Partida Rol por web

Jenni seguía tomando el papel de medica del grupo y eso era reconfortante para todos, pues no era facil encontrar niños medicos a los que no les dieran repelus la sangre y pupas. Pero Marcos no parecía muy satisfecho con esta ultima cura y le lanzo un buen puñetazo a Jenni. Rápidamente actuó agarrando con fuerza a Marcos para que dejara de golpearla, sin duda debía estar muy loco y afectado por las heridas para golpearla, así que aunque enfadado no se lo tuvo del todo en cuenta.

Estate quieto! Somos nosotros.. te esá curando tonto"!

¿Estas bien Jenni? Hum! Perdonale.. debe estar mareado!

Tenemos que irnos cuanto antes de aqui, si..

Cuando Jenni se hubo recompuesto miró a Bea y esperó a que estuviera lista para que comenzaran a abrir la marcha hacia la puerta cuanto antes.

Desde su bolsillo (ahora ya era "su" bolsillo, tanto suyo como de Jenni), la pija, agarrada al borde de tela podía presenciar cuanto ocurría allá fuera, simplemente sacando sus ojillos y un poquito la nariz. La cabeza le dolía, seguía muy mareada, y casi no podía mover el brazo izquierdo. Pero por lo menos podía estar de pie, y verlo todo "en primera fila".

Así que presenció muy de cerca el proceso curativo de Su Héroe, al que la Sanitaria llenó de algo amarillo, y de tiritas inmediatamente después. Cosa que a Marcos le espabiló, pero que no le sentó demasiado bien, por que le arreó un puñetazo de aúpa, casi como el que le metió su primo Jose al bobo aquel que le quería robar su chocolate. Y es que Jose no soporta que se metan con él, pero si se meten con su chocolate... entonces más vale salir corriendo.

-¡Marcos, Marcos! ¿Estás bien...? ¡Te ha curado Jenni! ¡Como a mí!

Su vocecita gritaba, pero no se oía a penas, tan delgada y diminuta como ella misma...

A pesar de lo que pudo parecer en un primer momento, el puñetazo de Marcos fue perdiendo potencia a medida que acortaba el espacio restante entre él y la cara de Jenni. Cuando llegó hasta ella, golpeó su frente con un golpe seco, como si de un coco se tratase, haciendo que la médica-monstruo echase la cabeza hacia atrás y volviese a su posición original de inmediato, como un saco de boxeo.

Resultó cómico a pesar de lo trágico de la situación, sin duda las heridas habían trastornado a Marcos, convirtiéndole en un peligro para todos los que le rodeaban.
Pero había que continuar, había que seguir adelante, luchando por escapar de aquél mundo de terror y surrealismo en el que se hayaban cautivos.

¡¡¡Tato, que es Jenni con las medicinas!!!... Exclamó entre indignada y preocupada. Lo primero porque estaba atacando al oficial médico del escuadrón y eso estaba francamente mal y lo segundo porque, según rezaba la cara de sorpresa de su hermano, estaba más que claro que había confundido a Jenni con otra cosa bien distinta y para eso había que tener los sesos muy hechos polvo. ¡Menos mal que no parecía haberle hecho daño alguno! Eso sí, los golpes recibidos por culpa del gnomo debían haberle producido daños irreversibles. ¿¡Era o no era como para preocuparse!? Tendría que preguntarle a Jenni por el diagnóstico, término que no tenía muy claro lo que significaba, pero que era justo lo que venía antes de que te recetasen un montón de medicinas repelentes de nombres incomprensibles.

Justo entonces se dio cuenta de algo extremadamente importante. ¡Marcos había reaccionado! ¡Era cierto! No había que preocuparse, ¡por fin había hecho algo habitual en él! Ya que sin ir más lejos en el recreo de su colegio los de quinto “A” casi siempre se andaban pegando con los de la clase de su hermano. Siguió el ritmo de Dani y entre ambos terminaron de bajarlo, ahora había llegado el momento de comprobar si de verdad se encontraba mejor o Bea pasaba a las inyecciones.

