Partida Rol por web

Lo empujé con todas mis fuerzas hacia atrás mientras yo también retrocedía con la intención de alejarme de él. Mi mano recorrió el costado para apretar la herida que aún sangraba tiñiendo mis hermosas ropas, así como también mis dedos.- Soy vuestra hija... N-no podéis... Vosotros...-Alcé la mirada rápida hacia los guardias que venían a matarme "No puede ser, no... Mis padres me quieren muerta.." Mis ojos se llenaron de lágrimas que cayeron de manera lenta por las mejillas.- ¡Parad esto, os lo cupli..-No terminé la frase, al ver como se aproximaban salí corriendo por uno de los laterales del jardín ¿Estaba huyendo? Sin duda lo hacía, pero en mi estado y sin mi arco o Shea no podía enfrentarlos. Mis ojos recorrían cada rincón en busca de un lugar en el que esconderme o tal vez por el que salir de aquel lugar sin ser vista. Mi mano aún apretaba con fuerza la herida, aunque de vez en cuando temblaba por el dolor.

La silfide asintió, el espíritu estaba asustado, pero de todas formas te guía por el sendero, ambas van rápido, y aunque te acosan los espectros de ese bosque maldito, sientes que lo que te espera es mucho más importante, eran tus amigos, además estaban en peligro.

Saltan unos matorrales, y en medio de un pequeño claro, en el centro del camino, puedes encontrar a tus amigos, todos tendidos uno al lado del otro, estaban dormidos, pero James y Eolande tenían sangre en sus bocas, sin embargo no despertaban.

- los he intentado mover para despertar, pero nada, ellos no despiertan, están hechizados... aparecimos en el pasaje, y luego nos persiguieron aquellos seres, pero de pronto extraviamos el camino, como si el bosque lo hubiera ocultado y una niebla los atrapó... a mi no me hizo nada, pero a ellos sí, los moví como pude esta aquí, para estar seguros, pero no.. no pude hacer nada más - la silfide se quedó junto a Selina y Didac, mirándolo con un gesto maternal.

- no sé.. como ayudarlos...- murmuró el triste espíritu.

Siente el apremio de seguir hacia delante y de encontrar a sus amigos antes de que esas sombras se echen sobre ellas. Va lo más deprisa posible sin salirse del camino y cuando parece que no va a llegar nunca, se encuentra a los demás dormidos en medio de éste. Se acerca a ellos lo más rápido posible y cuando la mujer le dije que no ha podido hacer nada para despertarlos se preocupa mucho más aun.

-¿Qué puedo hacer yo?

Se arrodilla junto a quien está más cerca para mirarle de cerca. Posa la mano sobre la frete y se acerca a su oído para susurrarle su nombre y que se despierte. No sabe si funcionará, quizá eso ya lo ha probado la sílfide, pero quizá si lo hace una persona que los conozca más, sea más efectivo.

-Regresa... - susurra con voz dulce - El sol brilla en el cielo y ya no es hora de dormir.

Se escucha el llanto de un bebe,  y luego solo silencio y un penetrante aroma a sangre. Miras el cuerpo de la que era tu mujer en el suelo, abierto por el viente y entre sus piernas,  el bebe de ambos que tenía un intenso color azul, el bebe estaba unido aún a su madre,  pero su cuerpo estaba lastimado. La sangre ya era roja y tú, de rodilla viendo esa escena no te percatas que escuchas voces, solo cuando te giras, luego de haber gritado  todo aquello ves a tu madre y a tu abuelo consternados, ves el miedo en sus ojos, puedes distinguirlo...

- lo ha.. ha hecho.. dios, lo ha hecho!.. sabía que no debíamos dejarlo venir con ella... por todas las hadas.. la has matado - gritó aterrorizada tu madre, dando un paso hacia atrás, ves la consternación y el asco al verte. - eres un monstruo... eso eres...- sólo puedes escuchar el desprecio que hay en ella para ti.

Tu abuelo de dos zancadas llega donde estas, y te sujeta de los brazos, parece que no tuvieras peso mientras te encuentras con sus ojos oscuros, lleno de rabia.

- sabía que podías matarla... desde que regresaste, no volviste a ser tú... mereces la muerte...- murmuró, soltándote y empujándote, tu propio abuelo sacó su arma de fuego y te apuntó entre los ojos, iba a juzgarte y condenarte por la muerte de tu mujer.

- era una buena mujer.. y tu eres un demente... un loco...- tu madre mira a otro lado, no iba a ayudarte.

Herido en el alma, ves como tu amada te intenta asesinar, pero por lo pelos logras esquivarla, dando unos pasos hacia el costado y cayendo en el agua,  el agua salada escoce tu herida, y el aliento se te hace más complicado obtener, el aire es un suplicio, pero debes respirar o morirás, ¿no?.

