Partida Rol por web

Un sonoro e irritante ruido resuena en todo el colegio:

¡¡¡AAUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAA!!!

Y tú sabes que significa ese sonido....significa que...¡ACABAN DE COMENZAR TUS VACACIONES DE VERANO!.

El hermano Julián intenta recordar sin mucho éxito que hay que entregar los cuadernillos de deberes el primer día de clase, pero todos los niños gritan de emoción mientras echan a correr arrastrando a su paso mesas, sillas e incluso a algún que otro compañero.

El hermano Julián es vuestro tutor, es uno de los muchos curas del colegio San Bartolomé, en el que estudiais tu y tu hermanita Bea.

La alegría es general, notas como te llena por dentro, ya no más obligaciones, ya no más despertarse tan temprano, se acabaron las tardes aburridas en casa haciendo deberes...ha llegado el momento de divertirse.

Abandonas el aula acompañado por tu trío de amiguetes: Eloy, Daniel y Jairo. Todos gritando y empujando mientras os lanzáis el balón de fútbol por entre la marabunta de crios.

Finalmente llegas a la salida del colegio, el patio ha sido invadido por padres y madres que han venido a recoger a sus hijos... que infantiles, tu ya tienes edad para ir y venir solo...bueno quien dice solo...dice con Bea...tus padres te han obligado a acompañar a tu hermana al colegio porque aún es pequeña para andar sola por la calle. Además apenas tiene amigos, y te han cargado el muerto a ti, ¡como si tu no tuvieses bastantes problemas de los que preocuparte! que si jugar al fútbol, hacer trastadas, besar a chicas...

Una vez en el patio Eloy lanza el balón hacia el pequeño campo de fútbol, aunque las porterías no tienen red aún se puede jugar bien allí. Mientras tus tres amigos corren hacia el balón, Jairo te grita:

-¡Eh Marcos, pringao el último que llegue!

Un sonoro e irritante ruido resuena en todo el colegio:

¡¡¡AAUUUUUUUUUUAAAAAAAAAAAAA!!!

Y tú sabes que significa ese sonido....significa que...¡ACABAN DE COMENZAR TUS VACACIONES DE VERANO!.

La hermana Angelines intenta recordar sin mucho éxito que hay que entregar los cuadernillos de deberes el primer día de clase, pero todos los niños gritan de emoción mientras echan a correr arrastrando a su paso mesas, sillas e incluso a algún que otro compañero.

La hermana Angelines es vuestra tutora, es una de las muchos monjas del colegio San Bartolomé, en el que estudiais tú y tu hermano Marcos.

La alegría es general, notas como te llena por dentro, ya no más obligaciones, ya no más despertarse tan temprano, se acabaron las tardes aburridas en casa haciendo deberes...ha llegado el momento de divertirse.

Uno a uno ves a tus compañeros abandonar el aula rebosantes de felicidad, aunque no eres amiga de ninguno de ellos no puedes evitar contagiarte por tanta alegría y alboroto.

Estas a punto de comenzar a recoger tus cosas cuando la hermana Angelines se acerca a tu mesa.

-Beatriz, hija mia ¿que tal ha sido este curso, has hecho muchos amigos?

La monja solía preocuparse por ti, posiblemente por ser la niña de clase que pasaba más tiempo a solas o en silencio.

Angelines era una monjita buena, simpática, no como las otras monjas, que eran gruñonas y siempre castigaban a los niños, esta no, esta era como un angel, buena contigo y con el resto de niños...te gustaría que fuese más jóven para poder ser tu mejor amiga...pero la vida es así...

Bea no sabe muy bien que contestarle a la hermana Angelines puesto que tanto en este curso como en los anteriores no ha conseguido ningún amigo - ...este año lo intenté... - dijo con la voz quebrada recordando varios intentos fallidos de intentar hablar con alguna compañera de su clase.