Mientras iban avanzando hacia la puerta y esperaba su reacción, la pequeña alzó la vista, revisando su entorno por si acaso, y echó un vistazo a Nave, ¿ella había pilotado eso? ¿Ella le había lanzado un arpón al gnomo? De repente, se preguntó en qué momento exacto había pasado de llorar desconsoladamente, debido a la ingesta indiscriminada de hermanos, a la lucha armada y de golpe se sintió empequeñecer de nuevo, pero hubo que reconocer que no le duró mucho, ya que lo primero que añadió, refiriéndose a la puerta, fue: Cuando lleguemos... primero había que terminar de atravesar el claro, ¿la abro a la de tres?... Era lo más sencillo, un, dos y… ¡pumba!

¡Le había pegado!, aquél niño estúpido le había dado un puñetazo a cambio de curarle. Si aquella era su forma de dar las gracias, ¡sería la última vez que le haría un favor!.

Se había quedado confusa en la nave mientras los demás descendían por la rampa, pero cuando terminó de asimilar lo sucedido, no pudo hacer otra cosa que fruncir el ceño y bajar corriendo hasta donde se encontraban Dani y Bea ayudándole a sostenerse en pie.

Con rapidez, se situó ante el niño bobo:

-¿Dónde vaz, eztúpido?.

Sacó el bote amarillo y lo apretó con fuerza apuntando a la cara de Marcos.

Ahora si que te voy a curar...

La venganza es un plato que se sirve frío, pero la de Jenni venía recién salida del horno.

Ni corta ni perezosa, la muchacha se plantó ante Marcos y apretó el bote de Betadine apuntando a su cara. Esa era su respuesta al puñetazo que el chico le había dado momentos antes.

Un chorro de color oscuro salió disparado hacia la cara de Marcos, que cerró los ojos instintivamente y apartó su cabeza hacia un lado en el último momento, esquivando el chorretón, que fue a parar a la rampa de la nave. La venganza había fracasado.

Justo en el momento más álgido del enfrentamiento, cuando ambos niños se hayaban cara a cara y la totalidad del equipo se encontraba en el claro, un escalofriante aullido recorrió el bosque entero, calándoles los huesos y dejándolos de piedra por un instante.

El ruido parecía hecho por algún tipo de animal... o algo peor... e inmediatamente se escuchó otro que seguía al primero, igual de escalofriante, igual de aterrador.

El sonido se filtraba por entre los troncos de los árboles, y parecía sonar a una distancia bastante prudente.

No se lo había esperado y únicamente le salvó el propio instinto. Aún se encontraba algo mareado, por lo que no tenía fuerzas para responder ante el ataque de Jenni...claro que, tampoco podía tenérselo demasiado en cuenta ¿verdad?
La niña le había intentado ayudar y la respuesta de Marcos había sido claramente equivocada. Poco importaba que pudiera explicarle que se había equivocado, que la había confundido con el asqueroso gnomo. De hecho, si le decía aquello puede que la molestara más de lo que ya estaba, porque, la verdad, la muchacha no era demasiado agraciada, pero tanco como para compararla con el gnomo...

El momento de tensión fue roto, o mejor decir que fue sustituído, por el sonido de unos aullidos en las cercanías.
¡Lo que les faltaba! Por si fuera poco que el monstruo hubiese intentado engullirlos, ahora una manada de lobos, o eso le parecía al muchacho, se unía al banquete.
Pues él no pensaba quedarse para formar parte del primer plato, eso seguro.

¡Vamos, rápido! - exclamó recuperando levemente los ánimos. La adrenalina es lo que tenía, y ahora mismo Marcos debía aferrarse a cualquier cosa, aunque fuese al miedo, para conseguir las fuerzas necesarias para no suponer una carga para los demás.
Rápidamente se sacudió a aquellos que intentaban ayudarle, y avanzó hacia la puerta - No tenemos más opción que ver donde nos lleva esta puerta.

En realidad tenían la opción de volver a la nave, pero ¿qué hacer entonces? Puede que aquella fuese la única salida que tuvieran para volver a casa, y si dejaban que los lobos se acercaran demasiado perderían la oportunidad.
Sin pensarlo dos veces alargó la mano e intentó abrirla.

Dani rió levemente ante el chorrazo de betadine que Jeni había lanzado, pero ambos no estaban hoy muy finos con la puntería para suerte de Marcos. Pronto su risa se detuvo y su cara cambió a una más asustada al oir los aullidos cerca de ellos.

