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"Tras el silencio y la oscuridad, viene la luz"

Recordaste esas palabras como si quien te las dijese estuviese allí mismo, en ese mismo instante, mientras tu cuerpo se deslizaba de la silla. Luego, imágenes sin sentido recorrieron tus retinas, mostrandote un objeto que brillaba a la altura de tus ojos, balanceándose una y otra vez, una y otra vez...haciendo que de nuevo, la oscuridad volviese.

TOOONG, TOOONG, TOOONG, TOOONG

Un reloj marcaba las cuatro cuando abriste los ojos, dejando ver una habitación de niña, tu habitación hace muchos años. Era de día, tu madre le ofrecía a un hombre una taza de té. No los veías, pero sabías que estaban allí, sabías que te rodeaban y que hablaban, pero tampoco los escuchabas.

Sentada en una sillita de mimbre y con la muñeca de porcelana de pelo oscuro que llevaba el vestido celeste, miraste alrededor, buscando algo. Te levantaste, y miraste tus zapatitos de charol que hacia no mucho madre te había comprado para la misa, ¿era domingo? Puede que si, si no, no los llevarías puestos.

Bajaste las escaleras tras pasar el pasillo donde la niñera dormía en la cama, echandose la siesta. Esas escaleras que enormes te parecían ahora ¿Cuanta edad tendrías? ¿ 3, o 4 años? Al llegar abajo viste en la puerta a tu tía abuela, o al menos a la que salía en la fotografía que encontrasteis pero mas mayor, era una señora con el pelo ya algo canoso, mirada dulce y llevaba un gran vestido de color granate.

Mi dulce niña, ven Se acercó y te cogió de la mano, ayudándote a bajar las escaleras que te quedaban ¿Quieres una galleta? Claro que si, toma Te ofreció una galleta de una bandeja de plata que había sido traida por...por la misma mujer negra que habías visto en la casa, solo que muchísimo mas mayor, tenía hasta los ojos algo enblanquecidos. Mi pequeña Rose, mi dulce...y pequeña Rose Te acarició el cabello mientras te comias la galleta Ten cuidado con los demonios, habitan en la oscuridad. Cree siempre en dios y el te protegerá, por siempre. Un beso acabó manchándote las mejillas de un color ligeramente rosado antes de que tu tía abuela te soltase.

Ahora, tengo que irme, pero recuerda pequeña, no dejes que la oscuridad te atrape. Se dió la media vuelta, se despidió de tu madre y se fué, montándose en un coche de caballos negros como el cielo sin estrellas.

De nuevo, el objeto que brillaba te cegó y lo que había alrededor se desvaneció por completo, dejándote luego solo sonidos y una intensa sensación de agobio y horror.

-Tiene que hacer algo, aun es muy pequeña Dijo la voz de una mujer que no llegabas a reconocer

-Eso intento señora, pero si no me deja espacio no puedo hacer nada con ella, dejeme espacio señora- Pareció que l avoz se volvió a ti- Mirame fíjamente, y olvida, olvida todo.

Gritos, cantos, olor a quemado, el llanto de un niño, si...un niño...un niño conocido, oscuridad, una cruz rota en el suelo, la sangre inhundando este objeto sagrado...y pavor, pavor al ver una figura de mil ojos rojizos que hizo sacudir tu cuerpo y tu alma, causándote delirios en cada noche desde hacía semanas.

"Tras el silencio y la oscuridad, viene la luz"

Recordaste esas palabras como si quien te las dijese estuviese allí mismo, en ese mismo instante, mientras tu cuerpo caía al suelo. Luego, imágenes sin sentido recorrieron tus retinas, mostrandote un objeto que brillaba a la altura de tus ojos, balanceándose una y otra vez, una y otra vez...haciendo que de nuevo, la oscuridad volviese.

TOOONG, TOOONG, TOOONG, TOOONG

Un reloj marcaba las cuatro cuando abriste los ojos, dejando ver una habitación de niño, tu habitación hace muchos años. Era de día, tu madre le ofrecía a un hombre una taza de té. No los veías, pero sabías que estaban allí, sabías que te rodeaban y que hablaban, pero tampoco los escuchabas.

Sentado en una sillita de mimbre y con una miniatura de tren en las manos, miraste alrededor, buscando algo. Te levantaste, y miraste tus zapatos buenos que hacia no mucho madre te había comprado para la misa, ¿era domingo? Puede que si, si no, no los llevarías puestos.