La reina de las sirenas se gira hacia ti, su daga aún estaba bañada en sangre, al igual que sus ropas, parece disfrutar de tu suplicio. Si en algún momento te amo, ese sentimiento se había vuelto mezquino y  cargado de odio.

- no sé por qué... intentas escapar... deja que termine con tu sufrimiento...- susurra, tomando con mayor fuerza su daga y yendo hacia ti para acabar contigo.

- ven...- una voz dulce te  hace reaccionar, y  una mano pequeña y cálida te toma de la mano para sacarte del agua, apenas te puedes dar cuenta, pero es una niña la que te saca del agua - corre..- murmura la niña de rubio cabello, no tiene más de cinco años, pero te guía por la playa, mientras escapas de la sirena.

Saltas, piensas que así vas a escapar de Mary, pero te encontrarías con una muerte segura. Tu cuerpo corta el aire, y sientes como acaricia tu cara, la última sensación de esta vida, pensaste mientras cada fragmento de tu vida pasaba delante de tus  ojos, tu hermana, tus padres, los enanos que los cuidaron. Cada uno de ellos pasó rápidamente justo antes de abrir los ojos y darte cuenta que estabas a metros de caer en el agua. Tu cuerpo sería destrozado, seguramente, ¿cómo morirías?, ¿ahogado? ¿ o antes? La aventura había acabado y tu cuerpo entró en el agua,  la sensación fue igual a ser cortado en millones de trozos. Sientes como tu pecho te comprime y el aire te falta. Luego... no hay nada...

la sensación de dolor, aunque extrema, ha desparecido mientras te hundes...¿esta es la muerte?... La respuesta es Sí...

Pero sientes una mano, pequeña, cálida que te jala del agua, es una sensación cálida, y abres tus ojos, un ser pequeño, dulce es la que te toma, es una niña de cabellos rubios.

- no temas...- murmuró, no mueve sus labios, pero puedes escucharla...

Pero el dolor si lo era, te desgarraba las entrañas,  era fierro fundido que en tu vientre se alojaba y ahora descendía por entre tus piernas. Duele y hace que tus piernas fallen, no puedes seguir corriendo, las puntadas de dolor te acosan, parten en la base de tu columna y suben por tu columna, helándote,  consumiendo toda tu energía... y detrás, Anthony.

El hombre te toma del cuelo,  has caido de bruces por el dolor intenso y él te sujeta por el cuello, comienza a estrangularte, apretarte. El dolor no se de tiene, y tu vientre se encuentra tenso, mientras las manos del padre de tu hijo te aprietan la garganta...

Corres, el dolor en tu costado es insufrible, pero peor es la idea de que tu propia familia desee tu muerte. Apuras el paso mientras te internas en el bosque y entras en el laberinto de arbustos, el que conocías muy bien porque era donde jugabas cuando niño, pero ahora luce cambiado, es mucho más grande, más enrevesado de lo que recuerdas. Escuchas detrás de ti a los guardias, pero parecen perderse, ¿estás a salvo?...

Caminas por el laberinto que lentamente se va llenando de una neblina, y comienzas a recordar, el bosque, aquellos seres... ¿dónde estabas realmente?...

Te has acercado a Anthony, intentando escuchar su corazón, su respiración, pero al tocarlo te das cuenta que estaba muy helado. Todo el ambiente estaba helado de hecho, y tus demás compañeros tampoco lucen mucho mejor. Sus vidas estaban pendiendo de un hilo. 

La sílfide  advierte que Didac parece moverse, pero no como para despertar del todo, y tú piensas, estabas ahí para poder advertirles sobre la verdadera naturaleza de lo que se ocultaba en ese bosque, además, recordaste que el mal de la hacedor de sombras era precisamente un sueño profundo en donde sus victimas  moría en ellos mismos. ¿acaso el hacedor de sombras estaba en ese bosque? Pero no podía ser, la Reina Blanca lo había encerrado en las montañas de Melkor, pero este mal era como el que tus abuelos te habían contado.

Tus amigos corrían peligro, y uno muy serio, y no parece haber otra salida que la misma flor o, encontrar lo otro que la  reina Roja ocultó en ese sitio... 

Selina le da un rodillazo a Anthony en la entrepierna, para después, aprovechando la confusión, huir.

¡¡¡ no podéis ser reales, nunca llegué a intimar con Selina, me gustaba Eolande o incluso Eizhan, Selina siempre estaba encima de otras personas, pero no de mi, esto no puede estar pasando, yo aún ando buscándote Padre !!! - dice con lagrimas en los ojos, se acerca mas a la pistola.