- Hace unos días le dije a Sara que me dejara sus tijeras, hermana Angelines - se le iluminó el rostro, Sara era la chica que se sentaba con ella en clase, la profesora la puso con Bea al principio de curso. La compañera de pupitre la trataba bien y por eso es con la que Bea "hablaba" si es que lo que hacía se le puede llamar hablar.

- Sara me cae bien, el año que viene vamos a ser las mejores amigas - dijo sin confiaza en ella y cambiando de tema rotundamente - pero el curso lo acabé todo con buenas notas - contestó a la monjita y se quedó esperando la aprobación.

Nada más escuchar la sirena, Marcos empieza a recoger sus pocas cosas, listo para salir disparado hacia fuera de la clase. Al ver que sus compañeros salían antes que él, aumentó la carrera que incluia saltar mesas, pisar compañeros e incluso tirar la papelera al final. -¡Que la recoja Federico cuatro ojos, yo me marcho!- No soportaba a Federico, ya que era el que apuntaba en la pizarra a los niños que se portaban mal, cuando no habia profesor. Por supuesto Marcos siempre estaba en esa lista.

-Se acabaron los deberes...¡A ver la tele!¡Toma Eloy!- Dice pasandole el balón a punto de golpear a un chico de un curso inferior. -Jo, tengo que recoger a la mocosa- Se recordó. No le caia nada bien, pero sabía que no hacerlo podía ser peor, ya que supondria quedarse sin balón y un castigo sin tele. Aunque sabía que funcionaba la del desván, no había vuelto a subir alli desde que aquel terrible monstruo alargado apagó la luz y le atacó. -¡Pues que me busque!, ¡la esperaré fuera!-

Al salir corrió hacia sus compañeros, dispuesto a dar alguna patada a alguno mientras le quita el balón. -No saben ni jugar- Pensó.

-¡Pringao tu, que te gusta la hermana de Eloy!¡Pásamela, que eres un chutón!-

-¡Vaya,me alegra mucho oír eso hija mia!, bueno, pues aver si este verano haces muchos amigos y lo pasas bien, que has sacado muy buenas notas y te mereces un poco de diversión...anda preciosa,ve que te estará esperando tu hermano. ¡Y no olvides divertirte!

La monjita se muestra cariñosa y a la vez triste, pero esto último apenas puedes distinguirlo en sus ojos.

Con un abrazo se despide de ti hasta el curso que viene, deseandote unas felices vacaciones.

Sin duda Federico cuatro ojos iba a tener un buen montón de trabajo extra...al volcar la papelera salieron disparados montones de bolas de papel, pero ¡que demonios! ¿acaso era problema tuyo? , claro que no, lo que tocaba era divertirse.

Sin duda había que recoger a la enana...pero oye, también te puedes tomar un respiro el último día...total, aún no ha salido, tendrás tiempo de dar alguna que otra patada al balón y demostrar a tus amigos quien juega mejor.

Puedes escuchar como Eloy responde a tu decisión de esperar a tu hermana afuera:

-¡Asi se habla tio!

Con el corazón rebosante de alegría sales corriendo hacia tus colegas, con la vista fija en el balón y la cabeza llena de ilusión.

- Es cierto, mi mano me espera fuera, tengo que darme prisa o se enfadará conmigo - decía cogiendo la mochila y echándosela al hombro - Hasta el próximo año - la niña no se percató de la cara de tristeza de la hermana Angelines y salió a la puerta a buscar a su hermano Marcos.

Marcos tenía claro que no iba a ser el pringao de los tres. Sabía que era rápido, y aunque les habia sacado algo de ventaja, no estaba la cosa tan dificil, aunque tendría que hacer un esfuerzo, y posiblemente despues le pinchara el lado, como a veces le pasaba.

Al ponerse al lado de Eloy continuó el esfuerzo, a apenas dos metros de Jairo, que pateaba la pelota con soltura. Al alcanzarle no tardó en mostrar su destreza quitándole el balón sin que pudiese hacer nada y chutando él a la zona donde estaba la portería, con su invisible portero.

