- Sharon por favor, deja al pobre hombre en paz - exclama una voz a tu espalda, y esta persona camina hasta quedar delante de ti, es alto, de cabellos negros y un comportamiento muy elegante, levanta sus cejas, y te observa, como si te conociera, ¿y tú? ¿lo conoces? - mi nombre es Freud de Locksley, un placer - extiende su mano derecha hacia ti, como signo de confianza entre caballeros. Él ha tomado el apellido de Robin...

Se queda mirando como va dando vueltas  la hija del alcalde, alrededor suyo.

La verdad que las " señoritas" no me gustan, pero he de admitir que es de una belleza extraordinaria, además que tiene buenos pechos y culo..., centremosnos en la mision - piensa Eizhan, cuando Sharon empieza a dar vueltas a su alrededor.

Locksley, me suena ese apellido... - dice con un tono extraño.En el fondo de su corazón , algo le sucede, como un respingo, una extraña sensación de empatía, o de conocerlo.

Se queda en silencio un rato largo, saber quien era el chico de cabello oscuro.Alguien muy cercano a los dos, le había hablado de él y como tuvo que alejarse , para protejerlo.Intenta recobrar el habla, tartamudeando un poco al principio, la misma sensación de familiaridad, de saber quien es, pero no poder decirle quien era realmente, le había alterado.

Co..co...conoce por un casual al señor... - mira a Sharon -..Didac. - vuelve a mirar a Freud -he de hablar con él urgentemente, para un tema de negocios, compartir los conocimientos que cada uno tenemos de artesania,etc.

El corazon de Eizhan, late con fuerza, ya sea por la belleza de la muchacha o el encontrarse con alguien que es alguien muy cercano a  ella, pero no puede desvelar quien es.Al menos de momento.

Por lo menos ahora sabe que debe guardar su distancia. Bajo yo misma los puños, aunque no dejo de sentir esa picazón familiar.

- Oye, tú llegaste por la espalda, no es como si me hubieras dado a pensar otra cosa. – pongo las manos en mi cadera - ¡Y no huelo a perro mojado, así que deja de reírte!

Agradezco tener la capa puesta, no solo porque no me puede ver la cara sino porque creo que acabo de ponerme roja del coraje. ¡Y ahora se ríe, y en mi cara!

Lo que tiene guapo lo tiene de…

Sigo sintiendo esa extraña vibración. Estudio la forma en que me mira, no parece más que un simple bandido pero algo en él se siente como si fuera más que eso. No bajo del todo la guardia, pero tampoco me pongo en ninguna postura amenazante.

Retrocedo un paso. Entre más lo miro más me convenzo: me está leyendo. De alguna forma, pero me está leyendo. Siento un escalofrío, ¿y si es más de lo que parece ser?

-  Tendrás que ganarte esa respuesta – me voy por la tangente - ¿tú quien eres?

Abandonar su hogar ha supuesto un duro golpe para Mary. Y ese frío... ese frío les está matando a todos y su abuela ha enfermado. Viajar a Puerto del Rey en aquellas condiciones no puede ser sano para ella, pero tampoco les quedan muchas opciones para sobrevivir.

Se acurruca en la fina chaqueta que lleva, pues las mantas se las ha dejado todas a tu abuela Sally, y sopla sobre sus manos para calentarlas mientras observa a su alrededor. Donde antes había un mundo lleno de colores y de calor ahora solo hay un páramo blanco, donde la vida no puede ni si quiera crecer. Están en un desierto congelado. Parece que nada puede animarla cuando percibe un aroma familiar. El salitre llena sus fosas nasales, reconfortando su cuerpo cortado por el frío, casi congelado por esas bajas temperaturas.

A lo lejos observa las altas atalayas de Puerto del Rey y el mar a sus pies, bañando sus puertos. Los barcos amarrados indican que seguramente pocos han salido a faenar por el mal tiempo y el mar muerto.

-Gracias que ya hemos llegado... Abuela, ¿cómo es Jack Bean? ¿De verdad hizo todo eso? Lo del gigante y tal...

