Partida Rol por web

Cadenas. Lo que os mantenía sujeto a aquellas ¿camas? eran gruesas cadenas.

Os encontráis en una habitación generosamente iluminada, la luz era muy intensa y blanca. Alguien estaba obligándoos a beber sangre y eran humanos, después de tanto tiempo en letargo de eso no quedaba duda...vuestro instinto os lo hacía saber. No os podíais mover, no más que unos pocos centímetros de forcejeo con las cadenas y la vuestro estado no os permitía hacer uso de vuestras disciplinas.

"¿Ha llegado ya el momento de despertar?" se preguntaba aquella voz en mi cabeza, la única compañía que había tenido entre sueños durante aquel tiempo.

No, aquello tenía otro matiz que no era el de un sueño; ningún sueño podía reproducir con aquella vividez el sabor de la sangre. La misma vida que me estaba siendo devuelta.

Quería saber cuánto tiempo había pasado, quién eran aquellos mortales y cómo había terminado el conflicto en la colonia.

Mantuve la calma y no reaccioné ante mis impulsos de hablar.

Tenía la sensación que había estado mucho tiempo estacado, ¿era así cómo se sentía el despertar del letargo? ...aquello era extraño. Antes de sacar conclusiones equivocadas necesitaba recuperar más fuerzas

Seguí bebiendo sin dar signos de vida esperando recobrar la movilidad y mis poderes.

Siiiiiiiiiii! después de tanto tiempo el sabor de la sangre recorriendo mis labios, mmmmm... no sabia cuanto tiempo había pasado pero debía de ser mucho porque el sabor de la sangre se le sabía nuevo y refrescante, como si fuera la primera vez.... sonreira ligeramente.

Unos momentos después cuando haya dejado de saborear la sangre y su cerebro comience a racionalizar, intentará comprender la situación en la que está.

¿Donde estoy y cuanto tiempo ha pasado? ¿que es esa luz maldita que quema mis ojos?¿Quien ha osado encadenarme y tratarme de esta manera? forcejeará algo con las cadenas ante este último pensamiento pero se tranquilizará rapidamente.

Hola? Alguien puede ayudarme? dirá con una voz pastosa y ronca, culpa de una garganta que no se ha usado en ¿siglos?

Al notar el contacto con la luz me revuelvo, intentando no abrir mis cansados ojos. Siento como el éxtasis fluye desde mi boca y alimenta mi cuerpo, dando movilidad a mis inertes brazos; poco me importa no poder moverlos demasiado. En cuanto se descuiden, su arrogancia será su perdición. Inocentes....

Una voz masculina habla

- Llama a Derek, dile que están despertando 

- Si señor - responde una voz femenina

Un taconeo se aleja hasta abandonar la sala

¿Qué extraño dialecto hablan en estas tierras...? El acento es la mar de raro... ni siquiera los más burdos maleantes hablan así. Habrá que tener cuidado.

Entrecejo levemente los ojos, para comprobar si puedo ver algo o la luz me ciega irremediablemente.

Demonios, quiero salir.

"Están despertando"

Aquello significaba dos cosas, en primer lugar que había otros en la misma situación que yo y lo segundo era que seguramente se habían percatado que alguno estaba respondiendo.

Continué haciéndome el muerto. No tenía intención de mover un musculo hasta estar seguro que podía someter con mi fuerza a cualquiera que estuviera intentando utilizarme, despertarme o lo que fuera que se tratara aquello.

Probablemente llevaba dormido algunos años, podía esperar un poco más a analizar la seguridad de la situación.

Quién debía ser este "Derek," parecía más un mote que un nombre, sin embargo estaba seguro que se habían referido a una persona con aquello

Vaya parece que mis palabras han causado efecto y el "jefe" viene hacia aquí. Ahhhh!!! ese ruido, ese tac, tac, tac, de una mujer moviendose, mmmmm, maravilloso, que sonido tan agradable, casi tanto como el sabor de la sangre por mi garganta. Ves a por tu superior mi dama y traemelo ante mi, cuanto antes sepa quien esta al mando antes lo podré controlar.

