Partida Rol por web

Erevan se adentra en la sala y busca una esquina donde puede ver a los guerreros que entran y mantener cierta distancia con el demonio.

Alza la mano en la que sostiene el orbe y conjura una esfera de fuego que situa entre los guerreros que se adentran por el corredor. El que va en segundo lugar se ve sorprendido y es envuelto en llamas.

A continuación apresura un conjuro y el suelo bajo los pies del demonio y del primer guerrero que tiene a la vista se llena de escarcha, pero se ha dado tanta prisa que la cosa no funciona como debería al menos es lo que parece por las maldiciones que oís salir de su boca.

Akmenhos avanza viendo que el enano tarda en reaccionar. Cuando llega a la sala maldice al ser infernal que está atacando a sus amigos y lanza su rayo carmesí contra el mismo. Antes de saber si ha surtido efecto concentra sus energía y convoca las llamas del infierno para que se lleven el demonio de nuevo.

Uno de los guerreros hombres rata queda bastante chamuscado por el ataque de la esfera flamígera, pero sigue en pie. El demonio parece resistir el primer ataque de Akmenos sin inmutarse, pero las llamas que el tiflin conjura después le hacen rugir de dolor.

Dos nuevos contrincantes se unen a la batalla, como algunos de vosotros podéis observar. El primero de ellos parece ser el gran lider de los hombres rata, y además de un arma bastante exótica mezcla de cuchilla y látigo, parece que sabe conjurar, pues Erevan siente su fuerza de voluntad, a la que sin embargo es capaz de resistirse. El último en unirse es uno de los conocidos asesinos que sale de las sombras para disparar un virote por sorpresa a Balbo, que es impactado por poco y otra vez vuelve a sentir los efectos del tan odiado veneno.

Por último Obsidian entra en la sala esquivando al demonio para intentar cubrir la otra entrada y evitar que pasen los hombres rata, pero en el proceso se lleva un doloroso lanzazo del más cercano que le desconcentra y hace fallar su contrataque.

Sigo castigando a la criatura, incluso uso mi golpe más poderoso, pero apenas le llego a rozar con mi mazo en un hombro.

¡Te aseguro que caerás, demoniaca criatura! ¡Es la voluntad de mi Señora!

Balbo estaba aterrado, ni siquiera había recibido ningún golpe, ni lo había asestado, y ya estaba maltrecho.

Su puñalada intentó asestar su mejor golpe, pero fue terriblemente imprecisa y no consiguió ni arañar al demonio.

Para colmo, aquel veneno, de nuevo, una vez más, aquel veneno que parecía pegarse a sus venas quemándolas...

La puñalada de Balbo no es tan imprecisa como pensaba, y el demonio se resiente del nuevo tajo, que junto a las quemaduras del conjuro de Akmenos, empiezan a dejarlo bastante maltrecho.

Balbo por fin decide usar el contraveneno que os ofreció Uther, al ver que este es el combate decisivo y no tendría una oportunidad mejor, y gracias a él consigue resistirse a los terribles efectos del veneno.

Los guerreros hombres rata sufren las quemaduras de la bola de fuego y se alejan de ella despavoridos, mientras que el único que ha conseguido acercarse a la otra sala y entrar en combate realiza un torpe intento de ataque contra el enano que Obsidian desvía sin problemas con su escudo.

El demonio, consciente de su poder y furioso por las llamas que le rodean, intenta acercarse a cuantos adversarios puede, y una vez allí atacar al que considera más débil, consiguiendo dejar un feo mordisco en el brazo de Erevan, que inmediatamente empieza a inflamarse y sus heridas a supurar debido a la oscura saliva del ser demoniaco. Al final, de tanto revolverse consigue que las llamas se apaguen, pero parece que no ha quedado en muy buen estado.

Erevan empieza a notar otro dolor aparte del de su brazo, y es el que siente dentro de su cabeza por la proximidad del demonio...

Erevan se concentra a pesar del veneno que fluye por sus venas y empieza a mover las manos en gestos teatrales. La bola de fuego se mueve hasta situarse entre el asesino y el primarca. Entonces acaba los gestos señalando con rabia al primarca ahora te enseñaré un poco de verdadera magia rata apestosa grita mientras las llamas le alcanzan y una sonrisa se dibuja en el rostro del eladrín.

La sonrisa de le borra por unas toses, escupe al suelo y se sacude la cabeza algo más despejada. Bien, parece que esta vez ese sucio veneno no le ha afectado tanto.

El primarca se ve chamuscado por las llamas y enseguida busca una mejor posición esquivando la esfera, después concentra su voluntad en un nuevo conjuro y podéis escuchar un quejido del enano, que aprieta los dientes para aguantar el dolor en su cabeza...

Akmenos retrocede asegurando la ruta de escape.

- Obsidian, si se juntan los de la habitación avísame

El conjuro del tiflin parece que no va a fallar, pero un súbito pinchazo en el mismo cerebro consigue que en el último momento el rayo salga desviado.

El asesino de los hombres rata intentar asaetear a Obsidian, pero el virote rebota inofensivo contra su armadura, aunque al ver su expuesta posición, el enano decide cubrirse mejor y guardar sus energías, principal causa de que su débil ataque no encuentre a su objetivo.

Ven a verlo tu mismo brujo, yo estoy ocupado... refunfuña el enano al escuchar las palabras de Akmenos.

Balbo sigue sufriendo oleadas de dolor de cabeza debido a la cercanía del demonio, pero parece que la última ha sido bastante más débil que las anterores...

Balbo vuelve a intentar colar un buen golpe, que esta vez sí, parece hacer daño al demonio.

Desde luego, este no es mi momento. Intento dar otro poderoso golpe a la critura, esta vez para drenar vida para alguno de mis aliados, pero al hacerlo, la maza casi se me escurre de las manos. Al fallar, lo único que puedo hacer es clamar a mi señora, diciendole- ¡Mi Señora, cura a uno de mis aliados para que pueda proseguir con el combate!.

Dicho esto, una energía azulada envuelve a Balbo, cerrando parte de sus heridas.

Podeis ver como la esfera de fuego de Erevan consume al hombre rata más cercano, mientras que el que está frente a Obsidian vuelve a fallar en su intento de buscar un hueco en las defensas del enano.

El demonio rata vuelve a abrir sus fauces, y habiendo llegado a percibir la peligrosidad del mago y su fuego, decide contestarle con su propio fuego, abriendo la boca y lanzando una llamarada que envuelve tanto al elfo como al tiflin, aunque este último resiste parte del daño debido a su herencia infernal...