Bajaste las escaleras tras pasar el pasillo donde dormian tus padres y estaba el cuarto de baño. Esas escaleras que enormes te parecían ahora ¿Cuanta edad tendrías? ¿ 8, o 9 años? Al llegar abajo viste en la puerta a tu tía abuela, o al menos a la que salía en la fotografía que encontrasteis pero mas mayor, era una señora con el pelo ya algo canoso, mirada dulce y llevaba un gran vestido de color esmeralda oscuro.

Mi gran hombretón, ven Se acercó y te cogió de la mano, ayudándote a bajar las escaleras que te quedaban ¿Quieres una galleta? Claro que si, toma Te ofreció una galleta de una bandeja de plata que había sido traida por...por la misma mujer negra que habías visto en la casa, solo que muchísimo mas mayor, tenía hasta los ojos algo enblanquecidos. Mi pequeño Hanks, mi pequeño gran Hanks Te acarició el cabello mientras te comias la galleta Ten cuidado con los demonios, habitan en la oscuridad. Cree siempre en dios y el te protegerá, por siempre. Un beso acabó manchándote las mejillas de un color ligeramente rosado antes de que tu tía abuela te soltase.

Ahora, tengo que irme, pero recuerda, no dejes que la oscuridad te atrape. Se dió la media vuelta, se despidió de tu madre y se fué, montándose en un coche de caballos negros como el cielo sin estrellas.

De nuevo, el objeto que brillaba te cegó y lo que había alrededor se desvaneció por completo, dejándote luego solo sonidos y una intensa sensación de agobio y horror.

-Tiene que hacer algo, aun es muy pequeño, no lo soportará Dijo la voz de una mujer que no llegabas a reconocer

-Eso intento señora, pero si no me deja espacio no puedo hacer nada con el, dejeme espacio señora- Pareció que l avoz se volvió a ti- Mirame fíjamente, y olvida, olvida todo.

Gritos, cantos, olor a quemado, el llanto de un niño, si...un niño...un niño conocido, oscuridad, una cruz rota en el suelo, la sangre inhundando este objeto sagrado...y pavor, pavor al ver una figura de mil ojos rojizos que hizo sacudir tu cuerpo y tu alma, causándote delirios en cada noche desde hacía semanas.

"Tras el silencio y la oscuridad, viene la luz"

Recordaste esas palabras como si quien te las dijese estuviese allí mismo, en ese mismo instante, mientras tu cuerpo caía al suelo. Luego, imágenes sin sentido recorrieron tus retinas, mostrandote un objeto que brillaba a la altura de tus ojos, balanceándose una y otra vez, una y otra vez...haciendo que de nuevo, la oscuridad volviese.

TOOONG, TOOONG, TOOONG, TOOONG

Un reloj marcaba las cuatro cuando abriste los ojos, dejando ver una habitación de niño, tu habitación hace muchos años. Era de día, tu madre le ofrecía a un hombre una taza de té. No los veías, pero sabías que estaban allí, sabías que te rodeaban y que hablaban, pero tampoco los escuchabas.

Sentado en una sillita de mimbre y con una miniatura de un oso entre las manos, miraste alrededor, buscando algo. Te levantaste, y miraste tus zapatos buenos que hacia no mucho madre te había comprado para la misa, ¿era domingo? Puede que si, si no, no los llevarías puestos.

Bajaste las escaleras tras pasar el pasillo donde dormian tus padres tu hermana y estaba el cuarto de baño. Esas escaleras que enormes te parecían ahora ¿Cuanta edad tendrías? ¿ 12, o 13 años? Al llegar abajo viste en la puerta a tu tía abuela, o al menos a la que salía en la fotografía que encontrasteis pero mas mayor, era una señora con el pelo ya algo canoso, mirada dulce y llevaba un gran vestido de color lila oscuro.

Mi gran hombretón, ven Se acercó y te cogió de la mano, ayudándote a bajar las escaleras que te quedaban ¿Quieres una galleta? Claro que si, toma Te ofreció una galleta de una bandeja de plata que había sido traida por...por la misma mujer negra que habías visto en la casa, solo que muchísimo mas mayor, tenía hasta los ojos algo enblanquecidos. Mi pequeño Reginald, mi pequeño gran Reginald...Has crecido mucho y tu ahora eres el mayor, espero que te comportes como todo un hombrecito Te acarició el cabello mientras te comias la galleta Ten cuidado con los demonios, habitan en la oscuridad. Cree siempre en dios y el te protegerá, por siempre. Un beso acabó manchándote las mejillas de un color ligeramente rosado antes de que tu tía abuela te soltase.

Ahora, tengo que irme, pero recuerda, no dejes que la oscuridad te atrape. Se dió la media vuelta, se despidió de tu madre y se fué, montándose en un coche de caballos negros como el cielo sin estrellas.