Derek sintio el dolor de los huesos, ni para alguien como el era facil de sanar tales heridas. Recordo salir volando y el impacto. Si ese golpe lo hubieran recibido cualquiera de sus amigos, sin duda no lo habrian contado.
Aun asi intento mantenerse en pie, por orgullo propio pero no podia fingir ante alguien que le conocia desde cachorro... ¿Cachorro? NO, desde niño. Odiaba cuando sus pensamientos le jugaban tan malas pasadas pero por suerte el empujon con el baston en las costillas le obligo a dejar de pensar y solo sentir el dolor fisico.
Quedo sentado en la cama de nuevo, escuchando al leñador mientras sus manos se crisparon a los lados, estrujando las sabanas. El peor dolor era no haberla podido rescatar.
- Es la hija de la reina blanca, necesita ayuda....- dijo como si eso fuera todo, encubriendo el asunto en un velo de "deber" aunque aquel hombre que tenia delante sabia que su mirada con ella no era la de un lobo, sino la de un corderito enamorado. Alzo la vista para enfrentar los ojos de aquel hombre al que llamaba padre sin serlo.- y aunque me cueste la vida la rescatare..- prometio.

Se dio un segundo y cambio de tema, no habia mas que decir sobre ella. Aunque nunca llegara a amarle, el la queria y no soportaba que pudiera estar sufriendo de modo alguno... pero era cierto. Ella nisiquiera recordaria su nombre, como mucho sabria distinguirlo por "el hijo de aquel asesino".
- ¿Que asuntos?.- pregunto esperando que fuera algo que no le supusiera moverse demasiado.

Vaya, hoy debe ser mi día de suerte, la primera celebridad con la que me encuentro, y es ni más ni menos que el Alguacil de la Reina. - Pensé

En otro momento y lugar sin dudarlo (y sin pensarlo) hubiera cruzado aceros con aquel villano, pero hoy no podía permitirmelo. - Otro día será señor Rocheford.. otro día será... - Se repetía en mi cabeza. Me costó bastante mantener la compostura y dejar la espada guardada en su vaina. Habían demasiadas cosas en juego, no podía arriesgarme tanto empezando mi busqueda. No tendría sentido.

Quizas pueda divertirme un poco de todas formas. - Era lo único que pensaba cuando salía de aquella esquina en dirección a esos bribones de la Reina, a fin de cuentas, para bien o para mal, estar agazapado cual rata viendo como acosaban a aquel muchacho no era mi estilo.

¿Usted es el Señor Rocheford, Alguacil de nuestra soberana y amada Reina, cierto?.

Permítame presentarme, ya que acabo de llegar a Puerto del Rey. Mi nombre es Alberto Magno y soy poeta. Quizas haya oido mi poema titulado "La hermosa flor Roja sobre la blanca nieve" en honor a nuestra queridisima reina.

Pero no le aburriré e iré al grano Señor Rocheford, querría informarle sobre un grupo de traidores que conspiran contra nuestra amada Reina en la trastienda de la posada de la Plaza Mayor. Me he enterado de tales hechos escuchando varios rumores en una partida de cartas. Quizas deba investigarlo. - ¿Pero que he dicho? ¿Como alguien iba a creerse que soy poeta llevando cinco pistolas encima? - Las palabras salian de mi boca antes de pasar si quiera por mi cerebro, a fin de cuentas soy igual de impulsivo y temerario cuando suelto mi lengua que cuando suelto mi espada.

The Greenward

En Landover sólo se percibe la desolación, luego de cinco años no hay más esperanzas de que la reina Blanca despierte  o que alguien los salve, la resignación era la peor de las penas y era mejor sólo acostumbrarse a la realidad, nunca había existido tanta tristeza, ni siquiera cuando el Hacedor de  Sombras apareció, porque en ese entonces, estaba la Reina Blanca y sus caballeros, ellos los protegía, pero ahora, ni eso existía.

Pero tú, el gran guardián no ha perdido las esperanzas, más ahora que tienes una importante misión que realizar y que fue encomendada por tu queridísima Bruja Buena del Norte, y es la de localizar a valientes que deseen enfrentarse a la Reina Roja, rescatar a la princesa y sanar a la reina blanca y a todos los que han sido condenados por su magia. Algo sin lugar a dudas peligroso, pero te ha mostrado las caras de los valientes llamados a tan importante proeza, y tú, el gran perro guardián, realizaras esta labor de la mejor manera además, tienes una compañera, la princesa Alba, hija de la reina Blanca Nieves, que para ser salvada fue transformada en una hada, pero ahora, no puede volver a su forma humana.

La primera persona que sigues es al Derek Feroz, un valiente lobo que ha intentado salvar muchas veces a la princesa, pero fracasado muchas veces, pero sabes que está en este bosque, en algún lugar, gracias a la brújula que la bruja  te ha dado, en donde te indica el camino hacia los valientes...

- ¿quedará mucho?- preguntó su compañera, sentada en tu lomo, sus codos apenas te pesan, menos el  resto de su cuerpo.- hemos viajado mucho ya...- murmura, cansada, y se recuesta en tu lomo. Ya están cerca, la aguja está de un color rojo ya, así que deben estar cerca, pero escuchas una conversación, no lejos, y una risa de un hombre.