¡Lobos!

Marcos parecia recuperar fuerzas frente al nuevo peligro por lo que termino soltandole, lo que era un alivio para su maltrecho cuerpo, agotado por no haber tenido un momento de respiro desde que llegaron. Continuó tras él, con la intención de pasar la puerta justo detras de él.

¡Vamos, vamos chicoz!

No podía creérselo, a una distancia tan corta y había fallado... ¡había fallado!, sin duda sería debido a los efectos entorpecedores que aquél bosque estúpido causaba en ellos.

Si por un momento se pensó que se iría de rositas tras darle un puñetazo, ¡es que estaba loco!, no tenía miedo ni a su hermano, y eso que era mucho más mayor que Marcos.

Cuando estaba lista para asestarle una patada a sus genitales, un escalofrío recorrió su cuerpo. ¿Qué era eso?, seguro que nada bueno, ese lugar estaba lleno de cosas malignas, debían salir de allí cuanto antes.

Echó un vistazo a su alrededor mientras Marcos y Dani corrían hacia la puerta, y entonces la vió, no podían dejarla allí, tenían que llevarse consigo la nave por si algún nuevo peligro les acechaba tras aquella puerta. Y si el problema era que la nave no podía cruzar el umbral debido a su tamaño, ella tenía la solución. Con un chasquido de sus dedos, la nave se transformó de inmediato en una miniatura, tan pequeña como una nave de juguete, que fue a parar a su mano, sustituyendo el inservible bote de Betadine.

Teniendo ya todo lo necesario, la niña tendió su mano libre a la pequeña Bea y echó a correr hacia la salida:

- ¡Vamoz Bea, no debemoz zepararnoz, hay que eztar unidoz!.

Por Aitana no se preocupaba, ya que la llevaba en su bolsillo.

Un chorro de betadine surcó el aire imprevisiblemente, mientras que simultáneamente el espacio que les envolvía se llenaba de aullidos penetrantes. No tenía ni idea de qué podía ser aquello, pero no parecía albergar nada bueno.

Una imagen de colmillos y mandíbulas babeantes surcó la mente de la pequeña y de sopetón, la sangre que corría por las venas de Bea, en vez de helarse, se aceleró como si un dedo hubiera decidido presionar el botón de encendido de una batidora. Se imaginó a sí misma girando y girando dentro del vaso mezclador, haciéndose picadillo en el proceso. ¡Puaj!...

Entonces Marcos, seguido inmediatamente de Dani, se acercó con rapidez a la puerta e intentó girar el pomo dorado. Nadie había recitado “a la de tres”, pero el efecto había sido el mismo. ¡Ahora sólo faltaba que no se abriera, aunque deseaba con todas sus fuerzas que no fuera así!

Escuchó la voz de Jenni, llamándola justo después de que Nave se hubiera empequeñecido de golpe, desapareciendo ante sus ojos, ¡caray!... Sonrió de oreja a oreja asombrada, ¡voy, voy!... anunció, espabilándose, tomando con fuerza la mano que la otra niña le tendía y apresurándose a toda pastilla detrás del resto de sus compañeros.

Una vez alcanzada la puerta, por el lateral de los que la precedían asomó una cabeza súbitamente, cuyos ojos permanecían cerrados herméticamente: ¡Que sea una salida, que sea una salida, que sea una salida!... Y de repente, se abrieron de par en par, como dos rosquillas, esperando vislumbrar una vía de escape al exterior.

Corrieron, la nave se hizo pequeña, los aullidos eran cada vez más y sonaban más cercanos, Marcos agarró el pomo dorado y lo hizo girar, la puerta se abrió chirriando, un vendaval comenzó a desatarse a su alrededor, agitando las ramas de los árboles y los arbustos.

Dentro estaba oscuro, pero entraron, uno tras otro y no especialmente despacio, puesto que ninguno de ellos quería quedarse para comprobar lo que llegaría hasta ellos en pocos segundos.

Tras ellos, la puerta se cerró sola y con un fuerte golpe que retumbó en sus oídos, atrás quedaba aquél extraño lugar...