Si realmente quieres matarme, hazlo, pero me demostraras que no eres tu Padre... , ni tan siquiera el grillo ha dado señales de decirme nada, no recuerdo haber hecho nada con selina, menos tener un hijo, estaba con mis compañeros, en un bosque, perdimos a Eizhan con la prueba de los leones, nos adentremos al bosque para buscar lo que maldecía el lugar, salvar a la gente de Eolande, nos cruzemos con unos esqueletos que solo querían agarrarnos, a partir de ahí, de la huida no recuerdo nada, por la divina Dama Blanca, mi fuerte es la memoria y el intelecto, no puedo haberme olvidado de todos los años que pasaron después, para que acabara con Selina, la dejara embarazada, te encontrara , si realmente eres mi padre.. ¿ que secreto esconde el bastón ?, solo él lo sabe.... ¡¡¡¡ RESPONDE !!!! - dice Anthony mirándole a los ojos directamente a su padre.

No recibe respuesta del abuelo, no iba a responder nada de lo que dijera, pero por lo menos le dejó hablar todo lo que quiso antes de pasar el percutor del arma, y soltar la bala que fue a dar directamente al pecho de Anthony, la bala entró como fuego fundido en su cuerpo, y lo atravesó por completo. El dolor se hizo intenso, quemaba, pero el resto del cuerpo se iba helando más y más. Tu propio abuelo te había disparado, y no recordabas nada, sólo que él dijo que ye habías vuelto loco....

Sobre la hojarasca, sientes como la sangre se te agolpa en la lengua, ya no puedes moverte, nada, solo la sangre y el cielo amplio, azul... la vida se te iba y todo se ha haciendo más y más oscuro hasta que la muerte te lleva...

-Qué...qué... ¿Qué ha pasado?- pregunto muy confuso. Hace un momeno estaba cayendo por un precipicio y ahora estoy enn el agua. ¿No era un sueño? Aquella mujer no podía ser Mary, ella nunca me atacaría.

Me incorporo rápidamente, me quedo sentado frente a la niña y me alejo sin dejar de mirarla ni levantarme. -¿Quién eres tú? ¿Dónde están mis amigos?

La niña parece inofensiva pero si algo he aprendido de este bosque es que el peligro acecha desde cada rincón. Es entonces cuando miro a mi alrededor para encotrar algo reconocible para mi memoria.

Busco a Pua entre mis cosas, supongo que se metería en mi bolsa sin fondo...

No le gusta nada de eso. Están vivos, pero la muerte se cierne sobre todos ellos... El Hacedor de Sombras está detrás de esto. Si está libre, hay más de un mal al que deben hacer frente. Eso explicaría porque el bosque está como está. Si la Reina Roja solo hubiese dejado su parte buena, el bosque no estaría así. 

Se pone en pie y mira a la Sílfide.

-Tengo que encontrar dos cosas en este bosque: la flor y la parte buena de la Reina Roja. Con la flor podremos despertarles, pero tengo que ir rápida. ¿Este camino lleva hasta el corazón del bosque? ¿Hasta donde está la flor?

No debe tener miedo. El Hacedor de Sombras se aprovecha del miedo que infunde para poder hacerse con su presa y ella se lo va a poner difícil. Ya sufrirá cuando todo pase y salgan de ese bosque. Busca con la mirada la brújula mágica que indica donde está la flor.

-¿Te quedarás para velarles? Trata de darles calor... - aunque sabe que no servirá de mucho hacerlo si no se da prisa.

-Quien... Empece a decir pero poco me importaba, mi cuerpo me dolia, mi espalda me abrasaba. El agua de mar no era adecuada para tratar heridas. Debia salir de alli y tenia dos opciones. Reunirme en el abismo con mis camaradas a manos de Leucosia, o aceptar la ayuda de aquella niña de cabellos dorados. Su mano era calida y reconfortaba el cambio entre el frio mar y su brazo amable.
-Te....sigo... Me dejo llevar por la chiquilla, mis piernas parecian negarse a continuar, pero mi voluntad les obligaba a dar un paso mas. Podia escuchar el sonido del chapoteo que los pies de la reina seguirnos.
-Mis....armas....las necesito.... Dije con la voz rota, tanto por la vision que tenia mis ojos como por el dolor de mi cuerpo. No debia volverme a separar de mis armas. No almenos si aparecia en una playa extraña sin razon aparente. -Leucosia....nos alcanzara...

No estaba Púa,  tú sigues nadando era demasiado profundo, demasiado profundo... demasiada oscuridad... pero aquella niña luminosa no te suelta, te sigue arrastrando para salir del fondo del río al cual habías caído desde el precipicio, pero el aire te falta, apenas habías tomado una  o dos bocanadas antes de sumergirte, pero era imperioso poder salir de ahí... Pero la luz puedes verla al final,  es el sol el que se  ribetea en la superficie del agua, una voz conocida se hace más presente