-¡Eso por no pasar!¡El gol es mio!- Tras esto, mientras se hurgaba un poco en la nariz mientras los dos amigos le decian algo, lanzó un vistazo rápido hacia la puerta, por si habia aparecido su hermana.

"Tengo que darme prisa o se enfadará conmigo".

Mientras recorres el pasillo del colegio vas pensando en lo que acababas de decir... lo cierto es que la mitad de las veces, tu hermano Marcos se entretenía con sus amigos y te recogía tarde, a pesar de estar los dos en el mismo colegio...pero eso sí, si algún día eras tú la que llegabas tarde...entonces no dejaba de recordarte que resultabas una carga para él hasta que llegábais a casa... por ello apretaste el paso con tus pequeñas piernecitas, queriendo llegar antes que él para que no te chillase...

Cuando alcanzasla puerta y miras al exterior puedes ver el inmenso patio del colegio San Bartolomé, lleno de niños jugando y de padres que han venido a buscarles...no te cuesta encontrar a tu hermano, un vistazo a los puntos en los que se le podía encontrar habitualmente y allí estaba, en el campo de fútbol junto a sus tres amigos de travesuras.

Se estaba hurgando en la nariz mientras miraba hacia la puerta, por lo que supiste que te acababa de ver también.

Cuando comenzaste a descender las escaleras hacia el patio pudiste ver cómo una niña de su clase se le acercaba. No se trataba de Ana, pero creías averla visto alguna vez con ella.

Tras la espectacular jugada tus amigos no pueden hacer otra cosa que aclamarte entre palmadas y caras de asombro.

Después vuelven a correr hacia el balón, justo entonces puedes divisar a tu hermana Bea en la puerta del colegio, mirándote, al parecer acaba de salir...cómo odias cada vez que se retrasa...¡encima que tienes que ser su canguro personal tienes que recogerla cuando la niña salga!...

Tu hermana comienza a bajar las escaleras en dirección a ti, pero depronto, de entre la multitud de niños surje una muchacha de tu clase,se trata de Lara, una de las amigas de Ana, es bajita y con una sonrisa en la cara, mostrando al mundo sus horribles dientes de morsa mientras se dirige hacia ti.

A todo correr haces abandonar a tu dedo las excavaciones nasales...un segundo más tarde y te hubiese pillado infranganti...

Cuando llega hasta ti la niña saca las manos de la espalda y te tiende la mano.

-Marcos, Ana me ha dado esto para ti, jijiji, dice que no lo leas hasta que no llegues a casa.

La niña te entrega un sobre de color...¡ROSA!...y por si fuera poco...¡CON BRILLANTINA!... esta si que es buena...aver como te lo montas para que no lo vean tus colegas...

Tras cumplir su misión, Lara corre entre los niños, puedes seguirle la pista con facilidad...es difícil no ver ese vestido tan cutre de color rosa chillón... ves como se reune con un grupo de niñas entre las que se encuentra Ana...y esta última te lanza una sonrisa tímida desde lo lejos...

¡Soy un maquina! A ver cuando aprenden... Pensaba exitoso tras haber logrado la magnífica jugada futbolera. Pero su mirada cortó la carrera que de nuevo inició hasta el balon, al ver a Bea bajar las escaleras. Mírala, tarde como siempre. Podría ir sola a casa y asi perdería menos el tiempo.

-Ey chicos me tengo que marchar si quiero ver la tele hoy, ¡ha llegado la mocosa!- Pero mientras se dirige a ella se da cuenta de que una de las amigas de Ana se dirige hacia él. Oh no, "La morsa", tendré que ser simpático si no quiero que Ana se enfade, ¿por qué tendrá amigas asi? No le mires a los dientes... se dará cuenta Se decía mientras la chica le hablaba. Tras haber recibido la carta sin haberlo pensado si quiera, le respondió. -Dile que gracias. Me esconderé en el baño nada más llegue y la leeré. Eres... ... una horrible morsa ... ...muy simpatica.

