lo que todos pensaban. Si aquella criatura se daba cuenta, probablemente trazaría otro plan. Era axiomático

Se mareó. Pensar a esa velocidad no era su estilo, desde luego. Pero no podía perder un segundo