De nuevo, el objeto que brillaba te cegó y lo que había alrededor se desvaneció por completo, dejándote luego solo sonidos y una intensa sensación de agobio y horror.

-Tiene que hacer algo, aun es muy pequeño, no lo soportará, ninguno lo soportará Dijo la voz de una mujer que no llegabas a reconocer

-Eso intento señora, pero si no me deja espacio no puedo hacer nada con el, dejeme espacio señora- Pareció que l avoz se volvió a ti- Mirame fíjamente, y olvida, olvida todo.

Gritos, cantos, olor a quemado, el llanto de un niño, si...un niño...un niño conocido, oscuridad, una cruz rota en el suelo, la sangre inhundando este objeto sagrado...y pavor, pavor al ver una figura de mil ojos rojizos que hizo sacudir tu cuerpo y tu alma, causándote delirios en cada noche desde hacía semanas.

"Tras el silencio y la oscuridad, viene la luz"

Recordaste esas palabras como si quien te las dijese estuviese allí mismo, en ese mismo instante, mientras tu cuerpo caía al suelo. Luego, imágenes sin sentido recorrieron tus retinas, mostrandote un objeto que brillaba a la altura de tus ojos, balanceándose una y otra vez, una y otra vez...haciendo que de nuevo, la oscuridad volviese.

TOOONG, TOOONG, TOOONG, TOOONG

Un reloj marcaba las cuatro cuando abriste los ojos, dejando ver una habitación de niño, tu habitación hace muchos años. Era de día, tu madre le ofrecía a un hombre una taza de té. No los veías, pero sabías que estaban allí, sabías que te rodeaban y que hablaban, pero tampoco los escuchabas.

Sentado en una sillita de mimbre y con un martillo para reflejos en las manos, miraste alrededor, buscando algo. Te levantaste, y miraste tus zapatos buenos que hacia no mucho madre te había comprado para la misa, ¿era domingo? Puede que si, si no, no los llevarías puestos.

Bajaste las escaleras tras pasar el pasillo donde dormia la sirvienta que se ocupaba de ti, siempre estaba dormida, no te gustaba. Esas escaleras que enormes te parecían ahora ¿Cuanta edad tendrías? ¿ 7, o 8 años? Al llegar abajo viste en la puerta a tu tía abuela, o al menos a la que salía en la fotografía que encontrasteis pero mas mayor, era una señora con el pelo ya algo canoso, mirada dulce y llevaba un gran vestido de color Naranja oscuro. Si, era ella, la que tantas veces habías visto cuando eras pequeño, sin embargo no recordabas que ella jamás hubiese estado en tu casa.

Mi gran hombretón, ven Se acercó y te cogió de la mano, ayudándote a bajar las escaleras que te quedaban ¿Quieres una galleta? Claro que si, toma Te ofreció una galleta de una bandeja de plata que había sido traida por...por la misma mujer negra que habías visto en la casa, solo que muchísimo mas mayor, tenía hasta los ojos algo enblanquecidos. Mi pequeño Vincent, mi pequeño gran Vincent...Has crecido mucho, espero que te comportes como todo un hombrecito Te acarició el cabello mientras te comias la galleta Ten cuidado con los demonios, habitan en la oscuridad. Cree siempre en dios y el te protegerá, por siempre. Un beso acabó manchándote las mejillas de un color ligeramente rosado antes de que tu tía abuela te soltase.

Ahora, tengo que irme, pero recuerda, no dejes que la oscuridad te atrape. Se dió la media vuelta, se despidió de tu madre y se fué, montándose en un coche de caballos negros como el cielo sin estrellas.

De nuevo, el objeto que brillaba te cegó y lo que había alrededor se desvaneció por completo, dejándote luego solo sonidos y una intensa sensación de agobio y horror.

-Tiene que hacer algo, aun es muy pequeño, no lo soportará, ninguno lo soportará Dijo la voz de una mujer que no llegabas a reconocer

-Eso intento señora, pero si no me deja espacio no puedo hacer nada con el, dejeme espacio señora- Pareció que l avoz se volvió a ti- Mirame fíjamente, y olvida, olvida todo.

Gritos, cantos, olor a quemado, el llanto de un niño, si...un niño...un niño conocido, oscuridad, una cruz rota en el suelo, la sangre inhundando este objeto sagrado...y pavor, pavor al ver una figura de mil ojos rojizos que hizo sacudir tu cuerpo y tu alma, causándote delirios en cada noche desde hacía semanas.