Comenzará a abrir los ojos para intentar acostumbrarse a esta luz del diablo.

El taconeo de la mujer regresaba con fuerza, acompañado por otros pasos más discretos, posiblemente los de un hombre. Fue una voz masculina y madura la que habló, una voz que todos reconocisteis como la del cardenal que os trajo al nuevo mundo con el navío francés. 

- Dejadnos - ordenó

Ni una sola réplica, tan solo obediencia. Los humanos abandonaban la sala y con ello se detenía vuestro suministro de sangre.

"Una voz familiar" Me costó unos segundos reconocer el propietario de aquel timbre, pero pronto una imagen un tanto borrosa se empezó a dibujar en mi imaginario; era Jules Mazarin.

Escenas del pasado empezaron a llegar como flashes a mi mente, escenas en las que compartíamos un largo viaje, recordé su caligrafía y las largas cartas en las que me trataba de convencer para formar parte de su empresa con las mieles del nuevo mundo.

Solo entonces me dí cuenta que no estaba en Burdeos, ni si quiera en Roma; sino en aquel nuevo lugar salvaje que tan pocas ganas y tiempo tuve de explorar; eso en caso que no me hubieran traído de vuelta estacado al viejo continente. No, eso era improbable.

"Jules, Jules..." En mi mente llamaba a aquel hombre que había hablado. Pero mi aparato fonador no articulaba palabra alguna. Seguía desorientado. Y ahora el flujo de sangre que me daba sustento había dejado de correr.

Por segunda vez traté de comprobar sigilosamente si mis músculos reaccionaban.

Lentamente levanté los parpados y una luz blanca demasiado potente se clavó en mis ojos como cuchilladas ¿¡Qué era esa luz?! Estaba asustado, mi primera idea era que me habían dejado a la merced del astro rey. ¡Que intentaban destruirme! 

- Ahgh hg...

Balbuceé presa del pánico con unos sonidos de ultratumba que salieron de lo profundo de mi garganta y volví a cerrar los ojos instintivamente. Traté de llevarme las manos a la cara.

Pronto me percaté que no sentía dolor alguno y segundo a segundo fui tranquilizándome. ¿Tendría valor para volver a abrir los ojos? ¿Y si lo que contemplaba no era de mi agrado? ¿Y si aquello era lo que me esperaba después de la muerte definitiva? ... no, la idea de tener que mirar directamente a los ojos de dios todopoderoso y ser juzgado por todos mis crimenes me aterraba demasiado.

Vaya esto si que es una sorpresa, el cardenal.... y esos ruidos que oigo deben ser Raffaello o Camila o quizas ambos o quiza ninguno, ahhhhhh! Esta maldita luz... cerrará con fuerza los ojos para luego intentar volver a abrirlos.

Será mejor que me mantenga a la espera y veamos que pasa, no se cuanto tiempo a pasado y a quien debe lealtades ahora, y si somos sus aliados ¿porque nos ha encadenado? ¿por seguridad o quiere otra cosa?

Armand se removerá inquieto en su interior, una cosa era estar encadenado y enfrentarse a mortales. Otra muy diferente era estar encadenado y enfrentarse a un vastago.

Era el momento de ser paciente, unos segundos mas no eran nada en comparación al sueño eterno del cual se acabada de despertar.

Escuchasteis como las puertas se cerraban y os quedabais solos

- Espero que podáis disculpar mi atrevimiento al encadenaros... - empezó

Posiblemente percatándose de lo molesta que os resultaba la luz, encendió una pequeña lámpara en un escritorio repleto de informes al fondo y apagó las intensas luces que iluminaban hasta ahora la sala

- ...pero la vida de los mortales encargados de alimentaros me son de gran utilidad - justificó

Soltó las cadenas mientras cruzaba la sala, en orden. En primer lugar las de Raffaello, después las de Armand y por último las de Camila.