Había sido un largo viaje y el cansancio se notaba en ellos. Desde hacía poco más de media hora ninguno de los dos había abierto la boca (o el hocico), y en ese tiempo Sir Optimus había estado pensando en cómo había cambiado todo en poco tiempo. Siendo cachorro solo pensaba que sería uno más de su familia, cumpliendo el mismo rol que el resto. Luego todo se volvió oscuro y era imposible vislumbrar qué podía llegar a ocurrir. Ahora todo se reducía a dos posibilidades: o fracasaba en su misión y moría en el olvido; o tenía éxito y su nombre sería el más recordado entre los ya famosos nombres de sus parientes, porque también tenía una responsabilidad que no se limitaba a una princesa sino a todo un reino, responsabilidad que salvo quizás Sir Didymus, el resto no había tenido.

La pregunta y el comentario de su compañera interrumpieron sus pensamientos. Era cierto lo que decía, habían viajado mucho y el cansancio no era solo físico sino también mental.

_Tranquila princesa, la brújula indica que estamos cerca. Intenta dormir si quieres, yo te despertaré si...

Pero entonces unas voces y una risa se escucharon. Sir Optimus se paró en seco.

_Guarda silencio, princesa. Escuché unas voces. Me acercaré a ver de quiénes son. Quizás tengamos suerte y hayamos encontrado ya a nuestro lobito.

Con el mayor sigilo del que fue capaz, Sir Optimus se acercó al lugar del cual provenían las voces pero no se mostró, sino que se quedó oculto tras un árbol para escuchar qué era lo que estaban hablando y ver si alguno era la persona que él buscaba.

jajajajaja me rio descaradamente, -¡calla Sommar! cualquiera que te oiga dirá que estás loco. Recuerda que yo soy un simple inventor y a eso me voy a ceñir. En una cosa tienes razón cuanto más lejos tengamos a la reina mejor...- miro de nuevo la cajita de música para no mostrar mi rostro vengativo.

-¿Acompañarte? ¿visita? ¡Sabes que las visitas me incomodan mucho! espero que no me molesten mientras trabajo...- muevo la cabeza en señal de desaprobación- Nunca he podido decirte que no maldito muchkin- Cuando quieras salimos- digo mientras coloco cada cosa en su sitio para no perder nada.

En ese momento es cuando entra Var al taller avisándonos de que Selina ha traido a un chico medio muerto a casa.-vayamos a ver en que lío se ha metido esta vez mi dichosa hermana...- murmuro mientras hago un gesto de cortesía a mis acompañantes para que salgan delante mío del taller, no me gusta que se quede nadie fisgoneando mientras no estoy en el. Si me tocan las cosas luego no encuentro nada.-Vamos Púa, ¡deja la manzana para luego!- La pequeña sale corriendo del taller con un trocito de manzana en la boca para el camino.

Conforme caminábamos por la avenida principal, Pascal salió a volver a soltar uno de sus comentarios… ya, ya… no mentes ruina… y por ahora sigo vivo ¿no?... así que tan mal no nos ha ido, “grillito”… le respondo con cierto retintín hasta que la llegada de Rochefort me quitó las ganas de bromear con Pascal… el alguacil de la Reina Roja… al final el grillito siempre tiene razón… Esto… Buenos días caballero… se ha percatado bien, creo que no nos habíamos visto antes, soy /Tommy/ -digo pronunciando bastante la n para camuflarla- mi padre me enviado a buscar flores… ya ve usted… flores… como se puede imaginar, es justamente lo que más ganas tenía de hacer… digo encogiéndome de hombros.

Entonces se acerco otro hombre a hablar con él, tenía pinta de un marinero… que podemos esperar en este lugar… pero... ¿un poeta? ¿La hermosa flor Roja sobre la blanca nieve?... hmmm debía ser bastante malo cuando Pascal no me había insistido en que lo leyera… ya que… “de todo lo escrito se puede aprender algo, menos de la basura escrita” –pienso imitando la voz de Pascal- Por lo menos me ha hecho el quite para poder irme… Bueno, viendo que tienen asuntos más importantes entre manos, me despido, ha sido un placer conocerlo señor... Voy a por las flores y me vuelvo a casa antes de que se me haga mas tarde, si me disculpan…

Llego a casa tras un buen camino cargando al chico. Aún recuerdo esa pequeña sonrisa que me dedicó antes de caer inconsciente, no puedo evitar ruborizarme un poco.

