Partida Rol por web

El blanco es el color de la luz, y el negro de la oscuridad. Si tuvieramos que llamar al color de la nada, lo llamaríamos blanco. Solamente porque en sí es la pureza, lo vírgen, lo inmaculado. Pero no nos olvidemos la realidad. La nada es negra, como la noche negra a falta de luz.

En la nada indescriptible el todo es solo una ilusión, pero latente. La nada y el todo, cuando no son percibidos, son lo mismo. Y ahí empieza todo... o nada.

Por fin has ganado conciencia. Descubres por fin la sensación. Eres todo, eres nada, pero piensas, por lo tanto, existes. ¿Dudas de tu existencia? Por supuesto.

¿Qué eres? Solo tu lo sabes. ¿Para qué existes? Eso deberás descubrirlo.

Ahora es momento de poner límites. El todo es demasiado libre, y tu instinto te dice algo.

Necesitas una forma, necesitas reglas, y tu universo necesita vida.

Pero lo primero es lo primero.

¿Quién eres?

Cuando se hace la luz, miro hacia mi alrededor. Quizás decir mirar sea algo demasiado drástico, al fin y al cabo no soy un ente físico, pero aún así, soy consciente de la infinita bastedad de lo que me rodea. Es algo así como una percepción ... Tan solo existe la pureza de la claridad, del color blanco.

¿Quién soy? ¿Realmente existo? Por supuesto, tengo mis dudas respecto a todo esto, pero tras meditar, las respuestas llegan: Soy todo y nada. Soy lo que soy, una voluntad creadora.

Pienso en mí, en cómo dar el paso y convertirme en una entidad sólida y es entonces cuando comprendo el alcance de mis poderes.

Adquiero la forma de una preciosa mujer, desnuda en un principio, con el cuerpo cubierto de tatuajes de significado poco claro cuanto menos. Mi larga cabellera negra cae indomable hasta mi cintura y mis inquietantes ojos azules reflejan la inmensidad del universo.

Daeneris. Ese es el nombre que me asigno. ¿Por qué no? Me gusta y, desde luego, tan solo yo me conozco. Un pensamiento más y entonces un hermoso vestido negro cubre mi desnuda figura y de pronto me siento mejor. Por fin hay algo de oscuridad en medio del interminable blanco.

Sin embargo, falta algo... Me siento sola. Me concentro un poco y al de un momento, surje la primera forma de vida. Una criatura alada color negro azabache se posa en mi hombro y lanza un poderoso graznido que hace temblar los pilares de la nada que nos rodea. El vínculo que nos une no tiene palabras. Es mi obra.

Cuervo, decido llamar a la criatura. De algún modo es mi compañero, mi amigo, una extendión de mi ser.

Todo lo que me rodea es algo que no tiene descripción. ¿Qué hago allí, si es que se le puede llamar allí a esa falta de cosas? Siento tristeza infinita por todo este vacío y quizás, también furia.

Cierro mis ojos y visualizo un gran edificio marmoreo que quitaría la respiración a cualquiera y allí en medio de él, un majestuoso trono negro cubierto de las piedras preciosas que algún día serían codiciadas por cualquier criatura que llegase a existir.

Tan solo pensar en aposentarme allí basta para aparecer sentada en mi nuevo asiento. Por un momento me siento plena, pero tardo unos instantes en darme cuenta de que mi obra no está completa.

Necesito crear, moldear cosas a mi imagen y semejanza. Necesito que me adoren. Sentirme alabada y temida a la vez. Tendré que tomar medidas al respecto.

Una última cosa ronda por mi cabeza. ¿Habrá más seres como yo?

Sentada en el castillo que tu has construído. En tu enorme poderío has logrado destruir y construir.

Los límites han sido creados y tu poder disminuye con cada creación, pues la sensación de falta es algo de lo que te has dado cuenta recién "ahora". La "falta" es el sacrificio del dios. El sacrifico puede crear, así como el árbol produce frutos consumiendo los nutrientes de la tierra, y así alimentar a otras criaturas que de la tierra no logran extraer nada.

La diosa ha sacrificado su infinidad para dar cuenta a su individualidad, y como individuo debe sentirse solo.

Con la creación de la superficie y de las características, la forma, la idea, de algo, ha surgido la necesidad de un alguien.

El universo necesita crecer y nutrirse.

El cuervo en tu mano ha ganado una voluntad otorgada por ti, y en tu creación ha decidido asistirte.

El cuervo hace nacer del todo un instrumento, sabes lo que es, es una cuerda.

Tu pensamiento y voluntad ahora tienen forma, la forma de la narración. Tu voz ha sido creada.

Relata el cuervo:

"En el primer día, cree mis aposentos, el castillo y a mi sombra, mi cuervo creador"

"Cree el suelo, y el cielo, mis ojos y mi cuerpo, y el cuervo creó la voz y la canción creadora".