Tras haberse retirado, siguió la pista a la chica, que se situó cerca de Ana, que le sonreía. Marcos no pudo evitar devolver la sonrisa con una encantadora mientras sentía ese "calorcito" de verguenza, como él lo llamaba. Su madre le decia que tenía la sonrisa más encantadora del mundo, aunque claro, también había oido decirlo a Bea. Cuando se dió cuenta de que estaba mirando la carta como un pasmarote, pensó en sus amigos, y mientras la escondía casi cómicamente y a toda velocidad entre el pantalón y su camiseta para que no se viese, la sonrisa de Ana se agravó. Marcos miró avergonzadamente a sus amigos deseando que no hubiesen visto nada, y continuó hasta Bea.

-Hola mocosa- le dijo mientras le pasaba la mano por la cabeza, despeinándola un poco. -Eres una tardona, siempre te tengo que esperar. ¿Que tenías que hacer que sea tan importante? El año que viene vendrás y te irás sola ¿no? Anda vamos, si no nos echarán la bronca por tu culpa...-

Cuando llegó a las puertas del colegio miró a su derredor pero no encontraba a su hermano, pero al mirar en el campo de fútbol lo encontró, vió como una chica le dió una cartita. Su hermano se acercó a ella y sus palabras no agradaron a la pequeña - Iré sola... quedate tu con la tonta de tu novia y sus cartas - dijo enfadada con su hermano y se volvió a colocar la mochila y se dirigía hacia casa.

Odio a mi mano, lo odio pensaba mientras caminaba llena de rabia y dolor, las lágrimas empezaron a aflorar y recorrer sus mejillas acompañadas de pequeños sollozos.

Marcos tiene la suerte de guardar corriendo la embarazosa carta en sus pantalones, evitando así que alguno de sus colegas la viese.

La pequeña Bea siente como se le parte el corazón cuando su hermano le echa en cara que es un estorbo...aunque ya está acostumbrada a que se lo diga. Comienza a andar hacia casa con diminutas lágrimas en sus ojitos.

Antes siquiera de que a Marcos le de tiempo a reaccionar, Eloy, uno de sus amigos, se le acerca por la espalda, y asegurándose de que la pequeña no le escucha, susurra al oído de su compañero.

-Vale tio, pero recuerda...esta noche sobre las 10 te pasamos a buscar para ir a reforzar la casa del árbol...y...que no se te acople la pitufa. Hasta luego.

-Oh, venga chiquitina. No te pongas asi.- Seguro que si le dice a mamá que la hice llorar de nuevo me busco otra bronca -Vamos a casa... ¿Qué?¿Qué dices de novia? Yo no tengo novia, solo me rio de esas cursis. Anda marchando...- Marcos casi se sobresaltó al escuchar la voz de Eloy de repente, y se retrasó un poco aprovechando que Bea andaba un poco distraida ...

Seguro que me ha visto guardar la carta, ¿Qué le digo ahora? ... pero su alivio fue mayúsculo al comprobar que Eloy no lo buscaba por eso. -Ah, claro. La... la casa del árbol. No te preocupes, ya sabes, estaré donde siempre. Y no te preocupes por el pequeño estorbo, si no se ha dormido ya no dejaré que se acople. Siempre está metida en todo!-

Tras despedir a Eloy, acelera su marcha para ponerse de nuevo junto a Bea, temiendo que algo le pasase y para variar, llevarse toda la bronca. -¿Por qué eres tan llorona? ¿Y por qué no estás nunca con tus amigas?-

Ambos hermanos emprenden la vuelta a casa, seguirían el recorrido que otras tantas veces seguían, Marcos lo conocía bien, pero no podía decirse lo mismo de la pequeña Bea, quien se desorientaba con facilidad entre las grises y similares calles.