-¡Didac!, ¡Var!, ¿hay alguien en casa?- grito cuando entro por la puerta. En seguida de detrás del mostrador aparece Var exaltado. -¡Corre! avisa a Didac para que venga a ayudarme, el chico está malherido.- digo con un tono entre brusco y fatigado

Llevo al joven como puedo hasta una de las habitaciones del hospicio y allí le recuesto en una de las camas. Miro su bello rostro, pongo mi mano en su pecho y noto como respira. "Bien sigue vivo pero... parece que es un fugitivo. Bueno da igual Selina no puedes dejarle así". Acto seguido voy a por una palangana y agua para refrescarlo.

-¡Didac ven corriendo!- "donde se meterá este hermano mío cuando le necesito..." 

-Chico ¿estás bien?- pregunto mientras poso su frente una toalla fresquita que alivie su sufrimiento.

EL pobre hombre tose un poco y sujeta tu mano cuando tocas su cara, y abre los ojos asustado quizás, pero al ver quien eres, deja de apretar tu muñeca,y vuelve a caer tendido en cama, extenuado,  y pasa sus manos por su frente, como para despejarse, estaba helado,  y sus dedos estaban azulados, seguramente un poco más de tiempo en la nieve y hubiera perdido sus dedos. Vuelve a mirarte y no puedes ver maldad en esos ojos negros.

- muchas... muchas gracias mi salvadora, como puedo... compensaros...-  preguntó, tomando tus manos y acariciándolas, no puedes notar en esas manos rastros de mucho trabajo, no era campesino y su forma de hablar demostraba educación, lo que hacía aún más misteriosa su aparición.

Sientes ya los pasos en la escalera de madera que rechina sin control a medida que escuchas dos par de pasos, uno de tu hermano y el otro de alguno de los munchkins.

Decides ir a la habitación,y subes las escaleras detrás de Var hasta la puerta de la habitación que se encontraba abierta, y cuando entras, ves en la cama a un hombre alto, de piel muy blanca y ropa hecha harapos, tiene una barba crecida y parece muy desorientado mientras sujeta la mano de tu hermana. El pobre diablo jadea y  tose de nuevo, al verte llegar y te mira.

Puedes notar  marcas de chilletes en sus manos, y su estado no estaba del todo bien, se veía débil, delgado, sólo las hadas saben que horrores aquel chico ha sufrido. Cierra los ojos nuevamente el joven, tenía frío, estaba temblando.

El pequeño hombrecito corre a encender la chimenea y a buscar algunas mantas para poner sobre el hombre y lo queda mirando, parece reconocerlo por como lo mira, pero luego se va a seguir cubriéndolo. Su hermano se  ha quedado más atrás, meditabundo.

- mush - exclama de pronto el hombrecillo - preparénle una sopa caliente y que se bañe, no quiero pordioseros en casa - exclama de pronto con gran mal humor, pudo echarlo, pero no - Var que se corte esa barba - estaba molesto, pero se preocupaba por él.

- vamos muchacho, ya no te necesitan acá, tenemos que ir por la familia del alcalde - mira con desprecio al hombre que estaba tendido en la cama, y jala de las ropas a Didac para que se mueva - ya apúrate - refunfuña y ya va caminando hacia la puerta.

Tú abuelita te sonríe y pone su huesuda mano sobre tus cabellos, para acariciarlos, mientras suspira y parece remembrar aquellos recuerdos que le has pedido, luego suspira y sus delgado labios se muestran tristes a pesar de una sonrisa que en ellos ha aflorado.

- pues es verdad, desde pequeño fue un chico intrépido, mi hermano Jack era el mejor, y siempre dijo que no se conformaría con sólo la pobreza, el reino estaba muy desolado, pero él ayudó a mucha gente - sonríe y vuelve a acariciar tus cabellos - sé que le agradarás mucho - murmura, no parece muy convencida  de sus dichos.

- bah, es un tacaño - replica tu abuelo, que les da la espalda mientra lleva las riendas de la vieja bellota, el caballo que tenía, estaba cansada ya,y andaba cada vez más lento -nunca se preocupó por ti Sally y casí tuviste que suplicarle por ayuda, y  te juro que si no tuvieramos necesidad, no aceptaría... ah... pero si me llega a decir algo, lo mandaré a volar con viento fresco, no me importa que nos haya ayudado... no me humillaré... paf... alcalde... paf... adulador de la reina.. paf...- tu abuela lo llama por su nombre, pero tu abuelo, de mal genio, sigue refunfuñando entre dientes.