Tras los momentos vividos por el éxtasis inicial de mis primeras creaciones, llega la calma y la melancolía una vez más. Soy un ente individual y mi palabra es verbo y sin embargo, ¿de qué me sirve ahora mismo en medio de mi particular torbellino de soledad? 

Cuando medito sobre crear a otros seres, una sonrisa ilumina mi pálido rostro, pero al instante se ensombrece de nuevo. ¿De qué sirve crear vida? ¿Qué diablos harían esas criaturas en medio de ningún sitio? Llego a la conclusión de que primero será necesario crear un lugar donde puedan estar.

De mis cábalas comienza a surgir una gran esfera rojiza. Todo lo que visualizo ocurre. Así pues, dentro de esa esfera, surgen de la nada 4 grandes formaciones de tierra de tamaño descomunal, separadas entre sí por un océano de magma...

Contemplo aquel lugar que acabo de crear con el amor de una madre, pero aún solo contemplo el exterior de ese mundo, pero no es suficiente. En menos de lo que se tarda en parpadear una sola vez me materializo allí mismo para ver de cerca mi obra.

Veo las tierras áridas, agrietadas y salvages rodeándome y luego me fijo en el inmenso océano de ardiente magma. Me siento abatida porque todo aquello, pese a ser una muestra de mi poderío sin límites, no es el súmun de la belleza. ¿qué puedo esperar? Los pensamientos oscuros tan solo engendran cosas desoladoras...

Sin dudarlo, pienso en hacer alguna pequeña obra más. Por un lado, a uno de los continentes, me limito a cambiarle la forma. Tras llevar a cabo un nuevo prodigio, ahora, si se observa a vista de pájaro, ese continente representa la silueta de un cuervo en pose de ataque.

Me materializo en otra de las extensiones de tierra y al sentir que es deprimente tanta planicie, alzo mis manos y es entonces cuando surgen un sin fin de montañas de altura considerable.

Cuando acabo mi trabajo allí, aparezco en el tercer continente y el último que pienso en modificar. En él, con el poder de mi imaginación, hago que surjan abundantes formas de vida vegetal por todas partes. Ahora este lugar es una especie de jungla monumental...

El cuarto continente en cambio, decido dejarlo como fué en sus inicios como gloria de mi primera obra terrenal.

Algo más satisfecha con lo que veo, me acerco a la orilla de uno de los continentes por la parte que da al océano y me sumerjo al interior del magma. Siento un calor sin límites y sin embargo no me quemo...

Cuando he tocado fondo, en primer lugar creo una especie de portal dimensional protegido por poderosa magia. Lo atravieso, y con un simple chasqueo de dedos, traslado allí mi castillo y me encamino magestuosamente a mi trono. "Habrá que bautizar a mi morada. La llamaré Fortaleza Eterna"

Tras la creación de los diferentes continentes, tu planeta ha quedado completo según tu Voluntad.

De las altas montañas empiezas a ver algo bastante inusual. Un líquido, transparente. Este recorre la montaña hasta la base donde se evapora por el calor. Este ciclo se repite infinitas veces.

Los vientos poderosos causados por las olas de calor que recorren el planeta, a veces llevan la condensación a otras planicies, nunca muy lejos de la montaña.

El lugar que has denominado jungla, y donde has puesto tus "plantas" es uno de ellos. El agua comienza a asentarse en pequeños estanques, siempre alimentados por corrientes de las montañas. El calor hace que los aminoácidos concentrados en suelo comiencen a hervir. Es ahí donde depositas tu voluntad creadora. Los primeros seres son tan minúsculos que apenas pueden llamarse "algo". Su crecimiento, por otro lado, es asombroso.

Tras tiempo inconmensurable, donde los estanques ya han empezado a reproducirse lentamente, y la extensión de terreno habitable se empieza a sostener; las primeras plantas empiezan a vivir. Primero son vergonzosos helechos, y luego grandes extensiones de pastos que se alimentan del calor de la tierra.

El colo naranja predomina, es el color del fuego, del magma. Estas plantas pueden soportar altas temperaturas. Altas como los troncos que se forman luego del tiempo.

Es en esa instancia donde aquella voluntad creadora comienza a dar sus frutos.

Las planicies secas con ríos de magma contienen grandes estanques subterraneos que son calentados por la superficie.

De ese lado del mundo, nacen pequeñas alimañas.

Del lado del agua, nacen otros seres, algunos frágiles y rápidos y otros blandos y escurridizos.

Algunos vivien en el agua, otros son anfibios, y los más aventureros son terrestres.

Del lado del fuego predomina la carnicería de la caza, alimañas que comen otras alimañas. Alimañas que se mimetizan con la lava y el fuego. Que comen de la tierra misma y son comidas por otros.

Del lado del agua prevalecen aquellos que comen plantas. Pero algunos fuertes cazadores, robustos como árboles han aparecido.

El equilibrio comienza.