Armand abrirá los ojos poco a poco y se acostumbrará a la nueva luz mirando a su alrededor y tratando de comprender que son esos objetos nuevos que le rodean y que no comprende. Le alegrará ver que sus dos compañeros Camila y Raffaello están con él.

Lentamente y con algo de inseguridad se incorporará, mirando de que no le fallen las piernas y caiga al suelo. Cuando haya conseguido ponerse en pie saludará ya que saludar en cualquier otra posición hubiese sido una falta de educación.

Es un honor volver a verle Cardenal dirá inclinando levemente la cabeza

En absoluto os debeís disculpar por vuestras precauciones son lógicas y razonables ya que entiendo perfectamente lo útiles que resultan unos mortales bien "entrenados". Más bien debo ser yo el que me disculpe por una vestimenta tan poco adecuada. haciendo referencia a lo que seguramente son jirones de ropa.

Disculpad, donde estan mis modales... dirá con un tono algo elevado Aún no os he dado las gracias por despertarme de mi letargo. Os ruego volvais a disculparme y lo achaqueis a la confusión propia de acabarse de levantar de tan largo descanso.

En su fuero interno rondan mil preguntas pero no sería correcto avasallar a su anfritión. Por lo que dominará su curiosidad e impaciencia y esperará.

Sentí como era liberado de las cadenas. Con los ojos cerrados todavía, levanté los brazos para sentir su peso y luego abrí y cerré uno de mis puños.

Definitivamente aquello no era un sueño, ni el limbo o las puertas del infierno: Seguía siendo la prisión del mundo y de aquella existencia eterna que me había llevado a la extenuación.

A través de mis parpados noté como Jules apagaba la intensa luz blanca, entonces y solo entonces solté un suspiro consternado y abrí los ojos poco a poco dejando que la imagen de la sala se dibujara lentamente. Empecé mirándome las manos, seguían igual de arrugadas y pálidas que siempre, a penas lograba recordarlas en otro estado.

Yo seguía siendo el mismo, no había dudas. Pero algo raro llenaba la atmosfera a mi alrededor; al principio no supe de que se trataba pero aquellos pequeños detalles se hicieron notables a mi confusa percepción. Lo primero que noté fue el vestuario de Jules tan alejada del hábito eclesiástico al que estaba acostumbrado; ni si quiera era algo aproximado a la moda del renacimiento o el medievo. Todo el ambiente de la sala seguía siendo insólito, la luz de las velas no hacia bailar sombras, si no que las paredes se teñían de luz uniformemente, ni si quiera se veía la llama del fuego en aquél candil.

Armand empezó a hablar, pero no lo escuchaba absorto en todos aquellos cambios. De nuevo sentí algo parecido al miedo, supuestamente no debíamos haber permanecido estacados más que unos años pero todo aquello parecía demasiado cambiado

- ¿Cuánto tiempo ha pasado, Jules?

Mi voz ronca sonó grave y profunda cuando formulé la pregunta mirando a los ojos de Mazarino, con el desconcierto impregnando los míos.

Se encaminó hacia Raffaello con pasos lentos, quizá tan solo buscaba pasearse por la sala y la dirección era lo de menos

- Me temo que varios siglos - confirmando tus sospechas - los planes no siempre pueden llevarse a cabo como se tenía previsto... - continúa

Siento como la ira pasa a través de mis venas. ¿Siglos? ¿"Ese" idiota nos ha dejado tirados... siglos? Bastardo. Intento controlarme, al fin de cuenta... aún estamos en sus dominios. 

Al notar que cambia la luz, decido abrir los ojos lentamente. No miro a la antorcha directamente, e intento localizar a Jules. Le miro furiosa, me acuerdo de él y, aunque hayan pasado siglos, me parece que fuera ayer.

Me incorporo al ver como se aflojan mis cadenas y miro a mi alrededor con cautela.

Le notáis claramente alerta, casi en tensión. Quizá se sienta culpable por los siglos que habéis pasado en letargo, quizá tenga problemas de conciencia al respecto... aunque lo cierto es que todavía no sabéis si ha habido algún motivo para ello.